𝕮𝖗𝖚𝖘𝖍 εїз KTH⁴

Par blossxm_s

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❝Por mas que intente despertar, mis sentimientos no cambiaran. (No puedo controlar mi corazón) El solo sigue... Plus

Prologo: latidos
La niña que convencio a una bestia
El rostro de la verdad
Antidoto de ti
Domesticar
Una Nueva Rutina
Reminiscencia de una deidad y una montaña
Leyes de piedra y ceniza: mi primer viaje.
El otro lado de mi soledad
Su Suelo Es Mi Tumba
Los Tintes Del Trauma
Te Recuerdo Sonriendo En Tu Siesta
El Album Del Pasado
Viajar A Mi
El Fantasma De La Opera
Coronas y Espinas
Segundas Opiniones
Porque El Me Ama
Los Colores De Su Alma
Abuela, Madre e Hija
La Ultima Gran Dinastía
Bicho de Amor
Ojo por Ojo
El Camino a Busan
La Nueva Reina
Culpa Y Lastima
Promesa
Lady Kim Hanam
Llamado de emergencia
Realización
Tres de Copas
Bendicion o Maldicion
El Otro Lado
Imparable
Barrera
Mal Entendido
Listos o No
Un Lugar Hermoso
Superheroe
Revelación
Tigre Adiestrado
Mascaras
Efecto Sorpresa
Parecer
Latidos: manzana
Latidos: niño interior
Felices Juntos
Save Me

Estallido Emocional

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Par blossxm_s

— Iseul, ¿estas con nosotras?

La pregunta de Raeki me hizo salir de mi ensoñación, de vuelta al pequeño ring de boxeo que habíamos armado en el patio de la escuela. Asentí no muy segura antes de que Hanam me diera unas palmadas en el hombro, había terminado de atar mi cabello en una coleta alta.

Mi flequillo lo había cortado, caía sobre mis pestañas levemente con la brisa de la mañana.

— Yah, Iseul, ¿quieres pelear contra Nanhee unnie?

Mire a Dojin con un rastro de diversión.

— Va a acabar conmigo. Ella es policía.

— Pero es una policía de escritorio... es una batalla justa. — Gyeol que hacía de arbitro mientras hacía ondear su abanico de mano después de darle una paliza amistosa a Baerin. — adelante, debemos regresar antes del atardecer a casa.

Baerin aún tenía el arco en su espalda después de su batalla con Gyeol y aunque perdió no dejo flaquear su sonrisa que me dio. Al menos había logrado desarmarla.

Mire a Nanhee unnie frente a mi tomando el cuchillo con gracia. Había podido adquirir uno bastante amenazante como una daga.

Yo decidí sacar la mía para estar en igualdad de condiciones. Los árboles hicieron un ruido en el tejado viejo del edificio antes de que ella se acercara a dar el primer golpe, aunque era un enfrentamiento amistoso era una de las pocas oportunidades para demostrar lo que habíamos aprendido.

— Iseul, corrige tu postura. — Dojin me regaño a un lado.

— ¡Pero mi postura está bien!

Logre darle un golpe con el mango del arma a Nanhee y cayó al suelo con un ruido sordo. Pensé que debería ayudarle a levantarse, pero ella misma me tomo de las rodillas derribándome.

Encima de mí su cabello corto solo ocultaba sus mejillas rojas por el calor, su brazo intento ahorcarme en esa posición.

Ella había matado demonios desde los quince años y su agarre en mi cuerpo era bastante torpe, supongo, porque era consciente que yo era su amiga de carne y hueso. Tome provecho de la situación para alzar mi rodilla y sacarle el aire de su abdomen.

Dio la vuelta y yo estuve sobre mis dos pies. Mi cuchillo logro cortar un poco de su cabello y al final ladeo su cabeza para darme una patada hasta el otro lado de las gradas. Gyeol se levantó de su asiento para dictar la ganadora, pero yo me levanté quitando la hierba de mis ropas. El amuleto de Taehyung sonó como un cascabel cuando volví a arremeter contra Nanhee. Mi mano tomo la suya suavemente, doblándola en un ángulo doloroso y al dejar salir el aire de mis pulmones su daga salió volando hasta sus pies.

— Parece que Iseul nos ha mentido todo este tiempo, es una reina de artes marciales.

Baerin celebró mi victoria. Al final, ella, Hanam y yo estábamos en el grupo de las más débiles. Dojin, Raeki, Nanhee y Gyeol conformaban el otro grupo.

— Yo sabía que podía confiar en Iseul unnie para darnos una victoria... — Hanam aplaudió con euforia.

— Unnie, ¿estas bien? — me agache a donde Nanhee descansaba recobrando el aire. — creo que fui demasiado brusca.

— No digas estupideces, estuviste espectacular. Deberías enseñarme eso. Yo te hubiera arrancado la muñeca en el intento.

Yo reí y volví a peinar su cabello corto mientras se levantaba sobre sus dos pies.

Yo tome asiento en las gradas bajo la sombra de un árbol tomando agua. Ahora la batalla era entre Dojin y Hanam, era la segunda ronda, entonces empecé a reír por la forma en que la pelirroja la retaba. Hanam podía parecer inocente y bastante dulce, pero tenía una fuerza incalculable.

Era una huérfana que aprendió a sacarse los peligros de encima con temperamento. En el océano Raeki la había entrenado y era ella quien monitoreaba de cerca cada avance.

— Si Jungkook viera esto ya nos hubiera arrancado la cabeza y estuviera jugando ping pong con ellas. — Raeki murmuró al ver a su preciada reina ser arrastrada por el campo como una muñeca. — fue buena idea estar tan lejos.

— ¿Creen que pueda ocultar esto por mucho tiempo?

Baerin señalaba un hematoma en el lateral de su cuello. Gyeol la miró con una disculpa en sus ojos.

— Puedes decir que fue un chupón...

Dojin, aunque luchaba contra Hanam lograba incluirse en la conversación.

— Lo que dice Dojin puede servir. — Nanhee apoyó riéndose. — nadie sabe qué cosas puedas encontrar en estos bosques. Tal vez un hombre guapo y sexy, sin reinos o dilemas emocionales.

— Lo están empeorando.

Gyeol choco la palma de su mano en su frente.

Baerin era un autómata sanadora así que pronto iba a desaparecer, de camino a casa volvería a estar sana. Hanam dejo salir un grito con todas sus fuerzas cuando le dio un puñetazo a Dojin a un costado. Ambas eran un conjunto de brazos y piernas que se movían muy rápido.

Hanam estaba a punto de ganar hasta que Dojin le hizo rodar un pie y cayó de bruces. Entonces Dojin ganó la partida.

— Me hiciste sudar hoy, Han. Eso te suma unos puntos.

— ¿Sudar? Estas igual de hermosa que siempre... mírame a mí. — en el suelo Hanam se señaló, su trenza desaliñada y suciedad en su rostro enrojecido. — parece que me hubiera revolcado en la selva dos años enteros.

— Te ves adorable, Hanie. No te preocupes yo voy a volver a peinarte.

Nanhee volvió a señalar el espacio entre sus piernas.

Pronto nos ocupamos con otras cosas, entre esas, yo practicando un poco con la lanza. Gyeol nos había hecho hombres de madera esta vez y practicaba una y otra vez cortando sus extremidades o sus cabezas. Entendí después que no sería capaz de hacerle eso a alguien en la realidad, debía buscar una forma, un método donde mis golpes no lanzaran a matar.

Pero si se lo decía a las demás iba a crear incertidumbre, iban a sermonear y quien sabe si decidirían entonces que me quedara en la campaña. Esa era otra opción que había sugerido Namjoon.

"Si no puedes matar a alguien al menos eres una doctora, puedes ayudar a cualquiera que salga herido en medio del caos"

Pero no iba a defraudar el esfuerzo de los demás. Esa tarde de regreso a casa tomamos otro camino alterno, habíamos podido encontrar más edificaciones aledañas. Mi lanza colgaba de mi espalda de forma ligera mientras Baerin cantaba una canción del norte, sobre la guerra, los huérfanos y las despedidas.

— ¿Tienes hambre? — Hanam a mi lado me dio un leve golpe con su codo.

Yo vi que tenía un dumpling en su mano.

— Jungkook lo hizo por ti, no te preocupes.

— Esta bien. Se que tienes hambre.

Me dio la mitad y ambas comimos sintiendo la explosión de sabores en el paladar. Ella quería preguntarme de algo, pero no sabía cómo.

— Hanie, Taehyung está bien. Hoy fue a verme en la mañana muy preocupado por cómo se siente... pero al menos esta más tranquilo. — le asegure cuidando mis palabras, nos quedamos más atrás en el grupo mientras pisábamos con cuidado en el terreno irregular de esa colina. — si quieres hablar con él, puedes preguntarle directamente que hace o cómo se siente.

— No va a responderme tan fácilmente, los mayores lo intentaron.

— Pero tú eres su hermana... tal vez incluso descubras más que yo.

— ¿Hay... alguna cosa en particular que le guste? He intentado ser cercana, pero siento que todos los esfuerzos los hace el, quisiera regalarle algo.

Sonreí enternecida entrelazando su brazo con el mío. Pensé por un momento y recordé nuestro tiempo en Quelpart.

— Hay una papilla que siempre les hacia su madre, tiene calabaza y maíz dulce... Jungkook me dice que eres buena cocinándolo.

— Ah, ahora entiendo por qué al comerlo me sentía tan triste. Gracias por sugerirlo, unnie.

— Pero no le digas que yo te dije. Tampoco estén tristes por tanto tiempo.

— No lo estaremos, al menos no-

Un ruido al inicio de la caravana nos interrumpió. Era como de algo arrastrándose entre las rocas.

Dojin giro su cabeza solo un poco poniendo su dedo en sus labios. Adelante de nosotros Baerin preparó y arco mientras Nanhee a su lado jugo con el anillo en su pulgar. Yo lo olí, sé que ella también lo olió. Era el olor a carne podrida y resentimiento... era una presencia bastante oscura.

— ¿Zombis? — Raeki pregunto acercándose a un árbol cercano con cautela.

— Esos monstruos aun no llegan al campo... bueno, al menos no por ahora.

