Blindness || a. i.

By irwinsickmind

8.2K 713 134

Donde una chica con ceguera cae perdidamente por un chico que tal vez jamás podrá ver, entendiendo con él lo... More

Introducción
Capítulo uno
Capítulo dos
Capítulo tres
Capítulo cuatro
Capítulo cinco
Capítulo seis
Capítulo siete
Capítulo ocho
Capítulo nueve
Capítulo diez
Capítulo once
Capítulo doce
Capítulo trece
Capítulo catorce
Capítulo quince
Capítulo dieciséis
Capítulo diecisiete
Capítulo dieciocho
Capítulo diecinueve
Capítulo veinte
Capítulo veintiuno
Capítulo veintitrés
Capítulo veinticuatro
Capítulo veinticinco
Capítulo veintiséis
Capítulo veintisiete
Capítulo veintiocho
Capítulo veintinueve

Capítulo veintidós

220 17 9
By irwinsickmind

Caminábamos de regreso a casa en completo silencio. Un silencio bastante incómodo, por cierto. Después de que él saliera de su cita, no habló para nada sobre lo que le hicieron allá adentro y yo realmente no quise hablar sobre eso, porque sabía que estaba molesto e incitarlo a que habláramos de aquello, era como incitarlo que a que se molestara aún más conmigo o... Con quien fuese.

—Y bien... —dije, tratando de iniciar una conversación con él. Mis caminatas con él en completo silencio se sentían extrañas y como antes lo dije, incómodas.

— ¿Y bien qué?

— ¿Podemos hablar sobre por qué estás así?

—Creo que con lo que dije antes de entrar al psicólogo es suficiente para entender, ¿no crees, Vanessa?

—Entonces no tiene sentido lo que dices, ¿sabes? Primero me dices que vendrás principalmente por mí y porque quieres estar bien para mí, y después me dices esto de que no querías venir desde un principio. Para serte sincera, me confundes demasiado.

—Lo siento —contestó de una manera tan... ¡ni siquiera sé cómo describirla! Fría, melancólica, triste, decepcionada.

Decidí callarme, sabía que no encontraría una respuesta mejor explicada a ese: "Lo siento", y no creía que él tratara de darme una en aquel momento.

Después de aquella larga caminata, llegamos a casa. Subí a mi habitación en cuanto pude y me encerré. Acostada en la cama bocabajo, muchas oraciones y preguntas empezaron a rondar por mi cabeza. No sabía si me sentía molesta o desconcertada, aún preguntándome por qué Ashton se ponía de aquella manera.

Empecé a hacerme unas otras cuantas preguntas, de las cuales no encontraba respuestas por poca información que tenía o creía tener sobre el tema.

Tocaron la puerta dos veces, seguramente era Ashton. Claro, ¿Quién más podía ser? Aun así, no contesté a su llamado, pero volvió a tocar.

— ¿Tienes hambre? —preguntó desde el otro lado de la habitación, tratando de llamar la atención con más toques a la madera de la puerta.

Y aun así, con una banda sinfónica afuera de mi habitación, no contestaría. No contestaría por el simple hecho en que, entre tantas preguntas que me había hecho minutos antes, encontraría que me sentía molesta con él porque no era claro conmigo y con lo que sentía o pensaba. Ahora entendía su problema de expresarse. Decía las cosas de una manera en la que él solamente entendía, creyendo que los demás también lo entenderían.

— ¿Vanessa? —preguntó, la cerradura de la puerta tronó. Eso significaba que ya estaba en el terreno de juego. Jugaríamos a que él me explicara todo lo que sentía y pensaba, y por qué.

—No quiero comer, gracias.

—Ya son más de las tres, tenemos que comer.

—Puedes comer tú, yo no quiero nada.

Pude sentirlo justo a lado de mí parado mirándome, esperando a que yo reaccionaria ante su mirada tratando de moverme o cosas así. Ya sabía qué consecuencias quería conmigo cuando hacía algo.

— ¿Puedes dejarme sola, por favor?

—Quieres estar sola por mi culpa, lo sé —dijo, soltó un suspiro y después continuó—. Lo siento, tú no mereces esto.

Me paré enseguida de la cama confundida y me acomodé en la orilla, pisándolo por accidente. Busqué su mano y lo jalé, incitándolo a sentarse a mi lado. Él obedeció, pude sentir cómo se hundía la cama poco a poco.

