Sed de Poder

Naoiri_Bri tarafından

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Kaia Morana Morringan es hija de la grande casa Sallow, la cual está en quiebra. Su vida dará un drástico gir... Daha Fazla

Aclaraciones/Antes de leer
.
Prefacio
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capitulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capitulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 54
Capítulo 55
Capítulo 56
Capítulo 57
Capítulo 58
Capítulo 59
Capítulo 60
Capítulo 61
Epílogo

Capítulo 20

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Naoiri_Bri tarafından

—Darah, creo no me escuchaste, pero Edward, está en la cocina esperándote—Habla Dahey desde la puerta.

—Dile que salgo en un minuto, estoy enferma del estómago—Le grito a Dahey, desde la bañera para que pueda escucharme.

Desde pequeña aprendí la mejor escusa del mundo, estar enferma del estómago, me permite muchas cosas, por ejemplo: estar en el baño por tiempo indeterminado, alejarme de situaciones que no quiero pasar, y estar en mi cuarto todo el tiempo que quiero.

Las marcas de esas asquerosas manos en mi cuerpo se están borrando lentamente, pero sin duda los recuerdos siguen y seguirán ahí.

Hago un recuento mental de los sucesos, después de escapar del castillo, y comienzo a arrepentirme de decisiones de mi pasado, me doy cuenta de que mi comportamiento no fue el mejor, en respuesta a eso, Damen solo me vio como un nuevo reto, más fácil hubiera sido, si fuera la esposa sumisa que sueñan todos, seguramente así se olvidaba de mí.

«Lástima que el pasado no se cambia» habla la vocecita interna en mi cabeza.

Tardo mucho tiempo quitándome la sangre de mi cuerpo en la bañera, y otro tanto, perdiéndome en mis pensamientos, estoy mínimo una hora sumergida en el agua, lo sé porque a estas alturas los dedos tanto de mis manos como de mis pies, están muy arrugados.

Cuando decido que es buen momento para salir de nuevo al mundo, Edward ya se ha cansado de esperar, y se ha ido, Dahey y Felipe siguen esperándome en la cocina para cenar juntos. Estamos sentados en la mesa cenando, y no puedo controlar el impulso de mis lágrimas, sólo salen.

—Hija, ¿estás bien? ¿Qué te duele? —Pregunta Felipe asustado.

—¿Estás bien Darah? —Pregunta Dahey después.

—Solo necesito un abrazo—Suelto con la voz quebrada.

Al instante Dahey y Felipe se paran de sus respectivos lugares, y me envuelven en un abrazo muy confortable.

—Sea lo que sea, cuentas con nosotros hija—Dice Felipe, mientras me abraza.

Lloro todo lo que puedo y ellos solo se mantienen abrazados de mí, qué más quisiera contarles la verdad, pero de alguna forma los estoy protegiendo.

Terminan de abrazarme, y me dan un beso en la mejilla cada uno, acompañado con unas miradas que me hacen volver a abrazarlos.

Mi hambre se fue, y prefiero decirles que lo mejor será dejar de cenar para así "calmar el dolor de estómago".

Toda la noche la paso en vela, acompañada con Pistache, mí fiel paño de lágrimas. No puedo parar de repetir la escena una y otra vez, donde le quité la vida al papá de Henry, en un ataque de cólera.

Al día siguiente, mis ganas por seguir con mi vida desaparecen, ya no tengo pensado regresar a ese repugnante trabajo. Si pudiera no saldría de este cuarto nunca más en la vida.

Dahey entra con una charola llena de comida, hecha especialmente para mí, para levantar los ánimos.

—Anda come, no me voy a ir hasta que lo hagas—Ordena Dahey.

—No quiero—Contesto e infantilmente me cobijo hasta la cabeza.

—Ándale, si no vas a enfermar más—Implora Dahey.

Me destapo, y veo que está sonriendo, tomo uno de los platos con sopa y como lentamente, fingiendo que el dolor me impide hasta comer.

—¿Te puedo pedir un favor?

—Dime—Contesta Dahey, sin quitar su vista de mí, y de la sopa que decidí comer.

—No quiero recibir visitas, si vienen diles que no estoy por favor—Pido.

—Sí mi niña, pero tienes que superar lo que estés pasando, no quiero que sufras más.

