Perdona si te llamo Cayetano...

By RAbracadabrantes

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DARÍO tiene dieciséis años, estudia en el instituto privado más elitista de Valencia y (casi) todos sus amigo... More

YA A LA VENTA EN FISICO
PRESENTACIÓN
1. DARÍO
2. SALVA
CHAT: EQUIPO RAISA
3. DARÍO
4. RAISA
5. DARÍO
6. SALVA
CHAT: EQUIPO RAISA
7. RAISA
8. DARÍO
CHAT: FIESTA HALLOWEEN
10. PELAYO
CHAT: RAISA-SALVA
11. DARÍO
12. SALVA
13. DARÍO
14. RAISA
15. DARÍO
CHAT: SALVA-DARÍO
16. SALVA
17. DARÍO
CHAT: EQUIPO RAISA
18. RAISA
19. PELAYO
20. DARÍO
CHAT DARÍO-SALVA / CHAT DARÍO-PELAYO
21. SALVA
22. RAISA
23. SALVA
24. DARÍO
25. RAISA
26. SALVA
27. DARÍO
CHAT DARÍO-SALVA / CHAT EQUIPO RAISA
28. SALVA
29. PELAYO
30. RAISA
31. SALVA
32. DARÍO
33. DARÍO
CHAT DARÍO-PELAYO
34. SALVA
CHAT SALVA-DARÍO
35. DARÍO
36. RAISA
CHAT: FIESTA HALLOWEEN
37. SALVA
Agradecimientos (antes del final)
38. DARÍO (FINAL)
DIARIO DE ESCRITORA, 26/09/22
¡ANUNCIO IMPORTANTE! DIARIO DE ESCRITORA, 8/11/22
FECHA DE PUBLICACION EN PAPEL (¡felices fiestas!)
UNBOXING PERDONA SI TE LLAMO CAYETANO
LA HISTORIA CONTINÚA
EPÍLOGO + SEGUNDA PARTE
¡NUEVA NOVELA EN PREVENTA!

9. SALVA

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By RAbracadabrantes


🎵 No diré que es amor- Hércules🎵

—¿No entiendes que no voy a poder conquistar a Darío si me obligas a disfrazarme del jodido Scooby-Doo?

Faltan unas horas para la fiesta de Halloween y aquí estoy, tumbado en la cama de mi habitación y con Raisa encima de mí en una postura imposible pintándome la cara de marrón claro.

—Fue una decisión colectiva, Salva. A todos os pareció buena idea —murmura mi amiga restregándome una cera marrón por los mofletes.

—Claro, como tú vas vestida de la buenorra de Daphne... —me quejo, aunque sé que nada me librará de mi destino. Mi amiga pone los ojos en blanco y sigue pintando.

Raisa ha aparecido en casa hace un rato vestido con un impecable conjunto morado y una peluca de color naranja que consiguió en un bazar y debe llevar tiempo esperando a ponerse. Así que ella es Daphne, por supuesto. Mis dos amigos están ya en el garaje abandonado del tío de Jonathan y a los dos les han tocado personajes mucho mejores que el mío.

—De verdad que habría preferido ser Vilma, que seguro que su falda me habría hecho unas piernas preciosas —sigo quejándome.

—Tío o te callas o te clavo la cera en el ojo —me amenaza Raisa, escondiendo una risotada.

—No me callo, no. ¡Jonathan debería haber sido Scooby y no yo! ¡Él es literalmente un perro gigante! —exclamo, también aguantándome las ganas de reír.

Y Raisa intenta no decir nada mientras sus brazos están temblando de las ganas que estallar en carcajadas y yo la tengo tan a huevo que no aguanto más y alargo el brazo a su axila para hacerle cosquillas.

—¡Salva! —se queja—. Salva, no inicies una guerra que no puedes ganar.

La chica coge la cera que estaba utilizando con la punta de la boca y se abalanza sobre mí para tratar también de hacerme cosquillas. Pero yo estoy en una posición de clara ventaja y tardo unos segundos en hacerme con el control de la situación de modo que la chica flaquea por completo y cae encima de mí. Por el camino, su peluca naranja se ha desprendido del todo, dejando al descubierto una melena negra y larga que me hace cosquillas también en la punta de la nariz.

Los dos seguimos mirándonos y riendo, en un esfuerzo por recuperar el aliento cuando me sobresalta un ruido sordo. Muevo la cabeza para volverme hacia la puerta de la habitación que se ha abierto. Por ella asoma la cabeza mi madre. Supongo que la mujer acaba de llegar del trabajo porque aún va vestida con el uniforme del Supermercado.

—Yo... —balbucea—. Solo quería despedirme de ti, hijo, que sé que luego tienes la fiesta de disfraces —mira a Raisa antes de seguir hablando—. Tú vas también, ¿no, cielo?