— ¿Podrías decirme qué te pasa, Ashton?

Aquella pregunta fue como si la hubiera hecho a la habitación, porque nuevamente él se quedó callado. Era algo así como Luke, quien por cierto no me había llamado desde ayer.

—Vanessa, ¿Recuerdas cuando te dije que yo no me expresaba muy bien con las personas y que cuando tenía problemas decidía resolverlos yo solo?

—Sí, pero no creo que...

—Déjame explicarte bien —interrumpió—. No sabes lo difícil que es para mí decirte todo esto, ni siquiera tienes la mínima idea.

—Entonces escríbela. Explícame de la manera más fácil para ti como para mí, quiero entender por qué no quieres contarme las cosas.

—No es que no quiera contártelas, entiéndelo. Si por mí fuera, créeme que en cuanto sintiera cosas como éstas, te lo diría de inmediato, pero... ¡Es difícil!

—Está bien —suspiré—. Si tú no quieres contármelo, entenderé.

— ¡No, no está bien! No está bien por el simple hecho de que siento que te oculto las cosas aun sabiendo que tú sabes que estoy mal. No está bien, para mí no está bien. Se supone que por eso voy con un maldito psicólogo, para que me ayude a resolver esto. Para que me ayude a mejorar esta mierda que soy.

—Ashton, sabes que no lo eres.

—Por supuesto que lo soy, ¿por qué crees que me mandaron a un psicólogo?

—No te mandaron por lo que tú crees, entiéndelo. Vas con un maldito psicólogo porque quieren saber por qué simplemente no dices las cosas, Ashton, sólo es eso.

—Aun así me siento una mierda de persona, Vanessa. Lo único que puedo decirte sin pensarlo dos veces, es lo mucho que me importas y lo demasiado que te quiero. Aquello me sale de la nada, sin pensarlo. Y realmente lo siento, siento que tengas que soportar mis malditos desplantes y mis malditos silencios, pero no puedo controlarlos... Simplemente no puedo. Lamentablemente mi mente me controla, Vanessa. Perdóname.

Lo abracé y lo acerqué lentamente a mí hasta quedar completamente acostados en la cama. Sus lágrimas rápidamente atravesaban mi blusa y podía sentir húmeda mi piel, específicamente mi cuello. Poco a poco, aquellas gotas de agua sobrevivientes, recorrían todo mi cuello hasta estrellarse en quién sabe dónde.

—Odio llorar, maldita sea —dijo aún llorando, podía sentirlo sollozar. Podía sentirlo tratando de calmar su respiración y juro que jamás lo había tenido tan cerca de mí de esta manera: frágil y sensible.

No contesté a aquello, ya que yo también odiaba hacerlo, y odiaba aún más pensar que las personas me vieran como una persona débil sólo por llorar. Acaricié su cabello lentamente, tratando de calmar sus sollozos que poco a poco obedecían y se escuchaban cada vez menos. Él aún seguía recostado a mi lado, justo en la posición inicial en la que estábamos y acurrucado en mí como si yo fuese la única persona en todo este mundo de la que quisiera un abrazo. Su respiración empezaba a calmarse, creando un pequeño sonido entre los dos y nuestro espacio que empezaba a arrullarme de cierta forma. No sabía si él aún seguía despierto o no, pero por alguna razón, yo me sentía cansada. Cansada, como si hubiese corrido kilómetros y kilómetros sin parar y sin beber agua. Después de esto, cerré lentamente mis ojos y me dejé llevar por lo cálido que estábamos los dos, la respiración de Ashton y el cómodo cansancio que de la nada sentí.

Desperté, sentía el peso de Ashton aún sobre mí, avisándome que no podía levantarme o hacer algún movimiento brusco para estirarme. Con esto de la maldita ceguera, no sabía qué pasaba a mi alrededor, y en este caso, no sabía si Ashton seguía viviendo o estaba despierto.

— ¿Ash? —lo llamé varias veces aún sintiendo la sensación de haberme despertado hace unos cuantos minutos.

— ¿Qué pasa? —contestó casi al quinto llamado. Sentí repentinamente como aquel peso contra mí, se desvanecía. Aun así, seguía sintiéndolo cerca de mí.

—No pasa nada, sólo quería asegurarme de que estuvieras bien.

—Oh, sí, estoy bien.

— ¿En serio te encuentras bien?

