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By jeaark

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๐—ง๐—ต๐—ฒ ๐—ฟ๐—ฒ๐—ณ๐—น๐—ฒ๐—ฐ๐˜๐—ถ๐—ผ๐—ป ๐—ผ๐—ณ ๐—ฝ๐—ฒ๐˜๐—ฒ๐—ฟ โ”todo el que conozca a los Hale, con solo la darle una corta mira... More

โ”ACTO UNO
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By jeaark


Prepárense ;)

—...necesito saber que tú y todos están bien, así que ¿puedes llamarme? Por favor, una llamada —casi suplico la voz en el buzón de voz—. Es lo único que pido y si no puedes responderme, conseguiré la respuesta de otro modo. Eso significa ir en persona si no me llamas... iré ahí, así que intenta... —hizo una pausa, como si las siguientes palabras fueran difíciles de pronunciar—. Intenta recordar que también es mi manada —siendo la finalización del buzón, Scott se acercó a donde estaba el teléfono desconocido y lo cerró para que no volviera a repetirse.

—¿Tomaste esto de uno de los cuerpos del bosque? —inquirió mi pareja separándose de la puerta principal de la clínica.

—Liam lo tomó —respondió manteniendo el teléfono en sus manos—. Si, había seis cadaveres. Uno de ellos no tenía cara.

—El que no tenía cara, ¿creen que es la mujer del teléfono? —se recargó en el pequeño muro más cercano al escritorio en que Mason estaba semi apoyado.

—Puede ser.

—Es lo mismo qué pasó con Aaron —murmuro mi mejor amigo con sus brazos apoyados en el respaldo de la silla que me encontraba sentada.

—Es cierto, se apoderó de su cuerpo —concordó su novio comenzando a caminar por el pequeño que teníamos en medio—. Básicamente este, se robó su cara y su ADN. Eso significa que sea quien sea esta mujer, podría ser la otra mitad de Anuk-Ité.

—En pocas palabras, la mitad del problema —hable acompañada de una mueca en los labios—. Al menos, sabemos que la otra mitad es guason impostor —por las palabras, Corey dio un tirón de un mechón de mi cabello, recordándome que estábamos en una conversación sumamente seria, pero aun así tenía una sonrisa cómplice. Los Capricornio y Virgo si que éramos buenos gemelos de complicidad.

—Pero no sabemos dónde está —contradijo el beta de chaqueta roja.

—Bueno, espera. ¿No se supone que los mantengamos separados? —cuestionó Theo divagando su mirada entre el alfa verdadero y su bendición a la izquierda. Inevitablemente olvidando el tema de conversación, mordí discretamente mi labio escaneando la figura de mi novio, nunca me cansaría de decir que su color era el negro. Se veía demasiado llamativo a mis ojos cuando usaba prendas de ese color, una vez más mi mejor amigo tiro de un mechón de mi cabello soltando una risa silenciosa—. Si sabemos quien es uno, vayamos tras el, tras Aaron.

—No digo que Theo tenga razón, pero creo que sería más fácil rastrear a Aaron que a una voz en un teléfono —inconscientemente el moreno se paró al lado de la quimera coyote.

—Eso le da razón a Theo —señaló su mejor amigo mirando de forma ofendida a la ventana.

—Si, pero le pensé decirlo con más suavidad.

—¿Están impactados porque tengo la razón? —interrogó mi novio al aire y al no dirigirse a aire específico, Corey y yo negamos con la cabeza demostrando nuestro apoyo moral hacia él. A pesar de todo lo anterior con los doctores del miedo, ellos dos se llevan bastante bien, habían formado una amistad por no querer que yo estuviera entre la espada y la pared, o más bien en un dilema sobre a quién debería elegir y a quien le dejaría de hablar.

