Lost at sea: Collapse

By Ensalitrada

37.3K 3.1K 20.2K

3º Libro de Lost at sea ¿Deseando saber cómo acaba esta trilogía? Yo que tu, lo leería. 28-06-2021 2º #Ro... More

Introducción
Una experta ladrona de camisetas
Octavian tiene una fiesta del té con sus peluches divinos
Percy descarga su torpeza con unas macetas
Una interminable lista de delitos que me provoca sueño
Aprendo que no debería intentar hacer mis sueños realidad
Me quedo con ganas de hacer una barbacoa
Los privilegios de ser la novia de Leo
Se aprueba dormir con un arma bajo la almohada
Ya no se puede llorar sin que te amenacen
Lanzamiento olímpico de ojo
Lanzar cuchillos se convierte en desestresante natural
Frank está a un suspiro de morir en su cocina
Tres cocineros experimentados en intestinos de vaca
Nos sugieren crear nuestra propia matanza
Me pienso si es mejor revivir un brazo o un cerdo
Los muertos hablan a través de caballos enanos
Me aficiono a molestar mientras trabajan
Una cutre historia de miedo que provoca pesadillas
Vuelvo a darme cuenta de que no sé mentir
Hazel resulta ser una tramposa jugando
Una maestra de la actuación a grandes niveles
Nos convertimos en jugadores profesional de ajedrez
Todos mis problemas empiezan por culpa de unos ojos
La comida es el idioma universal para hacer caso
Siento un frío muy extraño surgir en mí
Me hacen un regalo visiblemente más útil
Piper y Hazel están cerca de cargarse la madera del suelo
A Chris le falta sangre en las venas
Tres diferentes borrachos y de nuevo al rechazo
Aún con resaca, el trabajo es lo primero
Un cambio de aliado poco equiparable
Dos expulsadas de la habitación por buena convivencia
Copio el truco de Will para coger sol
Le doy más trabajo de la cuenta a Will
Echamos a suertes qué mito es el real
Tengo una peculiar y siniestra costumbre nocturna
Dos espías nocturnas la mar de cualificadas
Cambiamos el mapa por una paloma blanca
Percy es el niño solitario de una feria
El día en que la moralidad fue lo menos moral
No me quedan ni sillas en el camarote
Will se convierte en decorador profesional
Hazel amante de los animales y de los tés
Reyna me salva de una posible insolación
Tengo un don para ver árboles brillantes
Los tres condecorados de honor como cebo
La moneda me da más problemas que cuando no la tenía
Comienzo a creerme que sí tengo buena memoria
Un gobernador con el mismo poder que un burro
Me convierto sin saberlo en un ladrón de calcetines
Decidimos dónde tenemos menos probabilidades de morir
Me dan la peor noticia del mundo
Una caída de lo más desagradable
Estamos sorteando si ser devorados o ahogados
Decido que vamos a morir interminables veces
Nos libramos de tener que fregar el barco
Una ofrenda mal hecha que solo gasta comida
Una habitación con terraza chill-out
Hazel tiene una mala afición con golpearme
Una explosión de color en todo lo negro
Una tarifa premium que solo provoca problemas
Me hago la idea de que tendré una casa rosa
Asistimos a un concierto de muerte
Nos toca de imprevisto decirle adiós a la gran Thalia Grace
Clarisse nos da el empujón que necesitábamos y yo me canso de ser bueno
Comienzo a repasar toda la fauna marina
Némesis me hace una muy tentadora propuesta
Si hablo, la fastidio. Y si no, también.
Poseidón parece que será el nuevo tripulante del Argo II
Me reto a mí misma a una carrera
Le robo el puesto a Nico de chico siniestro al hablar con muertos
Leo le hace una propuesta indecente a Clarisse
No nos sirve planear las cosas con antelación
Nico vive su peor pesadilla hecha realidad
Le destrozamos los Asfódelos a Hades
Unos perros con buen olfato y también muy listos
Le hago un bigote a Océano
Echo de menos vivir en la ignorancia
Comparto un recuerdo permanente con Ethan
Nico lo mismo que te abre cocos, te abre latas
Una macro-fiesta metálica con fuegos artificiales
Oh gran Thalia, concede mi deseo
Nuestra llegada a España es un auténtico éxito
Soy todo un señor y el último que se desmaye, gana.
Aún en son de paz, nos tienen miedo
Nunca volveré a ver a los perros de la misma manera
Una rápida lección de francés de la mano de Thalia Grace
El destino del mundo depende de una botella
Pasamos de ser los capitanes a una penitencia perpetua
Clarisse se convierte en pastora asesina
La primera vez que tengo puntería, condeno a la humanidad
Me convierto en una cigueña pero sin plumas

Otra nueva pista que me confirma que doy asco ligando

357 37 177
By Ensalitrada

POV Percy

Hades ni siquiera hizo el amago de hacernos aparecer en el castillo hasta que Annabeth despertase, quizás fue un castigo por ser tan estúpidos, pero nos hizo caminar hasta su palacio y yo con Annabeth en brazos.

Llegué a pensar que tenía fiebre, notaba el cuerpo caliente hasta que me fijé que el calor solo lo desprendía aquella marca que se borraba poco a poco como si la estuviesen quemando. Según Nico eso dolía bastante así que me consolaba que estuviese desmayada, mucho mejor.

Apenas pude mirarla en todo el camino, mi atención estaba en Thalia a ver cómo se encontraba y no abrió la boca en ningún segundo, tampoco volteó a mirarnos, estaba totalmente en silencio. Por mi mente surcaba una y otra vez la imagen de los tres hermanos abrazados, sabía que era la última vez que les vería así en un muy largo tiempo, pero me alegraba por Thalia y sobretodo por Annabeth. Al fin y al cabo su héroe de la infancia, ese referente que tenía, había sido el único capaz de salvarla.

