Mis Chenry One-Shots

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El tรญtulo lo dice todo. Historias Chenry basadas en episodios, universos alternativos, role-reversal y mรกs, q... More

Confesiones Inducidas
Asรญ Que Te Necesito
Un Plan A Travรฉs Del Tiempo
Corazonada
Cita de Ensueรฑo
Dimensiรณn (Des)conocida
Solo Para Ti
El Peligro Permanece
Pelรญculas De Terror
Charlotte y su chico bueno
Toxic
Dulces Sueรฑos
Mรญ hรฉroe
Riesgo Profesional
Yo quisiera
Expreso al corazรณn
Extraรฑos En El Elevador
Amor En Tiempos De Las Guerras Clon
Flores Amarillas
Atrapados Infraganti
Amor a la Distancia
Encuentro Lindo
Eso Que Llaman Amor
Cuando Alguien Mรกs La Quiere...
ยฟSolo Amigos? (Parte 1)
Confesiรณn En La Cueva
Baby Danger
Baby Danger (2)
Admirador Secreto
Amor y Peligro
Contigo en la Distancia

Encubierta

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Sinópsis: Una misión especial requiere la intervención de Charlotte.

One-shot basado en el capítulo Doble De Peligro.

Iba a ser una historia tierna y humorística, con algo de celos de Henry, pero no sé cómo llegué a este resultado de Hurt/Comfort con 14.000 palabras ¯\_(ツ)_/¯


—La falda es así de corta por un propósito —le recordó Schwoz a través del auricular que llevaba en sus aretes.

Ante sus palabras, Charlotte detuvo sus infructuosos intentos de estirar un poco más el extremo inferior de la minifalda de cuero que llevaba puesta y resopló por lo bajo.

—¿Cuánto más tengo que esperar? Estos tacones están matándome y no puedo sentarme con esta cosa sin enseñar más de mí de lo que me gustaría —susurró con molestia al brazalete dorado, el cual tenía un micrófono instalado para que ella pudiera comunicarse con los chicos a través de este mientras ellos montaban guardia a las afueras, en el interior de la Man-Van.

Tenía que darle crédito a Schwoz, había escogido unas muy bonitas piezas de joyería para que formaran parte de su 'traje de agente secreto' para esa misión.

Pero el resto de su traje...

No es que fuera feo, solo incómodo. Para ella, al menos.

Sus ropas para esa noche consistían en una minifalda de cuero con un corte a un lado para permitirle movimiento, zapatos dorados de tacón aguja y una ajustada blusa dorada sin mangas con un pronunciado escote en V.

Era un conjunto realmente bonito y que le sentaba perfecta, y Henry así se lo había hecho saber, lo que había ayudado a que tuviera más confianza para este momento. Sin embargo, los tacones eran demasiado altos y finos, la falda demasiado corta para su gusto y se sentía fuera de si misma en ese conjunto.

No habría aceptado ayudar en esa misión si no hubiera sido porque ni Jasper o Henry llenaban los requisitos para atraer el interés del villano de turno, que era uno de esos criminales básicos que solían verse en televisión y películas: el chico malo, joven, atractivo, elegante, arrogante y mujeriego.

Y este en particular parecía tener cierta preferencia por muchachas jóvenes en ropas ajustadas y provocativas.

Y ahí es donde ella entraba en escena.

Ella debía ser quien lo hiciera.

Hacia una semana, el alcalde de Swellview los había contactado para darle al dúo de la ciudad una misión urgente. Hacía unas semanas, un grupo de delincuentes se había infiltrado en servidores del gobierno y robado códigos secretos. Esos códigos eran para armas que podían controlarse por satélite, e inteligencia había descubierto que iban a ser subastadas al mejor postor en una reunión clandestina. La reunión iba a tener lugar dentro de una mansión al mismo tiempo que una fiesta que daría el dueño y que serviría de tapadera. El jefe no estaría en la fiesta, sino ocupado con los interesados en obtener los códigos, pero sí estaría presente su hijo, que era quien los tenía en su poder. Lo que tenían que hacer era recuperarlos, y luego un equipo especial irrumpiría en la fiesta para arrestar a los involucrados junto con el Capitán Man y Kid Danger. Pero para eso uno de ellos tenía que infiltrarse en la fiesta y vigilar al heredero, buscar una forma de llamar su atención, engañarlo para que suba a una habitación desierta donde estaría desprotegido y donde podría ser forzado a entregar los códigos.

No se había sentido bien con ese plan al principio, pero la seguridad de millones de personas estaba en juego, así que había terminado aceptando que era una tarea necesaria para que el plan surtiera efecto.

Quien había estado menos que contento y se había opuesto a la idea -y aún estaba en duda- era Henry.

No que no confiara en sus capacidades o que creyera que ella no podría, la conocía perfectamente y sabía bien que no había una chica mejor para encargarle esa misión, ella se mantendría centrada y alerta y sabría como desenvolverse en ese ambiente.

Solo que deseaba que no fuera precisamente su amiga quien tuviera que flirtear con el hijo de un criminal.

No era tanto el hecho de que fuera uno de sus amigos quien tenía que ir de incógnito y arriesgar su vida lo que le preocupaba, sino el hecho de que fuera ella.

La información que habían reunido sobre su objetivo era suficiente para deducir su comportamiento. Orgulloso, altivo y arrogante, le gustaba presumir de sus riquezas, tanto hablando como mostrándolas, vistiéndose con trajes caros, conduciendo autos último modelo y comprando joyas preciosas para regalar a sus citas y llevándolas a restaurantes de alto nivel. Era un mujeriego, conocido por aparecer siempre en alguna foto con una nueva chica hermosa colgando de su brazo.

Por eso se había opuesto tanto al plan en primer lugar, tratando de encontrar otra forma de entrar en la fiesta y acercarse al objetivo. Pero solo había logrado molestarla, haciéndola creer que la razón por la que no quería que lo hiciera era porque pensaba que ella no era apta para la tarea. Sabía que ella era apta, confiaba en su ingenio y sabía que podía cumplir con la misión.

Solo deseaba que ella no tuviera que actuar como una chica tonta y fácil para engañar a ese imbécil. Y sabía que él caería por sus encantos fácilmente.

Ella se le haría irresistible de ignorar, se veía hermosa con ese atuendo, incluso él había hecho un esfuerzo por no babear y cerrar su mandíbula floja. Pensó que había hecho un buen trabajo ocultando su verdadera reacción a los demás, aunque Schwoz le había enviado una sonrisa cómplice junto con una mirada pícara.

Brevemente, el pensamiento de que el inventor había elegido ese atuendo a propósito cruzó por su mente. Pero lo disipó rápidamente, concentrándose en la tarea que tenía entre manos.

—¿Tienes alguna visual del objetivo? —preguntó Ray, regresandolo al presente.

De vuelta en la fiesta, Charlotte cubrió el auricular con una mano fingiendo colocar un rizo de cabello tras su oreja mientras miraba discretamente a sus alrededores.

—Aún no —respondió en voz baja, empezando a frustrarse.

Había llegado a la mansión hacia más de una hora y aún no había tenido ni un vistazo del joven anfitrión y heredero de la fortuna. Sus pies estaban matándola.

—No dejes de vigilar, le gusta llegar un poco más tarde a las fiestas para crear expectación —informó Schwoz.

Solo atinó a rodar los ojos.

Pasó algún tiempo escudriñando a la multitud, buscando una señal del joven alto y delgado de cabello rizado con voz de barítono, tomando nota de las puertas y ventanas que podrían servir como vías de escape si lo necesitaba. Pero pronto se vió interrumpida por un pequeño séquito de chicos invitados de la fiesta que se le acercaron y con quiénes tuvo que entablar conversación ligera. Se encontró teniendo que dar cumplidos huecos, miradas coquetas y sonreír gratamente como si le importara lo que esos muchachos embutidos en trajes elegantes tuvieran que decir. Harta de eso finalmente, se deshizo de ellos excusándose con gracia y discreción, escapándose a un rincón del gran salón, recurriendo a tomar un sorbo del caro champán que estaban sirviendo los camareros, deteniendo a uno y tomando una de las copas de la bandeja que llevaba.

Después de todo era gratis.

—No vayas a embriagarte —advirtió Ray a través del auricular.

Su respuesta fue beber la mitad de la copa en un trago. Lo iba a necesitar.

Aun no había figurado como se iba a acercar a él, solo sabía que debía llamar su atención ¿pero cómo?

De otro trago se bebió el resto de lo que tenía y exhaló exasperada.

—¿Te importa si te invito otra?

Ella giró la cabeza hacía la dirección en la que había oído la voz, detrás de ella, casi dejando caer su copa vacía, jadeando suavemente cuando encontró al dueño, más de sorpresa que de impresión.

Allí estaba su objetivo de esa noche, en toda su gloria, sus rizos castaños perfectamente armados pero arreglados en un estilo salvaje, sus ojos verdes chispeantes y en un traje de satén bordo que seguramente había sido confeccionado específicamente para él.

Sin esperar su respuesta ni apartar los ojos de ella, el joven levantó la mano y llamó a uno de los camareros que se encontraban cerca, quien de inmediato se dirigió a ellos. Él le quitó el vaso vacío de la mano, con delicados movimientos, a los que ella no objetó, tímidamente extasiada por su caballerosidad y todavía aturdida por su repentina y cercana aparición, y la dejó en la bandeja y luego tomó otra para ella. Charlotte se controló de nuevo y aceptó el vaso sin decir una palabra, pero con una sonrisa educada. Sus labios imitaron su gesto con una nota más aguda y tomó otro trago para él. Con una mirada y un asentimiento, el camarero se volvió y se fue para seguir sirviendo al resto de los invitados.

—Salud —dijo alzando su copa antes de tomar un sorbo sin quitar sus ojos de ella.

Charlotte fingió una sonrisa tímida y tomó de su propia copa para disimular su ligero disgusto mientras apartaba los ojos de él.

El chico era guapo pero rezumaba altivez y arrogancia, además de que su mirada desvergonzada dirigida hacia su cuerpo y su espeluznante sonrisa la incomodaba. Ella tuvo que reprimir un estremecimiento.

—Soy Quentin, por cierto —se presentó el joven.

Como si no lo supiera ya, pensó la chica, pero se lo guardó para sí misma.

Exteriormente, sonrió lo suficiente como para parecer amistosa.

—Charlotte —respondió con una fingida voz dulce.

—Un nombre encantador para una mujer igualmente encantadora —dijo de manera coqueta.

Se obligó a no encogerse de vergüenza ni soltar una carcajada al alcanzar a oír a Henry resoplando molesto y maldiciendo en voz baja a través de su auricular y tomó otro sorbo para cubrir la cálida y tierna sonrisa que esa imagen le trajo.