— Pero sé que nacen de los suelos donde antes hubo una masacre. Alguien desentierra las almas malignas y con sed de venganza... los manipula. — Gyeol explicó manteniendo el ondear de su abanico con tranquilidad.

— Iseul, el suelo donde estamos pisando... — Nanhee giró a verme con seriedad. — ¿Asesinaron a alguien aquí? ¿Sabes algo?

Miré en donde pisábamos y no recordé nada, tal vez mi madre dijo que en un tiempo habían enterrado un par de personas aquí. Pero fue por un accidente de avión... no personas con algún deseo de venganza.

Iba a abrir mi boca para explicar la situación cuando la rama de un árbol cayo a nuestro lado haciéndonos saltar.

De lejos el arrastrar de extremidades se hizo más presente, al comienzo pensé que solo eran veinte, pero al rodearnos supe que eran al menos cien personas con sus cráneos y huesos expuestos. La piel les colgaba, sus ojos eran cuencas vacías y de sus bocas salían quejidos. No eran zombis como las películas inventaban.

Eran demonios que habían poseído cuerpos. Al contrario de los zombis de Hollywood, estos corrieron a atacarnos con bastante velocidad, precisión y cautela.

— ¿Es en serio? Un par de cadáveres van a retarnos en nuestra primera batalla... no lo planee de esta forma, pero aprovechemos que están muertos. — Dojin hablo por primera vez derribando a uno con su arma que seguía luciendo moral.

— ¿No vamos a usar la pólvora de ayuda?

Hanam sabia tragarse el miedo que le daba ver a esos horribles cuerpos.

— No, es llamar mucho la atención. Tal vez podamos seguir como sugirió Dojin y si se sale de control llamaremos a los demás...

— Estoy de acuerdo.

Todas estuvimos de acuerdo con lo que dijo Raeki.

Nanhee en vez de tomar su daga se quitó el anillo del pulgar haciendo que su sangre brotara y tomara forma de una espada mediana. Ella sonrió sabiendo que iba a poder sobresalir. Al final del día ella era la más experimentada lidiando con demonios y cosas apestosas.

La batalla fue bastante espontanea, me sentía menos culpable al izar mi lanza y decapitar uno que otro cadáver.

— Lo siento, sé que están muertos, pero... espero tengan paz eterna.

Baerin me hizo sacar una carcajada mientras lanzaba las flechas desde la rama de un árbol.

Sentia que por mas que peleara el numero no cambiaba, entonces empece a sospechar de que esto era una trampa. Gire a ver a Gyeol quien peleaba y cuidaba mis espaldas. Su abanico ahora atravesaba huesos, hacia volar las piedras y uno que uno cuerpo se hacia polvo con el mover de su muñeca.

Estaba bastante inmersa en la pelea, sus ojos brillando como dos estrellas fugaces. Su cabello rubio recogido y unas cuantas hebras enmarcando su rostro serio.

— Unnie, creo que es una trampa.

— Lo sé. Déjame terminar con ellos otro rato... ¡Hanam! ¡Baja de ahí y corre hasta la casa!

— ¿No es más efectivo usar la pólvora? — Nanhee pregunto mientras la sangre manchaba la nieve bajo sus pies.

La cuchilla de sangre seguía acabando con todos, pero también debilitaba su propio cuerpo.

— Eso va a alertar el océano en Quelpart y será un problema más grave... Hanie, vamos a cuidar tus espaldas mientras corres a la casa.

— ¿Por qué yo? — pregunto bajando del árbol y pegándole a un cadáver con su arco. — yo también puedo pelear.

— Porque eres la menor y punto. Corre lo más que puedas hasta casa. No alertes mucho a los demás, no creo que tardemos tanto aquí.

Ella hizo una mueca de molestia, pero con una flecha preparada salió corriendo como una liebre. Un par de cadáveres corrieron tras ella, pero Raeki los rebanó por la mitad a unos metros.

Yo estaba distraída y un poco preocupada, empezaba a sentir la angustia en mi corazón del mal presentimiento.

— ¡Iseul! — no sabía que me había quedado de pie sin hacer nada hasta que Dojin me empujo con sus manos a un árbol.

Algo hizo crack en mi cabeza y vi que ahora los cadáveres se amontonaban desde arriba. Yo tome la lanza con más fuerza haciendo que el cascabel sonara cada vez más fuerte, uno de esos cuerpos me tomo de la cintura, pero pude deshacer el agarre con mi mano limpia en su quijada de hueso.

Me dije que seguir disimulando no iba a ayudarnos así que alcé la lanza en los aires y con un movimiento de la muñeca maté a veinte en un solo instante.

Gyeol se había alejado un poco del grupo, al parecer algo que vio empezó a agotar su paciencia.

— Unnie, tienes que tranquilizarte. — Nanhee sabia algo por la forma en que la tomo del brazo. — solo quedan pocos...

Esta solo la aparto de un empujón que dejó a Nanhee sobre los cuerpos ya inmóviles de los muertos.

Solo quedaban al menos dos docenas de cadáveres y Gyeol empezó a levitar, Dojin dejo salir una maldición con la imagen. Sabíamos que los alienígenas podían volar, pero a ninguno le gustaba alardear de lo que hacían, preferían tenerlo en secreto como estratega.

Empezó a batir el abanico con más fuerza haciendo que los árboles empezaran a estremecerse. Los animales que aun permanecían corrieron a todos lados, ella empezó a matar cada uno con una fuerza impresionante, tenía tanto poder y tanto resentimiento mismo que los cadáveres empezaron a huir de ella.

Su piel brillaba y Nanhee empezó a gritar su nombre escandalizada, fue Raeki la que estaba más cerca y la tomó de los brazos, pero ella se zafó tomando su cabeza y lanzándola al suelo.

Lo hizo con tanta fuerza que se creó un cráter.

— Raeki unnie... ¿estas bien? — casi dejo salir una maldición por la forma en que Raeki intentaba sentarse como un ave quebrada. — no te muevas, no te muevas, puedes haberte fracturado algo. Mierda, ¡Dojin! ¡Dojin no intentes lanzarle algo!

Dojin corrió a donde estaba, bajando al cráter donde Raeki aún no enfocaba sus ojos. Sangre brotaba de su cabeza y brazos.

— Es por el lazo en su talón... es por eso que ella se desconoce... — Nanhee murmuró mientras la rubia seguía matando uno a uno. — el Área 51 va a darse cuenta y va a activar el lazo.

— ¿Que va a suceder si lo activa?

No necesité que ella me respondiera, lo vi con mis propios ojos. La forma en que Gyeol que lucía como una diosa cayó como un ave cazada al suelo, formando otro cráter similar y empezó a gritar de dolor. Su cuerpo ahora no se retorcía de poder, era de dolor, con sus uñas empezó a arrancar la piel expuesta de su jersey, Nanhee corrió a su lado.

Mi corazón se detuvo por unos instantes y empezó a latir con rapidez.

— ¿Dónde está Baerin unnie? ¡Dojin! ¡¿Dónde está Baerin unnie?! — la pelirroja estaba pálida como una hoja.

Me levante del suelo y ladee mi cabeza, los gritos de Gyeol no se calmaban por más que Nanhee apartara sus uñas de su piel.

Es como si la quemaran viva y mi corazón sintió empatía.

Un aullido de un lobo rompió la tarde ahora gris y yo corrí tras esos ojos rojos, sé que Raeki me llamó un par de veces, pero no gire mi cabeza. No sabía si corría porque sabía que él era el responsable de todo esto o porque quería huir de esta pesadilla. Con la lanza anclada a mi mano como si fuera una extensión de mi mano, corrí por entre las ramas y las piedras resbalosas, cerca se escuchaba el agua caer.

El lobo me estaba llevando a un lugar más allá de la barrera, un terreno peligroso difícil de acceder, pero no me importo.

Cuando iba a apuntarlo con mi lanza se convirtió en un hombre de ropas negras, piel pálida, labios en una sonrisa de oreja a oreja y ojos color cobre. Era bastante guapo, a decir verdad, Junmyeon tenía una belleza que quitaba el aire por unos instantes. Bien sea por su aura de peligro o su cabello cayendo a un lado como si fuera casualidad masculina.

— ¿Que sucede, hermanita? ¿Te arrepentiste de matarme de nuevo? — su voz envió escalofríos.

La camisa se me pegaba al cuerpo por el sudor y mi abrigo estaba sucio de sangre con tierra.

— Te voy a preguntar solo una cosa. ¿Dónde está Baerin?

— Ah, no quiero hablar de los demás ahora... hablemos de los dos.

— ¡No existe ningún los dos! — grite entre dientes alzando más el ángulo de mi lanza y ahora la punta se enterraba en su cuello. — dime donde esta y vete a la mierda, te advertí que no me buscaras más.

— No me gusta cuando maldices, Isie.

— Entonces deja de hacerme esto...

— No te he hecho nada, al menos, no aún. Las cosas que planeo contigo no incluyen cadáveres y escenas desgarradoras de personas llorando...son más románticas. Como te gustan. — inclino la cabeza hacia delante haciendo que la punta de mi lanza se enterrara más en su cuello.

Yo la aparte con miedo y dejándola como una daga en mi cintura.

— Junmyeon, lo que estás haciendo no va a hacer que me vaya contigo. Estas haciendo que seas el único lugar de este mundo del que salga corriendo asustada y con un profundo odio hacia ti.

— Bueno, eso suena más interesante. Entonces dime una cosa hermanita... ¿por qué me seguiste hasta aquí? ¿por qué no has salido corriendo?  — se acercó más haciéndome retroceder hasta que mi espalda chocó contra el tronco de un árbol. — sabes que tu amiga no está aquí conmigo, ¿entonces por qué me seguiste?

— Dime lo que quieres.

— Ah, me estas aburriendo. Creí que eras más lista.

— Me aburres tú con tu juego de palabras, dime lo que quieres para que acabes con todo esto y los dejes en paz.

Quería preguntarle de mi tío, si él fue quien creó la enfermedad, de qué lugar sacó esos cadáveres y si ahora él tenía control de los laboratorios. Quería saber todo eso, pero no iba a responderme porque seguía encaprichado conmigo.

Debía tomar eso a mí favor. Tal vez si le cumplía algún deseo podía descubrir más.

