Narra Pandora
El fría agua impacto con nuestros cuerpos.
Hundirme se sintió como algo parecido a estar muriendo y la oscuridad del mar fuera mi ascensión al cielo.
Quería quedarme ahí y frenar el tiempo para procesar lo que acababa de suceder, pero las cosas no funcionaban así.
Jay en ningún momento soltó de mí y me ayudo a nadar hasta la superficie, abrazandome con fuerza hacía a él, mientras yo tosía toda el agua que había tragado en la caída.
Llegamos a la costa del lago nadando a duras penas. Dejé caer mi cuerpo rendido sobre la fría arena y lo único que se oía eran nuestras agitada respiraciones, junto a la brisa de viento que recorría el lugar, helando mi cuerpo.
Entonces, al procesar por completo lo que acababa de suceder, me solté a llorar.
No lloraba tan fuerte desde lo sucedido con mi madre, pero esto se sentía parecido. Dolía mucho y no me importo ni un poco que Jay me escuchara, después de todo estábamos prácticamente en medio de la nada, por lo qué llore hasta quedarme sin fuerzas y llegar a un punto en el que solo miraba a un punto fijo de la arena, mientras mis lágrimas manchaban mi rostro sin piedad.
Era complicado describir lo que sentía, ya que no era solo una cosa. Eran muchas. El Dolor, tristeza, traición...
¿Por qué?
¿Por qué me había abandonado?
¿Realmente era necesario haber hecho eso?
Cerré los ojos lentamente y sentí los pasos de Jay, acercarse hasta dónde me encontraba.
— Vamos Pandita... No podemos quedarnos aquí... es peligroso. —Acarició mi cabello, pero no me moví. No quería y aunque quisiera, no tenía las energías suficientes.
Hubo un silencio por unos minutos y pensé que Jay no insistiría. Pero, me sorprendí al sentir cómo esté me tomaba en brazo, sin decir nada.
Mentalmente le agradecí.
Yo no hubiera sido capaz de levantar alguien en brazo después de haber nadado tanto. Jay tenía una fuerza de voluntad enorme, ahora entendía por qué Heeseung lo consideraba uno de sus amigos más cercano.
Me alejo de la orilla y camino a un bosque cercano, en dónde se sentó conmigo detrás de una gran roca, soltando un suspiro y me abrazó hacía a él, para hacerme entrar en calor y no agarrar un resfriado.
— ¿No te duele nada? —preguntó con su suave voz, que ocultaba cansancio y negué levemente.
Me acurruqué en medio de sus piernas y lo abracé con fuerza, pensando en el beso que me había dado Heeseung antes de hacernos caer por el lago.
Apenas amaneció, empezamos a caminar.
Por suerte no fue mucho, encontramos una especié de criadero de caballos cercano a la carretera y Jay pidió prestado el teléfono del lugar para hacer una llamada.
El suyo se había echado a perder por el agua.
Llamo a los chicos que iban en el tren con nosotros, pero ninguno contesto. Jay se quedó mirando el teléfono por unos segundos, como si estuviera pensando en algo, y entonces, llamó a Sunghoon.
Le contó todo lo que sucedió.
Yo me quedé viendo los caballos mientras hablaban.
A las horas, Sunghoon ya había llegado por nosotros.
Me fui todo el camino en silencio, más bien, nos fuimos. Nadie hablaba y la razón era más que suficiente.
Llegamos a casa y Jungwon nos recibió con preocupación.
Nos dió de comer para que recuperáramos las fuerzas perdidas y los chicos se quedaron hablando en el living. Yo no tenía ganas de hablar, por lo que decidí irme a mi habitación a descansar o algo que me hiciera sentir un poco mejor.
No volví a despertar hasta la mañana siguiente.
De verdad me hubiera gustado que todo hubiera sido un sueño y sentir la voz de Heeseung llamamdome para que me levantara e ir a entrenar junto a él, o sentir una almohada contra mi rostro, como cualquier otro día, pero no fue así.
Esto era real.
— ¿Puedo pasar? —preguntó Sunghoon desde la puerta de mi habitación. Levanté la cabeza de mi almohada para mirarlo y asentí, decaída.
El pálido chico se sentó a mi lado y me abrazó sin decir nada por un largo rato.
— No te preocupes Pandora, él va a estar bien, lo conozco desde años... al igual que los demás chicos —susurró cercano a mi oído.
No dije nada, pero solo esperaba a que estuviera en lo correcto. No podría soportar la culpa y la pena. No solamente Heeseung había arriesgado su vida por mí, los demás chicos también lo habían hecho.
Me aterraba pensar en la idea de que podía perder a alguien que quería de nuevo. Creo que ese momento hizo que me diera cuenta de lo mucho que Heeseung.