Sin embargo, todavía se sentía un poco molesta con él, y herida de que no confiara en ella. Entendía dónde yacían sus miedos y preocupaciones por ella, pero era lo suficientemente grande como para saber cómo reaccionar en esa situación. No habría estado de acuerdo en participar si no hubiera estado segura de poder manejarlo. No podía entender esa repentina oleada de celos que Henry tuvo, ella fingiría coquetear, no lo haría de verdad.

Y no era como si fuera su novio para molestarse así, ¿verdad? Ella negó con la cabeza sutilmente para apartar ese peculiar pensamiento, probablemente él solo sentía que debía 'defender su honor' o algo, siendo tan solo su mejor amigo y nada más.

Mientras tanto, a través de las pocas cámaras intervenidas, el resto de la pandilla observaba la fiesta, Schwoz haciendo zoom en las dos personas de interés.

Observaron como él entabló conversación con ella con una actitud tranquila, luciendo relajado y contento. Comenzó hablando de cosas banales como cómo encontraba la fiesta y cosas relacionadas con la universidad, ambos jóvenes quejándose de ciertos temas y revelando cuáles disfrutaban. Aunque más de una vez encontró sus ojos vagando discretamente sobre su cuerpo, aceptó que era un compañero de conversación bastante interesante, y estaba bien versado en literatura y artes, y la escuchaba con atención mientras hablaba sobre sus temas favoritos. Incluso se las arregló para hacerla sonreír o reír suavemente con observaciones ingeniosas y bromas inteligentes. Unas cuantas veces halagó su inteligencia e ingenio, ganando una sonrisa tímida junto con una mirada baja.

De acuerdo, Charlotte tuvo que admitir que él no era tan descerebrado como ella había pensado hace unas horas, y que su encanto y actitud coqueta eran un poco halagadoras y atractivas, pero seguía diciéndose a sí misma que era un criminal y uno bastante vanidoso y altivo. Sin embargo, era inteligente y culto, eso no cambiaba el hecho de que le gustaba hablar de sus logros y posesiones, eclipsando cualquier buena cualidad que pudiera tener.

Su conversación se centró luego en los otros invitados, ella le explicó que había hablado con algunos de ellos pero que no conocía a los más importantes. Sus labios se estiraron en una sonrisa aguda pero alegre al escucharla decir eso, y aprovechó la oportunidad para ofrecerse a presentarla a algunas personas. Henry apretó los dientes cuando vio al chico rodear con un brazo la cintura de Charlotte en un medio abrazo, su mano llena de anillos descansando firmemente en su cintura mientras la guiaba alrededor. La llevó consigo mientras interactuaba con los demás invitados, pegada a su costado como una de sus varias conquistas románticas. Mostrándola a los demás invitados con esa estúpida sonrisa torcida, segura de sí misma y arrogante, la hizo desfilar como un trofeo raro y preciado.

Apretó los puños, deseando el momento en el que la borraría con un puñetazo sólido.

Charlotte le permitió llevarla mientras saludaba a la gente, como si fuera un adorno en su brazo, y aunque encontraba el acto degradante y repugnante ... tenía que admitir que hizo su misión mucho más fácil ... no tenía que seducirlo en absoluto, él solo quedó encantado con ella ... y todo esto estaba siendo bastante divertido.

Le gustaba hablar, bueno, fanfarronear sería el término adecuado para lo que hacía. Se jactaba con los invitados de sus logros académicos, sus muchos autos, las casas de vacaciones de su familia, su jet privado, su cuenta bancaria...

También le gustaba presumir de las mujeres que colgaban de su brazo, o en su caso, de la mujer que mantenía abrazada por su delgada cintura. Le presentó a cada una de las personas que conocía pero a las que no se había acercado antes, con palabras halagadoras y un brillo de orgullo en sus ojos. Ella respondió con amabilidad, sonriendo tímidamente ante sus palabras y moviendo las pestañas en el momento adecuado. Interpretando el papel de una chica dulce y tímida a la perfección.

De hecho, si no estuviera allí para una misión, podría relajarse y pasar un buen rato ... si ignoraba la falsedad de su anfitrión.

Estaba claro que la fuerza de Quentin residía en su lengua plateada, se convertiría en un exitoso negociador, su discurso era rico y sabía persuadir y convencer a la gente con sus dulces palabras.

Podía imaginarse como tantas chicas podían ser seducidas por él a pesar de que estaba claro que era un frío manipulador. Su elegancia, caballerosidad y dulzura eran bastante irresistibles.

Después de pasar una buena parte de tiempo conversando con otro grupo de invitados importantes y otra ronda de champán, los disculpó con sus invitados y centró toda su atención en ella. Bajo su intensa mirada verde, sintió un escalofrío recorrer su espalda pero logró mantener su cuerpo recto y su expresión tranquila, una suave sonrisa adornando sus labios mientras lo miraba.

—¿Te gustaría bailar conmigo? —le preguntó, extendiendo su mano hacia ella como una invitación.

Su vacilación duró una fracción de segundo pero terminó accediendo, tomando la mano que le ofrecía. La llevó con él a la pista de baile donde algunas parejas ya se estaban divirtiendo.

Odiaba bailar, pero para esta misión tenía que dejar de lado sus gustos y tomar todo con calma. No era que no supiera cómo hacerlo, había tenido algunas lecciones hace años, pero no le gustaba la atención que podía atraer sobre sí misma.

—Solo te advierto que mis pasos de baile están algo oxidados.

Una vez que estuvieron cara a cara, Quentin levantó la mano de Charlotte hasta su hombro. Con el otro, entrelazó sus dedos. La diferencia en sus alturas significaba que Charlotte tenía que mirar hacia arriba para verlo y tan cerca que era imposible apartarse. Ella sintió el calor salir de él, olió el perfume caro, lo suficientemente denso como para saborearlo en sus labios.

Hubiera apartado la mirada por instinto, pero tuvo que fijar su mirada con la de él para evitar dar un vistazo a su alrededor a las caras de los ojos que podía sentir mirándola, perforando agujeros en la parte posterior de su cabeza o fulminándola con desprecio. Pero ella no sabía qué era peor, esos ojos penetrantes o su mirada fría, convirtiendo sus entrañas en hielo a pesar de la sonrisa gentil y aparentemente cálida.

Ella esperaba que él entablara conversación, habiendo descubierto que le gustaba hablar mucho, pero se mantuvo en silencio durante todo el baile, contento con mirarla a los ojos con esa expresión complacida, balanceándolos por la pista con movimientos elegantes. Ni siquiera parecía molesto o incómodo con las miradas que estaban recibiendo. Se imaginó que estaba acostumbrado a ser el centro de atención. Y seguro que le encantaba.

A ese baile le siguió otro, y luego otro más. Cuando se dio cuenta, habían pasado largo rato bailando juntos, casi ajenos al mundo que los rodeaba.

Dentro de la camioneta, Henry era el único que prestaba atención a lo que pasaba, habiéndose puesto los auriculares para escucharlos mientras los chicos mataban el tiempo y su aburrimiento jugando a las cartas. Pero no había mucho que él pudiera escuchar, se habían quedado en silencio mientras bailaban, perdidos en los ojos del otro.

Los observó a través de las cámaras pirateadas, balanceándose sin problemas como profesionales. Sus labios formaron una pequeña sonrisa mientras la miraba, moviéndose con tanta delicadeza. Nunca la había visto bailar, ahora que pensaba en eso. Creía que la había oído decir que no le gustaba. Pero ella era bastante buena. Una pena, que su compañero fuera un tipo así.

También notó que los otros chicos presentes miraban a su amiga mientras bailaba, sus miradas resignadas al saber que Quentin había puesto sus ojos en la linda chica y habían perdido cualquier oportunidad.

Sintió simpatía por ellos por alguna razón.

Porque no era como si él la hubiera perdido, ella estaba en una misión, como un agente encubierto, no estaba allí para 'ganar su corazón' como en una película romántica. La suya era una fachada, solo estaba haciendo su parte, actuando como si realmente estuviera disfrutando de la noche.

Se obligó a creer en sus propias palabras, aunque lo que estaba viendo le decía lo contrario.

///

La música de esa pieza acabó suavemente y ellos la siguieron, casi comunicándose con sus miradas para decirle al otro que habían sido suficientes bailes por esa noche. Ella bajó sus brazos y él la dejó dar un paso atrás, aunque sin soltar sus manos.

—Me mentiste, Charlotte —declaró de súbito su pareja de baile, con un tono de voz suave y complaciente y una pequeña sonrisa en sus labios.

Por un instante, la joven sintió como el mundo a su alrededor se detenía después de esas palabras que casi que le robaron el aliento. Casi entró en pánico y estuvo a punto de apartar sus manos bruscamente y salir corriendo, sin inmutarse en tratar de salvar la situación.

Sin embargo, controló su desesperación y pánico obligándose a mantener la calma, enviándole una mirada coqueta junto a una sonrisa traviesa, indicándole a su compañero que no tenía idea de a qué se refería sin hablar. Sabía que si abría la boca y trataba de preguntarle a qué había venido ese comentario, terminaría balbuceando y delatándose.

—Tus movimientos de baile fueron perfectos y delicados —continuó el joven, y dio un paso hacia ella, invadiendo su espacio personal mientras ahuecaba su mejilla con una mano y le enviaba una sonrisa ladina.

Charlotte no reaccionó ante su invasión de su espacio aunque sí se estremeció ante su tacto, pero si de emoción o de temor, ella no podía decidirse.

—Es solo que tuve una excelente pareja —lo halagó ella, moviendo las pestañas de manera coqueta mientras inclinaba la cabeza.

Sus fríos ojos verdes brillaron entonces por una fracción de segundo, con una ardiente emoción que la asustó hasta los huesos, aunque no pudo averiguar qué era. Sin embargo, mantuvo su rostro arreglado en una sonrisa encantadora. Sus ojos volvieron a ser amables y acogedores, y ella se relajó

—¿Te gustaría dar un paseo por el jardín? —le ofreció, tomando su mano como si fuera lo más delicado del mundo—. El cielo está despejado esta noche y estoy seguro de que tu belleza se vería aún mejor bajo la luz de la luna llena.

Ella rió suavemente ante sus palabras. Era obvio que había sido cursi a propósito, para hacerla reír de esa manera tan divertida. Su sonrisa burlona a juego le dijo eso.

"Esta es", pensó entonces, "mi oportunidad de aislarlo"

Había visto a algunas parejas escabullirse de la fiesta hacia allí. Pero el jardín era grande y tenía algunos lugares donde sabía que podían pasar desapercibidos, dónde él la llevaría. Además, estaba poco iluminado. Ella podría enviar la señal para que los chicos actúen y lo atrapen lejos de posibles ojos curiosos. Sería más fácil que colarse en algún cuarto de la mansión.

Y lo mejor, había sido idea del anfitrión de la fiesta, lo que le indicaba que él no sospechaba alguna intención perjudicial de su parte o si no, no habría estado dispuesto ni animado a hacerle aquella invitación.

