Malas Enseñanzas

By PaolaValentine_

370K 31.9K 6.3K

Se suponía que todo iba a ser sencillo. "Se suponía" Pero como siempre, todos mis planes eran una porquería... More

Sinopsis completa
Epígrafe
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24 |+18|
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36 (Maratón 1/4)
Capítulo 37 (Maratón 2/4)
Capítulo 38 (Maratón 3/4)
Capítulo 39 (Maratón 4/4)
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43 |+18|
Capítulo 44
Capítulo 45 |+18|
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49 |+18|
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 54
Nota importante que deben leer
Capítulo 55
Capítulo 56
Capítulo 57
Capítulo 58
Capítulo 59

Capítulo 3

5.7K 477 46
By PaolaValentine_

Capítulo 3:

Perseverar es de valiente o estúpidos

Llegué a mi casa luego de mi guardia. Todos y cada unos de mis músculos dolían como una perra fría. Se sentía como tener influenza, estreptococos y ckikungunya al mismo tiempo.

No sé cómo he aguantado este último mes.

Me arrastré a la ducha y me bañé casi que sentada en el suelo. No sé ni siquiera cómo lo logré, solo caminé como alma en pena y terminé el proceso de puro milagro.

Tenía ganas de vomitar y muchas nauseas, pero el estómago cerrado. Sabía que era que no había comido en las últimas horas y por eso me sentía así de débil y cansada.

Pero es que la guardia estuvo dura. Fueron veinticuatro horas de puro sufrimiento. Las primeras doce estuve al lado del insoportable de mi jefe en el que se encargó de recalcar todo lo que hacía mal o que me faltaba y las otras doce estuve yo sola, pero fue una noche lluviosa y hubo un accidente de cinco autos a los que no mantuvo moviéndonos como desesperados para estabilizar a nuestros pacientes.

Al menos nadie partió de los que atendí, pero a Eli si.

Estaba triste y se fue apenas dijeron que terminó nuestro turno. No habló casi nada en las horas restantes de la guardia y se refugió en su soledad. Me daba mucha cosa verlo así de lastimado ya que era súper animado, pero sabía que era fuerte y que podría sobrellevarlo.

Yo por otro lado sería otra historia.

Cuando termine mi baño del demonio me tiré en la cama como si fuera la tierra prometida y no me cambié siquiera el albornoz, solo me dormí que era lo único que deseaba.

Diez horas más tarde me desperté, sí diez horas. Me sentía repotenciada, pero mareada a más no poder. Mi roomie no había llegado a casa y me fui directa a la cocina a prepararme algo para comer y reponer carbohidratos. Mi pobre hígado (1) debía estar pidiendo perdón tratando de mantenerme con vida

Tomé una hogaza de pan integral mientras la comida se preparaba y se sintió como el cielo. Nunca el pan fue tan maravilloso como este momento.

Preparé la ensalada, papas salteadas y un poco de pollo asado. Quería comerme una pizza grasienta, pero sabía que no era momento. Que tenía mi día del mes para ello.

Ese régimen lo que me había mantenido con vida todos estos años.

Pensé en mi vida antes del diagnóstico de mi enfermedad, comía todo lo que pasaba por delante y no me importaba más que ser feliz. Pero luego las cosas se pusieron un poco locas y aquello que me encantaba, pasó a otro plano.

Aunque le veía el lado positivo, pude morir. Y las comidas deliciosas las disfrutaba más cuando pasaba el tiempo, ya que no era una constante.

Estaba sentada en el desayunador cuando escuché la puerta abrirse. Mi compañera ni siquiera se dio cuenta que yo estaba en el radar y pasó directa a su habitación con el tipo con el que se encontraba ese día. Yo sabía que sería una larga noche y tendría que usar mis audífonos para callar cualquier detalle que no quisiera escuchar.

En serio, es como oír porno. No estaba deseosa de eso. A menos que yo fuera la que lo estuviera practicando.

Terminé de comer y fui a mi cuarto, me cambié por una ropa deportiva y decidí salir a caminar. Me ahorraría en problemas por unas horas y le daría privacidad a la mujer.

Compré un trozo pastel de chocolate en una panadería y no me extrañó cuando llegué a casa de Eli, la puerta de entrada del edificio estaba abierta y pasé.

Toqué su puerta y abrió su novio. —Hola Alex.

—Hermosa, qué bueno que estás aquí.

—¿Está muy mal? —inquirí preocupada, no me gustaba que la persona más dulce y buena del mundo se sintiera así.

—No ha querido ni comer, llegó se duchó y se acostó, pero ni siquiera ha dormido. Solo mira a la pared como en shock.

—Es que fue muy fuerte lo que pasó.

Me abrió espacio para que pasara y caminé hasta su habitación. Di tres toques y al no escuchar nada entré como perro por su casa. —Hey, Eli.

