De Piel y Huesos

By keymarquezz

41.4K 6.3K 3K

Las criaturas de la noche muerden para matar, o para condenar. *** Intentando escapar de un pasado que desear... More

Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
† Capítulo 3 †
Capítulo 4
Capítulo 5
† Capítulo 6 †
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
† Capítulo 11 †
Capítulo 12
Capítulo 13
† Capítulo 14 †
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Epílogo
Capítulo extra

Capítulo 18

945 197 124
By keymarquezz

La entrada está abarrotada de personas. Unos mortales, y otros, no tanto. Mientras más vampiros detecto entre la multitud, más temo que las sospechas de Margot sean ciertas. Sin embargo, me mantengo serena y risueña, como si no fuera más que una joven esperanzada de pasar una buena noche de fiesta con sus dos mejores amigos. Hemos esperado en la entrada de los amplios y un poco sombríos jardines de la propiedad mientras todos los invitados llegan al baile en sus estrafalarios carruajes, lo que me permite echarle un vistazo a los alrededores. El palacio es enorme; una estructura de piedra blanca con altas torres capaces de rasgar el cielo e incontables vitrales de cristal tintado que proyectan el reflejo de la luna. Desde mi posición no consigo entender los dibujos con precisión.

Cuando es nuestro turno de bajar del carruaje alquilado de Jerome, los pajes nos ayudan a Margot y a mí a llegar a salvo hasta el suelo antes de llevárselo, mientras Jerome nos guía hasta la entrada. Nos presenta ante los guardias y casi temo que no nos permitan entrar; rápidamente comienzo a idear una manera de hacerlo. Yo podría subir por las paredes de piedra y entrar por algún balcón, pero Jerome y Margot, no. Encontrar otra manera podría quitarnos demasiado tiempo.

—Ah, sí —murmura el hombre con la enorme lista en sus manos—. El conde Rinaldi ha dejado aquí su invitación. Disfrute de su noche, monsieur Lombardi. Y acompañantes...

El hombre nos da una significativa mirada a Margot y a mí, y me aferro al brazo que Jerome me ofrece cuando los guardias nos permiten avanzar. Ya sé bien cuál es la reputación de mi amigo en la alta sociedad, por lo que verlo llegar con dos chicas tomadas del brazo no será ninguna novedad para nadie.

—Un poco más y vas a cortarme la circulación —me susurra él, cuando no he sido consciente de que estoy empleando demasiada fuerza en mi agarre.

—Y yo que pensé que parecía enamorada.

—Yo diría más bien desesperada.

Subimos las largas escaleras del palacio Dumont y nada más cruzar las amplias puertas, pierdo el aliento. El lugar es bellísimo y elegante. Un poco tenebroso, considerando a quien pertenece, pero no deja de ser maravilloso, con sus amplios techos abovedados con intrincados decorados artísticos y elaborados candelabros de hierro que se ciernen desde las alturas. La mueblería también es exquisita, en conjunto con el suelo de mármol que reluce como un espejo de diamantes. Y todo en el lugar está rebosante de aparatosos arreglos florales en finos jarrones de alabastro: las rosas rojas y los claveles resaltan entre tanto blanco y dorado.

—Son para ocultar el olor de la sangre —explica Margot en voz sumamente baja, como si me hubiese leído el pensamiento.

No sé cómo no lo había pensado antes. El aroma de las flores es abrumador, incluso hasta para mí. Un olor muy parecido al que impregnaba los pasillos de la mansión del conde Rinaldi. Sin darme cuenta, me encuentro olfateando el lugar para comprobar si consigo detectar algún otro olor, pero las flores es lo único que puedo percibir.

Muy astutos, pienso.

Continuamos caminando hacia el salón de baile, donde la música llega a su clímax en una hermosa balada. Cruzamos las puertas de cristal y el amplio salón se abre ante nosotros. El lugar bulle de cuerpos de alta alcurnia y costosísimas sedas finas, mientras que acróbatas penden del techo en largos paños de tela roja, ofreciendo un magnífico espectáculo aunque nadie parezca prestarles atención. Un recuerdo se abre paso desde lo más profundo de mi memoria para sacarme el aliento, el recuerdo de una joven sentada ante su tocador bajo la cálida luz de las velas, acicalándose para una noche de fiesta en la alta sociedad de Emeraude, con un elegante vestido hecho a la medida. El primer baile de Lucille, al cual yo no tuve permitido asistir por ser muy pequeña. ¿A cuántos bailes asistió mi hermana antes de que los cobradores nos echaran a la calle? ¿Con cuantas de las personas aquí reunidas se relacionó, sonrió y compartió alguna vez, antes de que nos mirasen por encima del hombro por haber perdido nuestro dinero?