—No, es porque no les agradas, guapo —gruñí ante el comentario de la otra chica más aislada a nosotros, estaba esposada a una de las estanterías atornilladas de la clínica. Ciertamente olvidamos su presencia, al no ser placentera para cada uno de nosotros—. Kenzie, mi persona en el universo, quiero decirte que cada vez más me gustan tus tipos de gustos —descaradamente guiño un ojo en dirección de mi novio, quien hizo una evidente mueca de disgusto.

Atrás, mantén tus garras alejadas de mi hombre.

Espera.

¿Tipos de gustos?

¿No me digas que alguna vez le gusto el chihuahua rabioso? —etapa que me gustaría borrar de mi memoria—.

¿También le habrá gustado el dueño de la paloma Kevin?

Dios, no, espero que no porque ahora si que la mato.

—¡Cállate perra muerta de hambre! —la mayoría observó asombrados el comportamiento agresivo de mi mejor amigo, inclusive la misma chica a quien se dirigía—. ¿Mack tú persona? Ja, por favor, querrás decir mi persona —no evite sonreír como madre orgullosa, el tímido Corey se estaba quedando atrás—. Dios, que falsa eres, hasta tu tinte lo era —hizo referente a su cabellera rubia, nunca fue pelinaranja natural—. ¿Por qué no dejaste que la atropellaran? —ahora se dirigió al alfa presente en la oficina.

La noche anterior, quien había salvado a Alexandra de ser atropellada por mi familia, fue nada y nada menos que el alfa verdadero. Como dijimos antes, su regla crucial era no matar a nadie, claro que se ganó protestas de nuestra parte incluso casi el inicio de una pelea. Pero después alegó o más bien nos recordó, que habíamos quedado en torturarla lentamente sin darle una muerte rápida, palabras que fueron muy difíciles de decir si provenían del inigualable Scott "Moral" McCall.

Respectivo a la escapada de la "pelinaranja", según ella huía de un cazador que se encontraba en Heichen —mismo que había sido secuestrada por mi padre horas antes—. Cuando el cazador despertó, buscó las fichas de ingreso y fue contra cada ser sobrenatural que se encontraba encerrado, y gracias a las clases de defensa —que por desgracia ambas habíamos tomado en el internado— logró escapar y siguió de lejos al Hale mayor con ayuda de sus llamativos e lujosos autos ultimo modelo, todo por qué sabía que la estaría guiando hacia mi.

Al final como no tenía donde dormir —nadie la quería dejar entrar en sus hogares—, terminó durmiendo en la camilla fría de la veterinaria portando en una de sus muñecas unas esposas, cortesía de Parrish a petición de la banshee original de la manada.

—Ya ni yo lo sé —susurró respondiendo la incógnita de la quimera invisible, creo que se notaba arrepentido de la decisión—. Puede que todos la tengamos, deberíamos buscar a ambos, a Aaron y a la mujer del teléfono —volvió a retomar el punto por el cual nos reunimos, ignorando la presencia de cierta intrusa—. Y como están de acuerdo... —los señaló con la mirada.

—Espera, ¿hablas de mi y de...? —se señaló así mismo sorprendido el moreno y el chico a su lado.

—¿Él? —le señaló de igual manera Raeken.

—Si, ustedes dos, busquen a Aaron —les confirmo el alfa verdadero—. Kenzie, Liam y yo intentaremos saber de quien es la voz de teléfono, si lo encontramos y es igual que nosotros, necesitaremos su súper fuerza —me señaló. No está demás decir que eso incremento mi ego, aunque lo tenía muy bien nivelado.

—Si encontramos a uno o al otro, quizá no tengamos que pelear —diálogo Liam agarrando el teléfono en manos de su mayor—. Si detenemos al Anuk-Ité...

—Detenemos la guerra —concluimos a unísono mi mejor amigo y yo de manera inconsciente, siendo palabras que no ensayamos. La pelinaranja a nuestras espaldas aplaudió un par de veces, como si fuera la audiencia de algún escenario o teatro, y gracias a las malas miradas que se ganó por absolutamente todos, se cruzó de brazos quedándose en silencio en su lugar.