—Vi un poco cuando llegué, pero me encantaría ver más, es muy bonito —aceptó, sonriéndole con complicidad.

Él le devolvió el gesto con un brillo en los ojos que la hizo temblar de anticipación y entusiasmo por la misión, pero también con un toque de duda.

Sabía muy bien con qué tipo de intenciones la estaba guiando allí, y esperaba ser lo suficientemente valiente y fuerte para lidiar con él mientras esperaba a que llegaran los chicos.

Sin que su rostro reflejara nada de las dudas o incertidumbre que sentía, ella entrelazó sus brazos con el que él le ofrecía y puso su mejor mirada seductora bajo el ondear de sus pestañas, dejando que el anfitrión la llevara por una de las puertas laterales al jardín.

—Chicos, Charlotte está a punto de aislar al objetivo —anunció Henry con un toque de emoción en su voz.

Ya estaban más cerca de atrapar al objetivo y terminar de una vez con esa maldita misión.

Arregló los auriculares para oír mejor y se centró en el punto rojo que parpadeaba en la pantalla, no había cámaras en el jardín, solo fuera de la valla alta. Por eso ella llevaba un rastreador escondido en uno de sus pendientes, para que sus amigos supieran dónde estaba en todo momento por si había algún problema con las cámaras.

El resto del equipo abandonó su juego de cartas y se acercó a Henry para enterarse de que ocurría.

Quentin la llevó afuera en silencio, solo podían escuchar el susurro ahogado de la fiesta adentro y el sonido de grillos y ranas alrededor de la vegetación que los rodeaba.

Pronto, el sonido de la fiesta se quedó atrás y no pudieron escuchar más que sonidos de la naturaleza, el agua brotando de las fuentes y sus pasos amortiguados sobre la hierba.

La falta de palabras le encogió el estómago a Henry, no le agradaba, y su emoción pronto se tornó en preocupación y recelo. Su objetivo había demostrado ser una persona habladora aunque solo fuera por asuntos superficiales, la única vez que había guardado silencio fue cuando se había concentrado en su amiga mientras bailaba con ella. Ahora, sin verlos, podía imaginarlo mirándola con la admiración y la impresión que había mostrado antes en la pista de baile.

///

Sin bajar la guardia, Charlotte miró a su alrededor mientras caminaban, disfrutando del entorno incluso con la compañía que tenía.

La luna brillaba intensamente sobre ellos ante la falta de iluminación adecuada, con una fina capa de nubes que apenas la cubría, mostrándoles el camino; el jardín era realmente hermoso y estaba bien cuidado.

En ese momento, caminaban entre dos macizos de flores blancas que ella no sabía el nombre pero eran bonitas y tenían un perfume exquisito que la relajó al inhalarlo.

Si no fuera porque estaba en una misión con un peligroso criminal sosteniéndola del brazo, con sus sentidos alerta ante cualquier movimiento repentino, podría decir que esta era la imagen de su cita nocturna perfecta con el novio perfecto, educado y encantador.

Ella contuvo un suspiro de pesar ante ese pensamiento.

En sus cortos diecinueve años de vida, había renunciado a las citas y las relaciones, eligiendo enfocarse en sus estudios, proyectos y trabajo.

Había ingresado en una de las mejores universidades, con calificaciones tan excelentes que había logrado llegar a estudiar desde lejos.

No había querido abandonar a sus amigos con el crimen en Swellview, pero gracias a la amistad de Henry con los Thunderman, Phoebe había logrado convencer a la superpresidente Kickbutt de intervenir con las autoridades de la universidad en cuestión un poco y darle la posibilidad de estudiar a distancia, consiguiendo que la Liga de Héroes reconociera su trabajo junto a Capitán Man y pudieran tomarlo como prácticas.

Ahora, tanto ella como los chicos, recibían un sueldo por ayudar al superhéroe, más de lo que recibían antes por solo trabajar en la tienda, lo que les resultó muy útil al terminar la secundaria.

De fuera, su vida parecía resuelta y perfecta, al menos en lo laboral, pero en cuanto a su vida social... su círculo de amistades se reducía a los chicos y a Piper, que había decidido irse a estudiar a otra parte.

Simplemente no tenía tiempo para nada más, ni siquiera para dedicarlo a una pareja, pues no podía revelarles la verdad de lo que trabajaba ni explicarles porque a veces debía salir de forma tan apresurada cuando surgía alguna emergencia.

Por eso, había decidido que por el momento, se dedicaría a establecerse económica y laboralmente. El resto, con suerte y si todo salía como lo tenía planeado, vendría después.

O eso esperaba.

—Este jardín fue idea de mí madre —su repentino comentario la hizo volver a la realidad.

Por un momento, se había olvidado de él, tan perdida en sus propios pensamientos amargos que había estado, y se reprendió a sí misma por su falta de atención. Ella estaba allí para tenderle una trampa, no para perderse en sus fantasías infantiles y tontas.

—Tiene buen gusto —comentó, siendo educada pero también honesta.

Era realmente hermoso.

—Sí, a ella le gustaba trabajar aquí ella misma —añadió, con un toque de tristeza en su voz.

Ella captó su uso del tiempo pasado cuando se refería a su madre y lo miró con empatía.

—Lo siento, no lo sabía —se disculpó en voz baja.

Él era un criminal, pero eso no significaba que ella no pudiera ser amable y comprender su dolor.

—Está bien, la mayoría de la gente sólo conoce a mí padre —prosiguió—. Pero me gusta venir aquí y recordarla.

Les hizo detenerse frente a un arco con una enredadera con flores naranjas. Allí había un banco, y él le indicó con un gesto que tomara asiento, sentándose a su lado después de que ella lo hiciera.

—Este era su lugar favorito —miró hacia la enredadera, levantando un brazo para arrancar una de las flores naranjas.

Ella lo observó mientras se la acercaba al rostro e inhalaba profundamente su aroma. Cerró los ojos, exhaló de satisfacción mientras lo hacía, y ella no pudo evitar admirar sus hermosos rasgos bajo la luz de la luna. Una vez más, se sintió desanimada al saber que podía disfrutar de este tipo de 'citas' solo estando en misiones.

Más tarde, se recordó a sí misma. Tendría tiempo para el romance más tarde.

Ahora tenía trabajo que hacer.

Mientras estaba distraído, Charlotte envió la señal.

///

Dentro de la camioneta, Henry estaba frunciendo el ceño ante los obvios intentos que el tipo estaba haciendo para cortejarla, y quería resoplar con desdén, pero contuvo su deseo de hacerlo. No quería distraerla. Por otro lado, entendía completamente al chico, su amiga se veía preciosa con ese atuendo, y bajo la luz de la luna debió verse como la chica más hermosa del mundo. Sabía que pasaría poco tiempo antes de que algún chico cercano a ella se diera cuenta de su valor y tratara de ganarse su afecto, y en el fondo, temía ese momento. Se dijo a sí mismo que era porque estaba tan acostumbrado a que ella estuviera a su lado que la echaría de menos cuando ella se marchara. Que no sobrevivirían una semana sin su ayuda, aunque sabía que solo estaba poniendo excusas para sus pensamientos. Temía admitir que tenía miedo de perderla.

El pitido de su señal lo hizo concentrarse nuevamente en la tarea y apartó todos esos pensamientos que lo distraían, levantándose de su asiento.

—Charlotte envió la señal —avisó al resto, quiénes rápidamente se pusieron en marcha.

///

—Y esta también era su flor favorita —continuó Quentin mientras abría los ojos.

Él le sonrió tiernamente y le colocó la flor detrás de la oreja con movimientos delicados, provocando escalofríos en ella. Ella le regaló una sonrisa insegura pero educada, tratando de mantenerse serena mientras esperaba que aparecieran los chicos. Quentin le estaba dando escalofríos ahora, sus dedos rozaron el borde de su oreja y había dejado su mano sobre el lugar debajo de ella en una suave caricia. Era demasiado íntimo para un primer encuentro, y tenía el mal presentimiento de que algo no estaba bien con su comportamiento.

Era como si todo el calor que había emanado antes lo hubiera abandonado, y una sombra aparecía en su rostro, haciendo que sus dientes brillaran bajo la luz de la luna. Su sonrisa no fue nada amable.

—Le llevo esas mismas flores a su tumba cada aniversario de su muerte ... —comenzó, con esa sonrisa demasiado alegre adornando sus labios mientras hablaba de su difunta madre—. ¿Sabes cómo murió?

Tragó saliva con miedo, algo definitivamente no estaba bien con él, pero no podía correr ahora, sus amigos contaban con ella, debía quedarse ahí hasta que aparecieran. Así que negó con la cabeza, incapaz de expresar nada.

—Ella fue asesinada —reveló, su sonrisa se desvaneció lentamente hasta que su rostro se volvió blanco y sus ojos se endurecieron—. Intentó engañarnos a mi padre y a mí haciéndonos creer que estaba de nuestro lado cuando en realidad trabajaba encubierta para la policía.

Su voz se volvió helada y ella trató de escapar, pero un pequeño pellizco en un lado de su cuello la paralizó instantáneamente. Ella lo miró con los ojos muy abiertos y lo vio entrecerrar los ojos hacia ella con algo parecido a la decepción.

—Tengo amigos —dijo, hablando con indiferencia como si estuviera hablando del clima—. ¿Sabes? con suficiente dinero puedes comprar la lealtad de cualquiera... incluso a un oficial del departamento de policía.

Ella comenzó a sentirse mareada, su visión se estaba volviendo borrosa. Lo que sea que le había inyectado estaba haciendo efecto. Ella estaba en peligro, ¿dónde diablos estaban los chicos? ¿estaban escuchando?

—Al principio no podía creer que una mujer tan hermosa como tú pudiera ser una espía, pero tiene sentido, podrías haberme engañado fácilmente si no fuera porque mi fuente de información me advirtió, así que decidí hacerte las cosas fáciles de un principio.

¡Por supuesto! Ésa había sido la razón por la que le había resultado tan fácil dar con él y engañarlo. Él fue quien la engañó, en cambio, haciéndola pensar que tenía la situación bajo control.

¡Qué ingenua había sido!

Sintió que las lágrimas corrían por sus mejillas y sus manos la agarraron por los problemas para enfocar su mirada en él.

—Pero harás un trofeo digno para mi colección ... Y —le envió una sonrisa cruel y aterradora— no te engañes pensando que tus amigos vendrán y te salvarán, bloqueé cualquier línea de comunicación con quien quiera que te estabas comunicando, así que no han escuchado nada ¡ah!

Se levantó y la levantó con él, sosteniéndola contra su cuerpo ya que había perdido la movilidad de sus piernas.