¿Quién era Elaine Beaumont para ellos, más que un fantasma del pasado?

Toda aquella cortesía, toda la música y el lujo, no es más que un teatro. Una vez que no formabas parte de su numeroso circulo de egoísmo, podría llevarte el mismísimo diablo en persona y ninguno de ellos movería un solo dedo para ayudarte.

Y ahora están aquí, a tan solo horas de ser la potencial cena de un clan de vampiros, y soy la única que tiene una oportunidad de salvarlos. Una parte de mí siente el deseo de darles la espalda y ver como los despluman, justo como lo hicieron ellos tantos años atrás.

La multitud exclama una alabanza para recibir a nuestro anfitrión, el duque de Manoire, quien entra en escena acompañado por una dama desconocida. Desde mi posición, junto a las puertas, solo consigo vislumbrar como el gentío se hace a un lado para recibirles, abriendo la pista de baile como se abre el mar rojo. Entonces una nueva melodía comienza a sonar para dar inicio al primer baile.

Jerome deja escapar una exhalación junto a mí y me giro en su dirección. A pesar de tener puesto un antifaz de arlequín, en vivos colores de rojo, dorado y negro que hacen resaltar el verde de sus ojos, en ellos puedo ver claramente la preocupación.

—Primer paso —le digo en voz baja—. Vamos a mezclarnos. Ve en aquella dirección junto a Margot, por donde están los bufones. Yo iré por el otro lado. ¿Tienes idea alguna de cómo ha de lucir Giselle?

Él niega con la cabeza.

—Solo sé que estará junto a Jean Paul. Él jamás la perdería de vista, mucho menos sabiendo que vendría esta noche. Por otro lado, estoy seguro de que él llevará un chaqué blanco. Jamás usa otro color.

Arrojo una mirada alrededor, pero el salón está plagado de todos los colores posibles.

—Daremos una vuelta al salón y nos volveremos a encontrar junto a las puertas del jardín. —Señalo al otro lado del salón, donde las amplias puertas de cristal dan acceso a los jardines traseros de la mansión—. Estén atentos.

Le entrego una pequeña bolsa que he sacado de entre los volantes de mi falda. Él lo abre discretamente y mira su contenido.

—¿Sal? —pregunta con evidente desconcierto.

—Es más que sal —explico—, contiene polvo de plata esterlina.

—Perfecto para mantener a las criaturas alejadas —agrega Margot desde su lugar.

—O derretirlos de adentro hacia afuera si consigues hacer que lo respiren. Ahora cierra la bolsa antes de que alguien pueda percibir el olor.

—¿Por qué no conocía este pequeño truco?

—Porque es una receta familiar, ahora andando.

Jerome se guarda la bolsa en el bolsillo y sonríe.

—Que empiece el espectáculo.

—Elaine, ten cuidado —me dice Margot.

—Ustedes también. Vayan, no perdamos tiempo. —Jerome mira en mi dirección una vez más y puedo ver que vacila—. La encontraremos —le digo, adivinando sus pensamientos—. Y antes de la medianoche estaremos muy lejos de este lugar.

Él asiente y gira sobre sus talones, ofreciéndole su brazo a Margot mientras se alejan. Me quedo de pie en el mismo lugar y los observo perderse entre la multitud fingiendo disfrutar de la fiesta. Entonces me doy vuelta y comienzo a buscar del otro lado del salón.

La servidumbre se mueve por todo el lugar llevando charolas de comida y vino en las manos. Los bailarines se mueven en el centro del salón justo cuando una nueva balada comienza, desplazándose con pasos fluidos como fantasmas aquí y allá a lo largo de la pista de baile. El gigantesco piano del rincón y los violines cantan una melodía triste y melancólica, al tiempo que los acróbatas se mueven por el aire en una danza sobre un amor trágico. Consigo dos hombres vestidos con relucientes chaqués blancos, pero ninguno es el conde Rinaldi, y después de recorrer mi lado del salón sin éxito, subo las escaleras hasta uno de los pequeños balcones y me limito a observar. Dedico sonrisas a quienes me miran más de la cuenta y rechazo amablemente a los hombres que me invitan a bailar, y continúo mirando a mi alrededor en lo que espero que parezca un gesto de que estoy aguardando por alguien. No se aleja mucho de la realidad; no dejo de esperar a que Giselle aparezca de entre la multitud para arrastrarla lejos de aquella fiesta infernal. Pero pasa el tiempo, y aquello no ocurre.