— Sabes que te quiero a ti. A mi lado liderando la comunidad del diamante. Antes me dijiste que me amarías naturalmente porque soy tu hermano... pero parece que te has olvidado del bando donde debes pelear. Esto no hubiera sucedido en un comienzo si te hubieras ido conmigo esa tarde. — se encogió de hombros.

— Estás demente, Junmyeon. No sabes con quien te estas involucrando. — mi voz alcanzó la serenidad y no me asuste por más que alzo mis muñecas para mantenerlas quietas en el tronco. — mi bando siempre es del lado de la justicia, del bien, de la luz... tu solo representas oscuridad. Incluso si eres mi hermano no es algo que pueda tolerar.

— No quiero que me toleres, hermanita. Esta vez incluso no me interesa cuanto tiempo te tome amarme, necesitarme, desearme. Ese es el final escrito en tu destino.

Su mano libre lanzo mi cadera en la madera y las hojas del árbol cayeron sobre nosotros por el impacto. Su rostro estaba tan cerca del mío que olía su aliento, era tan extraño...

— Mírate, hermanita, tan sumisa y pequeña. Es como si pudiera comerte en este momento y nadie lo sabría.

— Púdrete.

— No me gusta cuando eres grosera, Isie. ¿Dónde están las palabras tan gentiles que siempre salen de esa boca tan linda?

— Junmyeon... dime... dime que tengo que hacer para que termines todo esto. Si quieres destruir el mundo solo vas a ganar el odio de todos, van a destruirte, no eres inmortal.

— Lo sé, sé que no soy como tú. Es una lástima que tampoco sea mortal como todos tus amigos. — sus labios empezaron a rozar mi oreja y casi suelto un grito cuando su lengua nada humana empezó a humedecer mi oreja. — vete conmigo, vayamos juntos a Quelpart y construyamos nuestro imperio desde ahí. Como siempre debió ser. Este país ya está hecho mierda de igual forma, tus amigos van a morir algún día, Taehyung te va a abandonar un día... tú lo sabes hermanita. Tú lo has visto.

— Se que si me voy contigo solo vas a destruirlos más fácilmente.

Mi voz temblaba con cada palabra y el rio, su nariz ahora se paseaba por mi frente hasta mis mejillas.

— ¿No confías en mí?

— Parece que tu no confías en mi tampoco... esto es bastante apresurado y poco inteligente de tu parte, atacarnos tan cerca de casa, con tantas pistas, con tanta información que ya tenemos. — ladeé mi cabeza a un lado cuando sentí que iba a besarme. — ¿crees que no sé qué sucede en mi propia casa? ¿En mi bosque?

— No me amenaces, Isie, yo nunca te haría daño. No tienes que tener miedo de mí.

— Quelpart nunca abrira sus fronteras a ti. Tu reino y la comunidad del diamante van a perecer, ese el único destino que conozco.

— ¿Acaso vas a volver a cambiarlo? El destino ya está harto de que lo cambies a tu gusto, hermanita, no podré defenderte de las consecuencias un día.

— Lo voy a cambiar cuantas veces quiera para destruirte. Si mi destino es a tu lado entonces voy a desaparecer de este planeta antes de que siquiera pienses en la cima...— mis palabras calaron en él, solo un poco en sus ojos cobres que volvieron al negro.

Mis manos ya no las sentía por la posición y su mano que se había metido debajo de mi jersey empezaba a picar en la piel desnuda de mi abdomen.

Yo no iba a mostrarme débil, al menos no por ahora.

— Bueno ya que me descubriste, solo puedes decidirte entre estas dos barreras.

— ¿Qué?

— ¿Sabes coreano? Déjame explicártelo con dibujitos... — alzo más mi jersey y aunque me movía de lado a lado su dedo índice rozó la tela de mi sostén. — esta es la barrera donde vives con las ratas, bastante grande, pero me temo que no muy fuerte. He encontrado huecos y los he aprovechado muy bien.

— Quita tus sucias manos de encima.

— Tengo las manos limpias, me las lavé en el riachuelo donde empieza la segunda barrera. Admito que tienes talento y ese par de niños saben muy bien que no deben salir... pero no por siempre se van a quedar adentro. Al menos cuando era niño aprendí que cuando entierras una ramita en el panal de hormigas todas salen corriendo.

— No me vas a hacer decidir entre ninguno de los dos. Ambos estarán muy bien.

— ¿Es un reto? Porque haría todo por ti, su alteza.

Su voz me dejó estupefacta. ¿cómo sabía eso? ¿Por qué imitaba la voz de Taehyung? ¿Que tanto nos había escuchado? El vio el desconcierto en mis ojos y sonrió con más ganas.

— Ah, mi querida y hermosa Yan Iseul aún es muy joven para decidir sus prioridades... no me molesta que juegues a ser la heroína con tu grupito de ratas, en realidad, eres muy útil.

— Nu-nunca voy a servirte de espía.

— ¿Pero si ya lo eres? A veces te crees mejor que tu tío y nuestro padre, lo admito, eres preciosa, inteligente, poderosa, inalcanzable... — algo en la forma que me llenaba de cumplidos me creaba arcadas. — pero en nuestras venas corre una sangre que no puedes borrar. Aunque reencarnes en otro cuerpo, en otras mil vidas más, siempre vas a sufrir al lado de los débiles. En esta vida te propongo ser muy feliz a mi lado, el mundo a tus pies, los dioses tragando el polvo que te hicieron tragar antes...

— ¿Que te hace creer que es lo que quiero?

— Es la única opción que tiene ahora, su alteza.

Solté un quejido entre mis labios congelados por la forma en que enterró sus dientes en mi ante brazo y yo aproveché que mis manos estaban libres para darle una bofetada.

Tome mi daga y la lancé al su pecho, pero antes de que pudiera enterrarse en su piel se esfumó en una nube negra.

El lobo salió corriendo, su tamaño no era natural, su pelaje era negro como el carbón y giro su cabeza solo un poco para verme de arriba a abajo. Sentí tanto asco que no pude evitar el vómito que subió por mi esófago. Estuve ahí hasta que nada quedó en mi estómago y solo la sangre dejo mis labios.

Organice mis ropas viendo a todos lados, no tenía idea de donde estaba, pero debía encontrar a Baerin antes de que oscureciera.

Algo me dijo que siguiera el ruido del agua, corrí hasta ahí, en la orilla había una pequeña represa de no más de cinco metros de profundidad. Un par de mariposas volaban hacia mi como si estuvieran gritando. Yo tomé una por las alas dejándola en mi mano y entendí entonces que habían lanzado a Baerin al agua.

— Ese imbécil... — había perdido la cuenta de cuantas veces había maldecido.

Me quite el abrigo y las botas, escuche a los lejos el correr de unas cuatro patas, pero no sentí miedo. Algo dentro de mí se sintió a salvo, en calma, incluso cuando las patas de aquel animal quebraban las hojas y las piedras por las que pisaba. Debía ser uno grande y fuerte.

Una mariposa posada en mi nariz me recordó donde estaba. Contra todo pronóstico me lancé al agua helada, cada exhalación se sentía como una cuchilla de hielo en mi tórax y nadé hasta lo más profundo.

Los cabellos castaños de Baerin se movían con la corriente, sus manos estaban atadas en su espalda y tenía algo atado en su pie. Tal vez una piedra. Maldije en mi mente hasta que mis pensamientos fueron un tumulto, saqué la daga de mi cintura y la liberé, ella estaba consciente, sus ojos viéndome asustada.

Quería decirle que estaba bien, que iba a salir de esto, pero si abría la boca me iba a ahogar antes de sacarnos.

Liberé sus manos que ni siquiera respondieron a su situación. Aunque yo era más pequeña que ella la tome de la cintura nadando con mi mano libre. Nade hasta que agote todo el aire de mis pulmones, quemaba mi nariz y mi garganta, pero no me importó tragar agua.

Cuando mi mano sintió el aire de afuera respire aliviada. La impulsé sobre mis brazos dejándola en la orilla y yo salí caminando con dificultad.

Tosi una vez, dos veces, fueron en total cinco veces, pero Baerin no hacía nada.

— Unnie... — no reconocí mi voz quebrada cuando hablé. — unnie, ¿estas bien? Di algo.

Ella estaba recostada en la orilla, sus ojos cafés en el cielo que empezaba a teñirse de rosa.

— Unnie, ya está afuera, debe sacar el agua de sus pulmones.

— ¿De qué...? ¿De qué sirve? Ya todo mi sistema tiene agua.

— No...

Ella tenía razón. Había una razón por la que los autómatas no podían sumergirse en el mar, sus sistemas no soportaban el agua por tanto tiempo. Podían bañarse y tener un baño corto en una bañera, ¿pero sumergirse por quince minutos en agua? Era casi un suicidio.

No era instantáneo, era gradual, pieza por pieza iba a fallar. Órgano por órgano iba a fallar.

— Unnie, no va a morir, yo me encargaré de arreglarlo... por favor, por favor unnie no diga eso.

— Ya no hay nada que arreglar, Isie. — la flor de loto en su frente seguía intacta y aunque se sentó lentamente el agua seguía cayendo de su cuerpo como si dictara su suerte. — tengo que ver a Yoongi, tengo que verlo ahora. Tengo que decirle que-

— ¡Iseul!

Una voz que era más un rugido la interrumpió, fue Taehyung quien se lanzó sobre mi alzando mi cabeza y acunando mi rostro en sus manos cálidas.

Estaban tan calientes en mi frio rostro que hice una mueca.

— Taehyung...

— ¿Estas bien? ¿En serio estas bien? No debiste correr así... separarte de las demás. — su rostro estaba rojo de la colera y sus palabras se estrellaban, gritaba casi en mi tímpano. — ¡No tienen idea de cuán lejos están de la barrera! ¿Sabes lo difícil que es llegar aquí? Todo es un pantano asqueroso.

— ¡Taehyung! Cálmate un momento, estoy bien, Baerin unnie... es Baerin unnie.

Empecé a llorar entre sus manos y el alzo su vista a la castaña que se sentó en la tierra, aun temblando con cada gota que caía de su cabello.

— ¿Que... sucedió? Noona, ¿estas bien?