Sólo pude oír cómo reía suavemente por alguna razón y después asintió con un pequeño: "Mhmm". Su risa fue de aquellas risas que a duras penas puedes soltar, de las que se sienten obligadas.

—Sólo no me gusta llorar, y menos frene a una chica.

— ¿Qué tiene de malo llorar frene a una chica? Todos tenemos que llorar alguna vez.

—Es demasiado malo, y peor aún que esa chica seas tú.

— ¡Hey! Me haces sentir mal con eso...

—Me refiero a que tenías razón con eso de que no tiene lógica lo que digo y...

—No te preocupes, ahora sé que es imposible entender tu lógica —interrumpí.

—Exacto, tú sólo debes seguirme la corriente por unos cuantos minutos y después todo volverá a la normalidad.

— ¡No te seguiré la corriente, Ashton! Es más, ni tú ni yo podemos actuar como si nada después.

—Lo estamos haciendo haciendo ahora mismo, Vanessa —rió.

—No te rías, siento que no te lo tomas en serio. —Me acomodé en la cama, juntando mis piernas y llevándolas a mi pecho.

—Lo estoy tomando en serio... O tal vez no.

Agarré una de mis almohadas y la aventé a quién sabe dónde, tratando de que a ese dónde fuera a Ashton. Lamentablemente se oyó cómo se rompía algo. Genial, mi madre me mataría en cuanto no encontrara esa cosa que ahora ya no existía.

—Mal tiro —dijo y después, como siempre, volvió a reír. Yo sólo bufé y después volví a acostarme, él lo hizo segundos después, llevando su mano al otro la do de mi cintura. Aquella acción hizo que me estremeciera demasiado, y me dio a conocer que ya había había subido de base. No sé por qué ni cuándo pasó, pero eso de agarrarme de la cintura jamás lo había hecho y aprovechó para hacerlo.

—Lo siento —susurró.

— ¿Por qué? ¿Por llorar?

— Por todo, absolutamente todo.

— ¿Absolutamente todo?

— Mmm —dejó que su "Mmm" sonara simpáticamente por toda la habitación—, no todo.

—Como por ejemplo...

—Jamás me lamentaré por este momento, ¿sabes?

— ¿Ah, sí? ¿Sabes?, eres más atrevido de lo que pensaba.

—Créeme, hay muchas más cosas que me gustaría hacer contigo.

—Eso sonó algo...

— ¿Depravado, sucio, morboso? —interrumpió.

—Sucio. Vaya, Ashton, cada vez me sorprendes más.

—Lo sé, me gusta eso. Me gusta ser algo así como... Impredecible.

—Entonces vas por buen camino.

— ¿Te gustan las sorpresas?

—En cierta manera sí, pero no me agrada que me dejen con la duda.

—Entonces te dejaré con la duda, gracias por el dato.

— ¡Qué fastidioso eres, eh!

—Pero te gusta este fastidioso, ¿no es así?

—Me agrada este fastidioso —corregí.

— ¿Te "agrada"?

—Sí, me agrada.

—Ya lo veremos.

Luke y yo estábamos en el sofá de su casa. Él bebiendo una cerveza y yo... bueno, yo sólo estaba sentada en la esquina hecha feto.

— ¿Ahora podrías decirme cuál es tu molestia?

—Resulta que mi querida amiga Vanessa, no me recuerda cuando está con su noviecito el imbécil ése.

— ¿Todavía sigues con eso?

—Tú haces que siga con esto.

—Está bien, lo siento —dije, tratando de seguirle la corriente y terminar de una vez por todas esta fastidiosa y repetitiva conversación.

—No, no te preocupes. Al fin de cuentas, lo volverás a hacer, ¿no es así?

—Luke, ya te dije que lo siento. Además, ya comienzas a ponerte ebrio.

—Estoy perfectamente bien, sólo llevo dos.

Genial, no tenía ninguna justificación entonces.

— ¿Y Liz dónde está?

— ¡Qué importa mi madre ahora mismo! —gritó levemente—. Me molesta que quieras cambiar el tema de conversación cuando sabes que es importante.

— ¿Qué quieres que diga entonces? Ya me disculpé contigo, ¿no es así?

—A veces, con decirlo no se arreglan las cosas.

—Entonces dime tú qué hacer.

—No te voy a decir yo qué hacer, pero ponte a pensar que yo algún día te haga eso y te olvidé con mi novia.

