HUNTER. Tierra de salvajes #1...

By LBSilva

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Todos tenemos un alma salvaje. Tomos somos salvajes. Aquellos que viven, aquellos que aman, aquello... More

Sinopsis larga.
Prologo.
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Final.
Epilogo
Agradecimientos.
Multimedia
¡Auburn historia destacada en Wattpad Acción!

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By LBSilva

                A pesar de hacer bastante calor, Rebecca se encontraba helada y temblaba sin poder evitarlo en ese momento. Nadie se dignaba a mirarla, por el aspecto que daba pero cuando alguien lo hacía les llamaba mucho la atención verla en chaqueta de cuero con esas temperaturas. Pocos notaban que estaba sucediendo en ella y se unían a la larga lista de ignorante, liderada por sus padres.

                Rebecca, mejor conocida como Becca, se drogaba desde su adolescencia y no tenía motivos realmente importantes para hacerlo. Simplemente se sentía la típica niña rebelde que quería ser un desastre y mandar entre sus conocidos. Comenzó con cosas simples como marihuana, fumando con sus compañeros de instituto y riéndose en las terrazas de aquel lugar que la encerraba. Pero terminó volviéndose adicta a la sensación de perder el control y la cocaína comenzó a ser su mejor amiga. Estaba perdida y al borde del colapso, pero aún así se mantenía de pie y buscando como morir.

                 Odiaba Auburn, pero no podía quejarse ante sus padres al ser dependiente de ellos y tener que vivir bajo sus mandos. Desde hacia tiempo había perdido las facultades que solía tener y era manejada por ellos mientras trataban de esconderla del mundo. A ella no le importaba, desde que había nacido Valerie la vida había cambiado para ellos.

                Becca siempre fue una niña conflictiva y nunca hacia lo que le pedían, sus padres estaban muy enfadados y decepcionados por la hija que habían tenido. Se suponía que ella debía seguir sus ordenes, que debía comportarse y ser el ejemplo de niña perfecta. Pero en cambio Becca se rebelaba sin saber realmente el significado de una palabra como esa.

                Fue un alivio para sus padres cuando Valerie llegó al mundo y se comportó como la niña que debía ser. Desde ese momento se olvidaron de Becca y decidieron comenzar a crear un camino para Valerie. A ella realmente nunca le importó, aunque era una lastima que quisieran jugar con su hermana cuando ella tenía una personalidad a pesar de ser un simple títere.

                Pero Becca tenía intenciones de hacerle ver la verdad, de hacerle notar que estaba creándole un camino que iba a matarla. Sergei estaba cerca y estaba casi segura que su padre había vendido a su hija por estabilidad en Auburn, por no morir en manos de aquel mafioso. Valerie ya era mayor de edad y podía hacer lo que quisiera, como pensar.

                Era una verdadera lastima que no siempre estuviera lucida para ayudar a su hermana, la mayoría del tiempo se encontraba desesperada por volver a consumir y sobrevivir. Muy pocas veces se encontraba firme,  aunque esa vez era una excepción. Tenía que soportarlo un poco más si quería ganar esa batalla.

                Luke Williams la esperaba en los callejones que dividían el bar de su hermano con una casa abandonada. Lo había conocido cuando vivían en Chicago, una de las tantas noches que había perdido el control de su vida. Él estaba sentado en la mesa que solían usar sus amigos y ella, por lo tanto comenzó con una discusión sobre quien tenía el poder. Duró poco, porque ya estaban besándose tirados en el sofá. Le causó algo de desaprobación saber que Luke vendía, sintiéndose en la mira de un vendedor. Solía suceder eso, ellos notaban que consumía y que era una niña rica. Se acercaban a venderle todo tipo de drogas, pero esa noche el chico Williams le ofreció algo que jamás olvidó.

                Le vendió por un buen tiempo y ella no sólo se obsesionó con la droga, sino con Luke. Su vida dependía de él y en varias oportunidades las cosas terminaron mal. La droga se terminó y Luke desapareció dejándola sola con más problemas de los que imaginaba tener. Lo siguiente que había sucedido, Becca trataba de olvidarlo.