— Solo llama a Yoongi. ¡llámalo ahora! — casi empuje a Taehyung a un lado mientras tomaba la mano fría de la mayor.

Ella no decía nada, no miraba nada, ella tenía miedo y no le importaba exteriorizarlo.

— Nos separamos para buscar mejor, deja que lo llame. Va a llegar en un momento.

— ¡Tiene que ser ahora!

— Isie, no grites. Está bien. — Baerin murmuró estrujando mi mano.

Era mi culpa. Maldición, era mi culpa. Esta era la intención de Junmyeon en retenerme contra ese árbol... hacerme perder el tiempo. Hacerme olvidar de todo lo demás.

Tenía tanta rabia contenida que me levanté sobre mis dos pies y le di un gran puñetazo al árbol a un lado. Sus frutos cayeron al suelo.

Las mariposas volaban más rápido alrededor de mí, pero yo las alejé con mi mano extendida. Mis sollozos rompieron el tenebroso silencio de ese pantano, creía que moriría y mi cabeza chocó con la rama de un árbol.  Taehyung estuvo en un instante a mi lado, alejándome del dolor entre sus brazos.

Me derribo al suelo y empezó a tranquilizarme con sus labios en mi cabeza. Donde antes me había golpeado intencionalmente.

— Iseul, mi Iseul por favor no llores más... deja de hacerte tanto daño. Por favor escúchame. Por favor mírame. Baerin noona va a estar bien. Vamos a estar bien. — sus manos acariciaron mi espalda y recordé las manos de Junmyeon, así que me alejé inquieta. — ¿qué sucede? ¿te duele algo? Dime la verdad si estás herida en algún lugar, Isie, se honesta.

— Estoy bien. ¡Como siempre sucede soy yo la única que está bien!

Mis gritos se vieron interrumpidos por un dragón que bajo del cielo con la velocidad de un ciclón. Incluso hizo que el agua tranquila del estanque se saliera de sus orillas.

Las alas negras se extendieron y sus ojos amarillos vieron a todos lados buscando a Baerin. Cuando al fin la encontró volvió a la figura aún más pálida de Yoongi, sus ropas estaban sucias y había un rastro de sangre en su mejilla izquierda. Se arrodilló frente a Baerin tomando su cabeza entre sus manos huesudas. Se lo que se le pasaba por la mente... sé que el ya entendía.

— Yoongi...

— Vas a estar bien. Tranquila, vas a estar bien. — empezó a asentir y la tomó de la cintura en un abrazo sobre su regazo. — no ha sucedido nada grave... vas a estar bien.

La negación es la peor parte de todo el proceso.

— Hyung, regresemos a casa.

— Baerin tiene que ir al laboratorio, yo sé dónde queda. Podemos secar su cuerpo o congelarlo hasta que yo sepa cómo hacerlo, pero no puede ir a casa sin hacer nada. — Taehyung no me dejaba salir del encierro de sus brazos.

— Pero yo solo quiero ir a casa... ¿No puedo? — la voz quebrada de Baerin rompió mi corazón y hundió su cabeza en el pecho del mayor. — Yoongi, llévame a casa, por favor. Solo llévame a casa. Quiero verlos a todos... quiero estar con todos.

— ¡Unnie!

— Rin, hagamos lo que Iseul dijo... debemos tratarte.

— ¡No! Tú me prometiste... me prometiste que nunca iba a volver a pisar un laboratorio. No quiero ir ahí. Ahí todo duele y todo es solitario, quiero estar contigo donde todo es hermoso, todo es delicioso, todo es tranquilo, quiero estar contigo siempre, quiero sentir que amo... no me hagas esto, Yoongi. Si me amas no me hagas esto.

Baerin quien siempre sonreía y tenía palabras tan cálidas, otras tan graciosas, ahora era una bola de llantos en el pecho de Yoongi.

El dejo de observarla para verme a mí, había un suplica en sus pupilas anfibias que lloraban.

Me sentía de nuevo en esa habitación, sentía que me reclamaba como los cuerpos inertes y sus familiares "¿En serio no puedes hacer nada por ella? ¿No se supone que eres la gran Yan Iseul?" Yo negué solo una vez volviendo agachar la cabeza. Yoongi se transformó de nuevo al dragón de cuatro metros, derrotado, sus alas temblando en el llanto y su cola quieta como una figura de colección.

"Vamos a casa" eso era lo que Yoongi había decidido. Para alguien que siempre le llevaba la contraria a Baerin, parecía demasiado sumiso.

— Vayamos a casa también. — Taehyung dijo manteniendo la calma.

— No.

— Su alteza... por favor. Estas agotada y herida, no puedes seguir peleando así. Apóyate en mí. Por favor, apóyate en mí.

— No voy a ver morir a Baerin. — negué incontables veces mientras mi cabello húmedo se me pegaba en el cuello. — no va a suceder otra vez.

Taehyung me noqueó esa tarde, no supe cómo me regreso a casa en tan poco tiempo. Solo sé que cuando abrí mis ojos estaba en mi habitación, una vela de aceite a un lado y Hanam sentada a mi lado. La ventana mostraba un cielo oscuro, parecía ser de madrugada.

Me apoye en mis manos y mi cadera empezó a doler.

— Unnie, no intente levantarse. — sus palabras eran cuidadosas y su rostro denotaba que no había podido relajarse todo el rato. — mi hermano amenazó con amarrarla si sale corriendo.

— ¿Dónde está?

— Abajo hablando con los demás.

— Llévame ahí.

Hanam paso sus manos por su rostro cansado, había lagrimas secas en su rostro aún sin lavar.

Mis ropas estaban secas y mi cabello también así que supuse Taehyung me dio un baño con agua caliente antes de ponerme a dormir. Tenía tanto que reclamarle, ¿cuándo aprendió ser tan extremista? El rapto es un delito.

— Unnie, no me haga arrepentirme de nuevo, por dejarlas. Baerin unnie es mi compañera... yo debía cuidar su espalda.

— Hanam no es tu culpa.

— Entonces, ¿de quién es? ¿quién nos hizo esto? ¿por qué hacen sufrir tanto a Gyeol unnie al punto de que enterró una flecha en su pecho? — sus lágrimas caían, como si no hubiera podido hablarlo con nadie. — incluso Raeki unnie no ha despertado todo el rato... esta casa... se ha convertido en un infierno y yo soy muy diminuta. Soy muy inútil.

No podía discutirle, me sentía igual.

Le invite a sentarse a mi lado y deje que llorara en mi hombro mientras le consolaba con palmadas en su espalda.

— Hanie, no le va a suceder nada a Baerin unnie...

— ¿Vas a salvarla? Yoongi y ella se encerraron en su habitación. No han salido.

— Yoongi es inteligente... sé que va a saber que hacer. No va a dejar que ella se despida así y no ahora.

— Jungkook y Jimin salieron a dar una ronda a la barrera, van a estar ahí toda la noche. Es mejor si come algo.

Me mostró en la mesa de noche una cena improvisada, pan, chocolate aún caliente y una sopa de verduras. No tenía hambre, pero comí con pena de despreciar la comida en un momento tan difícil.

Me levante al baño y detalle que me veía de la mierda. Aunque estaba limpia, tenía un feo moretón en la frente y la barbilla, no supe cómo me hice esos. Mi antebrazo estaba vendado y maldije en mi mente por centésima vez, ¿Taehyung lo habrá visto? ¿O fue Hanam? Creí escuchar la voz de Hoseok entrar a la habitación y hablar en susurros con Hanam.

Después de limpiarme los dientes y secarme las lágrimas salí a su encuentro.

— Yan, ¿puedes ver a Raeki un momento? — Hoseok había esperado impaciente todo el rato para preguntarme lo mismo.

— No te preocupes. Lo haré.

— No le digas a Taehyung...

Salí a su lado, siguiendo sus pasos. Su rostro era sombrío y cuando Hoseok no sonreía era aterrador. Sus ropas eran simples, deportivas y seguían sucias de barro.

Su habitación quedaba a un lado de la de Baerin y me obligue a mantenerme serena.

— ¿Por qué no puedo decirle?

— Nos pidió a todos que no la abrumáramos con los problemas. Nos gritó que eras otra paciente más y que iba a irse a puños con quien te exigiera algo, Yoongi estaba ahí, si no tuviera a Baerin en sus brazos seguro lo mataba. — su voz seguía baja y nada como su constante ruido al hablar.

Yo di un suspiro largo añadiendo otra cosa en la lista que reclamarle.

Raeki estaba en su cama, durmiendo serena, la sangre de su cabeza había sido limpiada y tenía ropas limpias bajo las sábanas. Sus brazos estaban vendados, un poco torpe, pero supuse que Hoseok nunca en su vida lo había hecho.

— Trae mis cosas de la habitación. Se cuidadoso.

— Gracias, mi lady.

Yo empecé a revisar sus signos vitales, todo estaba normal. Tenía un hematoma leve en su sien y la muñeca derecha fracturada. Descubrí las vendas y supe que en realidad Gyeol le había quemado.

Supuse que su cuerpo estaba constituido de fuego en ese mismo instante.

— ¿Como esta? ¿Va a estar bien? ¿Necesita un hospital? — Hoseok no sabía permanecer callado mucho tiempo.

— Estas quemaduras van a sanar solo si permanece en el agua, tal vez cuando despierte puedas acompañarla al lago. No deben quedar cicatrices. — rebusque en mis cosas por medicina y prepare su brazo. — te voy a dar una receta y tendrás que ir a la ciudad a buscarla, es un lugar donde las venden en contrabando. No es mucho pero necesario.

— Lo haré, lo haré hoy mismo.

Sonreí un poco viendo su boca en un triángulo.

— Debes avisarle a Mingyu también. No creo que ella despierte hasta que salga el sol, voy a revisar como sigue su inflamación en la cabeza cada seis horas. Prepararé el CT para más tarde.

— ¿Por qué debería saberlo ese imbécil? No la llama en días.

Chasque la lengua no queriendo involucrarme en dilemas emocionales en este momento.

— Haz lo que creas más conveniente para Raeki unnie ahora. — vi que se sentó incomodo en el sofá y volví a suspirar cansada. — sé que vas a querer culpar a Gyeol unnie, sé que tal vez le des un puñetazo o dos a Namjoon cuando regrese, pero piensa antes de actuar. No necesitamos otro problema más.