Mis ojos se enfocan en una mujer en particular, es alta, de complexión delgada y se mueve de manera regia. Usa una elegante máscara de pavo real y su vestido es posiblemente el más hermoso y sobresaliente que hay en la fiesta, de un llamativo verde botella adornado en el cuello y las mangas con un intrincado patrón de encaje negro. Algo en ella me resulta muy familiar y por un momento creo haber encontrado a Giselle, pero un segundo vistazo a su pelo me dice lo contrario. Es amarillo, como los rayos del sol, no con ese brillo de miel que también posee Jerome.

Luego, la recuerdo como la dama que ha acompañado al duque durante su entrada para abrir el baile. La nobleza la saluda y trata de conversar con ella, pero aunque esta no muestra signos de altivez, les continúa siendo esquiva. Se mueve por el salón, solo paseando entre los invitados. La dejo ir con la mirada y continúo con mi búsqueda.

Un sirviente pasa junto a mí con una charola cargada de copas de vino y le acepto una. A esto le llamo mezclarse, digo para mí misma mientras pruebo un sorbo. Es fuerte y cálido, tal vez un poco oscuro, pero tiene buen sabor. Aparecen más acróbatas para unirse a la danza aérea y recrean una obra de guerra y muerte, saltando de aquí allá, dejándose caer al vacío antes de volver a subir, entrelazándose uno con otros. Es maravilloso. La multitud les aplaude cuando el acto termina y vuelvo a echar un vistazo sobre mi hombro antes de bajar las escaleras y dirigirme hacia las puertas del jardín, deseando que Jerome y Margot estén allí esperándome, con Giselle junto a ellos.

La decepción me aborda cuando estoy solo a unos metros de distancia y no encuentro rastros de ellos. Vuelvo a repasar la multitud con la mirada, tratando de escuchar el latido de Jerome, pero todas las voces y la música se devoran cualquier sonido reconocible para mí. Suelto un suspiro de impaciencia. No quiero preocuparme, pero es justo lo que estoy comenzando a hacer.

Vuelvo a levantar mi copa para llevármela a los labios y casi se me resbala de la mano cuando miro hacia la pista de baile. Todas las conversaciones, la música, e incluso las personas, se desvanecen como una niebla. Y solo existe él, moviéndose con pasos fluidos y seguros, llevando a su acompañante de los brazos como si pudiera guiarla con alguna habilidad hipnótica. Su levita negra con bordados en hilos dorados arroja destellos al ondear con cada uno de sus pasos, justo de la manera en que su cabello de sol veraniego reluce bajo la luz de las velas. Lleva un antifaz de diablo negro, con cuernos a la altura de las sienes, pero aunque tuviera una máscara cubriéndole toda la cara, no podría ocultar su identidad ni en un millón de años.

Un torbellino de emociones me sacude y me deja sin aliento mientras el pánico se apodera de mi cuerpo. Quiero correr y escapar de él antes de que me descubra. Continuar huyendo. Pero antes de darme cuenta, me encuentro caminando en su dirección. Lo que ocurre a continuación me llega en fragmentos. Estoy andando fuera del tiempo. La música se acaba. Hay una ola de aplausos y la orquesta hace una pausa para que el nuevo grupo de bailarines se prepare antes de que una nueva melodía comience. No regreso a mi cuerpo hasta que siento su mano encallada con firmeza sobre mi cintura. No sé ni dónde ha quedado la joven con quien bailaba... Tal vez la he apartado groseramente, no puedo recordarlo.

Mi corazón se desboca cuando levanto mis ojos hacia él. Ahí está, finalmente.

Él me recorre con sus hermosos ojos ambarinos salpicados de verde y sonríe lobunamente.

—Tendrá que perdonar mi pregunta, mademoiselle —dice, con su seductora voz. Mis rodillas tiemblan—. Pero, ¿ya nos conocíamos?

La música comienza con una melodía suave y constante de piano, y él comienza a guiarme con lentitud.

—No lo suficiente —le digo, y procuro que mi voz no tiemble.

—¿Es eso un ?

Las notas del piano se vuelven más rápidas, para luego estallar en una armonía salvaje de violines y tambores entrelazados. Mis pies se mueven por cuenta propia y él me hace girar sobre ellos un par de veces y vuelve a llevarme hacia sí. No dejo de sentir que levito, que mis pasos son más ligeros que de costumbre.

Respiro antes de contestar sobre su hombro.

—Dijiste que volvería a ti. Que me esperarías... —Otra vuelta—. Pues, aquí estoy.