—¿Que hará Corey? —preguntó luego de unos segundos en silencio, la pareja del recién mencionado.

—Oh, yo cuidaré muy bien de la perra falsa —sonrió de lado con la malicia brillando en sus ojos.





—Creí que si la habían corrido —masculle observando de lejos a la mujer salir de su vehículo saludando a todo aquel estudiante que pasaba a su lado—. Uy si, definitivamente si es ella —confirme una vez que escuche en mi oído a la perfección su voz, era idéntica a la mujer del teléfono.

—Pero eso no prueba que sea el Anuk-Ité, o que sea uno de nosotros...

—Pero era ella —Dunbar interrumpió a su alfa haciendo referente al teléfono.

—Tenemos que acercarnos. Tratar de exponer su lado sobrenatural —dijo observando la silueta alejarse acompañada de un alumno más que hablaba cómodamente con ella.

—¿Como haremos eso? —rodé los ojos frustrada a su poca obviedad en ver las cosas.

—Por dios, Dunbar —me atreví a darle un golpe en la frente para que captara, me encontraba asomada entre los dos asientos delanteros del jeep turquesa—. ¿Por qué crees que Scott nos trajo?

—Exacto, ustedes van a hacerlo —asintió el de descendencia latina.

—¿Que hay de los cazadores y la brigada de estudiantes nazis? —cuestionó alarmado, no le gustaba la idea de poner un pie en la preparatoria a pleno día. A mi tampoco me agradaba la idea pero si con eso podemos encontrar a la otra mitad y evitar el caos, está bien.

—Yo estaré cerca —aseguró dándonos su palabra—. Solo acérquense, averigüen si es ella y salgan de ahí —enumeró los tres pasos que se escuchaban sencillos al oírlos, pero sería diferente el emplearlos—. Y por nada se vayan a separar.

¿Y si me estoy orinando?

—Odio biología —murmuro desganado al mismo tiempo que soltaba un profundo suspiro.

—¿Y? Yo odio vivir —le lance la mochila que estaba al lado de mis pies, en su interior venían algunos herramientas que nos ayudarían más tarde.

Uy.

¿Mickey Mouse donde?

—Anda muévete, ya quiero salir —ordene al beta una vez que alcanzamos a escuchar el timbre dar aviso que las clases iniciaban, los últimos alumnos fuera del recinto rápidamente corrieron a sus respectivas clases. Para que pudiera salir de la parte trasera del jeep, debía moverse—. Hubiera sido más sencillo si mis padres usaran protección, pero no, así que aquí me tienen sufriendo la fea etapa de adolescencia y estudiante, y por si fuera poco sobrenatural —masculle entre dientes pasándome al asiento delantero, y saliendo por fin al exterior del vehículo.

—¿No eras planeada? —fruncí el entrecejo ante la pregunta, mire al chico que se acomodaba la mochila en el hombro.

—Es un decir, idiota —dio un paso atrás en caso de que le plantara un golpe como normalmente—. Vamos, hay que ir por mis libros primero.

Acatando mi petición el alfa verdadero y beta me siguieron detrás, este último arrastrando perezosamente los pies. Nos escabullimos al interior del edificio sin ser vistos por alguna persona, no tardamos mucho en dar con mi casillero y dirigirnos al aula de biología, lugar donde apenas se llenaba de estudiantes, y lugar donde cierta profesora estaba distraída con el teléfono dando la espalda a la clase.

Nos metimos por la puerta trasera, dejando boquiabiertos a todo aquel compañero que nos veía tomar los lugares delanteros. Liam fue a sentarse junto a Gabe, mientras yo me senté detrás ese mismo cazador y a la izquierda de Sydney, si, de ella si me sabía el nombre solo porque me agradaba.

—Bienvenida, me gusta tu flequillo —me halagó la castaña mostrándome una sincera sonrisa, la cual no dude en corresponder. Ayer por la mañana tuve una crisis existencial, a lo que terminé con ciertos mechones de cabello cortados a la mano, pero me quedó bastante bien el corte que no tuve que acudir urgentemente a la rubio fresa suplicándole que me lo arreglara.