— Es su culpa... es esa loca la que lastimo a Raeki. Si es de esa forma, ¿cómo puede estar en la calle?

— Hoseok, esa loca defendió a Seokjin cuando nadie lo hizo, su mejor amiga mató a una docena de personas sin decirle, fue cuestionada y excluida en todo el universo al punto que tuvo que crear un disfraz, mató a alguien para defenderse del escrutinio y ahora tiene que vivir con una cadena en su talón recordándole todos los días el trauma de ser una asesina. — mis palabras no iban a hacer el efecto ahora, pero cuando pasara su enojo el entendería. — hay cosas de los demás que no sabes y no entiendes, así como hay cosas de ti que no quieres hablar. Gyeol unnie nos defendía y sé que ella misma va a culparse de lo que hizo, no necesita que tu o alguien más le recuerde. Ten un poco de consideración.

— Se que tal vez no era consciente, pero... ¿por qué lastimo a Raeki? ¿Por qué a ella? Ni siquiera deberíamos estar en la superficie. No poder cerrar un ojo en todas las noches pensando en que ella pueda reaccionar así de nuevo.

— Entonces no vuelvas a dormir o vete de mi casa. El océano es inmenso y no está lleno de locas.

Hoseok me vio sorprendido, sus pupilas negras casi se salieron de su rostro. Yo permanecí serena y solo me levanté para cerrar de un portazo.

Eso sin duda llamo la atención de la solitaria casa, escuche a Taehyung subir las escaleras de dos en dos. Yo camine hasta quedar frente la puerta de Gyeol. Estaba a punto de darle vuelta al pomo cuando Taehyung me tomo de la muñeca.

Me recordé que no era Junmyeon, pero por alguna razón me sentía asquerosa. Una sensación de suciedad que no se iría pronto y me llenaba de ira.

— Adentro esta Nanhee noona, no te involucres.

— ¿Quién eres para decirme en que me debo involucrar y en que no?

El agachó la cabeza llena de vergüenza. Su voz estaba cargada de nervios.

— No soy nadie... su alteza, no soy nadie y no debería decirle que hacer. Siempre sabes que elegir, pero por una vez deja que ellos solucionen sus cosas. Ve a descansar otro rato.

— Taehyung, te voy a decir esto una vez así que escucha con atención ... no vuelvas a amenazar a los demás con eso de que no me pidan cosas o que lo vas a vengar. ¿Qué derecho tienes tu? ¿Qué tipo de cosas no puedo hacer? ¿Tienes idea de cuan enojada estoy en este momento? Quiero abofetearte. — su agarre en mi muñeca se aflojó un poco y sus ojos brillaron en lágrimas. — no me mal entiendas... renuncie a mi vida en el hospital, renuncie a mi vida en Seúl, renuncie a salvar a mi padre y a vivir con mi madre... pero no me pidas que renuncie en ayudarlos. Se que los odias, sé que deseas que nunca los hubiera conocido, pero no me hagas decidir entre tu y ellos ahora. No te gustará saber la respuesta.

— Escuche lo que paso ahí afuera...

— Tienes buen oído, unnie. — dije seca inclinándome sobre el rostro de Gyeol.

Ella chasqueo la lengua asomando su cabeza en la ventana.

Gyeol ahora estaba dormida, bueno, se desvaneció del dolor y fue inducida a un semi coma mientras Namjoon iba al Área 51 a incendiar el lugar o pedir diplomáticamente que desactivaran el lazo. Seokjin fue con él, como consejero y mediador para que lo primero no pasara.

Supongo por eso Nanhee también estaba preocupada, él no había regresado a ese infierno desde que huyó.

— Todo esto es una mala broma, de esas que siempre dices que sucede en la película cuando el director se queda sin ideas. — se cruzó de brazos y cerro sus ojos, las líneas de su expresión no se relajaban. — empiezo a entender la razón de ese lazo y sé que Namjoon tenía razón, ese día del juicio, que le dijo a Seokjin que el gobierno se había colocado una bomba nuclear en el patio de su casa.

— El lazo no debería ser así. Recuerdo el que tenía Seokjin... no era así.

— Es porque Eunji y Daewon mataron al menos veinte personas. Veinte vidas humanas. La primera está muerta y el ultimo es un demente masoquista.

— Entonces tenían que vengarse con Gyeol... aunque ella solo haya matado a un humano y fue por defensa propia. Son unos viles asquerosos.

— Sin duda, Gyeol es muy fuerte y supongo que la pelea le trajo no muy gratos recuerdos... ella sabe que no debe exceder su capacidad o activa el lazo.

— No hay forma de controlar eso una vez que sucede. Ella no sabría que dolería tanto... — dije con pena sentándome a su lado.

Su mano temblaba levemente en sueños. No teníamos idea de saber si al dormir también sentía dolor, pero al menos no intentaba matarse.

La herida en el pecho al menos sanó más rápido con ayuda de Nanhee.

— Vamos a superar todo, Iseul. No lo digo porque sea tu amiga o porque no quiera verte sufrir. Te lo digo como una bruja que lee el tarot. — Nanhee se acercó, solo había cambiado su ropa, pero sus mejillas seguían luciendo amarillas por la anemia. — veo un sol radiante en nuestras cartas. No nos desesperemos ahora, tira las dagas y los cuchillos porque ya amanece.

Vi que en efecto el sol empezaba a salir en el horizonte. Yo me apoye en mis rodillas para ocultar mi rostro. Nanhee solo se sentó en el brazo del sillón a peinar mi cabello.

— Las cosas no terminaron siendo como creía, he lastimado a los buenos y he confiado en los malos.

— Por eso creo que Taehyung tiene algo de razón...

Alcé mi cabeza de mis manos y ella siguió sin importar mi actitud.

— Unnie, no hablemos de eso ahora.

— No soy como Taehyung, no soy benevolente y no te adoro como un niño travieso. Se muy bien que lo que le dijiste solo intentaba hacerle despertar... pero le hiciste daño. Te hiciste daño.

— ¿Y qué importa? ¿Como voy a aprender si me va a perdonar como si no pasara nada? Lo que le dije fue verdad. Desde el fondo de mi corazón.

— El también está herido Isie... se preocupa por ti. Llora y sufre contigo. Es muy válido que nos odie.

— Pero no es su culpa, siempre ha mantenido ese resentimiento con ustedes... no lo entiendo. Quisiera ponerme en sus zapatos, pero solo encuentro un capricho. — yo lo sabía, detrás de sus risas y cortesía había una llama de odio cada vez que el veía que me involucraba con alguno de los demás. — el intenta disimularlo, sé que intenta superarlo, pero no quiero estar entre ambos lados. Me ofende cada vez que amenaza a los demás o me pide que dé un paso atrás... es como si supiera más del mundo que yo.

— Tal vez si sabe más de nosotros, tal vez si hay algo de nosotros que te lastima o te va a lastimar en el futuro y no logras verlo. Él es un hombre de instintos...

— Estas diciendo entonces que su odio es instintivo. Que es confiable.

Ella asintió dando un suspiro más largo y yo me levante del sillón. Di una última mirada a Gyeol antes de dar la vuelta.

— Iseul, tenemos cinco días antes del primer encuentro.

— No alcanzaremos a recuperarnos en tan poco tiempo...

— Iremos los que podamos, eso envió el imbécil en carta fuera de la barrera.

Yo ladee la cabeza y la deje en mitad de su explicación.

Taehyung estaba ahí donde lo deje, afuera de la puerta sentado contra la pared. Parecía el niño de Quelpart que necesitaba hacerme abrir la puerta para llorar implorando perdón. Verlo solo hizo remover mi desayuno y cerré la puerta tras de mí.

— ¿Qué haces aquí?

— Su alteza...

— Si quieres que me calme estas creando el efecto contrario. — murmuré agachándome a su altura, sus ojos estaban rojos de tanto llorar — te dije que no volvieras a hacerlo.

— Iseul... por favor...

— Ve al baño y ten una siesta. Voy a esperarte a las diez en el patio.

Me levante y camine por la estancia, Yoongi ya había salido de su encierro. Baerin estaba sentada en la isla de la cocina, comiendo un desayuno bastante grande. Intento decirme algo, pero hablaba con Dojin y Hanam.

— Yoongi, ¿has pensado en que vas a hacer? — me apoye en el mesón de la cocina donde el lavaba los platos.

— No. Solo sé que Baerin no va a regresar a ningún laboratorio.

— Pero no será como los que ella recuerda, yo voy a estar ahí y hay profesionales que-

— Lady Yan, basta. Le prometí que no iba a dejarla en un laboratorio y solo voy a hacer lo que ella me pida. — ladeo la cabeza y sus labios se fruncieron en enojo. — eso tampoco significa que la vaya a dejar morir. Solo estoy intentando calmarme para pensar mejor.

— No tienes mucho tiempo.

— Nunca lo he tenido, ¿no crees? El que tenía lo desperdicié discutiendo con ella por estupideces.

Yo tomé una hoja limpia de un cajón y rebusqué en la alacena por algún lápiz. Escribí una carta breve hacia mi abuelo, sin mucho detalle y muchas preguntas.

Se la ofrecí en silencio.

— Ve a Quelpart y llévale esto a mi abuelo, él te dirá que debes traer.

— No puedo dejar a-

— ¿Quieres que vaya yo? Tardaría al menos una semana en regresar. Baerin estará bien aquí... nuestro enemigo no va a volver a atacar hasta el primer encuentro. — el vio la hoja y me vio a los ojos con su rasgo anfibio.

Tomo la hoja dejándola en su bolsillo y subió las escaleras a cambiar sus ropas.

Un dragón era más rápido, aún más con este tipo de urgencia, Yoongi sería capaz de ir y regresar en dos días. En la sala tres pares de ojos me vieron, pero yo no deje salir una palabra mientras caminaba a pies descalzos al establo.

Estrella me miraba curioso, yo lo miré con un poco de lastima. Acariciaba su pelaje con mis dedos que aún temblaban.

— Nos iremos en una hora. Quisiera no tener que llevarte ahí pero el tiempo es oro... — di un suspiro subiendo hasta mi habitación.