El que me diga niña, me congela y me hace recordar lo que quiero olvidar, pero, aun así, no puedo dejar de contestarle. —Te lo prometo—Le digo con las lágrimas amenazando por salir.

Henry llega a la casa en lo que es su hora de descanso en la panadería, ya que lo tiene un poco preocupado mi falta al trabajo, Dahey me miente y deja que pase, milagrosamente yo tengo mi puerta cerrada, y no puede pasar.

Toca la puerta una y otra vez sin respuesta alguna de mi parte.

—Se que estás ahí Darah, no se la razón por la que no me quieras ver, pero te respeto—Grita detrás de la puerta—A veces no te entiendo, y tampoco entiendo lo que siento por ti, pero si es por eso que te alejaste de mí, no tienes por qué preocuparte, sólo tenemos que hablarlo, todo se resuelve hablando.

—Te traje esto, porque me lo habías pedido—Mete muchas monedas por debajo de la puerta, una por una, con su dedo más chiquito las empuja a mi lado de la puerta—Espero pronto te recuperes Darah, me voy—Y se escuchan pasos en el pasillo, lo que significa que es otra persona más, que se aleja de mí, por no tomar buenas decisiones.

Calmo mis lágrimas poco a poco, Dahey entra un rato después de la salida de Henry, con más comida, es una buena persona, como en la mañana, Dahey solo se sienta a verme comer, en completo silencio.

—Darah!, ¿Dónde estás?, ¿Estas bien? —Se escucha la voz de Edward, gritando por toda la casa.

Dahey se para de donde estaba sentada viéndome, para ir a investigar cómo entró Edward, si las únicas que estamos en la casa somos nosotras dos.

—¡Edward! ¿Qué haces aquí? —Pregunta Dahey.

—Estaba la puerta abierta y entré, perdón—Dice Edward.

Los dos se quedan platicando en el pasillo, y desgraciadamente ahora tengo la puerta abierta, no tengo la fortaleza suficiente para pararme de la cama en la que he estado postrada todo el día, para cerrar la puerta.

—Parece que alguien te atropelló de nuevo, Darah—Aparece Edward como siempre, con sus comentarios alegres.

—Ya quisiera yo que fuese eso—Susurro.

—¿Dijiste algo? —Pregunta Edward. Solo muevo la cabeza en señal de que no he dicho nada y un silencio incómodo se instala en la habitación.

—Vine porque ayer te estuve esperando, y nunca saliste del baño—Empezó a hablar—Luego de que me fui, había mucha gente reunida en la panadería, me acerqué a ver qué era lo que sucedía y era el señor de la panadería muy herido, pidiendo ayuda. Dijo que se habían metido a robar y lo habían golpeado.

Quien sabe cuánto tiempo habrá pasado inconsciente, porque su cabeza estaba sangrando demasiado. Me espanté porque sé que trabajas ahí, y pensé que te habían hecho algo—Termina de platicarme.

Se cae el peso de mis hombros, no le quité la vida al padre de Henry y aún no he matado a nadie en mi vida, aun así, es una latente advertencia de que tengo que escapar de aquí, antes de que quiera más venganza.

—Estoy bien Edward, gracias por preocuparte—Le sonrío.

—Venga, arriba los ánimos, vamos a caminar, ¿Qué dices?

—Me siento mal Edward, me duele el estómago—Contesto rápidamente.

—Bueno... en ese caso voy a acompañarte en tu dolor—Dice y se acuesta a un lado de mí—Galán, quiere pedirte disculpas personalmente—Dice, acomodándose bien en la cama.

—Ese galán, sí que es muy distraído, dile que no se sienta mal por aplastarme — Río.

—También te quiere invitar a una cita — Suspira con temor.

—Dile que sí, pero solo él y yo, él dueño no está invitado—Bromeo.

—Entonces le diré a Galán que no hay cita.

—Siempre encontraré la forma de hacerte reír Darah, te mentí, no tengo tiempo, me tengo que ir—Cambia el tema de conversación, y se levanta de mi lado.

—¡Ah!, qué mentiroso me saliste, está bien, te puedes ir, pero solo porque yo te dejo. ¡Que tengas una linda tarde! —Bromeo sacándole la lengua, mientras él sale por la puerta, dedicándome su sonrisa de siempre.

Al instante, el estar sola de nuevo, me pone muy nostálgica, al recordar todo lo que dejaré atrás al irme.

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