Mi corazón late con fuerza. Él me mira por lo que parece una eternidad y sé que me está evaluando; sé que puede escuchar mi corazón; sé que puede sentir mi miedo, pero eso no me importa. Cuando sonríe, algo dentro de mí se retuerce.

—Mi querida Elaine. —Me hace girar una vez más y planta una mano contra mi estómago antes de atraerme hacia sí, por lo que me encuentro de espaldas a él. Entonces dice en mi oreja—: Te sienta la inmortalidad.

Ya no puede hipnotizarme, así que me desenvuelvo de su agarre y giro sobre mis pies  para volver a quedar frente a él.

—Esto es solo un disfraz.

—Pues lo llenas de maravilla. —Su mano me recorre la espalda y me toma con mayor firmeza—. ¿Qué te tomó tanto tiempo volver a mí?

—Tal vez no quería hacerlo... Tal vez, aún no lo hago.

Él sonríe, entonces se inclina sobre mí para susurrar en mi oreja. Reprimo el impulso de buscar una de mis dagas bajo mi falda y me aferro a su hombro.

—Tal vez aún no lo quieras, pero es lo que pasará. —Roza mi cuello con la punta de su nariz e involuntariamente me encuentro conteniendo la respiración—. Yo te creé. Me perteneces. Siempre estará en tu naturaleza volver a mí. Si no, ¿por qué has venido esta noche?

Detesto la manera en que mi cuerpo reacciona ante él, así como detesto lo que su cercanía me hace sentir. Mi interior bulle con algo que no es odio, y el único odio que siento es hacia mí misma.

Soy más fuerte que esto, me digo. No le debo nada. Él me lo debe todo. Me lo arrebató de las manos y lo destruyó.

Él suelta una risa que parece más bien un ronroneo. Puedo sentirla a través de los huesos.

—No tienes una respuesta ­—dice—. Eso es porque no la hay. Quieres odiarme, Elaine, pero no puedes. Y aunque te rehúses a aceptarlo, sabes que digo la verdad.

La música se detiene y él hace una bien ensayada reverencia al tiempo que se lleva mi mano a los labios. Tardíamente me doy cuenta de que tiene la mano enguantada para ocular la falta de su medio anular. Siento un placer enfermizo y me regocijo en él.

—Siempre seré tu amo, y por lo tanto, siempre volverás a mí.

La multitud aplaude y él hace ademán de alejarse, pero me aferro a su mano, reteniéndolo un momento más.

—¿Me dirás tu nombre alguna vez o debo adivinarlo?

Él sonríe.

—Dorian Dumont, para servirte. —Se suelta de mi agarre y comienza a caminar de espaldas—. Disfruta el resto de la noche, mi querida. Mi hogar es también el tuyo...

Desaparece entre la multitud antes de que pueda preguntarle algo más.

¿Acaso ha dicho Dumont?

Me toma un momento recomponerme y conseguir que mi cuerpo deje de temblar. Naturalmente no soy capaz de sentir frío o calor, pero en este preciso momento me estoy congelando.

No puedo evitar que un estremecimiento me sacuda, suelto un gruñido de frustración y estoy a punto de ponerme en marcha, cuando una mano envuelve la mía y me hala nuevamente hacia la pista. Tengo que recordarme dónde estoy y que debo fingir ser antes de atizarle un porrazo al desconocido por su atrevimiento, pero él me dedica una sonrisa arrogante, divertido por lo que sea que ve en mi rostro.

—¿Una mala noche, mademoiselle?

—¿Tanto se nota?

Él hace una mueca.

—Uno pensaría que semejante velada sacaría a relucir lo mejor de cualquier joven. Sonrisas risueñas y ojos esperanzados, pero no veo nada de aquello en usted. Sino todo lo contrario. Y, debo agregar, que es usted un libro abierto. Sus emociones se reflejan claramente en su rostro.

—Yo puedo ver que usted se toma demasiadas libertades. Es un poco tosco y descortés.

—Eso siempre ha sido parte de mi encanto. —Se encoje de hombros—. Supongo que también soy un libro abierto, no veo razón para fingir ser algo que nunca he sido.

Inclino la cabeza y lo miro fijamente.

El desconocido es alto, de cabello oscuro. Tiene una sonrisa que incita a mirar su boca más de lo que se consideraría apropiado. Su antifaz de cuervo con plumas de negro iridiscente no me permite ver sus ojos con claridad, pero de alguna manera, su mirada me atraviesa. No necesito mirarlo dos veces para saber que es uno de los invitados inmortales; y a juzgar por su complexión esbelta y musculosa, es uno poderoso. Su levita es del color del vino, y en su mano encuentro el mismo anillo de la Rubis de Sang.