—Mis dispositivos también bloquean cualquier rastreador —le reveló, levantándola en sus brazos y comenzando a caminar hacia la oscuridad—. Y mis anillos no son solo para adorno, ¿sabes? Son útiles para almacenar pequeñas cantidades de venenos y tranquilizantes.

Todo giraba a su alrededor, su cuerpo se sentía entumecido y su cabeza palpitaba, pero aún podía escucharlo hablar, mofándose de su ingenuidad.

—Y antes de que te desmayes... Soy muy bueno con la tecnología, aunque no es conocimiento público, me gusta mantener ciertas cosas en secreto como ventaja, y uno de mis pequeños inventos se trata de un programa que invierte la posición indicada por cualquier rastreador, lo creé más que nada por mi propia protección, para despistar a mis rivales en caso de que atenten contra mí vida, pero... resultó muy útil en esta ocasión ¿no crees? tus amigos deben haber asumido que estabas en otra parte de la mansión, y el jardín es grande, abarca todo alrededor de la propiedad, no llegaran a tiempo.

Sus ojos se cerraron por sí mismos y sintió que su rostro se presionaba contra una tela suave, el sonido relajante de un corazón latiendo llegó a sus oídos. Sin embargo, no podía permitirse relajarse, sabía que estaba en peligro, no podía permitir que su mente se apagara. Quería luchar contra eso, permanecer despierta y tener una idea de lo que la rodeaba, incluso si era solo para saber a dónde la llevaba, pero lo que sea que le había dado, era más fuerte que su voluntad.

"Por favor, muchachos, apúrense" fue su último pensamiento antes de sentir que la depositaban en algún sitio y su mente finalmente se apagaba.

///

El corazón de Henry se detuvo cuando vio apagarse el punto verde parpadeante en la pantalla de su reloj de pulsera. Ya de por sí fue preocupante haber dejado de oírlos de un momento a otro sin ninguna razón válida. Eso no estaba bien, se necesitaba su señal para seguir el rastro y no había forma de que ella lo apagara porque sí. No pudo evitar asustarse y apresurarse hacia el último lugar en el que ella había estado.

Detrás de él, Ray también notó la desaparición del punto que indicaba la posición de su asistente y, mientras iba detrás de su compañero, se comunicó con la Man Van donde estaban Schwoz y Jasper.

—Chicos, ¿qué pasó? La señal desapareció.

—No lo sabemos —respondió Schwoz—. Parece que el rastreador de Charlotte dejó de funcionar.

—El equipo es nuevo —les recordó Ray—. Y lo revisaste tres veces antes de ponerlo en uso.

—Sí, aunque no parece ser un problema de mal funcionamiento.

—¿Qué quieres decir?

—Parece que algo ... acaba de intervenir el rastreador.

—¿Cómo es eso?

—Incluso cuando intento todo lo que puedo, no puedo hacer que funcione de nuevo, es como si algo lo estuviera bloqueando.

—Maldita sea —maldijo Ray en voz baja, corriendo a través de la oscuridad detrás de su compañero.

Henry se había detenido y miraba frenéticamente a su alrededor, esperando ver a Charlotte y su objetivo en alguna parte, pero no había señales de ninguno de ellos.

—¡Chicos! —gritó Jasper a través del auricular.

Ray hizo una mueca y reprendió al otro chico.

—¡¿Qué?!

—Estaba revisando las cámaras alrededor de la propiedad, un auto negro acaba de salir del lugar a toda prisa por una entrada lateral, cambio —advirtió.

—Chicos, no hay rastros de Charlotte o nuestro objetivo aquí —dijo Henry, todavía mirando a su alrededor.

—Las cámaras no captaron a ninguno de los dos regresando a la fiesta, cambio —informó Jasper.

Ray maldijo entre dientes. Sin el objetivo, no podrían obtener los códigos, y sin ellos, no podrían irrumpir en la reunión secreta porque carecían de la prueba material.

—Kid, vamos a separarnos y revisar el perímetro, veamos si podemos encontrar algo —propuso.

Su compañero asintió. Corrieron en diferentes direcciones, buscando por todos los jardines de la mansión, asustando a algunas parejas que habían ido allí para tener más privacidad. A través de los enlaces de comunicación, Jasper los mantuvo informados sobre si los vio mientras Schwoz intentaba encender el rastreador de Charlotte nuevamente, sin éxito. Se volvieron a encontrar en el mismo lugar desde el que partieron.

—¿Alguna suerte? —preguntó Ray.

—Nada, es como si hubieran desaparecido en el aire...

—Lo único que ha salido de la mansión es ese auto negro —dijo Jasper—. Lo he estado siguiendo a través de las cámaras de la ciudad, cambio.

—¿Y? —inquirió Ray.

Al no recibir respuesta, volvió a hablar.

—¿Me oyes?

—Sí, pero tienes que decir 'cambio' cada vez que terminas una frase, cambio.

—Solo responde, maldición.

—¿Y qué con el auto? Cambio.

Intervino Henry, muy preocupado por descubrir el paradero de su amiga como para lidiar con esos dos.

—¿No les parece sospechoso? Cambio.

—Tiene razón, amigo, si no están en ninguna parte ni aquí afuera ni dentro de la mansión, es nuestro único rastro —concordó Henry.

El adulto exhaló audiblemente.

—De acuerdo, Schwoz, avisa a los servicios de seguridad que la redada se pospone hasta que ubiquemos y capturemos al objetivo, que se mantengan alerta, que no dejen de vigilar la casa, y quédense aquí con ellos para avisarnos en caso de que suceda algo —ordenó Ray a través del auricular.

Después se volvió hacia su compañero.

—Tu y yo iremos a buscar ese auto.

Sin esperar respuesta, se marchó hacia el sitio por el que habían entrado.

—¿Cómo? Le dijiste a los chicos que esperen en la Van, estamos a pie —le recordó Henry yendo detrás de él.

Ray agitó una mano en despreocupación.

—Conseguiremos uno.

—¿Cómo?

Henry obtuvo su respuesta cuando después de salir a la calle y alejarse un poco, el superhéroe detuvo un auto que se aproximaba e hizo al dueño bajarse y prestarle el vehículo diciéndole que se trataba de una emergencia. El hombre, sorprendido y sintiéndose intimidado por el dúo de superhéroes no pudo más que entregar sus llaves sin protestar y ver cómo el par se alejaba por la calle llevándose su auto.

—¡Te lo devolveremos amigo! —prometió Henry sacando la cabeza por la ventana—. ¡Y ten, para el taxi!

El joven arrojó unos cuantos billetes por la ventana para el conductor, no se sentía cómodo dejando al pobre hombre a pie, y esperaba que lo que le dejó fuera suficiente para que pudiera volver a casa.

—¿Jasper? —llamó Ray por el auricular.

—Aquí Jasper ¿Qué sucede? Cambio.

Ray rodó los ojos exasperado.

—Dinos la dirección en la que viste por última vez ese vehículo.

Hubo silencio y entonces Ray exhaló por las fosas nasales.

—...cambio.

—Recibido...el vehículo fue visto por última vez por la avenida Hamilton dirigiéndose al sur, cambio.

—Bien, nos estamos dirigiendo a esa zona ¿Schwoz? ¿Cómo va todo por ahí?

—Tranquilo, la fiesta sigue sin problema, no parece haber movimiento extraño —informó el científico.

—De acuerdo, sigan alertas.

Con eso cortó y se ocupó en conducir.

///

Se despertó sintiéndose pesada y adolorida, su cuerpo descansando de costado en una cama. Trató de moverse y descubrió que tenía las muñecas y los tobillos atados con una cuerda. Una mirada alrededor del lugar en el que estaba la hizo darse cuenta de que se trataba de una habitación bastante cómoda y de aspecto bastante normal, con una ventana, una puerta que guiaba al baño por lo que podía ver a través del pequeño hueco entre la pared y la puerta abierta, una cómoda, un escritorio y un sofá con una mesita. Se sentó en la cama y se miró a sí misma, resoplando de frustración cuando vio que ya no tenía ninguna de sus joyas. Este Quentin debía haberlos tomado. Ella tampoco tenía sus tacones altos, pero aunque eran bonitos, no los echaría de menos.

Descalza saltó de la cama y se encontró de pie sobre una alfombra suave. Saltando torpemente, se dirigió a la ventana y trató de mirar hacia afuera a través de las pesadas cortinas, pero no vio más que una densa oscuridad. ¿Cuánto tiempo había pasado inconsciente? Dio la espalda e intentó abrir la ventana, luchando porque la cuerda estaba atada con fuerza, pero descubrió que la ventana estaba trabada. Maldijo en voz baja y se volvió de nuevo, presionando su frente contra el panel de vidrio con una mirada triste y asustada. No sabía dónde estaba, cuánto tiempo había pasado desde su secuestro y que pasaría con ella. Los chicos debían estar entrando en pánico en ese momento, podía imaginarse a Jasper enloqueciendo, Schwoz trabajando sin parar para encontrarla, Ray tratando de ayudar pero equivocándose en sus deducciones y a Henry dirigiéndolo en la dirección correcta. Henry ... había estado tan preocupado por ella, por esta misión. Había tenido tanta razón al final... Ella había fallado, había sido engañada por el enemigo, capturada y ahora miles de personas estaban en peligro debido a su fracaso. Si hubiera sido más observadora, más astuta, más perspicaz ...

¿Era la más inteligente del equipo? En ese momento no podía sentirse más inútil.

El sonido de la puerta al abrirse la hizo darse la vuelta y mirar al recién llegado. Sus ojos se entrecerraron con desdén y puro disgusto por el joven que se unió a ella.

Allí en el umbral estaba su captor, ahora vestido con pantalones negros ajustados, zapatos blancos, un cuello de tortuga violeta, un chaleco negro y una chaqueta roja abierta. Y, por supuesto, sus dedos llenos de anillos y pulseras en las muñecas. Parecía un miembro de la mafia de una novela barata de Internet. Él le sonreía espeluznantemente y ella retrocedió ante su intensa mirada.

—¡Te despertaste! —exclamó.

Ella tragó saliva y le lanzó la mirada más dura que pudo.

—Que observador —dijo secamente en respuesta.

—¿Cómo estás encontrando tu alojamiento? —preguntó, ignorando su comentario—. Te dejé la mejor habitación.

Ella sonrió falsamente.

—Gracias, podría disfrutarlo ... si no fuera por el trato a los invitados —levantó sus manos atadas y las mostró por efecto.

—Bueno, no puedo arriesgarme a que escapes, ¿verdad?

—¿Por qué querría escapar de tu encantadora compañía? —dijo ella, con un tono que goteaba sarcasmo—. Solo me drogaste, secuestraste y amarraste, sin mencionar que eres un criminal y probablemente un asesino —lo acusó.

Él soltó una estridente carcajada tan fuerte que ella retrocedió con miedo y confusión repentinos.