Taehyung no estaba ahí, estaba durmiendo en otra habitación. Cambie mis ropas y peine mi cabello en una trenza que llegaba hasta mi espalda baja. Tome la lanza y la capa que reposaba en el sofá.

Intente mantener mi perfil de mujer inocente que solo va a salir a dar un paseo, pero la espada tuvo que delatarme.

— ¿Vas a algún lugar? — Jungkook que había regresado, pregunto sin una pizca de burla.

— Tengo que arreglar unos asuntos fuera de la barrera, regresaré en unos días.

— ¿Días? No estarás huyendo o enfrentando el enemigo tu sola... ¿verdad?

Dojin tenía unas bolsas prominentes debajo de sus ojos negros. No usaba maquillaje y su ropa seguía sucia de sangre.

— No soy cobarde y no soy tonta. — mi voz permaneció serena mientras ajustaba la lanza en mi espalda. — no salgan de la barrera estos días y nada malo sucederá.

— Unnie, ve con Taehyung. — Hanam me pidió.

— No, él se queda.

— ¿Y si yo la acompaño? Jeon y yo podemos acompañarla hasta fuera de la barrera...

Jimin intentaba persuadirme, ambos tenían un leve nerviosismo que fracasaban en disimular. Yo me acerque a donde estaban reunidos, Baerin aún sin pronunciar palabras.

Di un suspiro intentando ablandar aún más mi expresión.

— No es peligroso y no voy a tardar, lo agradezco, pero solo van a retrasar lo que tengo que hacer. Baerin unnie, ven conmigo.

La castaña se levantó como un resorte y salió al patio soleado.

— Iseul, ¿la razón por la que te vas tiene que ver con lo que va a hacer Yoongi?  — por afuera ella lucía sana e incluso sus ojos brillaban con más color. — porque si es así no tienes que tomarte más molestias. Solo está haciendo que Taehyung empiece a odiarnos y pierda el control.

— No tiene que ver con lo que hará Yoongi. Y.... creo que Taehyung es un hombre maduro que puede aceptar mi decisión sin culpar a los otros.

— No lo culpe, en realidad es bastante razonable. Contando que tú eres la que siempre resuelve-

— Baerin, no te llame para que defendieras a Taehyung. Parece que todos amanecieron con ganas de ir a hacerlo... — la interrumpí mientras me colocaba frente a ella, las sombras de ambos cuerpos sobre el pastizal. — ¿sientes algo diferente? ¿te duele alguna parte del cuerpo?

En este momento sentía que era mayor que Baerin, mayor que todos. Mis palabras y mis gestos eran de alguien que había visto miles de cosas.

Ella clavo sus ojos en los míos, la flor de loto roja a punto de florecer en su frente.

— Solo las manos. Perdí el tacto en mis manos, pero no es preocupante, aún las puedo mover. — ella me mostró que podía mover todos sus dedos.

— ¿Hay algo más?

Pestañeo una, dos, tres veces antes de responder.

— No Isie, gracias por sacarme de ese lugar y preocuparte por mí. Gracias por ayudar a Yoongi.

— No es nada... en realidad no he hecho nada. — me crucé de brazos alzando un poco la vista al ventanal de la cocina, Taehyung estaba ahí viéndonos fijamente. — puedes irte. Debo despedirme de Taehyung.

— Llévalo contigo. Va a vivir un infierno aquí...

Ella me tomó del brazo, pero yo me zafé con un leve movimiento.

— Él va a vivir un infierno si lo llevo al lugar donde voy.

Ella alejo la mirada y entro a la casa abrazando su menudo cuerpo. Saludo un poco a Taehyung que no le regreso el saludo, desapareciendo en la sala. Taehyung en cambio bajo las escaleras hasta el patio, mientras yo iba al establo y colocaba la montura sobre estrella.

El me ayudo a ajustarla del otro lado sin ninguna palabra. Cuando vi que iba a preparar su caballo lo tomé de la muñeca.

— Tú te quedas.

— No.

— Taehyung no puedes llevarme la contraria ahora. Necesito que te quedes y cuides de los demás. — mis palabras eran más suaves que antes, pero seguía temblando como una hoja. — piensa estos días en lo que hiciste... yo voy a pensar en lo que dije.

— ¿Días?

El no había cerrado un ojo, su rostro lucía más pálido y sus labios maltratados. Su cabello incluso caía sobre su frente sin un solo rizo.

— No serán muchos.

— Por favor... llévame, por favor.

— Taehyung.

— Voy a morir aquí... no necesito días para pensar en lo que hice. Su alteza por favor, lléveme. — hizo el amague de volver a arrodillarse y yo lo tome de los brazos casi enterrando mis uñas en su piel. — no me hagas esto. Voy a aceptar cualquier otro castigo, pero-

— ¿Acaso te castigaba cuando te dejaba en Quelpart? Sabes por qué lo hacía. Mis razones no han cambiado.

Él se dio cuenta de lo que dijo y negó frenético. Se que no lo hizo con la intención de lastimarme, pero no pude dejar de pensar que en parte él lo creía así.

Que todos esos años que lo despedí en Quelpart eran un castigo.

— No quise... lo siento, por favor, voy a dejar de decir estupideces, pero no te vayas así.

— Ya está decidido, Taehyung. Voy a regresar pronto.

— ¡No! Piénsalo otra vez, no importa si te sigo a un kilómetro... no vas a verme frente a tus ojos si tanto me desprecias, pero déjame acompañarte. — había algo en su tono de voz, en sus ojos felinos, en su temblar que no era Taehyung.

Él estaba viendo algo que yo no era.

— No tengo que pensarlo otra vez, no irás. Cree si es tu castigo o que te desprecio, pero ya tomé mi decisión.

— ¿Como puedes decidir sobre él y él no puede decidir sobre ti?

Hanam estaba ahí de pie a unos metros, viendo entre nosotros con sorpresa. Debía ser toda una escena.

Di un suspiro profundo quitando mis manos de los brazos de Taehyung y montando el caballo. El equino no se quería mover, pero yo lo empuje un poco para que diera un par de pasos.

— ¡Unnie! ¡¿Por qué no me responde?! Entiendo que no quiera llevarlo... pero no es justo, todo esto no es justo. Para ninguno de los dos.  — sus mejillas estaban rojas mientras se colocaba frente a Taehyung.

— No te respondo porque no entenderías, aunque lo haga. Ya he perdido mucho tiempo.

— ¿Como es capaz de ser tan cruel? ¡¿Acaso su corazón se congeló?!

— Tal vez. Depende de ti si dejas que me siga al lugar donde voy. Estoy empezando a cansarme de advertirles a todos lo mismo... y si el no regresa no voy a tomar la culpa esta vez. — los ojos de Hanam se abrieron soltando chispas y los míos siguieron serenos.

Vi por última vez a Taehyung que aún sostenía las riendas de su caballo. Estaba enojado, furioso, herido y bastante triste.

Al punto que cuando me vio a los ojos incrustó una astilla en mi corazón que no se arrancó hasta que salí de la barrera. Mi caballo iba a gran velocidad y el camino seguía siendo borroso a mis ojos. Atravesé la barrera y rodeé la otra, revisando que siguiera intacta.

Lo veía en todos lados. Taehyung estaba en todos lados y tuve que parar a unos kilómetros para tranquilizarme.

No puedes llorar, Isie, si lo haces estas dejando que ellos ganen. Tienes que permanecer serena para su encuentro. Llegue al borde del bosque a eso del medio día y para el atardecer ya me bajaba del equino.

— Vas a quedarte aquí, ¿está bien? Si no regreso en dos días regresa a casa. — los animales debían entenderme.

El me veía sin ningún rastro de entendimiento, pero él es inteligente. Sabría a quién buscar si no regresaba.

Arregle un poco mis ropas antes de caminar hasta un arco conformado de ramas torcidas. Los árboles aledaños se movieron frente a mis ojos creando un camino iluminado solo por luciérnagas. Subí la capucha de mi capa y caminé a paso ligero, sentía ojos susurrar, túnicas arrastrándose entre las hojas muertas y los animales correr lejos de mí.

El camino terminaba en una puerta individual y al abrirla, afuera todo era claridad. Seguía siendo de día entre los templos que apuntaban al cielo azul.

Las nubes creaban una niebla con olor a sol, tome la calle principal, donde mujeres hermosas y hombres con armadura paseaban.

"Regreso, Yeo Nabi regreso" una murmuró en un idioma extraño. "¿Creen que haya venido a pedir redención?"

"No seas tonta, incluso si la pide los altos dioses no van a cumplirlas"

"Escuche que su padre tiene una fea enfermedad... no me sorprende si fue ella quien la creó"

"¿Si sabes que su tío mato a su abuela? " otro hombre murmuró mientras yo acariciaba la cinta que mantenía la lanza en mi espada. Manteniendo mi sonrisa serena. "Supongo que lo genocida viene en la sangre"

"La Yeo Nabi de esta vida sin duda es menos hermosa de lo que creía, parece un cadáver aterrador"

"Aun no me explico cómo es capaz de entrar a esta dimensión... mírala... parece mucho a esa diputada que robaron. Huérfana de nombre Kim Hanam. "

Los murmullos sobre mí los aceptaba como tal, los merecía y no habían terminado al pasar mis vidas. Sin embargo, era muy celosa con mi familia.

Mi verdadera familia.

Me detuve en mi marcha para girar mi cabeza solo un poco, mi expresión seguía amable y un poco angelical, pero lo que vio en mis ojos la hizo correr despavorida. Apresure mi paso por las calles, de adoquines de oro, templos inmensos y letreros de plata. Llegue al fin a la edificación más alta, era un templo tan inmenso que mis dos ojos no eran capaces de verlo por completo.

Subí las escaleras en silencio, manteniendo mi cabeza en alto, aunque los guardias me saludaran con un respeto deshonesto. Abrí las puertas y entre apresurando mi paso.

En la dimensión espiritual el tiempo pasa lento, pero en la tierra ya sería de madrugada.

— Yeo Nabi, necesita una cita con la alta corte para hablar con ellos. — alguien me interrumpió, era el mensajero de los dioses que se interpuso en las escaleras. — debida las circunstancias del mundo terrenal debo pedirle que regrese en cuanto tenga la cita agendada.