Al girarme a ver a mi amiga me doy cuenta de que ya se ha incorporado encima de la cama y tiene los mofletes completamente rojos.

—Sí, sí, yo también voy —se apresura a responder.

—Estupendo —dice mamá rascándose la nuca—. Pues, nada, pasadlo muy bien. Juanjo saldrá también.

—Bueno, no es que nos movamos con la misma gente— murmuro.

—Ya. Ya lo sé, pero por si acaso pues te lo comentaba, hijo, que te lo tomas todo como un ataque... Tu padre llegará muy tarde del trabajo así que intenta no despertarle cuando vuelvas... Y nada, nos vemos mañana.

—Adiós, mamá —termino zanjando la conversación. La mujer se despide un poco con la mano antes de desaparecer finalmente tras la puerta.

Cuando se va yo me incorporo también en la cama, con los hombros caídos.

—¿Todo bien con tu madre? —pregunta Raisa—. Me acaba de entrar una vergüenza tremenda, la verdad.

—Sí, todo bien. No te preocupes —murmuro.

Raisa suspira y va a decir algo cuando yo la interrumpo.

—¿Terminas de pintarme la cara o qué?

Mi amiga sonríe y vuelve a inclinarse sobre mí para seguir pintándome la cara.

Prácticamente desde que Raisa y yo nos conocimos nuestra relación ha estado muy marcada por este... contacto físico continuo. Estos abrazos, el hecho de que siempre acabemos durmiendo juntos, los besos en la mejilla, el roce de nuestros dedos y un largo etcétera. Alguna vez, estando de fiesta, hemos acabado dándonos algún que otro beso, pero yo jamás le he dado importancia. Por eso mamá no se ha sorprendido al vernos así en la cama. Mi familia me lo ha preguntado un par de veces: ¿Hay algo entre vosotros? Siempre he replicado que un chico y una chica pueden ser amigos perfectamente, que es ridículo que hagan conjeturas. Y cuando mis propios amigos me lo han preguntado a mí también mi respuesta ha sido parecida.

Quiero muchísimo a Raisa pero solamente somos amigos. Ambos lo tenemos claro, claro del todo... Por mi parte, alguna vez he dudado si desearía tener con ella algo más que una amistad. Pero era absurdo decírselo, pues habría corrido el riesgo de perderla. Además, desde que Darío volvió, no he vuelto a plateármelo.

—¿Puedo verme? —le pregunto a Raisa cuando por fin separa la cera marrón de mi cara.

—Claro —dice ella—. Falta el toque final —añade después, cogiendo un pincel negro para pintarme la nariz y los bigotes.

Me quedo quieto mientras ella acaba y después se aparta de mi lado y me tiende el móvil encendido con la cámara frontal. Es en eso momento cuando la burbuja de una notificación irrumpe en la pantalla. Es un mensaje de Isaac y dice lo siguiente: "¿Todo bien con Salva? No tienes por qué pasar tanto tiempo con él si no puedes con ello". Parpadeo un par de veces hasta que el mensaje desaparece de mi vista y yo trato de reaccionar de una manera normal, como si no hubiera visto nada.

—¿Qué? ¿Te gusta cómo te queda? —me pregunta mi amiga.

—Sí, claro. Le faltan las orejas y ya está todo —respondo.

¿Me odia Raisa en secreto? ¿Qué explica si no ese mensaje que ha intercambiado con Isaac? Sé que he estado un poco imbécil últimamente, pero... no sé. ¿Debería decirle algo? Joder, cuanto odio los malos rollos sobre todo con ella.

—¿Qué tal estoy yo? —pregunta ella a continuación, volviéndose a mí de nuevo con su peluca naranja que contrasta con el oscuro de su piel, top morado y pañuelo en el cuello. Sus ojos están brillando con muchísima fuerza y sus labios, pintados de color rosa, se curvan en una sonrisa.

Está preciosa.

—Guau —digo yo, únicamente.

Ella sonríe y después me pasa la diadema con las orejas para que pueda ponérmela.

Mi móvil vibra entonces, con un mensaje del grupo de WhatsApp de la fiesta de Halloween.

DARÍO: Buenas noches. ¿La ubicación es la que mandaste el otro día?

JONATHAN: Siiiiiiiiiiiii

DARÍO: Bien. Estamos llegando.

Me pongo en pie de un salto.

—¿Qué? —inquiere Raisa —. Nos vamos ya, ¿no?

***

—Me cago en mi puta vida —suspiro, cuando Raisa y yo llegamos a la fiesta y Jona me dice que Darío y Pelayo ya han llegado y están en el interior del ruinoso local con el resto —. No me puedo creer que me haya perdido su entrada triunfal. Venga, tío, descríbemela. ¿Ha venido en un Mercedes rojo cereza? ¿O en carruaje?

