El destinó sorpresa resulto ser la playa.
Baje sintiéndome de buen humor junto a Heeseung quién estaba igual. ¿Quién no lo estaría después de besarse con la persona que el gustaba? Hasta el cielo lo estaba, se encontraba despejado y era de un bello celeste.
Me acerqué a los chicos quienes habían instalado un picnic sobre la arena, era como un pequeño banquete, el cuál tenía en el centro una torta de color negro con el número 18.
— Feliz cumpleaños mocosa. —Sunoo fue el primero en saludarme y le sonreí agradecida mientras veía como Heeseung le daba un empujón.
— ¡Feliz cumpleaños Pandita! — Jay vino corriendo a apretarme entre sus brazos y los chicos no tardaron en sumarse sin medir sus fuerzas, haciendo que terminara cayendo de espaldas en la arena.
— ¡Hey! ¡Ya basta! —Heeseung los empujó y de un solo jalón, me reincorporo a su lado, limpandome la arena del pijama y el cabello como si de mi padre se tratara.
— ¿Viniste en pijama? —Se burló Ni-ki y asentí riendo, para luego ir a ver de una vez el pastel.
— ¿Te gusta? Le hicimos un pandita, se parece a tí. —Sonrió Jay y observé el Panda hecho de glaseado, al cual se le estaba cayendo lentamente un ojo.
— Sí, esta muy bonito...
— ¿Tú lo hiciste Jay? Esta horrible —opinó Heeseung como si nada, haciendo que claramente el contrarío se ofendiera.
— Eres un superficial. Créeme, no encontraras un pastel mejor que esté, esta hecho solo de nuestro amor.
— Y sustancias. —Agrego Sunoo riéndose, a lo qué Heeseung lo miró frunciendo el ceño casi de golpe.
— ¿Sustancias? —repetí y Jay rió nerviosamente.
— Sunoo quería darle un toque de magia, pero no lo tomes en cuenta, hoy despertó un poco raro. —Me sonrío Sunghoon, tranquilizándome.
— Ya veo... —contesté y me quedé viendo el pastel con mucho cariño.
Tal vez no era el pastel más bonito, pero la intención era la que importaba.
Los chicos pusieron música y pasamos un rato charlando y jugueteando antes de cantar mi cumpleaños.
— Siéntate aquí, Pandora. —Heeseung me hizo un espacio para que me sentará y los chicos se sentaron cerca, esperando impacientes a que el pelinegro prendiera las velas para comenzar a cantar.
Recuerdo cumpleaños anteriores en los cuales cantaba junto a mi madre en casa, pero les juro que ningún canto fue tan caótico como el que hicieron estos 7 chicos.
No sé de dónde, pero sacaron una voces demasiado alocadas y comenzaron a tirar alcohol por todos lados como si se tratase de rociadores de agua.
El único tranquilo era Heeseung, que aplaudía lentamente, mientras me miraba con una media sonrisa.
Cuando el canto estaba llegando al final, las voces de los chicos se incrementaron y un beso en mi mejilla apareció con el susurró de la voz de Heeseung diciéndome "Feliz cumpleaños, Pandora".
¿Existía algo mejor?
Mi sonrisa se había vuelto indestructible y era radiante. Las voces se acallaron, para ahora observarme atentamente.
— Acuérdate de pedir un deseo —susurró Sunghoon. Observe las velas con determinación y cerre los ojos por unos segundos, para luego abrirlos y soplar.
Los chicos me aplaudieron y Jay me apretó una mejilla haciéndo que me quejara. Quitamos las velas de la torta y Sunoo visualizo una oportunidad que hizo brillar sus ojos oscuros en maldad.
Ni siquiera pude notarlo y mi rostro ya estaba enterrado en la torta de contenido dudoso.
Sunoo riéndose había salido corriendo a toda velocidad siendo perseguido por los chicos.
Me limpié los ojos y comencé a reírme, yendo detrás de él con un pedazo de torta para devolverselo.
Después de haber conseguido mi venganza, Heeseung ayudó a limpiarme el rostro con un paño y el agua del mar.
— Todavía tienes un poco de torta en el cabello —me indico, limpiandolo y suspirando—. Sunoo es un idiota.