— Yan Iseul. Mi nombre en esta vida es Yan Iseul. — le corregí encontrando mi voz y sonriendo.

— Lo lamento su majestad, a veces olvido que no le gusta su nombre de cortesía.

No es que no me gustara, el nombre aparecía en libros y era el que antes estaba adornado en placas de oro. Simplemente desde hace muchos años escucharlo en voces que me desprecian me hacían querer enterrarlo.

Vi que la alta corte estaba llena de personas, entre las ranuras de la puerta pude ver el carnaval de colores y texturas. Rostros perfectos en gestos elegantes.

— No tengo tiempo de esperar. Han ignorado mis mensajes desde hace unas semanas... es de urgencia.

— ¿Su majestad nos ha enviado algún mensaje? No hemos recibido nada de su parte.  — había una leve sorpresa en el rostro del hombre, podría estar en sus veinte y su armadura era púrpura.

— Lo he hecho, incluso he intentado preguntar la situación en red de comunicación, pero parece que nadie le interesa mi visita.

El me vio con una expresión de pena, el diputado de cabellos castaños y ojos grises era un bien hombre. Un chico que ascendió en su lugar un par de siglos atrás y que le tenía miedo a irrespetar las leyes o sus superiores.

Miro a ambos lados antes de señalarme las puertas. Su voz en un susurro como si fuera un secreto.

— Yeo Nabi, puede entrar en la alta corte. Voy a pedir cinco minutos para usted.

— Solo necesitaré uno. Gracias. — me incline en noventa grados y el hizo lo mismo.

Estuve ahí afuera escuchando como adentro reían y otras voces se alzaban para contar alguna hazaña. Un par se rostros conocidos del palacio aledaño me sonrieron al pasar, se inclinaron ante mí con benevolencia incluso si cargaban con miles de papeles en las manos.

Un par de mariposas se posaron en mis manos y yo las acerque a mi rostro.

— Ya regresé, estoy bien. — las acaricie con mi nariz y dejaron de batir sus alas tan frenéticamente.

— Yeo Nabi, adelante. Su alteza tendrá cinco minutos.

No perdí mi tiempo intentando corregirle una vez más. Adentro todos se callaron en cuanto di un paso, luego di otro más manteniendo mi postura. El adorno de Taehyung atado a mi lanza solo se movía de lado a lado por el viento haciendo que sonara un pequeño cascabel.

En el centro había una gran margarita tallada en oro. Las columnas sostenían un techo ovalado, lleno de vitrales y en cada pared se apreciaba una exquisita obra de arte. Murales que contaban la historia de la humanidad. Las gradas estaban llenas de dioses menores y diputados que acompañaban sus superiores.

En todo el frente, arriba de unas escaleras y una alfombra blanca había cuatro tronos.

— Su majestad, bienvenida a la dimensión espiritual. — dijo el del medio, sus cabellos castaños atados en una coleta.

Yo me incline dando un saludo, ignore a los otros hombres que se reían a un lado del trono.

— ¿A qué se debe esta visita tan apresurada? — el dios rubio de armadura en bronce me miraba desde una esquina, su sonrisa un poco coqueta en un rostro no más de treinta años. — creí que juró nunca volver a pisar esta corte, desde el incidente con el demonio reencarnado en uno de sus diputados.

— Es una situación de demasiada urgencia que no puede aplazarse otra vez. Creí que viniendo les haría más fácil escucharme.

— Para que venga hasta acá personalmente se debe haber metido en un problema bastante grande...

Las gradas empezaron a murmurar más chismes sobre mí y mi familia. Incluso unos especularon que quería redención.

— Sospecho que es otro demonio supremo, uno que está causando todos los desastres en el mundo terrenal. Me he acercado al cuerpo donde habita, pero no he detectado la fisura que me haga reconocerlo... el alma humana y el demonio son una sola. — recordé a Junmyeon sonreír con locura y tuve escalofríos mientras miraba a los cuatro pares de ojos. — es una situación urgente, que necesita ayuda de los dioses o de una fuerza más grande para que no destruya la humanidad.

— ¿Quién es ese hombre con tal poder? Parece que lo conoce muy bien. — uno de cabellos rojos me pregunto, su trono estaba a la izquierda del rubio.

— El... es mi hermano mayor.

Una horda de risas y exclamaciones de burla llenó el auditorio.

Un hombre de cabello platinado que se sentaba en el lado derecho de la plataforma alzó sus ojos azules. Con una sola mirada todos se callaron.

— Querrá decir que es su hermano en esta vida. — corrigió intentando ser condescendiente y su armadura hizo un sonido al levantarse, sus túnicas eran blancas con patrones azules. — hemos recibido unos reportes del mundo humano... pero no involucra a ese demonio, ¿podría elaborar?

— Ayer mis diputadas y yo fuimos atacadas por unos cadáveres controlados por ese hombre. Es capaz de cambiar de forma y crear una enfermedad que solo infecta a quienes él quiera... incluso ha hecho que las mareas suban, que la comida sea escasa y la tierra tenga temblores.

El hombre de cabellos platinados me vio con preocupación palpable, de los cuatro era el único que atendía el clamor de la tierra.

— Bueno, su majestad también puede hacer todo eso... incluso más. — dijo astuto el de cabellos amarillos. Su túnica era de oro y batía su abanico con elegancia.

— Esto no se trata de mí.

— No me convence, ¿sabe por qué? Porque hemos visto la misma historia repetirse por tres mil años. Yeo Nabi, sabía muy bien las consecuencias de manipular el destino. — el cabellos castaños se levantó y sus túnicas verdes lo hacían ver como un roble, sus ojos entrecerrándose con sospecha. — si usted le dio toda la fortuna a la bestia que conoció en Quelpart, entonces alguien sobre la tierra debe convertirse en el villano de la historia. Alguien tiene que sufrir y ansiar venganza.

— La vida de ese hombre no fue un paraíso... nunca lo será. No he violado el equilibrio de las cosas, él ha sufrido demasiado y yo he triplicado su dolor. ¿Acaso no es suficiente? — el rostro de Taehyung antes de dejarlo ahí me martirizaba.

Se impregnaba en mi piel y en mi memoria, las veces que lo dejé ahí, las veces que le mentí, las veces que ignoré sus sentimientos...

— Esto es una consecuencia de sus propias decisiones y su destino como se dictó en la maldición hace tres mil años. No podremos interferir, eso sería redimirla y usted no vino aquí para eso ¿o sí?. — el cabello rojizo habló manteniendo su mano en su espada. Nunca se separaba de ella.

— No vine a redimir mis pecados, vine a que ayuden a la humanidad. Todos sus templos y sus creyentes van a destruirse si esto sigue-

— La humanidad está destinada a destruirse y volver a construirse. Eso no nos afectaría, Yeo Nabi. Tampoco la afecta a usted así que no entiendo su insistencia. — el cabellos castaños bajo las escaleras con parsimonia y sus pies levitaban. — si quiere que asesinemos a su hermano solo tiene que pedirlo. No nos sorprendería viniendo de usted, aunque nos sorprende que no lo haya hecho hasta ahora.

— No es su culpa... nada de lo que está sucediendo del otro lado tiene sentido, por eso pensé que podían ayudar.

— Deberíamos cambiar el nombre de la corte a un grupo de caridad. — grito alguien en las gradas y otros le siguieron.

"¿Deberíamos llamarle grupo de rehabilitación y apoyo de Yeo Nabi?"

"Es la diosa de las calamidades... tal vez si hubiera reencarnado en otro planeta los humanos no sufrirían tanto"

— Parece que ya tiene el apoyo del océano, del mundo de los dragones, extraterrestres y autómatas. — el dios del océano me vio a los ojos y yo creí que lloraría a sus pies. — díganos entonces, ¿va a empezar una guerra contra su hermano en esta vida?

— No conozco otra opción. — mi voz seguía resonando entre el cristal y el mármol, gire mi cabeza solo un poco viendo la multitud murmurar. — no busco redención no porque no me arrepienta de lo que hice hace tres mil años o porque deje de pensar que lo merezco... es porque mi vida no está en esos asientos, con sus túnicas y sus palacios de oro. Como dicta mi castigo, mi vida esta allá abajo en la miseria y la desesperanza. Solo estaré rezando para que esta guerra no llegue a su dimensión y permanezcan a salvo.

Todos ahogaron un grito de sorpresa y pensé que mis palabras habían sido escuchadas, al menos que alguien las había tomado en serio. Al sentir mis vellos erizarse entonces giré mi cabeza y entendí la razón de la conmoción.

De la plataforma más alta, con trece escalones tallados en piedra fina y con túnicas plateadas estaba el dios supremo.

El casi nunca se mostraba a los demás, su estatura alta, cuerpo formado bajo ornamentos finos, rostro simétrico de un adulto de casi treinta años, labios finos y nariz de aspecto fuerte. Ojos sencillos, color ámbar en una expresión de sonrisa y sus cabellos negros largos, en un tocado alto lleno de piedras preciosas.

Tenía las manos detrás de la espalda en postura relajada pero imponente y bajo los escalones como si volara sobre ellos. Camino a mi dirección solo viéndome a los ojos con una sonrisa.

— Nadie me informo que Dal Guseul había llegado a la alta corte. — había un leve reproche en su tono.

Como de un padre cuando no le avisan que hay visita.

— Mi señor, no creímos pertinente interrumpir su horario con banalidades. — el cabello rojo se inclinó con un poco de temblor.

— Dal Guseul nunca visita por banalidades, es mi invitada especial desde que atraviesa esas puertas. — estando a un metro de mi me incline en noventa grados saludando, el respondió el gesto asintiendo con la cabeza. — deberían aprender de sus palabras y tenacidad, incluso en su grandeza se preocupa por los mortales comunes.

No había una sola alma en ese auditorio que se atreviera a decir otra broma o siquiera respirar.

— Mi señor, Yeo Nabi ha tenido problemas para comunicarse con esta dimensión... cómo me responsabilizo de eso voy a ofrecerle hospedarse en mi palacio por los días que tarde la conferencia. — el dios del océano, cabello platinado, siempre me daba posada y al final eso le daba más problemas.