Jonathan, vestido con una camiseta grande de color verde y unos pantalones marrones de aspecto militar, imitando la apariencia desaliñada de Shaggy, da un sorbo a su cubata y sonríe.

—Pues la verdad es que han llegado andando —me explica mi amigo—. Creo que les ha traído un coche, pero se han bajado antes de llegar.

—Será por miedo a causar envidias —dice Raisa, a mi lado.

—O por miedo a que algún listo les pinche las ruedas... —comenta Jonathan aún sonriendo.

—¡Que no te lo he dicho, Jona, pero muchas felicidades! —exclamo entonces, recordando de golpe que no vivo solo en el mundo y que aquí estamos celebrando que mi amigo ha acabado un examen dificilísimo.

—¡Es verdad! —grita Raisa, abrazándole con fuerza—. Estamos súper orgullosos de ti, seguro que lo has bordado.

—Bueno, más me vale —murmura Jona rascándose la nuca.

—Más nos vale —le corrijo—. Que si suspendes tú, suspendemos todos.

Mi amigo sonríe y menea la cabeza.

—Además de verdad, que no sé cómo lo habría hecho sin vosotros —dice Jonathan—. Sobre todo, sin ti, Raisa, reina. Te invitaría a chupitos un día de estos para compensarte, pero como no bebes, te aguantas.

Raisa pone los ojos en blanco y golpea el hombro de Jonathan con suavidad.

—Oye, ¿y tu perilla? —exclama mi amiga de pronto.

—¿Qué perilla?

—¡La perilla de Shaggy! —reclama Raisa—. ¡Te dije que tenías que pintarte una perilla! ¡Tanto estudiar para esto! Bueno, en fin, no te preocupes. Aún llevo una cera marrón que he usado para el disfraz de éste —me señala dándome un codazo —. Agáchate y te pinto enseguida.

Jonathan pone los ojos en blanco, pero termina por acceder, arrodillándose un poco frente a mi amiga.

—Bueno, pareja, yo voy a entrar ya —me despido de ellos.

El local del tío de Jonathan está situado en lo que parece un polígono rodeado de restaurantes y tiendas que a estas horas ya han cerrado. El hombre heredó el negocio y no ha sabido muy bien qué hacer con él así que Jonathan lo tiene para su uso y disfrute cuando quiere. Antes Jonathan acostumbraba a traer todas las chicas a las que conocía en Tinder, pero al cabo de un tiempo concluyó que si no querían una segunda cita quizás era porque este lugar es un auténtico antro.

Huele mal, porque las tuberías están defectuosas. Las paredes tienen humedades y manchas rarísimas. El suelo está bastante levantado y cruje al pisarlo. Los enchufes también están destrozados y las lámparas que cuelgan del techo regulan la luz sin ton ni son.

El altavoz dentro del local emite a una potencia atronadora una canción de Romeo Santos que no me invita precisamente a bailar. Enseguida reconozco a Isaac, que me espera en la entrada pues ha debido leer el mensaje de Raisa y mío en el que avisábamos de que estábamos llegado.

—¡Qué guapo! —dice al verme, saludándome con la mano. Yo pongo los ojos en blanco. Él sí que va guapo: lleva una peluca rubia, jersey blanco del que sobresale una camisa azul oscuro y también un pañuelo naranja en el cuello. Me hace pensar instantáneamente en Darío y en la ropa que llevó aquella noche en la discoteca. La verdad, Darío es el perfecto Freddy.

—¿No te parece que la música está un poco alta? —pregunto—. ¿Y quién ha elegido esta canción?

Isaac sonríe y se señala a sí mismo con la punta de los dedos.

—¡Yo! —exclama—. Pero no te preocupes, que también he añadido alguna de Taburete para que tus amigos se sientan integrados... —su comentario me hace reír y menear la cabeza—. Están ahí, por cierto, en la mesa con todas las bebidas.

Siento que me falta el aire al pensar en encontrarme con Darío ahora mismo. Madre mía, no me puedo creer que estemos los dos otra vez en el mismo sitio...

—¿Raisa dónde está? Llegaba contigo, ¿no? —pregunta.

—Sí, está ahí fuera, pintándole una barba a Jonathan... cualquiera que los vea —explico.

Isaac suelta una carcajada.

—Voy a verle, entonces —dice. El chico se gira hacia la puerta del local, pero yo no lo dudo un segundo antes de agarrarle del brazo.

—Espera, tío —digo, incapaz de contenerme—. Esto... te va a sonar raro, pero... bueno, hace un rato estaba en casa de Raisa y le cogí el móvil para mirar cómo me estaba quedando el maquillaje con la cámara frontal y de repente... bueno. Que le ha llegado un mensaje tuyo. Ya te digo que no es que estuviese mirando, pero lo he visto, claro. Decías algo como que no tenía que estar conmigo si no podía hacerlo...

