Ya me acostumbré a la monotonía de mis días, siempre es lo mismo, despertar, comer e indagar.
A veces salgo al pueblo acompañada, muy pocas veces en realidad, aún el príncipe vive con el temor que, en un mínimo movimiento en falso de él, salga corriendo. Pasó un mes y ya varios días, después de mi boda y cómo lo prometió él, aún no hace nada indebido o que me incomode.
Despierto ya muy tarde, porque un príncipe odioso no me dejaba dormir, atacándome con preguntas. Nuestra relación ya mejoró, pero, aun así, no puedo confiar en él, la vida me enseñó que no puedo confiar en nadie, más que en mi misma.
El príncipe entra a la habitación, con una cara graciosa de enojo, y me dan ganas de reírme, pero sé que eso desataría el infierno.
Se va directamente al closet y de ahí sale solo con un pantalón, está perdido en sus pensamientos, hasta que siente mi mirada pesada.
«Deja de saborearlo con la vista» Susurra la vocecilla de mi cabeza.
Quito rápidamente la mirada, pero él ya se ha dado cuenta de que lo veía.
—¿Admirando la vista? —Pregunta, cambiando su semblante serio a uno burlón.
—Ya quisieras, en realidad me despertaste — Contesto, fingiendo demencia.
—Si tú lo dices...
Se vuelve a meter al closet y sale con una vestimenta nueva y pulcra. Todo en color negro, color que debo admitir le queda muy bien.
—Tenemos una charla pendiente —Suelta.
—Está bien, de igual forma, te convertiste en una de las partes más interesantes en el castillo —Digo afligida.
—Justo de eso quiero hablar, quiero que aprendas a hacer algo, también será pronto tu coronación, tienes que prepararte —Señala serio, se da una última mirada en el espejo y sale de la habitación.
Mi batalla de todos los días es levantarme de esta gloriosa cama, pero día con día lo logro. Desde que me mudé a esta habitación, nadie me despierta, ni me baña, tampoco me arregla. Cuando llegué aquí, recuerdo que me molestó el trato que recibí, pero sin darme cuenta me acostumbré a eso, y ahora me es muy difícil hacer todas mis actividades por mi cuenta propia.
Salgo, y empiezo un nuevo y aburrido día, hasta que llego a la biblioteca, antes pensaba que los libros nunca me aburrirían, pero ahora, que todos mis días los paso aquí, ya me cansé de todo.
Desperté en uno de esos días en los que no tengo ganas de vivir, y para desaburrirme, iré a molestar a Damen, que es de las cosas que mejor se me dan. Salgo en busca de él, y creo tener la certeza que lo encontraré en su despacho, seguramente acompañado del fiel Cédric.
Camino entre los pasillos, hasta llegar al despacho, y cuando estoy frente a la puerta me pregunto: «¿Por qué camine hasta aquí, si no tengo nada a que venir?».
«Bueno, ya estamos aquí, solo di alguna tontería y ya».
Toco la puerta, y como supuse, Cédric la abre.
—Hola, señorita Kaia, ¿Necesita algo? —Dice Cédric, solo asomado de la puerta.
Se que el príncipe, está detrás de está, pero en este castillo, les encanta hacer todo de manera sospechosa, no hay momento en el que no me sienta vigilada, en el que los susurros cesen, y todo lo hacen a escondidas.
Y aún, así, no he descubierto nada fuera de su lugar aquí.
—Necesito hablar con Damen —Ordeno, alzando la voz, para que lo escuche el príncipe.
Cédric, asiente y abre la puerta para dejarme pasar.
—Me retiro —Anuncia a los dos, y sale corriendo.
—Quiero un violín —Ordeno al príncipe que está detrás de su escritorio, en espera de lo que tenía que decirle.
—¿Solo viniste para eso? —Interroga con una ceja, más levantada que la otra.
—Bueno, sí se puede, quiero una sala con un piano y el violín, y que las ventanas tengan vista al jardín—Pido, sin darme cuenta de que estoy diciendo puras tonterías, con tal de no terminar esta conversación.
— ¡Vaya, qué mandona! Está bien, ¿Algo más?, estoy muy ocupado —Declara, viendo unas hojas sobre su escritorio.
—No, es todo, perdón por interrumpir —Sentencio y me vuelvo hacia la puerta para salir de aquí.
—Espera, ya que veo que no tienes más importante que hacer, podemos hablar sobre lo que te dije —Dice el príncipe, detrás de mí.
Y así detiene mi salida—Dime—Suelto, expectante de lo que tiene que decir.
—Pronto será mi coronación, no haré ninguna fiesta, porque no es nada importante para mí. La fiesta se juntará cuando sea la tuya, qué será días después de la mía—Sentencia, viéndome fijamente a los ojos —Como lo digo, requerimos de ayuda, ya que todo se hará muy rápido y necesitamos a la gente importante. Invité a mi mejor amiga a quedarse un tiempo en el castillo con la condición de que nos ayude con los preparativos, ahora no ocuparemos a los organizadores de la boda, aunque seguramente ofrecerán su ayuda.
—¿Cómo se llama tu amiga? —Pregunto, digiriendo toda la información.
—Stella, se llama Stella, vivió en este reino por mucho tiempo, pero nuestras vidas tomaron caminos diferentes y tuvo que irse, pero ya se enteró que estoy casado y quiere conocerte —Dice.
—Pues, aunque proteste, vendrá, así, que bueno, está bien, me da igual —Suelto.
—Era todo lo que tenía que decirte, cierra la puerta cuando salgas y si te encuentras a Cédric en el camino dile que lo necesito urgentemente en el despacho— Sin despedirme, abro la puerta y salgo casi corriendo del despacho.
«Sabias que es mala idea, ir a su despacho y, aun así, lo hiciste».
No me encuentro a Cédric de camino al jardín, y tampoco lo quise buscar, si tanto lo necesita el príncipe, que salga y que lo busque.
Al poco rato se escucha mucho ruido dentro del recibidor del castillo, y salgo disparada a ver porque es tan ruidoso.
Y me encuentro con una muchacha, aproximadamente de mi edad, abrazando a mucha gente de la servidumbre. Entre susurros, escucho que le dicen que se alegran de su llegada y que se le extraña en el castillo.
Yo me quedo parada, esperando a que todos la saluden, para que puedan presentarnos.
—¡Y tu debes ser Morita, Tenía muchas ganas de conocerte! —Grita y se abalanza sobre mí, dándome un cálido abrazo.
—El gusto es mío, Stella —Me suelta rápido del abrazo, cuando repentinamente soltó otro gritillo de emoción —¡Damen!
—¡Stella! —Le contesta Damen igual de emocionado y los dos se abrazan.
Cuando el príncipe se da cuenta del espectáculo que están dando, después de su abrazo duradero, la suelta abruptamente y cambia de postura cuando me ve. — Stella, pero si llegabas mañana, ¿Qué haces aquí? —Pregunta.
—Tuve un cambio de planes y eso me permitió, venirme antes, espero no te incomode.
—Está bien, debes tener hambre, pasa a la cocina y dile a Lily que te prepare algo, yo por el momento estoy muy ocupado —Suelta el príncipe, seriamente.
—Cédric, pide que alguien le ordene una habitación donde pueda dormir, ya sabes cómo le gustan a ella las cosas—Ordena, y se va subiendo las escaleras lentamente.
Yo, después de ese espectáculo y un pequeño retorcimiento de tripas, aprovecho para intentar conocer un poco más a Stella.
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