Estaba de espaldas a la puerta y se giró al escuchar mi voz. —Very.

Me senté a su lado de la cama y noté que se levantó para quedar al lado mío. Se veía tan triste que rompió mi corazón. —Te traje tu pastel favorito.

Se mordió su labio tratando de no llorar. —No tenías que hacerlo.

—Eres mi mejor amigo en el mundo. Debía hacerlo. —él me abrazó y comenzó a llorar—. No fue tu culpa, Eli.

—Debí hacer más.

—No podías hacerlo, no está ni en ti ni en mi salvarlo. Haces lo que puedes basado en tu conocimiento.

—Pero es que era tan joven, apenas tenía dieciséis años la chica. Era tan hermosa.

—Llegó muy mal. Por más que lo intentaras el final era ese.

—Me agarró la mano diciéndome que no quería morir. Que tenía miedo. ¿Cómo puedo seguir luego de eso? Es imposible.

Yo misma quería dejar la carrera muchas veces, pero ahora no era el momento de quejarme. Si él me oía decirle que estaba queriendo tirar todo, me seguiría. Esa no era la idea.

—Claro que no es imposible. Entramos a la carrera con esto sobre nosotros. Sabíamos que algún día iba a pasar. Es lo más triste de todo. Pero eres fuerte y te sobrepondrás. No dejes tirado todo el trabajo de años y sé que puedes ayudar a muchas personas porque amas lo que haces.

Siguió llorando a medida que le hablaba, pero yo sabía que esto lo dejó pensando. Él era muy bueno, mucho mejor médico de lo que yo podría ser y sabía que está situación sólo sería un bache. Uno que sobrellevaría.

—Gracias por ser la mejor amiga del mundo.

Besé su frente. —Gracias a ti por quedarte luego de tanto tiempo.

Al final se calmó y comió el trozo de pastel con emoción porque me encantaba todo lo que fuera chocolate. Me hacía sentir bien ver que estaría bien.

—¿Mañana nos vemos?

Negó. —Mi tutor se enteró y me dejó faltar un día, dice que me lo tome para recuperarme.

Me reí. —Si me pasara a mí estoy segura que Stone me dejaría con penitencia un día más. Ese hombre me odia.

—No lo sé, amiga. Es muy intenso contigo. Se ve de esos hombres rudos, los que te darían y no consejos precisamente.

Lo empujé quitando la imagen de mi cabeza, podía ser la reencarnación de un dios griego, pero a mí no me iban esos de machos pechos peludos. Me gustaban los hombres tranquilos, sosegados como yo.

Aunque bueno, al final eran más de la misma mierda y ya había renunciado a la idea del amor.

—Seguro es de los que cree que les luce ser dominante. Al final son pura habladurías.

Fue su turno de reír. —Mi querida Very, no sé yo creo que hasta en la cama debe ser así. Todo tipo "Yo ordeno y tú obedeces"

—Perro que ladra no muerde —aunque eso como que sonaba a una patada de ahogado, porque él si se veía rudo—. He visto muchos así y al final, una burla.

Volví a escuchar su risa y me felicité mentalmente. —Para que decir que no, si es sí.

La puerta de la habitación se abrió y pasó Alex. Este se relajó al ver a su chico de mejor ánimo. Me gustaba lo que tenían ellos. La manera tan dulce en que se cuidaban el uno con el otro.

Alex era contador y trabajaba para una firma, tenía el cabello de un color negro casi azulado y los ojos verdes. Elijah era rubio de ojos celeste. Los dos eran súper guapos. Ambos eran muy varoniles y la gente creía que solo eran amigos, pero no. Tenían una relación sólida y que admiraba.

—Voy a ir a casa. Mañana tengo que estar a las seis en el hospital.

—Stone te hará una buena médica, yo lo sé.

—Es lo único que espero. Porque tanto odio tiene que servir de algo.

Me despedí de ambos y emprendí rumbo a casa. En ese instante mi teléfono sonó y contesté con una sonrisa ante la persona que llamaba. Mi ser humano favorito en el mundo.

—Hola papá.

—Hola mi dulce niña —me calentó escuchar el apodo con el que me llamaba desde que estaba pequeña—. ¿Estas en casa? Nunca sé cuándo estás ocupada.

—Ni yo lo sé, papi. —comencé—. Voy caminando para la casa. Visité a Eli.

—¿Mi otro muchacho está bien?

—Sobrellevando la carrera.

Le conté un poco de lo que había pasado con él, además de mí y mis clases extenuantes, pero pasé por alto las cosas que vivía con mi tutor. Yo no quería dañarle los ánimos.

—Very, pasa algo más y lo sabes. No le ocultes nada a tu viejo. ¿O es que ya no me tienes confianza?