—Así que esta es la verdadera tú, tengo que decirlo, la verdadera tú es mucho más entretenida que la dulce y sonriente chica de la fiesta.

Sus labios se tensaron en una mueca enfermiza que la aterrorizó hasta los huesos.

—Creo que estoy empezando a albergar la idea de quedarme contigo —su tono se volvió oscuro y bajo mientras caminaba hacia ella a paso lento.

Los latidos de su corazón se dispararon y se encogió en su lugar. Se acercaba a ella como un lobo aterrador a una oveja aterrorizada e indefensa, y no sabía como reaccionar. Estaba atada de pies y manos, correr estaba descartado, pelear también, solo le quedaba permanecer en su lugar y enfrentar la situación lo mejor posible.

Pero ella era una luchadora, no podía quedarse quieta y dejar que algún aspirante a villano la asustara. Una vez que estuvo lo suficientemente cerca de ella, se arrojó contra él con la idea de tirarlo al suelo. Su movimiento lo tomó por sorpresa y logró derribarlo pero cayó con él.

Como pudo se levantó de sobre él y saltando trató de alcanzar la puerta pero él se levantó rápido y la sujetó de un brazo, tirando para detenerla y arrojándola tras él al suelo de nuevo con violencia.

Ella chilló de dolor por el golpe y rodó en el suelo para quedar boca arriba, justo para verlo erguirse sobre ella. Iba a tomarla del brazo pero alguien llamó a la puerta de la habitación y se escuchó una voz.

—No podemos perder más tiempo, señor, debe apresurarse.

Quentin exhaló en lamento y se arrodilló frente a ella, observándola con tétrica ternura.

—Hablaremos cuando regrese, querida, mientras tanto, disfruta tú estadía aquí... porque estarás mucho tiempo.

Con eso, se levantó y caminó hacia la puerta, cerrándola de un golpe y poniéndole llave.

Una vez más, Charlotte quedó sola en esa habitación.

Lentamente se puso de pie, primero arrodillándose y después alzándose. Entonces miró a la puerta y sonrió astutamente, saltando con paciencia en esa dirección.

Al llegar, se arrodilló para observar por el ojo de la cerradura, no se veía mucho pero no parecía haber nadie afuera, tampoco se oía nada, así que puso manos a la obra.

Había confiado en que Quentin llevara algún tipo de arma blanca encima, tenía pinta de hacerlo solo para lucir amenazante. Y había tenido razón, pues al caer sobre él y forcejear, había alcanzado a revisar sus bolsillos y hacerse con una pequeña navaja que arrojó a un lado mientras él se ocupaba en levantarse nuevamente. No se dió cuenta de que le faltaba, y esperaba que no lo notara muy pronto. Con agilidad y perseverancia en unos cuantos minutos consiguió abrirla y usar la hoja para cortar la cuerda y liberar sus manos, suspirando de alivio, después siguió con sus tobillos.

Una vez libre, fue hacia la ventana y usó la navaja para romper el seguro y desbloquearla, lo que le tomó su tiempo pero que la hizo exclamar por lo bajo de júbilo al conseguirlo.

Se guardó la navaja y abrió la ventana con suavidad para no llamar la atención si andaba alguien por ahí afuera. Asomó la cabeza y miró hacia abajo, a la oscuridad. Justamente ahí abajo alcanzó a distinguir a un par de hombres que iban y venían, seguramente guardias de la casa.

Mirando un poco más, descubrió que estaba en un segundo piso, y que más abajo había unos arbustos. Tal vez si pudiera salirse, podría dejarse caer sobre ellos y amortiguarían su caída.

No lo pensó mucho, sabía que no tenía mucho tiempo y que en cualquier momento Quentin podría regresar o enviar a alguien a revisar como estaba comportándose. Así que abrió más la ventana y esperó a que los guardias se alejaran un poco para descolgarse.

La parte en la que quedó colgada estaba en penumbras, así que sería difícil que la vieran si se quedaba quieta, lo cual tuvo que hacer cuando un guardia volvió y pasó debajo de ella, para terminar deteniéndose justo debajo. Allí habló un poco con su compañero y Charlotte tuvo que aguantar estar colgada hasta que terminarán para que volvieran a alejarse. Sin embargo, tardaron más de lo que ella esperaba y finalmente sus brazos cedieron.

Se soltó involuntariamente y cayó encima de uno que había quedado allí abajo, tumbándolo al suelo. Hicieron mucho ruido ya que ella chilló y el hombre gruñó al ser golpeado. El otro, que se había alejado un poco, los escuchó y corrió hacia su dirección, sacando un arma. Ella se levantó rápido y salió corriendo sin saber a dónde, con el celular del primer sujeto con ella.

El terreno de esa casa no era tan extenso como la mansión pero si era grande. Ella supuso que estaba en la parte trasera así que corrió derecho hasta dar con la reja.

Tras ella pudo oír el sonido de voces y perros viniendo a buscarla, así que sin perder tiempo, sacó el teléfono y marcó el número de emergencia de la Capi Cueva.

La línea la habían mejorado de forma que las llamadas a la Capi Cueva podían ser desviadas a la línea de la Van cuando no hubiera nadie en la cueva, así que Jasper atendió la llamada porque él y Schwoz seguían dentro.

—Línea del Capitán Man ¿Cuál es su emergencia?

—¡Soy yo! —exclamó desesperada la chica al otro lado de la línea.

Jasper frunció el ceño.

—¿Charlotte? ¿Donde estás? Llevamos buscándote horas.

—¡No lo sé, acabo de despertar y...!

Le pareció oír voces lejanas y sonido de pasos sobre la hierba, seguido de una voz femenina maldiciendo por lo bajo.

—¡¿Charlotte?! ¡¿Qué ocurre?!

—¡No puedo hablar! ¡Dile a Schwoz que rastreé la llamada, tengo que irme, adiós!

Con esas últimas palabras, cortó.

Jasper quedó estupefacto unos segundos antes de espabilar y volverse hacia el científico para explicarle lo que había ocurrido.

Mientras tanto, Charlotte había cortado la llamada y echo añicos el teléfono para que no pudieran revisar si había llamado a alguien, arrojando los restos sobre la reja que era muy alta para que ella pudiera treparla. Entonces había seguido corriendo hasta no tener más escapatoria y quedar arrinconada contra un árbol, siendo rodeada por varios guardias y perros.

Dándose cuenta que no tenía salida, alzó las manos y se rindió. Uno de los guardias se acercó a ella y la redujo con violencia, requisándola para quitarle la navaja y esposándola en lugar de usar cuerdas, arrastrándola con rudeza del brazo para llevarla hacia la casa de nuevo, pero antes de alcanzar la entrada, le colocaron una bolsa en la cabeza para que no pudiera identificar el interior.

Alguien la levantó y la cargó sobre su hombro como si fuera un saco.

Una vez que llegaron a destino, le quitaron la bolsa y la arrojaron sobre la cama, cerrando la puerta con llave de nuevo sin darle tiempo siquiera a ver los rostros de quienes la habían llevado hasta allí.

Se sentó en la cama y miró alrededor. Ya no estaba en la misma habitación, esta era más lujosa y amplia, con la ventana igualmente trabada y con un guardia apostado en la puerta que pudo oír al acercarse brincando para espiar.

Estaba atrapada de nuevo y esta vez escapar no sería tan fácil. Suspiró cansada, regresando a la cama y dejándose caer sobre ella, al menos ya había dado señales de vida y pedido ayuda, era hora de que el resto del equipo pusiera manos a la obra.

Confiaba en ellos. Confiaba en Henry, él iría por ella. Solo debía esperar.

///

El dúo de superhéroes llevaban horas dando vueltas, buscando pistas para dar con el paradero de su objetivo y su espía desaparecida, sin éxito alguno. El rastro del auto negro se perdía en la autopista y después de eso era imposible dar con el de nuevo. Henry estaba frustrado, parecía que no hacían más que dar vueltas en círculos.

No podía evitar pensar en como debía de estar su amiga, a merced de ese imbécil. Asustada de seguro, pero más que nada furiosa y molesta. Si había algo que odiaba era que las cosas no marcharán de acuerdo al plan y tener que improvisar.

Algo que lamentaba era la discusión que habían tenido antes de que ella saliera para llevar a cabo esa misión, si pudiera retirar sus palabras lo habría hecho. Ella había estado tan furiosa con él por creer que desconfiaba de su capacidad, si tan solo él hubiera sido capaz de expresar correcta y sinceramente que lo sentía en realidad eran celos inexplicables tal vez ahora no se sentiría tan amargado pensando en que si no volvían a verla el último recuerdo que tendría de ella sería un bufido de molestia mientras le daba la espalda.

Justo en ese momento, su comunicador se encendió tomándolo por sorpresa y maldijo antes de contestar.

—¿Qué sucede?

—¡Charlotte llamó! —exclamó Jasper, tan entusiasmado que olvidó usar el 'cambio'.

Henry se enderezó en su asiento.

—¡¿Qué?!

—¡Llamó a la línea de emergencia! —continuó explicando Jasper, emocionado—. Solo pudo hablar unos segundos pero suficiente para que Schwoz rastreé la llamada.

—¿Pudieron dar con su ubicación? —interrogó Ray.

—Es una aproximación pero es bastante exacta, aunque... —Jasper vaciló un momento.

—¿Aunque qué? ¿Hay algún problema? —presionó Ray cuando el chico quedó en silencio.

—Hay una complicación —continuó Schwoz—. Y es que la posición del celular la ubica fuera de Swellview.

—Bien, danos las coordenadas e iremos de inmediato.

—No está solo fuera de Swellview...la llevaron a otra ciudad —reveló Schwoz.

—¿Otra ciudad? —repitió Henry, desconcertado.

—Sí, llevamos varías horas buscándolos, es posible que tuvieran tiempo de hacer ese viaje —comentó Jasper.

—¿Y a qué ciudad la llevaron? —preguntó Ray.

—Por las coordenadas, parece estar ubicada en un vecindario de clase alta en Neighbourville.

—¿Tan lejos? —exclamó Henry.

—Si.

Ambos héroes de miraron uno al otro sin saber que hacer hasta que Henry habló.

—Pues vayamos a buscarla.

Ray apretó los labios en una línea fina.

—No es tan simple, antes de hacer nada en otra ciudad, hay que pedir permiso a las autoridades de allí —le recordó.

Henry quiso protestar pero apretó los dientes y miró a un lado por la ventana en frustración. Era cierto y el lo sabía, no tenían jurisdicción y no podían actuar a menos que fueran convocados o pidieran permiso. Que molesto. El crimen no tenía jurisdicción ¿Por qué debían tenerla ellos?

—Schwoz, ve si puedes comunicarme con la línea del alcalde, hablaré con él para que se contacte con las autoridades de Neighbourville —pidió Ray—. Nosotros volveremos a la Cueva a preparar el helicóptero, será más rápido, ustedes continúen vigilando la mansión.