                —Te ves bien —la saludó Luke cuando se encontraron en el pasillo, lo suficientemente a oscuras para no ser vistos pero lo bastante iluminado para verse los rostros. Becca seguía maravillada por su atractivo y seguía amando su barba con locura. Ella había perdido kilos y lucía demacrada, mientras que él seguía viéndose tan guapo como de costumbre—. Si no fuera por tu padre, creería que me estás siguiendo.

                —El destino es un hijo de puta —admitió ella, llevando las manos a su chaqueta para no llevarlas al cuerpo de Luke. Sentía el sudor frío cayéndole por la espalda, pero lo ignoró y trató de mantenerse estable.

                Fue una gran sorpresa para Becca recibir un mensaje de Luke en su teléfono y descubrir que él vivía en Auburn como ella. Sospechaba que la había visto en la televisión junto a su familia y misteriosamente quería hablar con ella. Eso creaba esperanzas en ella, pero tampoco quería aferrarse a una locura nuevamente. Había cometido muchos errores por eso.

                —Lamento haberme marchado de Chicago, me necesitaban aquí —se excusó él, manteniendo una distancia considerable pero ella simplemente se encogió de hombros ignorando por completo la razón. Había pasado un largo tiempo y sus heridas se habían curado, no quería tocarlas para verlas sangrar nuevamente—. Leí que la pasaste mal...

                Las noticias, obviamente. Durante su estadía en Chicago, Becca le había confesado quien era y obviamente él no se sorprendió al saber que era la hija de un político. Pero cuando se marchó y todo lo malo sucedió, en lo único que pensaba Becca era en su imagen en las noticias. Obviamente la prensa y los adversarios de su padres consiguieron dar a conocer todos los detalles. Becca agradecía que no se habían enterado de todo.

                —¿Qué es lo que quieres de mí, Luke? No creo que me hayas llamado para explicarme porque te marchaste, entiendo tus negocios —respondió con voz neutral, sin sonar lo suficientemente fría o cruel. No le interesaba tomarle la mano a quien le había dislocado el hombro.

                —¿Recuerdas la droga que consumíamos en Chicago? —le preguntó él. ¿Cómo olvidarla? Fue lo primero que se le pasó por la cabeza a ella, pero simplemente asintió con lentitud. Sus nervios comenzaron a crecer, sintiendo la necesidad y recordando la sensación que le había creado—. La había conseguido aquí, en Auburn, pero no de buenas maneras. Era una droga rusa, muy buena y estoy pensando volver a conseguirla.

                —¿Qué necesitas? —fue lo primero que ella logro articular, demostrando su desesperación. Luke le sonrió de lado, contento obviamente por la emoción de Becca en sus planes—. ¿Tiene que ver con Sergei?

                —Sí, se la robé a él y eso trajo conflictos que mi hermano aún no entiende. Logró salvarme el trasero pero no creo que vuelva a hacerlo —le explicó y emocionado por su locura, dio un par de pasos hacia ella tratando de transmitirle su emoción—. Lo que vamos a hacer traerá un conflicto entre el club Williams y la mafia de Sergei. Pero logrará acabar con los problemas económicos de mi hermano y todos querrán hacer negocios con nosotros. Necesito tu ayuda, Becca, sólo tú y yo la hemos conocido y sabemos que podemos dar por ella. Te necesito en esto.

                Si bien en su interior no había ninguna duda, desesperada por volver a tener aquella sustancia en su cuerpo, algo le dijo que estaba por cometer el peor error de su vida. La última vez que había estado con Luke había terminado con más de un problema y le había costado muchísimo recuperarse. Si aceptaba aquello iba a traicionarlo todo. No sólo a su hermana, a sus padres sino a sí misma.

                Aunque esa era una buena forma de morir, no podía negarlo.

                Asintió y cuando Luke quiso decirle algo, los disparos comenzaron.