—Luke, tenemos diferentes puntos de vista, así que yo no me pondría celosa y armaría todo un caos de una semana por eso, porque sé que es tu novia y que necesitas estar con ella.

— ¡Yo no estoy celoso! No necesito estarlo.

—Sí lo estás, admítelo. La última vez que hablamos sobre esto, lo admitiste, y me dijiste que tenías toda una semana para estar en tu derecho de negación, ¿o es que no lo recuerdas?

—Lo recuerdo perfectamente, y esa última vez sólo lo admití para darte el gusto.

— ¿Para darme gusto? ¿Pues sabes qué? Odio que las personas hagan o digan cosas para darle gusto a otras personas.

— ¡Tú odias todo, Vanessa!

—No es cierto.

—Sí es cierto.

—No, y éste no es el punto de toda esta mierda que has creado. No entiendo cuál es tu molestia.

—Resulta que mi única molestia de "toda esa mierda que he creado", es que si yo no te busco, tú no me buscas; si yo no te llamo, tú no me llamas. Es eso, simplemente eso. ¿Acaso tengo que ser yo siempre e que tenga que buscarte?

—Luke, ¡Pareces un vil novio frustrado!

— ¡Vanessa, cállate y escucha lo que estoy diciendo!

Suspiré, tal vez tenía un poco de razón. Creo que me había olvidado un poco de él, y creo que también tenía un punto a su favor sobre aquello de que él siempre era el que me buscaba.... bueno, no siempre él era el que me buscaba. Supongo que desde que conocí a Ashton, cambiaron ciertos puntos de relación con Luke.

—Está bien, tienes razón —contesté de la manera más sincera.

— ¡Por supuesto que tengo la razón!

—No sé qué decirte, es la primera vez que ganas en una discusión —los dos reímos y después continué—. Lamento que creas que me he olvidado de ti y que en algún momento de mi vida, sea para siempre ese olvido, lo cual no pasará porque me soportarás hasta el día en que alguno de los dos muera —agregué—. Pero en serio, lo siento, y no quiero que pienses que te he cambiado u olvidado.

—Sólo te faltó algo.

— ¿Qué?

—Decir que tenía razón al molestarme.

— ¡No diré eso!

Sabía que sacaría provecho de esto, pero mi orgullo podía ante todo y todos.

—Entonces no te perdonaré.

—Pues no me perdones —contesté y después me encogí de hombros haciéndole saber que realmente me valía un comino si me perdonaba o no, aunque si esto fuese real, no me vendría importando tan poco como ahora se supone que me importaba.

—Está bien, te perdono.

Me acerqué a él y lo abracé fuertemente. Él apoyó su cabeza en la mía.

—No me imagino cómo eras con Aleisha.

—Tú misma dijiste que Aleisha sería tabú para nosotros, ¿no es así?

—Tienes razón, lo siento.

—Aunque de hecho, ella era más celosa que yo. Sólo imagínatela molesta por algún tipo de celos y en casa de alguno de los dos... solos, ella y yo. Diablos, juro que sentía más miedo que aquella vez en la que lloré en sexto de primaria por mi siete en geografía.

—Recuerdo eso, y también recuerdo que estuviste toda una semana depresivo. Me encantaba amenazarte diciéndote que si no hacías lo que yo te decía, le diría a tus padres sobre eso.

—Sí, recuerdo que me hiciste decirle a Lucy que me gustaba y que me hubiese gustado que fuese su novio, lo peor de todo es que también me hiciste salir con ella hasta fin de año. Dios, Lucy me daba miedo.

—Y desde ahí, eres muy especial en elegir a las chicas.

—Nadie quería a Lucy por creída y porque... era fea.

—Eres muy cruel con las chicas.

—Tú también eres fea, no te preocupes. Las veo a todas por igual.

—Eres un bastardo entonces.

Lo empujé lejos de mí y afortunadamente, encontré un pequeño cojín a lado mío. Lo tomé y le pegué con él. Él sólo se se quejaba y reía. Después de unos segundos, decidí parar.

—Además de fea, agresiva.

—Pues esta agresiva tiene que irse ahora mismo.

—Ya llegó tu... —lo miré amenazante—... tu querido niñero, ¿no es así?

—No, él fue a hacer las compras para la comida. Por cierto, ¿no quieres comer con nosotros?

—Muy graciosa, Vanessa.

—No estoy bromeando.

—Yo tampoco lo estoy haciendo.