—Ya casi se están retirando todos —informó Jasper—. No creo que podamos hacer mucho más aquí, cambio.

—Sigan vigilando —ordenó secamente Ray y cortó la comunicación.

Estaba frustrado, no había nada que le irritara más que fracasar en lo único que era realmente bueno.

///

Charlotte seguía encerrada en esa habitación, mirando aburrida al techo. Espiar al guardia probó ser inútil como fuente de información porque no hablaba con nadie. Ya había revisado el lugar pero no había nada de utilidad allí, ni siquiera había ropa en el armario. Era como si se tratara de una casa escondite y solo hubieran llegado allí de imprevisto sin poder hacer arreglos para una estadía. Lo único que había era papel higiénico y una barra de jabón.

Ya había pasado cerca de una hora, o eso había calculado en su aburrimiento. Seguramente los chicos ya habían dado con su paradero y pronto estarían allí para rescatarla. O eso esperaba.

Otra vez oyó la puerta siendo desbloqueada y se sentó rápidamente, viendo entrar a su captor que está vez había cambiado de atuendo. Ahora estaba completamente de negro, camiseta, saco, pantalón y zapatos. Lo único con algo de color era la hebilla plateada de su cinturón, la cadenita de plata con un dije hexagonal contra su pálida piel y los aretes en sus orejas.

Debía admitir que tenía estilo y buen gusto, pero su semblante dejaba ver que no estaba contento para nada.

—Me dijeron que te portaste mal en mi ausencia.

La sombra amenazante en su rostro no dejaba lugar a su descaro. Mantuvo la boca cerrada.

—Rompiste una ventana, lastimaste a uno de mis hombres y ... —sacó algo de su bolsillo—. Me robaste... —sus ojos se agrandaron cuando vieron su navaja—. Los dos primeros los puedo arreglar, con dinero y un nuevo secuaz, pero el último... —caminó hacia ella mientras ella se encogía, mirándolo con temor.

Él se cernió sobre ella, mirándola con desdén y rabia hirviente.

—Eso fue una afrenta para mi persona, fui bueno contigo, podría haberte terminado una vez que descubrí que estabas tratando de engañarme.

La agarró por la barbilla y le levantó la cabeza en una posición incómoda y un poco dolorosa.

—Pero me gustaste, me gustó tu audacia, tu fuerza, tu coraje ... Estaba dispuesto a mantenerte conmigo, pero después de tu descarado desprecio por mi muestra de misericordia y bondad, me temo que ya no puedo confiar en tu sentido común o en que no te atreverías a traicionarme de nuevo.

Suspiró, luciendo realmente entristecido.

—Ya no tengo razón para conservarte.

La empujó hacia atrás como si tuviera una enfermedad contagiosa, se dio la vuelta y volvió a caminar hacia la salida.

—Agárrenla y tráiganla con nosotros —ordenó con frialdad a sus secuaces.

Dos tipos voluminosos entraron en la habitación y la agarraron por los brazos, levantándola de la cama. Uno le volvió a poner una bolsa en la cabeza, el otro la levantó y la cargó como un saco de patatas. Charlotte forcejeó y exigió saber a dónde la llevaban, pero no recibió respuesta. Entonces entró en pánico, porque si ya no tenía pensado llevársela con él... ¿Qué tenía en mente para ella alguien así de desquiciado como él?

Finalmente, se cansó de luchar sin resultados y se resignó a su destino, desconocido como era. ¿Dónde estaban los chicos? Esperaba que estuvieran en su camino, antes de que fuera muy tarde.

La arrojaron al maletero de un automóvil que comenzó a moverse después de un momento. Se dio cuenta con preocupación de que la estaban sacando de la casa, si los chicos venían por ella, no encontrarían nada. Presionó la cabeza contra la superficie acolchada y exhaló un suspiro tembloroso. No sabía qué la esperaba después de que terminara el viaje, pero esperaba que los chicos encontraran su mensaje oculto en el baño, escrito con jabón en los azulejos azul claro.

"C. P. estuvo aquí, Q me llevó, encuéntrenme, chicos"

///

Henry estaba furioso, quería tanto golpear a alguien ... quería golpear al estúpido vicealcalde para ser exactos.

El alcalde se había ido en un supuesto 'viaje de trabajo' a otro estado, nuevamente, dejando a cargo al vicealcalde, un imbécil egoísta que estaba dispuesto a molestarlos con las misiones más insensatas pero que no podía –o no quería– tender una mano cuando la necesitaban... Como intervenir por ellos con las autoridades de otras ciudades. En sus palabras, Quentin se había llevado los códigos a otra ciudad, lo que significaba que Swellview ya no era responsable. No les iban a dar permiso para entrar en otra ciudad e ir a buscar los códigos y a su amiga. Si lo hicieran, se consideraría desobediencia a la autoridad.

Henry sonrió de lado mientras se dirigían hacia Neighbourville en helicóptero. Como si un tipo altivo con autoridad fuera a impedir que Ray cumpliera una misión, aunque solo fuera para llevarle la contraria.

Iban conduciendo el Man-Cóptero sobre la ciudad de Neighbourville, su posición oculta de los radares gracias a un dispositivo de camuflaje que los protegía de los servicios de seguridad. Habían dejado Swellview mucho antes de recibir la respuesta negativa, así que a medio camino no se iban a regresar.

El plan era...No tenían un plan exactamente, solo estaban maniobrando el helicóptero lo más cerca posible de la ubicación. Una vez allí, Ray se dejaría caer en algún patio trasero e iría a revisar el lugar.

—Ya casi llegamos —anunció Henry que estaba dirigiendo el viaje a través de una tableta.

—Está bien, cambiemos de lugar —dijo Ray.

Dejó los controles a su joven compañero mientras se preparaba para tener una caída libre. Abrió la puerta y miró hacia abajo, tragando saliva. No importaba lo indestructible que fuera, la idea de caer desde tal altura lo asustaba hasta la muerte.

—¿Ocurre algo? —preguntó Henry cuando notó que su amigo no había saltado del helicóptero.

—¿Por qué tengo que ser yo quien salte del helicóptero?

—Porque no vas a morir haciéndolo —le recordó Henry secamente.

—Será doloroso para mí —se quejó el adulto.

—Y si yo lo hago, será mi muerte —comentó Henry.

—Tal vez puedas caer sobre algunos arbustos —sugirió Ray.

Henry le dio una mirada mordaz que decía: '¿Hablas en serio, amigo?'

—¿Qué? Tu puntería es un poco mejor que la mía —se defendió el adulto.

La mirada de Henry permaneció. Ray suspiró derrotado.

—Está bien, está bien, lo haré —se rindió.

Se inclinó sobre la puerta abierta, su cabello ondeando con el viento mientras miraba hacia el terreno.

—¡Apresúrate! —Henry presionó cuando notó que se tardaba.

Y Ray saltó, gritando todo el camino.

Aterrizó con un ruido sordo y un gruñido sobre un montón de arbustos. Después de unos segundos, la figura del superhéroe se levantó del suelo, gimiendo suavemente. Su intercomunicador cobró vida.

—¿Cómo estuvo tu aterrizaje? —preguntó Henry, un tono burlón apenas notado entrelazando sus palabras.

—Nunca tuve uno mejor —Ray respondió con los dientes apretados.

Se enderezó y miró a su alrededor. Había aterrizado en una especie de parque con muchos árboles, vacío a esa hora.

—Deberías dirigirte hacia el sur desde tu punto de aterrizaje —señaló Henry, poniéndose serio—. Según el seguimiento de Schwoz, la señal vino de un kilómetro de donde estás.

—Bien...

Ray se dirigió a la dirección brindada lo más rápido pero también con tanta cautela como pudo.

Terminó en un vecindario de clase alta y llegó a la entrada trasera de una enorme casa de dos pisos. El lugar estaba habitado, podía ver algunas habitaciones con las luces encendidas. Se escondió detrás de unos arbustos cuando escuchó voces y el sonido de un motor de automóvil. Desde su escondite vio cómo se abrían las barras de hierro y un automóvil con vidrios polarizados abandonaba el lugar.

—Un vehículo sospechoso está saliendo de la casa —susurró.

—¿Puedes distinguir la matrícula? —preguntó Henry.

—Sí —le dijo a su compañero el número de la placa y los detalles del auto para que lo revisara más tarde.

Luego trepó a un árbol para saltar por encima del alto muro y cayó sobre unas flores, aplastándolas. Se recuperó rápidamente y entró en la casa de la mejor manera que sabía: Derribando a todos y cada uno de los guardias que se cruzó en su camino.

Comprobó todas las habitaciones disponibles, incluso las cómodas y los baúles, y no encontró nada hasta que comprobó una habitación en el segundo piso, una bonita habitación con su propio baño. En la pared de la ducha y oculto por la cortina había un mensaje escrito con jabón.

—¡Maldita sea!

///

Henry apretaba y aflojaba los puños, sintiendo el sudor perlando su frente mientras miraba por la puerta abierta del helicóptero. La situación empeoraba con cada momento que pasaba. Ahora estaban siguiendo el camino tomado por un automóvil desconocido que, según la investigación de Schwoz, pertenecía a un hombre que no existía, lo que fortaleció su creencia de que quienquiera que viajaba en el automóvil, era su objetivo, probablemente llevando a Charlotte con él, aunque con que fin, solo podía imaginarse lo peor.

Después de que Ray encontró ese mensaje, le pidió a su compañero con urgencia que lo recogiera y luego siguieron el camino tomado por el auto. No habían visto a dónde había ido, pero gracias a las habilidades de piratería de Schwoz y Jasper habían logrado rastrearlo a través de cámaras de tránsito, un movimiento que les tomó más tiempo del que disponían.

Cuando lo encontraron, el automóvil viajaba por una avenida que conducía a un pequeño aeropuerto privado. Y al llegar al sitio, el auto estaba estacionado junto a un pequeño jet privado que se disponía a despegar en breve, algo que el piloto no pudo hacer porque Ray aceleró el helicóptero a la vez que lo bajaba en un movimiento brusco y temerario, apenas advirtiendo a Henry que se sostuviera de algo para no caer por la puerta abierta, interponiéndose en el camino del avión que ya había empezado a acelerar para hacer el despegue.

Todavía tenía la bolsa que le cubría la cabeza y los tobillos y muñecas esposados, pero podía escuchar la conmoción que se estaba produciendo. Se sacudió con el jet por el movimiento repentino, escuchó las maldiciones de su captor y los gritos desesperados del piloto, que estaba maldiciendo al piloto del helicóptero por su estúpida imprudencia. Ella sonrió feliz debajo de la bolsa. ¿La aparición repentina de un helicóptero conducido por un piloto imprudente? Sus amigos la habían encontrado.