Lydia Martin tomaba el rol como mi madre cuando se trataba de crisis adolescente.

—Gracias, es bueno verte —le di una mirada a su libro para buscar la página correspondiente en el mío.

—...bien. Todos guarden sus teléfonos y hagan silencio. Nos espera un largo día —habló la mujer dejando de lado su dispositivo, y agarrando un gis blanco para remarcar en el pizarrón el tema que veríamos hoy—. Empezaremos con... —dio media vuelta quedándose completamente muda al ver al ojiazul sentado en primera fila—. ¿Liam? No pensé que te veríamos de nuevo.

—No puedo dejar que mi promedio baje solo porque me golpearon —de manera indirecta le lanzó una mirada al pelinegro a su izquierda.

—Si, bueno... —balbuceó bajando la mirada, supongo que recordando su gran "valentía" en evitar la pelea de hace una semana.

En silencio y sin hacer movimientos bruscos, me situé al lado del cazador, había notado como sacaba su teléfono del pantalón.

—Gabe, no creo que sea hora de hablar con tu novia Monroe —murmure sobre su hombro lo cual provocó que se sobresaltara notoriamente, su pulso incrementando de manera anormal. El teléfono se le resbaló de las manos y terminó cayendo a mis pies, revelando a mi vista la conversación abierta con su "líder".

—Mackenzie... —fui nombrada por la profesora, su rostro mostraba que se encontraba sorprendida de verme ahí también, pues el cuerpo de Gabe me tapaba de su vista.

—¿Tampoco pensó que me vería de nuevo? —repito sus palabras sarcásticamente—. Si, bueno, digo exactamente lo mismo —sin poder evitarlo la escanee de pies a cabeza incomodándola—. Vine de apoyo moral y como guardaespaldas por si es que a alguien aquí presente... —palmee el hombro del humano a mi lado, haciéndolo tragar saliva—. Se le ocurre pelear, yo estaré aquí para detenerlos porque no siempre se tiene el valor de hacerlo —sonreí inocentemente luego de soltar indirecta tras indirecta.

Me agache tomando el teléfono a mis pies y una vez que borre lo escrito en el mensaje, lo dejé apagado encima de la mesa donde estaría al alcance de la profesora. Misma que siguiendo sus propias reglas lo tomó guardándolo en uno de los cajones de su escritorio, tranquilamente me devolví a mi lugar.

—Bueno, empecemos —se devolvió hacia la pizarra—. Cuando dos personas se unen, hay una gran variedad de posibilidades —¿Justamente ese tema cuando lidiamos con algo parecido? Extendí una mano discretamente hacia Liam, quien me dio un par de tampones para los oídos, que rápidamente me puse. Sydney miró la acción extrañada pero no dijo nada—. ¿Como determinamos la probabilidad de que un niño tenga un rasgo particular? Hablamos del color de los ojos o el cabello. De si tienen un dedo de más, o su oído... —el que una mujer lobo detrás, abandonara de manera rápida el aula, medio a entender que el aparato de Argent estaba encendido.

Inspeccione detenidamente a la mujer, quería una reacción evidente como la de la chica pero sólo carraspeó garganta.

—¿A donde fue Rebecca? —inquirió al aire señalando el lugar vacío y como no recibió respuesta, siguió con su trabajo de escribir en la pizarra.

—¿Algo? —percibí la voz del alfa, que se encontraba escondido fuera del salón.

—No, no reaccionó —contestó el beta mediante un susurro, actuando como si tuviera un molestar en la nariz.

—Si es sobrenatural, ¿no creen que los estará escuchando? —cuestionó entre siseos, sin actuar de forma indiscreta como el chico de enfrente. Me retire los tampones con amargura, guardándolos en los bolsillos del suéter.

—¿Liam? ¿Kenzie? —escuchamos ser llamados por McCall.