Narra Heeseung
Desperté sintiéndome adolorido.
Mi cabeza daba vueltas y vueltas.
— Eres un verdadero idiota.
Parpadeé un par de veces aclarando mi vista y mis ojos enfocaron a la persona que estaba al frente mío. Era el mismo chico que había derramado jugo sobre Pandora en el tren.
Creo que nunca había detestado tanto a una persona en mi vida...
Sí fuese por mí, claramente lo hubiera silenciado. Pero cuando traté de moverme, me di cuenta que mis manos estaban amarradas al rededor de una especie de fierro. No recordaba muy bien lo que había pasado, probablemente me habían dejado inconsciente y había despertado junto a este imbécil.
Mi cuerpo dolía y fue sólo cuando miré hacia bajo que me di cuenta que me habían estado pegando. Mi boca sabía a hierro y mi sudadera estaba manchada con sangre que era obviamente mía.
— Bueno, ¿Nos dirás en dónde esta? Estoy harto de pegarte... ¿De verdad quieres que termine de deformar esa cara perfecta que tienes? —Se rió y escupí saliva, la cual salió de mi boca teñida de un rojo intenso.
— Honestamente... — Alce la mirada hacía a él sin verme intimidado—. No tengo idea de lo que me estás hablando... —mentí, sonriéndole con orgullo, lo que lo hizo claramente enojar.
Me dió un puñetazo en la madibula y no satisfecho, acerco su pie para patearme, cuando entro alguien a la habitación, interrumpiéndolo antes de que lo llevara a cabo.
— No puede ser... ¿Qué te paso amigo? Pareces haber salido de una pelea... —Hyunjin comenzo a reír entretenido por su propio chiste y se acerco a mí, acariciando mi cabello con suavidad—. ¿Cuanto tiempo pensabas quedarte esa fortuna para tí solito? Eres bastante astuto... es una lástima que no lo seas tanto como yo.
Alce la mirada hacía él, guardando silencio.
Honestamente me daba igual que estos idiotas me pegaran, no era relevante para mí. Me importaban los chicos, ¿En dónde estaban? ¿Se encontraban en peligro? ¿Jay y Pandora estarán bien?
— Oye. —Hyunjin me agarro del mentón para que lo mirara—. ¿No me escuchaste? ¿En dónde esta Pandora?
Me mantuve en silencio.
Ya sabía que había descubierto posiblemente todo sobre ella, o no nos encontraríamos en esta desagradable situación, pero eso no significaba que él había ganado.
— ¿Pandora? ¿No buscaste en su caja? —Reí y esté me pego una cachetada, haciéndome soltar un pequeño quejido que no impidió mantener mi sonrisa.
— ¿Eres imbécil? Basta de juegos, dime en dónde hasta ahora. Sabes que puedo hacerte más daño que esto.
— ¿Y por qué no lo haces? —solté, dejando mi sonrisa atrás.
— Por los viejos tiempos... hago una excepción —justificó y lo quedé mirando completamente serio.
Los viejos tiempos.
Claro, solíamos ser amigos, pero él nunca me considero uno.
— ¿Quieres que sea honesto contigo, Hyunjin? No sé en dónde esta. Lo lamentó, pero no puedo ayudarte.
— Mierda ¿Crees que soy imbécil? ¿Crees que no he notado lo que tienen ustedes dos? Diablos, ¿Tanto te ciegas por una chiquilla? —Rió completamente ardido—. ¿Sabes? Está bien, lo entiendo, pero te advierto Heeseung, sí no es por las buenas, será por las malas. Y eso significa que si es necesario acabar contigo o con ella, lo haré. —Me miro con unos oscuros, desafiantes y macabros ojos que dejaron la habitación con pasos llenos de rabia, junto al chico de antes que se limito a sonreírme con burla.
¿Lo qué tenía yo y Pandora?
Suspiré y deje caer mi cabeza hacía atrás, apoyándola en el fierro.
Tenía que salir de esta basura lo antes posible.
Mire a mi al rededor.
Estaba en una especie de sótano, pero aún así llegaba la luz del día a través de una pequeña ventana. El suelo estaba sucio y olía a humedad.
Unas cajas de cartón a mi lado se cayeron, alarmándome por unos segundos hasta que me dejaron ver el rostro de Jake, el cual comenzaba a despertarse. Lamentablemente, el también estaba atado.
— ¿En dónde mierda estamos...?
Me volteé para el otro lado y vi a Sunoo atado de la misma forma que Jake. Con las manos detrás de su espalda y sus pies juntos, por cinta adhesiva.
— No te va a gustar saber. —Sonreí, con un poco de dolor al sentir un ardor en mi labio.
Esto realmente era un gran problema.