—¿Se refiere entonces a fingir ser una persona educada? —pullo—. Porque se le da fenomenal.

Él ríe. Su voz es ronca y para nada desagradable.

—Es usted quien se dedica a fingir —dice, y me hace dar una vuelta. Mi vestido se extiende como un remolino azul y se me enreda entre las piernas. Por un momento temo que alguna de mis dagas salga volando.

No sé quién es él, ni por que se toma tales atrevimientos, pero no puedo evitar responderle de igual manera.

—¿Qué le hace creer que estoy fingiendo? No me conoce.

—No necesito conocerla para saberlo. Solo la he observado.

Mis músculos se tensan ante su declaración.

—Entonces, ¿diría usted que me ha observado mucho?

Él sonríe y un hoyuelo aparece en su mejilla izquierda.

—Desde que cruzó las puertas no he sido capaz de mirar hacia otro lado, ha sido el punto focal de mi atención —confiesa—. Y puedo decir que, desde que llegó, no ha hecho más que rechazar a todos... Para luego arrojarse sin ningún atisbo de vergüenza hacia los brazos de su antigua pareja de baile, lo que me hace suponer que ha venido solo por él. —Hace una pausa para hacerme dar otra vuelta, esta vez lentamente—. Sin embargo, parece que dicha reunión le ha afectado sobremanera, aunque trate de aparentar lo contrario. ¿Un desencuentro con un amante, quizá?

—No sabe lo que dice.

—¿Ah, no?

—No he venido aquí por él.

¿Por qué continúo hablando con él?

—Entonces, ¿por qué?

—¿Por qué ha venido usted? —inquiero.

Él sonríe con desgana.

—Para encontrar algo que perdí hace mucho.

Abro la boca para responder, pero el retumbar de una campanada me paraliza.

No puedo creerlo. Se nos está agotando el tiempo y yo no he hecho otra cosa más que desperdiciarlo en tonterías. Necesito encontrar a Giselle.

Me alejo del desconocido antes de que la pieza termine y me dispongo a correr, pero él me retiene.

—¿La princesa debe marcharse antes de que termine el encantamiento?

—Debo buscar a alguien...

—¿Sin despedirse? ¿Quién es el grosero ahora?

Su mano baja por mi brazo hasta alcanzar la mía, entonces la levanta para llevársela a los labios y, en el mismo instante en que sus labios entran en contacto con mi piel, siento que deposita algo entre mis dedos.

—La puerta roja —dice—. La encontrará allí.

—¿Qué ha dicho?

—Se hace tarde, mademoiselle.

Entonces me libera de su agarre y se pierde en la multitud.

Me quedo allí, paralizada. Al levantar la mano para ver que me ha dejado el enmascarado, encuentro una llave de bronce. Tiene un papel enrollado alrededor del cilindro.

Tiro de él y descubro un mensaje escrito.

En la torre más alta se encuentra la princesa.

Solo un acto de amor verdadero romperá el encantamiento.

Para hallarla debes correr prisa,

Pues un terrible mal tendrá lugar cuando termine el cuento.

Es un acertijo... Un acertijo para encontrar a Giselle.

Continue Reading

You'll Also Like

1.5K 239 5
¡Solo para amantes de los vampiros! _____ Obra creada por mi, Karla Utrera. Por favor no la copies. No hagas plagio con ella. No tomes mi idea como t...
102K 16.6K 91
🏆 [HISTORIA SELECCIONADA POR ALEX MIREZ COMO PARTE DE LA LISTA QUE CONMEMORA EL MES DE LA HERENCIA HISPANA 2022] ... Un psicópata haciendose llamar...
4K 704 23
Llovía frecuentemente cuando me mudé y pude conocerle. Nunca imaginé que mi vecino no existiese... ➳10/06/2021. ➳01/01/2022. Portada actualizada. ...
316K 19.1K 57
𝐁𝐫𝐨𝐨𝐤𝐥𝐲𝐧 𝐒𝐰𝐚𝐧 𝐦𝐞𝐣𝐨𝐫 𝐜𝐨𝐧𝐨𝐜𝐢𝐝𝐚 𝐜𝐨𝐦𝐨 𝐁𝐫𝐨𝐨𝐤 𝐒𝐰𝐚𝐧 𝐞𝐬 𝐥𝐚 𝐡𝐞𝐫𝐦𝐚𝐧𝐚 𝐦𝐞𝐧𝐨𝐫 𝐝𝐞 𝐈𝐬𝐚𝐛𝐞𝐥𝐥𝐚 𝐒𝐰𝐚𝐧...