                Valerie sólo estaba pensando en lo bruto que era aquel hombre y en lo enojada que se encontraba en ese momento, que ni siquiera comprendió que había vivido en ese momento. Cuando su cuerpo cayó al suelo de madera, cubierta por el enorme cuerpo de Hunter, comprendió que estaban siendo atacados. Luego sintió algo chocarse contra el suelo y el dolor llegó.

                Nunca había sentido en su vida tal dolor, pero la dejó sin habla por varios minutos, casi a la deriva. Podía sentir su mundo dando vuelta, como también la voz de Hunter gritando ordenes y su nombre. Escuchaba un zumbido fuerte, que la dejaba sorda y por momentos vio el bar girar. Aquel ruido fue disminuyendo y volvió a la realidad completamente de la nada, como si alguien la hubiera obligado a regresar.

                Una vez estable, pudo comprender que se encontraba sentada en el suelo del bar. Con la espalda en la madera se encontraba frente a Hunter y a una chica de rasgos duros que pudo reconocer como la chica que servía tragos en el bar. El rubio daba órdenes por doquier, gritándole cosas a la gente y señalando hacia diferentes lugares. Los disparos invadían el lugar, como también los gritos de guerra. ¿Qué había sucedido?

                —Ve, Raven, yo me quedo con ella —le pidió Hunter a la chica. Ella no parecía querer moverse, a pesar de tener un arma en sus manos preparada para ser usada. Valerie se preguntó si algo la ataba a ese lugar, aunque ella no era claramente la razón.

                —Tienes que ayudarnos, no podemos hacerlo sin ti —le rogó ella, como si fuera una niña huérfana o una pequeña que necesitara órdenes para continuar. Hunter frunció el ceño al escuchar las palabras de la chica, enojado por lo que le había pedido.

                —¡No puedo ir! —se quejó él y volvió a mirar a Valerie. Raven protestó nuevamente, hablando sobre el club y su jefe haciendo enloquecer a Hunter. Era bastante gruñón cuando lo deseaba—. ¡No voy a dejar a la hija del alcalde herida o en manos de otra persona! ¡Ve a buscar a Lydia o haz algo importante que no sea molestarme!

                Obviamente, Raven se marchó insultándolo pero Hunter ignoró por completo, haciéndole creer a Valerie que no le importaba ser agredido verbalmente. Su propia cabeza cayó a un lado, ante el mareo, pero Hunter la atrapó mostrando enojo en su rostro. No sabía exactamente que pensaba en ese momento. Tampoco sabía si estaba preocupado por ella o enojado por la situación que estaban viviendo. Ella no debía estar ahí, lo sabía, pero merecía tener respeto de esas personas.

                —¿En qué problema me has metido, princesa? —se quejó él aunque parecía que pensaba en voz alta no para ella—. ¿Cómo le explico a tu padre que llegaste por cuenta propia cuando parece que te he secuestrado?

                —No tienes cara de secuestrador —se dio el lujo de bromear, sonriendo de lado a pesar de las circunstancias que estaba viviendo.

                Notó que Hunter al principio se sorprendía al comprender que estaba volviendo en si y luego bajó la mirada al suelo. Valerie había aprendido, en tan poco tiempo, que Hunter hacia eso cuando trataba de contener una sonrisa. Lo había visto dos veces anteriormente, cuando habían discutido por su teléfono celular y en ese momento lo estaba haciendo de nuevo. Estaba haciendo reír al gruñón jefe de una especie de club de mafiosos. Se sentía importante y llena.

                —Eres un maldito problema, ¿lo sabes? —le preguntó él, ya claramente enfadado. El sueño había durado poco y Valerie ya se encontraba en la realidad. Por un momento creyó que Hunter era una persona para conversar, pero obviamente se había equivocado—. Un maldito problema en el culo.

                —No te pondré en problemas, Hunter, no le diré a mi padre que estuve aquí —le susurró ella con las pocas fuerzas que tenía en ese momento. Hunter chasqueó la lengua y miró hacia abajo, exactamente hacia sus piernas. Valerie abrió los ojos horrorizada al encontrarse con su pierna derecha cubierta de sangre a pesar de encontrarse vendada. Empezó a perder el control de sus facultades y a respirar entrecortadamente. Nunca había visto tanta sangre junta y no sabía que le había sucedido, simplemente le dolía pero no entendía que podía ser.