Solté una risita y lo pare del brazo.
— ¿Vamos a dar un paseo por la orilla? Quiero aprovechar esté día contigo por qué sé que mañana estarás ocupado con tus cosas...
Heeseung se rascó la nuca y asintió algo avergonzado.
— Vamos —dijo y tomó de mi mano.
— ¿Supongo que tienes mi regalo, no? —pregunté, mirando como mis huellas dejaban un rastro en la arena húmeda.
— ¿Tú regalo? Hmm, no lo sé —soltó y pare de caminar frunciendo el ceño.
— ¿No me hiciste ningún regalo?
— Vaya, no sabía que eras tan mimada... —rió y relaje mi expresión, aclarando mi voz.
— Eso no es cierto... solo pensé que me tendrías algo...
Heeseung soltó una risita y tiro de un mechón de mi cabello.
— ¡Hey!
— Ven, vamos a ver que te regalaron los chicos. —Tomó de mi mano y sin dejarme reclamar, me llevo de vuelta a dónde se encontraban los chicos.
— Ven Panda, siéntate. —Sunghoon me llamo palmeando la arena y me senté a su lado. Esté parecia ansioso y no espero a que los demás terminaran de sentarse para entregarme su regalo.
Estaba envuelto en un papel cafe.
Lo abrí y me encontré con una caja negra, como de lapicera, pero en su interior estaba todo lo contrario.
Una cuchilla negra con el mango lleno de cristales pequeños.
— Wow... —solté sorprendida.
— Yo también quiero una así... —susurró Jake, admirándola como si se tratase de la cosa más bella que sus ojos hubieran presenciado.
— Es hermosa Sunghoon....
— La mande a hacer, no existe otra en el mundo. —Sonrió orgulloso y Heeseung ladeó sus ojos a un lado.
— Bueno, ahora el mío. —Sunoo me entrego una bolsa que al abrirla, me encontré con un brownie y bolsitas pequeñas con todo tipo de sustancias.
No toque nada y mire al pelinegro con algo de inseguridad.
— Sunoo, debes de estar bromeando. —Lo miró Heeseung molesto—. Dije que no le podían regalar eso...
— ¿Cuál es el problema? Algún día... —Bueno, ahora el mío. —Jay movió a un lado a Sunoo y su regalo, dándole una mirada fea y me sonrió.
Le sonreí de vuelta y recibí el regalo el cual venía envuelto en papel negro.
Lo abrí con entusiasmo encontrándome con un una figura de ángel, parecida a la que me había regalado mi madre.
— Sé que no es lo mismo, pero, tenía que intentarlo. —Sonrió apenado y le miré, dándole un gran abrazo.
— Muchas gracias Jay. Lo apreció mucho...
Comenzó a oscurecer, por lo qué decidimos comenzar a guardar las cosas para irnos de vuelta a casa.
— Panda. —Me llamó Heeseung y lo seguí, alejándome de dónde se encontraban los demás chicos.
— Dame tu mano. —ordeno y eso hice.
Heeseung saco una pulsera con cristales y me la puso.
— Heeseung...
— Son diamantes.
— ¿D-Diamantes? —lo mire atónita y comence a negar—. No puedo usar algo tan caro...
— ¿No querías un regalo de mi parte?
— Sí, pero... no pensé que sería algo tan caro...
— Eso es lo de menos. —Rió Heeseung y me acerco a él, besando mi frente—. Sabes que el dinero no es un problema para mí, tengo cosas más importantes...
Sonreí y lo abracé.
A mamá le hubiera gustado ver mis regalos.
— ¡Chicos! —nos llamó Jungwon y Heeseung le hizo una seña, avisandole de que ya ibamos.
— Vamos, esté a sido un largo día... y espero que te haya gustado, niña mimada. —Me desordenó el cabello, para luego pasar su mano por mi cintura, apretándola con satisfacción.
— ¡Hey! —Lo empuje a un lado sonriéndole y él me devolvió el empujón, agregándole un beso en mi mejilla antes de hacerlo.
Esté sin dudarlo, era el mejor cumpleaños de mi vida. A esté momento, no lo cambiaría por nada en la vida.
Se vienen cositas >:)