—¿Qué? —respondimos a unísono, estaba algo confundida de escuchar su corazón alterarse.

¿Había un cazador afuera?

—Tres voluntarios, por favor —pidió la señora Finch, inmediatamente Gabe alzó la mano para alejarse de nosotros.

Cobarde.

—¿Gabe mando un mensaje?

—No, ¿por qué creen que hice que le quitaran el teléfono? —respondí la duda del alfa, un suspiro de alivio salió de él—. Dunbar, levanta tu trasero —obedeciendo mi orden, el susodicho se levantó ofreciéndose como voluntario, pero en realidad estaba preparando la siguiente prueba. Sonreí falsamente a la maestra que se acercaba a mi lugar para explicarle un problema a mi compañera de mesa.

Por obras de destino, el que Sydney hiciera tiempo con la mujer, Liam pudo completar la tarea encargada por el alfa, pero se tuvo que devolver a su lugar por no responder el problema correctamente.

Estuvimos atentos a su reacción cuando el aconito voló hacia su rostro, ¿se iba a transformar?

Un estornudo fue la única reacción que recibimos de su parte, lo cual fue muy decepcionante.

—Después de veinte años, creí que me había acostumbrado —comentó hacia su alumno a la derecha, ¿había alguna trampa en la oración?—. Es todo por hoy. Pueden marcharse —tanto como a mi, como a mis demás compañeros, nos extrañamos de su pronta terminación a la clase. Creo que había notado el aconito. Me levanté del banco, pasándole al beta mis pertenencias escolares para que las guardara en su mochila, ya no podría devolverlas al casillero por estar apretados de tiempo—. Ustedes no, Mackenzie y Liam. No se muevan.

Oh, oh.

—Entiendo. Se lo que intentan hacer —habló en el momento que estuvimos a solas, sin ningún humano en el salón. Solo con Scott cuidándonos desde la puerta. La mujer soltó el borrador, acercándose a paso lento hacia nosotros.

—¿En serio?

—Que conste, yo no he hecho nada —alce las manos como si eso fuera a mostrar mi inocencia—. Por lo que sea que nos vaya a regañar, fue Liam.

—Están molestos y quieren vengarse de mi.

—¿Molestos?

—¿Vengarnos?

—Porque no hice nada cuando Gabe y Nolan te golpearon, ni cuando Mackenzie se arriesgó a salir lastimada —contestó nuestras incógnitas, con la culpa desprendiendo de su cuerpo—. Soy su profesora y debí protegerlos.

—No —rápidamente negó el beta.

—¿Como qué no? Claro que si —renegué—. Se quedó como espectador ese día.

—Bueno si, pero no vinimos por eso —explicó tontamente el ojiazul. La señora Finch lo miró confusa—. Sabemos lo de su manada.

—¿Mi qué? —se hizo la desentendida.

—Sabemos lo que es.

—Liam, yo...

—Es una mujer lobo —soltó sin tacto alguno, terminé golpeando mi frente con la palma de mi mano—. Una persona que se convierte en lobo con la luna llena, como Mackenzie —me señaló y solo en ese momento quise asesinarlo. La profesora me miró detenidamente para seguido soltar una risa.

¿A caso se ríe de mi?

—Claro, si. Y solo puede matarnos una bala de plata.

Debía admitir que era buena mintiendo, nunca escuche su pulso alterarse.

—No, eso no es del todo cierto —al escucharlo responder, eche la cabeza hacia atrás bufando por lo bajo. Esto iba para largo.

Ahora es donde me preguntó si debí de haberme levantado de la cama hoy.

Hice oídos sordos a la pequeña discusión, perdiéndome entre mis pensamientos. Como por ejemplo, ¿alguna vez podré pintarme las uñas? Nah, las garras me echarían a perder la pintura.

Oh, McCall por fin apareció detrás de nosotros reproduciendo el buzón de voz.