Escuchó a su captor maldecir más fuerte mientras él también era sacudido de un lado a otro por la loca pelea entre el jet y el helicóptero. Pero a pesar de que ella también estaba en peligro, no pudo evitar reírse por la hilaridad de la situación. Si hubiera podido ver, habría visto la mirada extraña que le envió su captor antes de levantarse de su asiento e ir a la cabina del piloto para ver qué diablos estaba pasando. De repente, se escuchó un ruido sordo y el jet volvió a sacudirse.

En medio del caos, nadie escuchó el sonido de un rayo láser cortando metal hasta que la chica olió el metal derretido. Luego una fuerte patada y la pieza de metal cortada salió volando.

Su captor escuchó el alboroto y regresó rápidamente, abriendo los ojos cuando vio al superhéroe erguido y amenazador en medio de su jet. Pero su sorpresa y miedo fueron reemplazados rápidamente por ira cuando vió que habían roto su costoso jet.

Frunció el ceño y sacó un arma, apuntando a la chica, pero el héroe fue más rápido y se lanzó en el camino de la bala. Ésta rebotó y Quentin se tiró al suelo para esquivarla. Charlotte se dejó caer al suelo con un grito cuando escuchó el disparo del arma.

Mientras tanto, el piloto intentaba perder el helicóptero, pero este no dejaba de interponerse en su camino, bloqueando su salida. Todos los movimientos que debía hacer para evitar colisionar con el influían en el enfrentamiento teniendo lugar en la parte de los pasajeros, que hacia que estos se sacudieran de un lado a otro.

Eso hizo posible que Ray pudiera abalanzarse sobre el criminal y forcejear con él para arrebatarle el arma y arrojarla por el hueco de la puerta antes de propinarle una sarta de puñetazos que lo dejaron semi consciente en uno de los asientos.

Rápido revisó sus bolsillos, encontrando llaves, un celular y un par de USB que el héroe se guardó para sí. Entonces se volvió hacía la chica con la intención de liberarla pero el joven criminal volvió en sí y lo atacó por detrás, saltandole a la espalda. Ambos forcejearon entre ellos, entre gritos y sacudidas del avión.

A todo eso, Charlotte logró quitarse la bolsa de la cabeza y trató de ayudar a Ray, consiguiendo recoger el arma láser que el héroe dejó caer en la pelea y que había rodado bajo uno de los asientos. Pero con tantas sacudidas, los disparos no lograban dar en ninguno de ellos.

Sin embargo uno sí consiguió atravesar la puerta abierta de la cabina y darle al piloto. Este se desplomó en su asiento y el avión perdió el control totalmente.

Al ver esto, Ray empujó a un lado al criminal y después de guardarse todo lo que le había quitado, corrió hacia la chica y la levantó en sus brazos tomándola por sorpresa.

Antes de que ella pudiera cuestionarlo, el héroe saltó por el hueco de la puerta con la joven en brazos y usó su cuerpo para amortiguar su caída.

Rodaron por el pavimento, pero Ray se llevó la mayor parte de los golpes al rodearla para que ella no sufriera más que unos cuantos moratones.

Al ver qué ambos habían saltado del jet, Henry desvió el helicóptero del camino del errante jet que acabó por chocar contra el alambrado del predio.

Colocó el helicóptero junto al par, sin detener las hélices en ningún momento, y de inmediato Ray se levantó ayudando a la chica y llevándola rápidamente hacia el helicóptero. Una vez allí, le entregó a Henry las llaves para liberar a la chica mientras él iba por el piloto y el criminal.

Henry se levantó de su asiento y fue hacia ella, tomándola en sus brazos y abrazándola ferozmente contra su cuerpo haciéndola girar una vez con él. Ella se rió suavemente con algunas lágrimas escapando de sus ojos. Había temido tanto por el destino incierto que le esperaba, había estado tan cerca de no volver a verlo a él ni al resto de sus amigos y familiares. Estaba segura de que Quentin planeaba llevarla a otro país con quién sabe qué oscuro propósito, pero eso ya no le importaba. Estaba en los brazos de su mejor amigo y no podía sentirse más segura.

—Estaba tan preocupado por ti —murmuró el chico contra su cabello—. Tenía miedo de que te hubiera hecho algo.

Ella se derritió contra su cálido abrazo, cerró los ojos y disfrutó del momento. Ella también estuvo a punto de perder esos entrañables gestos de su amigo.

—Yo también estaba asustada —confesó, envolviendo sus brazos alrededor de él también—. Ese tipo está demente, no sabía lo que planeaba hacer conmigo pero estoy segura de que no era nada bueno.

Se estremeció y trató de apartar esos pensamientos. Ya no tenía nada que temer, estaba a salvo, estaba de nuevo donde pertenecía, en los brazos de su mejor amigo.

Henry se apartó de ella sin soltar sus brazos y la miró a los ojos.

—¿Qué pasó?

Ella suspiró derrotada.

—Me tendió una trampa —respondió—. Él lo sabía todo, sobre la trampa que le íbamos a tender y la policía esperando capturarlo.

—¿Y los códigos?

—No mencionó nada de dónde pueden estar, solo se jactó de su inteligencia y de que sabía desde el principio que era una espía y que me iba a llevar con él, no estoy segura si siquiera tenía los códigos en su posesión.

—¿Cómo se enteró?

—Él me confirmó que un soplón en la policía les advirtió de nuestro plan —le reveló la chica—. Así que imagino que la 'reunión secreta' nunca se llevó a cabo tampoco.

—Puede que él ni siquiera tuviera esos códigos y todo no fuera más que una trampa para distraernos.

—Entonces, si él no tiene los códigos y la reunión secreta nunca existió...¿Quién tiene los códigos?

—Podemos interrogarlo a él después.

Ambos jóvenes miraron en la dirección en la cual oyeron a Ray. El adulto traía consigo al piloto y al criminal, ambos inconscientes y heridos por el accidente. Les había puesto esposas y los arrojó descuidadamente al interior del helicóptero antes de subirse él.

Inmediatamente después se oyeron sirenas de policía y también ambulancias.

—Bien es hora de irnos —exclamó Ray subiéndose al helicóptero.

—¿No hablaras con la policía para explicar que sucedió? —inquirió Henry mientras veía al adulto tomar el control del helicóptero y elevarlo.

—Por supuesto que no —respondió como si fuera lo más obvio—. No tenemos jurisdicción aquí, no tenemos permiso de las autoridades y mucho menos tenemos permitido capturar a un criminal y llevarlo a Swellview con nosotros, si fuera a hablar con ellos, los del problema seríamos nosotros.

Para ese momento el helicóptero ya se había alejado bastante del aeropuerto y en su camino vieron a las patrullas y ambulancias acercándose. Eso fue el pie para que Ray acelerara más.

Después de su explicación, ninguno de los dos jóvenes volvieron a cuestionar su decisión.

///

Llegaron a Swellview en tiempo récord, con Henry teniendo que noquear a sus prisioneros un par de veces porque se despertaban. Una vez en la cueva, mientras Henry y Ray se encargaban de encerrar a los dos sujetos, Jasper y Schwoz, que hacía rato habían dejado su posición en la fiesta cuando se comprobó que era una distracción, fueron a recibirla con abrazos. Ambos estaban preocupados por ella, habían pasado horas desde su desaparición, ya era tarde en la madrugada.

De inmediato, después de comprobar que ella estaba bien y que no había sufrido más que moratones por la caída, se dieron a la tarea de revisar los USB que habían conseguido de Quentin, que si bien no tenían los dichosos códigos, sí guardaban información sobre negocios sucios que manejaba su familia que iban a serles muy útil para desbaratar organizaciones criminales. Y una vez que despertara, Ray interrogaría al joven criminal para saber que habían sido de esos códigos.

Mientras tanto, era hora de que ella regresara a su apartamento para cambiarse y descansar de tan estresante noche. Todavía estaba vestida con el mismo atuendo y se moría por quitárselo. Estaba arrugado y sucio después de pasar tanto tiempo yendo de un punto a otro dentro de baúles de autos. Se sentía renovada incluso con la idea de una ducha caliente y una muda de ropa. No podía esperar a llegar a su casa.

—¿Necesitas transporte?

Sus pensamientos se detuvieron cuando escuchó su voz detrás de ella. Charlotte volvió la cabeza y miró por encima del hombro, sonriendo agradecida a su mejor amigo. Henry parecía tan cansado como ella pero le sonreía suavemente, un juego de llaves colgaba de sus dedos.

—Eso sería un gran favor, gracias —respondió ella con voz cansada aceptando su oferta.

—De nada, vamos —dijo Henry, guardando sus llaves en el bolsillo y dándose la vuelta para caminar hacia los tubos y colocarse debajo de uno de ellos.

Ella lo siguió e hizo lo mismo.

—Hasta luego, Ray —saludó Henry a su mentor.

Charlotte solo se despidió con la mano. Entonces ambos jóvenes miraron hacia arriba y dijeron las palabras para activar los tubos. Ninguno de ellos vio las miradas de complicidad que Ray compartió con Schwoz.

Terminaron afuera, detrás de un callejón cerca de la tienda y regresaron a la calle, donde estaba estacionado el auto de Henry. Entraron y emprendieron el camino de regreso a sus casas.

En algún momento del viaje ella se quedó dormida y se despertó sobresaltada cuando el coche se detuvo. Todavía estaba un poco inquieta por su experiencia estresante y bastante nerviosa.

—Solo nos detuvimos, Char —dijo Henry con voz tranquilizadora.

Al escuchar su voz, la chica se calmó y su respiración se estabilizó lentamente.

—Todo está bien —continuó Henry.

Puso su mano sobre la de ella con movimientos cuidadosos para no asustarla, luego la apretó reconfortantemente. Ella inhaló por la nariz y exhaló por la boca varias veces hasta que sintió que había dejado de temblar. Su rostro cansado se volvió hacia un lado para mirarlo con una pequeña sonrisa de gratitud.

—Ya estoy bien, gracias.

Él asintió y soltó su mano, destrabó las puertas y salió de su auto, rodeando el vehículo para abrirle la puerta y ayudarla a bajar.

Ella no pidió nada pero él la acompañó a su departamento para asegurarse de que fuera seguro, eran horas de la madrugada y ella luchaba por mantener los ojos abiertos, había sido un día largo, agotador y aterrador. No se quejó, era agradable que la cuidaran, para variar, y se sentía más segura con Henry a su lado.

No hablaron mientras subían, ella ni siquiera necesitó pedirle permiso para apoyarse en su costado cuando entraron al elevador, simplemente lo hizo, suspirando suavemente cuando él la abrazó y la presionó suavemente contra su costado, apoyando la barbilla en la parte superior de su cabeza rizada. Ella le devolvió el abrazo por la cintura, cerrando los ojos durante todo el viaje.