—Está bien, entonces te veré mañana en el colegio.

—Vaya, ¿y qué animal te picó como para que quisieras ir al colegio?

—Lo hago por ti, imbécil.

— ¿Por mí? No lo hagas por mí, yo estoy muy bien sin ti. Tengo a Calum y es suficiente.

—Ah, ¿me estás cambiando?

—Tómalo como una pequeña venganza.

—Está bien, no sabes cómo estaré llorando en mi cama toda depresiva porque me has cambiado.

—Odio tu sucio sarcasmo.

— ¿Qué tienen contra mi sarcasmo? Todos lo detestan, en especial tú y Ashton.

— ¿En serio? Lo utilizas día y noche, Vanessa.

—La vida no es nada sin sarcasmo, Luke.

—No, no, no, no. La vida no es nada sin pizza.

—Está bien, sin sarcasmo ni pizza.

Me levanté del sofá y me dirigí a la puerta, dispuesta a agarrar mi bastón para irme.

— ¿Iba en serio lo de irte?

—Excepto el hecho de que me iba porque aquí no era bienvenida. Iré a visitar a Clary y de paso iré con... ¡Mercy!

Al recordar a Mercy, recordé la promesa que le hice en llevar a Luke con un ramo de flores y un gran oso de peluche.

— ¿No quieres que te acompañe?

—Por supuesto, tú debes ir con un ramo de flores y un peluche.

— ¿Flores y un peluche? ¿Y de dónde crees que voy a sacar dinero para eso?

— Vamos, no puedes ser tan pobre. Yo te ayudaré a comprar el peluche, ¿está bien?

—No, no lo haré.

— ¡Vamos, hazlo por Mercy!

— ¿Mercy? Lo hubieras dicho antes entonces. Ella es la única chica que aceptaría ante un millón.

—Lástima que es mucho menor que tú.

— ¿A quién le importa la maldita edad? Mercy es linda.

—Dios, sonaste como un maldito asalta cunas.

—Da igual, ya vámonos.

Salimos de su casa y fuimos primero por un peluche a una tienda de regalos. Él escogió un gran oso café, y además de todo, se dispuso a pagarlo él. Me sorprendió, no le hubiese venido mal una Mercy de su edad si de aquella actitud de generoso y amoroso se tratara.

—Luke, algún día te encontrarás a la Mercy perfecta.

—Cállate, no te burles de mí.

— ¡No me estoy burlando de ti!

—Claro que sí.

Después, entramos a una florería que estaba cerca del hospital. Mientras entrábamos a la florería, trataba de recordar las flores favoritas de Mercy; pero inútilmente encontré la respuesta.

— ¿Es en serio? No puedo creer que hayas olvidado eso.

— Lo siento, lo siento, ¿sí?

— ¿Entonces qué flores le lleváremos?

—Uh, ¿rosas...?

— ¿Amarillas, rosas, rojas, naranjas?

—Llévale de todas.

— ¿En serio, de todas? Va a parecer un ramo de vómito de colores.

—Bueno, bueno. Llévale rosas... ¡amarillas!

Estaba entre rosas amarillas o naranjas, pero me parecían más bonitas las amarillas; entonces serían amarillas.

Como era de esperarse, Luke también pagaría el ramo de rosas. Salimos, él iba contento con el ramo de rosas, mientras que yo le ayudaba con el gran oso de peluche. Fuimos a recepción y preguntamos por Clary. Nos encaminamos a la habitación 105, ya que ahí nos habían dicho que estaba Clary y tocamos a la puerta.

— ¡Chicos! —dijo Clary emocionada y abrazándonos a los dos afectuosamente—. ¿Cómo han estado? ¿Para quién son las rosas y el peluche?

—Son para Mercy, Clary. ¿Podemos ir a entregárselos?

—Oh... Chicos, ocurrió algo.

— ¿Qué pasa, qué le ocurrió a Mercy?

—Mercy... —pausó un momento y suspiró, dejándonos más en suspenso—... Mercy fue trasladada a urgencias hace un para de días, pero no resistió.

— ¿Qué? Pero... ¿qué le ocurrió? Hace poco que la vi, ¡ella estaba bien! —dije exaltada y ciertamente a punto de llorar.

—Aún no saben muy bien qué fue lo que le pasó, pero ella no resistió a la anestesia. Ayer, desgraciadamente murió.