Así con esas pocas palabras me rompí en llanto. —Es duro, papá. Mucho. Este mes me he planteado muchas veces si de verdad sirvo para esto. Siento que todo lo hago mal.

Se quedó en silencio por un rato, sabía que no tenía idea de cómo consolarme. Él era gerente de un banco y vivía de los números. Yo decidí estudiar nada que tuviera que ver con matemáticas. No me había dado cuenta que tenía que ver una matemática, una física y estadística en el pensum.

Me perseguían los números.

Estaba cerca de un parque y me senté en una de las bancas. Mi papá aún no había hablado y es que estaba pensando su consejo. Uno que amaba recibir.

—Pequeña, ¿cuál era tu sueño de niña?

"De grande quiero ser doctora"

Recordé el montón de veces que lo dije cuando era niña. Una niñita que fue criada en medio de ese ambiente y que sentía admiración. La sarta de veces que deseé ser como los que llevaban una bata blanca.

—Papi, es tan difícil. Quiero tirar la toalla, pero ahora lo siento muy cerca. Estoy cansada.

Le acababa de dar un consejo a Eli que debería tomar para mí, pero es que era diferente. Eli estaba graduado con honores. Yo tuve que hacer materias en paralelo para poder graduarme con él. Somos personas distintas.

—La vida está llena de esos momentos. De esos instantes en que nos planteamos si vale la pena seguir en ello. Tiempos en que todo parece irnos mal, pero son pruebas. Pruebas de la vida que te fortalecen y te hacen valorar cuando todo está bien.

Yo no sabía qué tenía mi padre, pero siempre sabía qué decirme para hacerme sentir mejor.

—Cuando quieres renunciar, mira cuán lejos has llegado. Eres médico, falta menos para todo. Si lo dejas ahora te arrepentirás y dentro de unos años te vas a preguntar ¿qué hubiera pasado si hubieses continuado?

Me dolería, esa era la respuesta.

Porque pese a que salía mal, que a veces sentía que no era la mejor, yo deseaba tanto ayudar a la gente. Me veía en ello y no imaginaba haciendo otra cosa en mi vida. Este era mi mundo. Amaba saber todo lo referente al cuerpo humano, conocer cómo funcionaba, cómo era esta máquina tan hermosa y compleja.

Puede que ame mi carrera, pero no por ello iba a salir bien. Son dos cosas distintas.

Yo sabía lo qué hacía, lo sabía, llegaba a los diagnósticos rápidamente. Salvo la primera vez con Stone que me fui de confiada, no me he equivocado de nuevo. Pero siempre sentía este miedo de hablar. De hacer oír mi voz por terror a estar errada. Era la que dejaba que otros dijeran la respuesta correcta por miedo a estar equivocada.

—Lucha por tus sueños, sé que llegaras lejos.

—Gracias, papi. De verdad me ayudó.

Seguimos conversando un rato y estaba lista para segur mi camino a casa cuando supe que venía el tercer grado.

—¿Ya comiste?

—Sí, papá.

—Sabes que en tu condición no puedes dejar de lado tus comidas.

Casi me reí, era yo la médica, pero él seguía siendo mi papá y debía escucharlo. —Sí, comí papas y ensalada. Cuando llegue comeré un poco de pollo.

—Está bien. Cualquier malestar me llamas y sabes que estoy aquí para ti siempre. Te amo.

—Y yo te amo a ti.

Corté la comunicación. Y me sentí mejor que en los pasados días. Hablar con mi padre me ayudó a poner las cosas en perspectiva y recordarme por qué seguía aquí pese a todo.

Esta residencia no me iba a vencer.

Stone tampoco lo haría.

Solo debía prepararme para la guerra.

NA:


(1) Comentario sobre el hígado: Cuando la persona se encuentra en un ayuno, el hígado tiene almacenado Glucógeno que es como una reserva de azúcar para este momento. Entre comidas, el hígado utiliza este glucógeno para convertirlo en glucosa a través de un proceso llamado Glucogenolisis. Si pasa más tiempo y estas reservas se agotan, mediante otros procesos utilizan otras cosas para producir más combustible.

Continue Reading

You'll Also Like

957 129 6
❝Jung y Lee. Dos hombres que convivieron durante más de veinte años. Dos hombres que se han apoyado mutuamente en los altibajos de la vida, la ley y...
1M 73.1K 42
Viajar a las Vegas con un grupo de universitarios calientes jamás es buena idea. Cuando Laurel Hanson, despierta de un profundo sueño entre las sába...
235K 17K 30
Se nos conoce como las Señoritas del Amor, el grupo de prostitutas más prestigiadas de todo Milán y probablemente de toda la Ndrangheta. Yo soy la j...
1.6K 179 60
Dicen que Paris es la ciudad, de los sueños, la luz y sobre todo el amor, ¿Qué pasaría si esa ciudad te diera todo? ¿Qué en tu vida todo cambiara? En...