Isaac palidece y clava la vista en la punta de sus zapatos antes de responder.

—Salva, eso es privado —dice únicamente.

—¡Ya lo sé! ¡No lo he hecho a propósito! Pero ahora necesito saber si le estoy haciendo daño, si estoy haciendo algo mal...

El chico menea la cabeza.

—Bueno, lo hecho está hecho. Habla con ella, ¿vale? Si quieres saber qué le pasa tienes que habar con ella.... En fin, me voy a saludarles. Y no te preocupes de más tampoco.

Suspiro y asiento, despidiéndome de él. ¿Pero y si hablo con ella y confirma que me odia? ¿Y si la pierdo? Joder, no quiero tener que preocuparme por esto ahora.

Cuando Isaac se marcha yo desvío la atención al resto del local.

No hay demasiada gente. Debemos estar nosotros, Pelayo y Darío y unas quince personas a quien no conozco y que se dividen entre conocidos de Jonathan y conocidos de Isaac. También me parece ver en el fondo a uno de los amigos de mi hermano... eso sí que me jode un pelín. Jonathan solía ir en el mismo grupo que mi hermano y sus amigos, pero terminaron por hacer caminos separados, sobre todo cuando pasó todo el lío de mi beso con el chaval años mayor y el grupo entero dejó a relucir su homofobia y cargó contra mí. En fin, que no sé qué hace aquí, pero no le daré importancia porque el tío va solo y únicamente es peligroso cuando está acompañado.

En fin, que a la mayoría de gente los he visto en otras fiestas o botellones, pero también hay alguna cara desconocida.

Me da igual lo que puedan pensar de mí, vestido como un perro gigante, solo hay una persona a la que deseo impresionar.

Hago un gesto con el brazo, que Pelayo me devuelve enseguida y me acerco a la mesa donde están él y Darío. Pelayo se ha pintado la cara de verde por completo y añadiendo un tornillo en un lado de su cabeza busca ser la monstruosa creación del doctor Frankestein. Me sonríe al saludarme y su gesto amable me hace pensar que se parece más a Shrek que a cualquier otro monstruo.

Respecto a Darío... necesito recuperar el aire para poder describirlo. Lleva un uniforme dorado y corto, de manera que sus piernas y sus hombros quedan al descubierto. Una capa azul cae de ellos. Al lado de su cintura: una espada. Le miro los pies para descubrir que lleva unas sandalias marrones y después clavo los ojos en él de nuevo para observar con detenimiento el modo en el que se ha rizado las puntas de su cabeza. También lleva una cinta en el pelo de color rojo y es, en definitiva, el Hércules de mis sueños.

—¡Hola! —les saludo, cogiendo un enorme vaso y sirviéndome algo en él.

—¡Hola! —responde Pelayo.

—¿De qué vas vestido? —me pregunta Darío, rascándose la nuca—. ¿Del perro feo y pobre de La Dama y el Vagabundo?

—¿Crees que me ha dado también por ir de dibujo animado de Disney? —inquiero—. No, que va, yo soy Scooby Dooh. Esto no se entiende sin ver a mis amigos, que el nuestro es un disfraz conjunto.

—¡Ahí llegan! Sí, así queda mucho más claro —exclama Pelayo, señalando a la puerta, por la que entran Daphne, Shaggy y Freddy.

—Tú cuidado con la bebida, ¿eh? —dice Jonathan aproximándose a Pelayo, que sujeta un vaso con sus manos un poco temblorosas—. Bueno, pues si queréis os presento al resto de gente... y si no, pues también podemos ir a bailar. O a beber. O a lo que os salga de la polla, vaya, que mi local es vuestro local.

—"El local de mi tío es vuestro local" —le corrijo.

—Lo que sea —suspira Jona.

—Pues vamos a bailar mejor, ¿no? —decide Isaac por todos.

Así que eso hacemos. Invadimos la improvisada pista de baile para movernos al son de la música. Jonathan me presenta a algunas personas, Isaac presenta a otras... los dos hacen esfuerzos por integrar a Pelayo y Darío, haciendo multitud de preguntas. A veces voy a la mesa a por algo de beber y le traigo a Raisa una botellita de agua... porque yo no quiero pasarme bebiendo. Hoy necesito mi mente bien clara y bien fresca.

Darío, mientras se mueve a mi lado, no deja de mirarme. Quiero saber qué significan sus miradas y sobre todo quiero saber cuál será el momento adecuado para agarrarle del brazo y sacarle de aquí.

****
Pues la fiesta de Halloween acaba de empezar. ¿Comentarios? ¿Teorías? ¿Os hago spoiler sobre el próximo capítulo? Lo narra alguien que no ha narrado hasta ahora.

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