Después de la conversación donde le informaron a la profesora de los cuerpos en el bosque, Liam hace poco más de una hora llamó a "Quinn", si, el Anuk-Ité tomó la apariencia de aquella chica conocimos en la estación porque una oficial le disparó en la cabeza. Durante todo este tiempo me mantuve serena, en silencio, sentía un nudo en mi garganta mientras escuchaba los suaves sollozos de Finch, había sido tardado calmarla por la noticia de que toda su familia estaba muerta.

Un suave silbido del viento me hizo alzar la cabeza de entre mis brazos posando la mirada en la puerta, la puerta principal de la preparatoria ha sido abierta.

Estaba aquí.

Junto al beta de ojos ámbar nos movimos cautelosamente al frente de la salida.

—¿Que planean hacer? —rápidamente el ojiazul siseo en su dirección, debíamos estar en silencio para detectar que tan cerca estaba "Quinn"—. No van a lastimarla, ¿o si? Es mi hija —de reojo mire a Scott ponerse alerta en medio de nosotros.

—Haremos lo que tengamos que hacer —no dije nada por las palabras de Liam, pero eso era una mala forma de tranquilizar a una madre.

—¿Eso que significa?

—Solo quédese atrás —pidió el alfa verdadero sin voltearla a ver—. ¿Listos?

—Listos —afirmamos a unísono, mi voz escuchándose parecido a un susurro.

Ni diez segundos pasaron, la profesora detrás nos tomó desprevenidos lanzándonos aconito a la cara —el mismo del borrador—. Mis piernas fallaron así que terminé deslizándome al suelo, tosiendo estrepitosamente en un intento de sacar de mi sistema el veneno en polvo que inhale.

No se cuanto tiempo estuve tosiendo pero mi garganta ardía, el aire aun no entraba como era debido a mis pulmones. Con ayuda del banco más cercano, me alce sobre mis pies forzosamente y apoye mi cuerpo contra la de mesa de laboratorio.

Ahora entiendo porque Derek nunca me dejó experimentar lo que se siente con el aconito.

Primera vez: horrible.

—Se... fue... —anunció entrecortadamente el alfa arrodillado en el suelo, su beta a su costado de igual manera estaba haciendo todo lo que podía para incorporarse. Al parecer la mayoría el polvo púrpura recayó en ellos y no tanto poco como a mi.

Hice mi mayor esfuerzo y camine hasta el exterior del aula dejando a los chicos atrás, apoyándome de los casilleros doble el pasillo encontrándome mitad de este a "Quinn" encima del cuerpo de quien resultaba ser su "madre" apunto de encajarle las garras. Armándome de valor, corrí hacia ellas practicando la defensa que más se me daba; las patadas en los rostros.

El envase del Anuk-Ité se desplazó casi hasta las puertas principales a causa de usar mi súper fuerza.

La imagen de la chica que conocí hace unos días, se levantó del suelo pasando una mano por su quijada, desde su lugar pareció evaluarme con la mirada púrpura brillante, algo escalofriante. Con una sonrisa malévola asomándose en sus labios, alzó la cabeza al techo abriendo la boca, parte donde pequeñas arañas negras no tardaron en salir.

¿Qué está pasando?

Que asco.

¿Por qué esos insectos parecían venir en mi dirección?

Llegue a la conclusión que tenía que correr cuando la mujer lastimada al lado de mis pies, me dio un par de palmadas en la pantorrilla. El Anuk-Ité me quería, más bien, quería apoderarse de mi cuerpo por la fuerza.

Apenas mínimo un conjunto de arañas se distanciaron del cuerpo de "Quinn", regresaron de donde salieron luego de que su portadora oficial soltara un aullido reflejando dolor, desde mi posición pude ver sangre manchando parte de su espalda, ¿recibió una herida mágicamente? La imitadora nos miró por última vez antes de marcharse por el pasillo a su izquierda.

Dando por hecho que estábamos fuera de peligro temporalmente, auxilie a la señora Finch recargándola en uno de los muros, desgarré parte de una de sus prendas para hacer presión en la herida de su cuello. Las presencias de los chicos no tardaron en llegar arrodillándose a mi lado.