                —¡Hey, hey! —exclamó Hunter tomando el rostro de la chica y obligándole a mirarlo. No se tranquilizó pero le dolía lo suficiente el cuerpo para no poder alejarse de él—. No estás realmente herida, la bala rozó tu pierna al impactar en el suelo. Seguramente fue una bala que había rebotado en algún auto, yo te cubrí con mi cuerpo lo suficiente para que no te tocaran.

                —¿Y tú? —preguntó ella, mirándolo asustada y comprendiendo que se mostraba bastante bien a pesar de lo que estaba sucediendo.

                —Cuando eres jefe de un club como este... llevas chaleco siempre —le explicó mostrándole que debajo de su chaqueta de cuero llevaba un chaleco antibalas. Los disparos llegaron nuevamente y Valerie no pudo evitar gritar ante el miedo que sentía en ese momento.

                —¿No han tratado de dispararle al líder? —preguntó Valerie casi con fastidio, como si aquello fuera obvio. Hunter la miró sorprendido y frunció el ceño al instante, como si fuera la primera vez que escuchara algo como eso. A ella le sorprendió que nunca viera algo tan obvio, que no estuvieran planeando aquello. ¿Eran un grupo de gente que dispara y no pensaba hacia dónde? Quiso decirle algo, pero una chica rubia parecida a Hunter apareció a su lado distrayendo por completo al rubio.

                —Hunter, yo me quedo con ella. Te necesitan —le dijo ella mientras se acercaba a Valerie, que estaba perdiendo nuevamente la noción del tiempo. Hunter la miró y gruñó sin poder evitarlo nuevamente. Ella quiso decirle que no había de que preocuparse, que iba a estar bien pero sin darse cuenta todo volvió a ponerse oscuro.

                Hunter estaba furioso, no, lo siguiente y no sabía con quién descargar su enojo. Lydia dio un paso hacia atrás mientras él se ponía de pie y recibía la escopeta de asalto que le daba Raven, posicionada detrás del mostrador protegiendo a Valerie y a él. Su hija se acercó a la pequeña rubia y trató de reanimarla, aunque Hunter no se quedó a confirmar si lograba su cometido. Estaba furioso por cómo se había tornado el día, cuando parecía ser uno completamente tranquilo. Pero no, los mexicanos volvían a tocar su club y lastimaban a la hija del alcalde. Hunter iba a tener problemas y lo sabía.

                Le hizo un gesto a Raven, que ella conocía perfectamente y lo siguió dispuesta a cubrirle las espaldas. No estaban sus mejores hombres esa tarde y Dante seguía siendo un niño a la hora de disparar. Le faltaba Luke, pero seguramente se encontraba en la cama con alguna prostituta o vendiendo droga barata en algún rincón de Auburn.

                Todo le molestaba a Hunter ese día, absolutamente todo.

                Con la chica cubriendo sus espaldas, Hunter no necesitó pensarlo dos veces a la hora de abrir la puerta del bar de una patada. Pocos mexicanos quedaban, pero ellos se encontraban dispuestos a matarlos. Le sorprendía aquello, normalmente no solían molestar a menos que se tratara de una venganza. Hunter no estaba molestando a nadie por eso odiaba cuando alguien lo molestaba a él.

                Obviamente su escopeta no tenía alcance suficiente pero con Raven cuidándolo no necesitaba estar lejos. Cargó el arma de un rápido movimiento y no se detuvo hasta encontrarse cara a cara con el último mexicano que quedaba de pie, escondido detrás de una moto. El odio y la furia lo dominaban por completo, la adrenalina le latía en la piel y no necesitaba que alguien le dijera que estaba enloqueciendo porque ya lo sabía.

                El enemigo aulló de miedo al comprender que cerca que se encontraba y Hunter aprovechó el miedo que su locura causaba para disparar. La sangre que cayó sobre su cuerpo fue la confirmación de una víctima fría y sin risas.

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