El sonido del ascensor que indicaba que habían llegado a su piso la sacó del ligero sueño en el que había caído, pero estar sujeta por los brazos de Henry la ayudó a mantenerse de pie. Juntos salieron y se dirigieron a su puerta.

Charlotte sacó sus llaves y abrió, pero antes de entrar se giró para hablar a su amigo.

—Gracias por el viaje y la compañía...y perdón por todos los problemas que causé.

Henry arrugó la frente en confusión.

—¿Te refieres a Quentin?

Ella asintió, bajando la mirada.

—Tenías razón, no estoy hecha para este tipo de cosas, las misiones de campo deberían reservarse para ti y Ray —dijo.

Él la sujetó por la barbilla con los dedos y le levantó la cara suavemente para que lo mirara. Tenía una mirada suave pero de reproche.

—No, lo hiciste muy bien —le aseguró, mirándola a los ojos—. Si no fuera por el soplón, habrías tenido un éxito total... lo siento si pensabas que dudaba de tu capacidad, solo estaba siendo...infantil.

—¿Infantil? —preguntó, arqueando una ceja.

Henry puso una sonrisa torcida y arrepentida.

—No es que no te creyera buena para la misión —comenzó, evitando sus ojos sintiéndose un poco avergonzado por lo que estaba a punto de confesar.

Ella sintió su inquietud pero no lo mencionó, eligiendo esperar y escuchar lo que tenía que decirle.

—Sabía bien que no había nadie mejor a quien encargarle esto... la razón por la que me opuse tanto es porque para conseguir tu objetivo tenías que coquetear con otro chico y... y eso me puso celoso —confesó, luchando por reprimir el sonrojo que se extendía por su rostro.

Él había soltado su barbilla, manteniendo las manos apretadas a los costados. Se esforzaba por contarle todo lo que había ocultado durante años.

—Primero pensé que solo estaba preocupado por tu bienestar porque él es un criminal peligroso y no quería que te lastimara, pero a medida que avanzó la noche, me di cuenta de que no era eso lo que me tenía así —tragó saliva—. Lo que me puso celoso fue que él iba a tener tu atención, que iba a pasar tiempo contigo, llevarte a su lado y disfrutar de tu compañía y verte lucir hermosa con ese vestido que llevas.

Charlotte sintió que sus rodillas se debilitaban ante la repentina revelación que sabía que venía de la boca de Henry. Su amigo se armó de valor para mirarla de nuevo a sus hermosos ojos.

—Entonces cuando bailó contigo, cuando te reíste tan alegremente de sus ocurrencias y te llevó afuera con él... cuando te perdimos el rastro y descubrimos que te había secuestrado, lo entendí. Mis celos vinieron del miedo, tenía miedo de perderte ante él, ya sea por su encanto o por su peligrosidad.

Él tomó sus manos entre las suyas sin romper el contacto visual. Podía ver la determinación en ellos.

—La posibilidad de no volver a verte, escuchar tu voz, abrazarte, tomar tus manos, verte sonreír o escuchar tu risa... me asustó, pero lo que más me asustó fue la posibilidad de nunca tener la oportunidad de decirte lo que siento por ti justo después de haberme dado cuenta de eso yo mismo.

—Henry... —exhaló con voz temblorosa.

Su corazón latía con fuerza en sus oídos, resonando en su cabeza. El tiempo a su alrededor se había detenido y todo en lo que podía concentrarse era en sus intensos ojos fijos en los de ella y sus cálidas manos envolviendo y apretando las suyas.

—Déjame terminar, por favor —suplicó en voz baja, pensando sus palabras cuidadosamente—. Siento esto por ti desde hace mucho tiempo, al principio pensé que era normal, has sido mi mejor amiga durante años, así que por supuesto que sentiría cariño por ti, pero los eventos de esta noche me abrieron los ojos.

Una de sus manos soltó la de ella y fue hacia arriba, hacia su rostro. Las yemas de sus dedos acariciaron su frente y bajaron lentamente por su mejilla, como si fuera de porcelana y tuviera miedo de romperla si fuera demasiado brusco. Se tomó su tiempo para mirarla a la cara, tenía la boca entreabierta, la cabeza inclinada hacia atrás para mirar hacia arriba porque era más baja que él, sus ojos brillaban bajo la luz que arrojaba la bombilla del pasillo. Sus pupilas estaban dilatadas, su cuerpo temblaba levemente de emoción y expectativa. Desde fuera, se vería como un desastre, con el pelo despeinado, la ropa arrugada, los pies descalzos y el maquillaje estropeado. Pero su apariencia era el resultado de su lucha. Se había encontrado cara a cara con una situación difícil pero su inteligencia la había ayudado a sobreponerse a cualquier rastro de miedo y pelear para salvarse. Era una leona, y en ese momento parecía la mujer más atractiva que jamás hubiera visto.

—Sé que lo que voy a decirte puede arruinar nuestra amistad pero si no te lo digo ahora y me marcho de aquí y mañana alguno de nosotros dos no regresa a salvo de una misión o una emergencia, sé que me arrepentiré de no haberte dicho la verdad cuando tuve la oportunidad de hacerlo, sin importar cual sea tu respuesta, así que... —exhaló temblorosamente antes de continuar, mirándola a los ojos y reuniendo todo el coraje que pudiera—. Charlotte, yo te amo.

A sus palabras les siguió un silencio ensordecedor en el que solo se miraron uno a otro, Henry expectante y con el corazón en la garganta, Charlotte con la piel erizada por el estremecimiento que la recorrió luego de aquella confesión. Y mientras más se alargaba el silencio, más se quebraba el corazón del rubio a medida que la esperanza de una respuesta positiva se iba disipando.

Ya no pudo soportar más y sintiendo su corazón obstruyéndole la garganta, habló.

—Escucha, sé que todo parece muy apresurado pero es la verdad, no tienes que corresponderme necesariamente, no si no quieres, tampoco espero que me des una respuesta ahora mismo, yo solo te lo dije porque no quiero vivir con la duda de que habría pasado si nunca te decía nada...y ahora que veo tu reacción, confesarme a ti frente a tu puerta luego de todo el caos que vivimos no me parece la decisión más inteligente, pero lo hecho está hecho y creo que sería mejor que yo...

Un dedo que se posó en sus labios lo hizo callar, y sus ojos se posaron en los de su dueña. Charlotte no iba a negar que la confesión, a pesar de verla venir, la había agitado y aturdido un poco, pero su silencio no se debía a que estuviera acobardada o tan alterada que no supiera como reaccionar. Solo estaba tomándose unos momentos para calmar su agitado corazón luego de oír de propia boca de su amigo que ella era más que especial para él.

—Henry, tranquilo —pidió con voz suave.

Él chico tomó una honda respiración y su cuerpo tensado se relajó. Ella no estaba dándole la espalda para entrar a su apartamento y dejarlo sin una respuesta, tampoco tenía en su rostro una mueca de incomodidad o lamento. Charlotte en cambio tenía una expresión suave y cálida, y aún sostenía sus manos entre la suya.

—¿Sabes? Mientras Quentin me tuvo en cautiverio, pensé en muchas cosas, pero sobre todo, pensé en ti, en lo mucho que te había decepcionado, que estabas en lo correcto al querer mantenerme al margen, que solo estabas preocupado y que debía haberte hecho caso cuando insististe en una alternativa —soltó sus manos y envolvió sus brazos alrededor de su cuello sin cortar el contacto visual—. Pero también pensé en que ya no volvería a verte, ni a oír tu voz o a sentir tus abrazos, y eso me motivó a dar mí mejor pelea para comunicarme con ustedes y aumentar las posibilidades de ser encontrada, no quería que nuestra última interacción fuera una discusión absurda...mí punto es, Henry, que solo podía pensar en ti y que la idea de no volver a verte me aterró casi tanto como la idea de ser vendida en el extranjero, y cuando nos volvimos a encontrar en el helicóptero y me abrazaste... pensé que no podía existir un lugar mejor en el mundo que a tu lado.

Sus suaves palabras lo tranquilizaron, y su gesto de abrazarlo tan íntimamente lo hizo reavivar sus esperanzas de que no había cavado su tumba con esa apresurada pero sincera confesión. Tenerla tan cerca después de estar tan cerca de perderla lo hizo desear poder besarla pero no quería presionarla ni adelantarse porque quizás estaba leyendo todo esto de forma equivocada y ella solo estaba a punto de decirle que a pesar de todo podían seguir siendo amigos. Así que debía hacer que aclarara todo antes de seguir ilusionandolo.

—Entonces... —habló con voz temblorosa— solo para aclarar las cosas... ¿Qué quisiste decir exactamente?

Charlotte sonrió dulcemente a su rostro ruborizado y sus ojos tintineantes, y en vez de contestar de inmediato, lo hizo inclinarse para plantar un beso en sus labios.

No duró más de unos segundos pero bastó para sentirlo derretirse y gruñir ante el contacto, posando sus manos en su cintura. Al separarse, él apoyó su frente sobre la suya y la observó con la mirada vidriosa.

—Creo que también te amo —susurró la chica.

—¿Crees?

Henry se oyó más divertido que herido o dudoso. Ese beso había sido para él prueba suficiente, pero quería saber porque ella opinaba así.

Charlotte se encogió de hombros.

—Nunca me enamoré de verdad —reveló—, pero sé que esta es la primera vez que me siento así por alguien...

—¿Y Jack? —inquirió el rubio.

—Era dulce, y lindo, pero... Nunca se sintió especial.

Henry la atrajo más hacia él y la abrazó por completo.

—¿Y qué hay de mí? —preguntó en un susurro.

—Tú siempre has sido especial para mí —contestó, entonces frunció el ceño y miró a un lado pensativa—. Creo que por eso nunca pude enamorarme de nadie realmente...

Entonces regresó su mirada cálida hacia él.

—Tú ya tenías toda mí atención.

Su corazón se aceleró más de lo saludable y no pudo contenerse más y volvió a besarla. Ese beso duró unos minutos más.

—No que no me guste esto, pero... Realmente quisiera una ducha y un cambio de ropa —murmuró contra sus labios la joven.

Henry río suavemente y se separó de ella, tomando sus llaves y abriendo la puerta para dejarla pasar.

—¿Te molestaría algo de compañía? —preguntó el joven viéndola entrar a su apartamento.

Charlotte lo miró sobre su hombro con una sonrisa.

—Para nada.

Henry fue detrás de ella, cerró la puerta con llave y se dirigió a su dormitorio mientras ella se dirigía al baño.

Esa noche, no por primera vez y ciertamente no por última, Henry y Charlotte se durmieron juntos en su cama. Y cuando ella se despertó horas después con su brazo enroscado alrededor de ella, su espalda pegada a su pecho, de nuevo pensó que no había mejor lugar para estar que a su lado.

Hasta ahora uno de mis one-shots más largos, espero lo hayan disfrutado (*^—^*)

Hasta la próxima, See Ya!

H. C.

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