—Oigan, yo me quedo. Busquen a Quinn —nos pido McCall alternando su mirada entre su beta y yo, por dicha orden, la profesora me agarro del brazo aferrándose a mi cuerpo para que no me separara.

—Hay que enfrentarla juntos.

—No puedo dejarla —noto la preocupación en mi mirada, la verdad no sabría que hacer si me dejan sola con una mujer malherida—. Anda, Liam.

—¿Y si encuentra a Aaron primero? ¿Como se supone que pelee con los dos? —tartamudeó demostrando que el miedo comenzaba a consumirlo.

—Liam, mira —toco su brazo para tener su absoluta atención—. Esta bien tener miedo, pero no dejes que te detenga, ¿si?

—Tú puedes —solté lo más parecido a palabras de aliento que tenía en mi vocabulario—. Ve —suspiro profundamente antes de levantarse e seguir el rastro del Anuk-Ité.

—Oiga, resista, señora Finch —le ánimo cuando la nombrada soltó quejidos, hice más presión en la herida con su mano débilmente encima de la mía—. Iremos por ayuda, solo tiene que resistir un poco, ¿si?

—Scott —le llame señalando el tatuaje de manada que era ocultado por la manga de la blusa. Si era parte de los "Primitivos", el círculo y la luna creciente arriba lo demostraba.

—Señora Finch, necesito que me mire, ¿si? —se movió de la izquierda hasta quedar directamente frente a ella para no ser necesario que moviera la cabeza —. Tiene que activar su curación. Tiene que cambiar.

—Es mi culpa. Yo la alejé de mi —murmuro entre jadeos, ignorando las palabras del alfa verdadero—. Yo la obligue a ir con ellos —la culpa por segunda vez en el día desprendió de su cuerpo, pero esta vez era exagerado el aroma. Era entendible si se trataba de su hija.

—Señora Finch, tiene que provocar su sanacion, por favor —pedí desesperadamente—. Tiene que hacerlo ahora, ¡cambie! —al alzar la voz ocasione que me mirara.

—Yo te obligue a ocultar quién eres —levantó lentamente su mano izquierda hacia mi cara, pasando un mechón de cabello detrás de mi oreja—. Quinn.

—Yo no soy Quinn, maestra —negué ladinamente cayendo en cuenta que la mujer estaba delirando gracias al dolor de la herida.

—Tiene que cambiar o va a morir, ¿entiende? —al igual que yo, el de descendencia latina estaba desesperado. No nos gustaba ver cómo parte de nuestra especie morían. Yo detestaba eso—. Va a morir.

—Quinn —musitó respirando forzosamente—. Quinn —nombró con anhelo a su hija.

—¿Señora Finch? Tiene que cambiar —trague saliva de forma nerviosa—. Quinn se ha ido, Quinn murió —le recordé con la mayor sutileza usando el tono más delicado.

—Quiero a mi... Quinn —bufé decepcionada de que nuestras palabras no sirvieran—. Los Hale están destinados a tener un alfa en su familia —declaró tomando una voz seria, arrugue el entrecejo expresando mi confusión por el repentino cambio, McCall aún lado mío estaba igual de perdido.

¿Qué?

¿A que se refería por nombrar a mi familia?

De manera repentina levantó su pie dándole directamente una patada con su tacón al pecho de Scott, alejándolo consideradamente de nosotras. Aprovechándose de mi pequeño shock de sorpresa, encajó sus garras alrededor de mi muñeca y por auto reflejo salieron las mías, tomando el mando de mi extremidad, clavo profundamente mis garras en su garganta malherida terminándola por desgarrar. La herida era aún más mortal.

—¡No! —me solté rápidamente de su agarre alejándome de golpe, observando estupefacta el líquido carmesí entre mis dedos.