— ¿Qué opina usted, su majestad?

Hanbyeol me veía con interés esperando una respuesta.

— E-estaría bien, gracias. Sin embargo, debo regresar pronto.

— No te preocupes, Dal no va a retrasar sus cosas en el mundo terrenal. Mírate, ¿qué te sucedió en la cara? — dio un suspiro de lastima y sus dedos alejaron el cabello de mi frente.

Supongo seguía teniendo los hematomas en mi rostro. Sus dedos suaves acariciaron la piel sonrojada de mis mejillas.

— Sanarán pronto, su majestad.

— Deberías cuidar de ese cuerpo humano que tienes... es frágil, pero te ha llevado por veinticuatro años.

Me sentía mal, su preocupación me hacía culpable e hice el intento de arrodillarme, pero el me tomo del brazo.

— Lo lamento, su majestad.

La corriente eléctrica sanó mis hematomas y el dolor en mi costado.

— No es necesario que lo hagas, acompáñame a dar un paseo. Tengo mucho que charlar contigo. — alzó su mirada a los dioses en los tronos que veían todo estupefactos y las deidades en las gradas. — ustedes quiero que reflexionen sobre lo que Dal Guseul nos ha dicho hoy... no quiero volver a ver la gran corte convertirse en una feria.

Todos casi corrieron despavoridos por las palabras y los ojos del gran Dios supremo.

Yo no sabía que aguantaba mi respiración hasta que su mano en mi espalda me impulso hacia delante, uno de los pasillos de la alta corte. Alrededor había algunos lagos, flores de loto floreciendo y pájaros cantando en el techo. Desde aquí el Dios supremo tenía una vista completa de toda la dimensión espiritual regida por dioses y deidades.

— Su majestad, lamento no avisar con tiempo mi llegada. No culpe a los diputados de su palacio... simplemente es una urgencia. — susurré con temor que el diputado de veinte años perdiera su cargo.

— No los culparía a ellos, culparía a los otros tres que ocupan esos tronos. Son más grandes que ellos.

— Tal vez sienten una leve inconformidad... porque conocen mi historia de verdad.

— Yo la conozco también, nunca has estado lejos de mi vista. Es un poco lamentable que nunca subas a pedir mi ayuda, en estos tres mil años puedo contar con una sola mano las veces que verdaderamente he podido ayudarte. — había un leve reproche en su expresión, pero su agarre en mi espalda, donde estaba mi lanza, era sereno. Tan sereno que el cascabel solo sonaba cada pocos segundos. — y no te disculpes por esa vez que me rezaste para dejarte morir, no lo cumplí porque tú no mereces morir de forma tan trágica en esta vida.  No deberías esperar a estar en el borde de la locura para pedir ayuda, Dal, tu maldición no ha cambiado nuestra relación. Sabes por qué lo hice.

— Entiendo que es lo que merezco por causar tanto dolor en las tres dimensiones. Le agradezco su hospitalidad, su majestad.

— ¿No dirás mi nombre como antes? Creo que lo olvide.

Sonreí a su lado y ambos reímos. Cuando recién lo conocía, era un hombre con mirada fraternal. Como era hija única y como era tan joven tal vez me gané su cariño más rápido que cualquier otra deidad sobre las nubes.

Además, fui la primera deidad mujer en la historia, tenía una leve autosuficiencia, orgullo en mis ojos y mi espada atravesó muchas maldades.

Nunca dejé de ser la preferida del dios supremo... en todos los rincones de mi reino me señalaban como "princesa imperial coronada de flores que agrada a los dioses" eso también me había construido mi propio orgullo y reputación en los cielos. No es el lugar que soñé mientras crecía y entrenaba mi espíritu, es un lugar corrupto, lleno de envidia e injusticias. Pero es el lugar donde más crecí y me caí.

— Hanbyeol-ssi, se siente raro decirlo con tanta familiaridad. Usted dijo mi primer nombre, de mi primera vida... y no creí que hablaba conmigo. —Dal Guseul es el nombre que me dieron mis padres al nacer, la combinación de la noche y la bola de cristal. — regresar es reencontrarme con muchas cosas. Temo a un día no ser capaz de volver a poner mis pies en la tierra...

— Bueno, Yeo Nabi me parece demasiado formal para una mujer tan encantadora.

Se encogió de hombros y yo sonreí a medio lado viendo hacia al frente.

Mis botas de tacón chocaban con la piedra, el paisaje nunca cambiando y mi mente un poco avergonzada por visitar esta dimensión como una mortal. Pero ya no me importaba como me veía, si estaba arruinada, si no tenía joyas que ostentar o si regresaba sola. Yeo Nabi es mi nombre de deidad, por un antiguo cuento del folclore sobre una mariposa de verano.

Pero ya no era mío.

— ¿Usted cree que podamos ganar la guerra?

— Si vas a estar en la primera línea es un éxito seguro. — sonreí por lo confiado que sonaba. — solo quiero pedirte algo... una petición en especial.

— Dígame.

Él nunca me había pedido algo, bueno, desde que mi imperio cayó con mi popularidad.

— Hay un alma, en tu grupo de diputados y aliados... es bastante peculiar. Ha encendido las alarmas en los cielos, tal vez por eso todos estaban reacios de ayudarte. Trae no muy gratos recuerdos. — puso su mano en mi hombro por encima de mi capa y agachó la mirada ámbar en mis ojos. — tu debes haberla reconocido y por eso cuidaste de él todo este tiempo, pero el destino es una rueda que no espera por nadie.

— Lo sé, su alteza. Esta vez es diferente... su sed de venganza no es igual. Yo me he encargado de hacerle entender que mientras este a mi lado y luche por la justicia no debe sucederle nada malo.

Su mano se movió de mi hombro a mi cuello y algo en su toque me trajo recuerdos.

— Los cielos tienen un ojo en él, esta vez no serás tú quien tome su castigo de nuevo. No es lo que queremos, ¿verdad?

Negue solo una vez antes de que me escoltara hasta el palacio del dios del océano. El hombre me esperaba con un banquete y varios diputados corrieron por todos lados para ofrecer sus saludos con respeto.

Luego al atardecer salí con él y un par de guardias a mi palacio, quedaba justo a su lado. Muy cerca de la alta corte. En realidad, era bastante grande, del tamaño de un vecindario olvidado, un arcoíris perdía sus colores en un manantial grande, un castillo en piedra lisa, de varios pisos que se perdían en las nubes y techos puntiagudos de oro. Era tan amplio que cubría toda la manzana, kilómetros de bosques lleno de flores casi marchitas, animales solitarios y mariposas que nunca dejaban sus crisálidas. Este templo en un comienzo era tan lujoso que el Dios supremo tardo un par de años convenciéndome que no debía pagarle nada, pues era su regalo.

Hoy era tan imponente, en realidad podía perderse en la ostentosidad y habitabilidad de los templos vecinos. El letrero seguía intacto incluso al pasar los años.

Yeo Nabi, su alteza, la gran princesa imperial coronada de flores que agrada a los dioses.

— Su majestad, la esperaré aquí afuera.

— No tiene que preocuparse por eso, seguramente tiene otras cosas más importantes que hacer. — murmuré tímida.

Había cierta familiaridad en la forma en que me miraba con sus ojos azules.

— No podría dejarla sola en esta dimensión... donde todos quieren un poco de usted. El mundo terrenal hace mucho tiempo es extraño, pero usted lo hace más familiar, debería sentirme alagado de que haya dejado a Kim Hanam en mi palacio por unos días. — aunque no era de hablar mucho sin duda estas eran cosas que no podía decirle a nadie más, reí subiendo las escaleras quebradas hacia el amplio jardín. — aunque el rey Jeon de Busan me haya amenazado con destruir todos mis templos, debo admitir que hace mucho tiempo no veía esa valentía y amor en los ojos de una humana.

— Ella no me ha hablado de su encuentro... pero sin duda tiene muchas historias que contar.

Unos diputados de su palacio me acompañaron por el jardín hasta la puerta del palacio.

Esa tarde mientras paseaba por un pasillo sin oro y sin joyas, sin una sola ofrenda frente al altar vacío. Fue ahí que entendí la única preocupación del mundo espiritual. Visité por poco tiempo mi palacio vacío, no entré en detalles, no abrí otra puerta o subí ninguna escalera, y agradecí al dios del océano por mantenerlo, no haciéndolo caer por el desuso. Aunque a mí no me importaría sin duda eso traería más rumores en mi contra.

Caminé por los pasillos oscuros, las lagunas y los campos olvidados con una vela de aceite en mi mano y llegué a un pequeño altar al aire libre donde aún se izaba una estatua a punto de caerse.

Extendí mi mano al tigre forjado en piedra lisa, sus orejas, sus ojos felinos y postura relajada a los pies de una princesa. Sin embargo, sabía que no estaba relajado... estaba bastante atento a su alrededor, pues estaba a los pies de la gran princesa coronada de flores. Sus ropas ondeando en el viento, túnicas talladas con oro y plata, detalles de mariposas en sus mangas amplias, joyas en sus manos, una sosteniendo una mariposa y otra una espada más grande que su antebrazo.

La gran princesa imperial no era tan baja, era alta pero no tanto para llamar la atención por eso. Sus dedos eran delicados, su cintura pequeña, proporciones de una diosa y su rostro no estaba encima de su cuello.

Oh, porque a alguna deidad le pareció divertido arrancar la cabeza de la última estatua que conservaba cuando me exiliaron. En mi adolescencia podría llorar, de la ira y del resentimiento por algo tan atroz. Cortar la cabeza de la estatua de un dios era casi peor que te escupieran en toda la calle.

Pero ahora solo es una figura de piedra, en la esquina de un templo olvidado, no significa nada más que una piedra de alguien que ya murió hace tres mil años.

Volví mi mirada al tigre que me veía a los ojos y entendí lo que tanto temían los cielos, no era sobre una deidad olvidada, sin poder espiritual, maldecida y sin un solo creyente. Una diosa que incluso sus diputados abandonaron al primer peligro.

Los dioses no iban a ayudarme... pero al menos había respondido una de mis preguntas. Ellos le temían a Taehyung.

Lo que es capaz de hacer un animal para vengar su dueño.

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