Escuché cómo Luke tiraba el ramo de flores, yo hice lo mismo y lo abracé. Empecé a llorar, Mercy era tan pequeña como para morir. Le había tomado un gran cariño, pero me duele aún más que ella muriera pensando y sintiendo que no era adorada por su propia familia.

—Su velorio será mañana a las siete y media, por si quieren ir.

Yo sólo asentí con la cabeza y seguí llorando. Algo cayó en mi mejilla, y pude sentir cómo resbalaba sobre ésta hasta caer. Seguramente Luke también estaría en mi misma situación, o sólo se le había escapado una que otra lágrima.

Tuvimos que irnos antes de lo esperado, ya que Ashton estaba esperándome para comer, así que nos despedimos de Clary y nos fuimos aún tristes por la noticia de Mercy. Aquel sentimiento fue arrastrado con nosotros hasta el regreso a mi casa, ya que ninguno de los dos articuló una palabra, sólo hasta que Luke lo hizo cuando llegamos a la puerta.

—Iremos mañana, ¿cierto?

—Sí.

—Está bien, pasaré mañana por ti.

— ¿Puedo llevar a Ashton con nosotros?

—Haz lo que quieras, pero iremos.

—Bien, te veo mañana en el colegio —finalicé la conversación.

Me abrazó por última vez y me besó la frente, dejándome sola después. Entré a casa desganada, Ashton me preguntó varias veces si me sentía mal o tenía algo, pero no le contesté hasta que terminamos de comer. Él se sorprendió y después me abrazó, susurrándome muchísimos: "Lo siento".

—Está bien, pero mañana iremos a su velorio... por si quieres ir con nosotros.

—Claro que iré.

—Bien. Por cierto, la comida estuvo excelente. Gracias por todo, Ash.

—No hay por qué agradecerme, Vanessa.

Por la noche, llegó mamá y Ashton tuvo que irse como todos los días. Realmente no tenía ganas de hablar con ella... Ni con nadie, así que me hice la dormida en cuanto entró a mi habitación. Sólo sentí cómo impregnaba sus labios en mi mejilla y después cerraba cuidadosamente la puerta. Tardé unos cuantos minutos en quedarme dormida, ya que seguí pensando en el trágico final que todos tendríamos que pasar algún día como Mercy, pero por otro lado, aún no entendía por qué unos más rápidos que otros, e injustamente, por qué más personas buenas que malas.

Cuando yo muriera, no haría saber mi muerte, porque odiaría que aquel día en que se enteraran las personas, me lloraran y me dijeran tantas cosas que no hicieron al tenerme a su lado. Odiaría que rezaran por mí sólo por el hecho de saber que yo ya no estaría más ahí, en carne y hueso. Pero odiaría aún más, que lloraran por mí sólo por ver y oír el sufrimiento de los demás.

--------------------------------------------------------

Lo sé, lo sé, tal vez les describí un capítulo súper genial y emocionante, y tal vez esperaron más.

Cuando escribía la parte de Mercy, estaba en un gran dilema entre dejarla viva y después hacerla hermana... Algo así como perdida de Ashton, pero después decidí matarla. En una historia siempre tiene que morir alguien, y esta vez le tocaba a la pequeña Mercy.

Por segunda ocasión, lamento las faltas de acentos, comas, guiones largos, puntos, y en general de ortografía.

¡Hey, Yohara!:

Has sido muy paciente conmigo y con esto de la historia, y te lo agradezco infinitamente.

Espero seguir subiendo como lo he hecho con este capítulo, cada cinco o seis diías. Como dije antes, no se desesperen y no me dejen olvidada, por favor.

Gracias por leer. ¡Los quiero! xx

Continue Reading

You'll Also Like

135K 21.6K 50
Yoongi un alfa que nació en una familia de dinero, en la cual tenían esclavos. Esta historia se basa en el siglo XV donde la venta y compra de esclav...
127K 6.7K 16
Lee Felix es un adolescente común de 18 años, apunto de acabar la preparatoria y obsesionado con los dulces. Un dia el y su mejor amigo llamado "Han...
107K 13.2K 31
Itadori descubre una debilidad del rey de las maldiciones. Su esposa Natsumi Pero para eso debería entender la historia de ambos que se remonta en la...
389K 9.8K 43
la tipica historia de universos viendo otros universos atraves de pantallas flotantes que aparecerán en sus mundos aunque también agregare otras cosa...