—¡Señora Finch! —el chico se recompuso de la patada y se acercó rápidamente acudir a la mujer, tomó el pedazo de prenda que yo tenía antes he intento parar ahora la gran hemorragia de su cuello, pero no podía, la sangre no paraba de salir que inclusive manchó casi por completo la blusa de flores de la profesora.

—...q-quiero... ir... con... mi... h-hija... —aclaró dificultosamente la acción mientras escupía sangre, se estaba ahogando con ella. Su corazón que latía agitadamente fue moderando los latidos hasta ser cada vez más lentos.

No...

—Señora Finch, no puede hacer esto —gatee nuevamente hacia ella quitándome mi suéter para usarlo en ella, pero alzó débilmente rechazando mi ayuda—. ¡¿Que podemos hacer, Scott?! —sin tener la mayor intención pregunte entre tartamudeo—. ¡McCall! —subí la voz notando como este bajaba la cabeza negando ligeramente, el aroma de la decepción e tristeza se acumulaba a nuestro alrededor.

—Ya no hay nada que podamos hacer, Kenzie —musitó en voz baja, dándose por vencido—. Ella no quiere sanar.

Cierto.

Ella desea morir.

Solo para reencontrarse con su única hija.

Mordí mi labio con nerviosismo, observando el pecho de la mayor disminuir el movimiento, escuchamos como dio su última exhalación de aire y cerraba sus ojos.

Los latidos de su corazón ya no eran percibidos por nuestros oídos sobrenaturales.

La señora Finch, profesora de Biología avanzada y último miembro de la manada de los "Primitivos" había muerto.

Baje la cabeza en como muestra de respeto a su fallecimiento, a los segundos me removí incómoda al sentir una extraña energía adentrarse en mi cuerpo.

¿Que me estaba pasando?

—Scott —susurre su nombre sintiendo un cosquilleo en los ojos. Los cerré fuertemente frotándolos con mi mano izquierda para que la molestia cesara.

Creí que era por las ganas de llorar, pero este picor era diferente.

—¿Qué tienes?

—Me pican mucho.

—A ver —sentí como giro su cuerpo en mi dirección y como colocaba sus manos en mis hombros.

Los abrí lentamente, parpadeando máximo cinco veces antes de levantar mi mirada, el picor se había detenido y podría ver a la perfección como antes. Mire al alfa verdadero dándome cuenta que este tenía una expresión de asombro en el rostro.

—¿Qué? ¿Por qué me miras así?

—Tus ojos... —hizo una pausa dándole un toque dramático inconscientemente—. Mackenzie, tu... eres un alfa.

¿Eh?

Espera, ¡¿qué?!

—¡¿Como dices que dijiste?! —exclame alterándome, sin esperar una contestación de su parte me alce en mis pies volteándome hacia la ventana, misma que reflejaba mi persona gracias a la poca iluminación. Mis ojos sobrenaturales que normalmente eran azul eléctrico, ahora estaban cambiados a un intenso escalarla, que se llevaban todo mi centro de atención. Estaba atónita—. Entonces la señora Finch era...

—Un alfa, era la alfa de los Primitivos —me corto el chico detrás de mi, sin salir de su faceta sorprendida—. A esto se refería a que los Hale estaban destinados a tener un alfa en la familia, te cedió su poder voluntariamente.

La energía extraña de antes, en realidad era el poder gobernando mi cuerpo.

Yo Mackenzie Hale, descendiente de la gran familia Hale, ahora era un alfa.













__________

Se que Scott pudo haber ido
con Liam, pero después podrían
culpar a Mack por querer el poder,
como Peter y Derek en temporadas
pasadas, así que me ahorre todo
eso dejando a Scott como testigo
de que eso en realidad no paso.

Vi la oportunidad de hacer a
nuestra protagonista alfa
(lo que tanto queríamos)
y la tome. Démosle gracias
a la señora Finch.

¿Notamos que la mitad del Anuk-Ité
se interesó en Mack? Lo bueno que ya
se fusionó y ella ya no corre peligro.

En está historia amamos a Corey, ¿cierto?

Jeaark

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