-¡Visitas! - exclamó Perséfone entrando en la sala principal. - Venid, os voy a enseñar mi pequeño vivero.

Titubeé viendo a Annabeth sobre un pequeño sofá rojo que tenía pinta de ser de decoración y no haberse usado en la vida, pero tampoco quería llevarle la contraria a Perséfone y que se enfadase. Ya había tenido suficiente con diosas furiosas.

-Ve, yo me quedo con ella - me animó Nico sentando en el suelo a su lado.

En otras circunstancias no hubiese cedido, pero ahora me sentía agobiado con todo lo que se vendría con su vuelta. Estaba contento, feliz incluso como hace tiempo no lo había estado, pero también nervioso y saturado. Una mezcla de emociones que solo me agobiaba y esperaba que se me fuese escuchando a Perséfone hablar de sus plantas.

Quizás Perséfone no sabía el significado de "pequeño" o para los dioses las medidas son diferentes, pero eso de pequeño tiene poco. Me confirmaba que el castillo era mucho más grande y robusto de lo que parecía por dentro, había abierto la puerta de lo que pensé que sería una pequeña sala solo para encontrarnos otra aún mayor, mucho más grande que todas las habitaciones juntas de nuestro barco.

-¿No está esto demasiado iluminado? - preguntó Leo con los ojos entrecerrados como nosotros.

No es que fuese algo alucinante como un gran día de sol de verano, pero para nosotros que nos habíamos acostumbrado a la luz justa para ver en el Inframundo, esto molestaba bastante a la vista. Es muy parecido al jardín, también de su propiedad, que habíamos visitado al llegar, solo que aquí no había árboles y si muchas mesas mesas y plantas por doquier. Y flores, muchas flores de intensos colores.

-Las flores necesitan luz natural - explicó como si fuese obvio. - Volumen dos del libro que he escrito con mi madre - cogió uno de una mesa lanzándoselo a Leo.

Me asomé como buen cotilla, quizás las imágenes se movían y no por mi dislexia, al ser un libro de dioses tendría que tener algo especial, pero no. La cubierta era verde con una planta atada por raíces, eso sería lo único especial, el resto un libro normal.

-La emocionante odisea para que tu vivero quede florifantástico - leí en alto el título. - Muy... original.

-¿Verdad? Yo lo sugerí, tiene gancho - celebró la diosa.

Me parecía un título espantoso pero ni muerto se lo diría, aún recuerdo a Nico como un diente de león.

-¿Puedo llevármelo? - preguntó Leo alzando el libro y la diosa se acercó a una velocidad impresionante a él cogiéndole la cara entre las manos - Uh... sé qué soy caliente pero...

-¿Quieres llevarte mi libro? - preguntó emocionada comenzando a dar saltitos de alegría mientras llenaba de besos el pelo rizado de Leo - ¡Eres mi segundo cliente! Voy a firmártelo.

-¿Es nuevo? ¿Hace cuánto lo tenéis? - pregunté mientras la veía rechazar los dracmas de Leo y se apoyaba en una mesa escribiendo una dedicatoria.

-Si, acabado de sacar, tiene dos mil años solo. Mi primer cliente fue mi marido. - respondió. Preferí no opinar sobre lo que consideraba nuevo. - ¿Leo... Valdez? - le preguntó con duda sobre su apellido levantando al vista del libro.

-Ponga para Calipso, si puede ser - la corrigió. - Es un regalo para mi novia, le encanta la botánica.

-¿Tiene otro? - pregunté y comenzó a asentir rápidamente - Katie Gardnier.

No sé cómo pero lo escondería bien para dárselo a Travis Stoll, estaba seguro de que Silena empezaría a dar chillidos de ilusión en cuanto el Stoll le diese el regalo, si es que conseguía que no lo estropease.

-¿Por qué no quiere cobrarnos? - pregunté guardando los dracmas.

-Lo hago para ayudar y hacerme famosa entre los dioses - dijo como si fuese obvio. No sé cuánta más fama quería Perséfone siendo la reina del Inframundo - Mi marido es el dios de las riquezas también, el dinero no me importa, yo soy feliz con mis flores y dando consejos para invernaderos que quedarán divinos.

Me sentía bastante bien viendo su sonrisa al entregarnos a ambos los libros, metiendo tras la portada de cada uno una pequeña bolsita de terciopelo que según ella tenía semillas dentro de sus mejores ejemplares. Tras esa fachada de celosa y de muy orgullosa reina del Inframundo, Perséfone tenía esa alegría y felicidad por cada pequeño momento o acción que había visto que le faltaban a los demás dioses. La diosa sí sabía verdaderamente vivir la eternidad y no solo existir.

-¿De dónde sale tanta luz? - preguntó hablando por fin Thalia, hasta su voz falló al haber estado tanto tiempo callada.

-De ahí, un regalo de Apolo - señaló apartando una planta bastante alta con cuidado.
Desde nuestra posición pudimos verlo, un circulo pequeño pero muy luminoso florando a la altura del techo, parecía una luciérnaga mucho más brillante que todas.

-Es un trocito de sol - reveló. - No lo miréis mucho, vuestros ojos son delicados.

Hasta yo estaba sintiendo el picor, aparté la vista junto con el resto sin creerme los regalos tan raros que se hacían entre dioses, aunque para el vivero de Perséfone iba bastante bien, un obsequio útil.

Sin pedir permiso, Thalia vació una de las botellas que cargaba Leo de nuestro agua sobre una mesa, la que más iluminada estaba, moviéndola hasta que sacó un dracma al ver el arcoíris.

-Oh diosa Iris acepta mi ofrenda - recitó sin mirarnos a ninguno, actuando como siempre por su cuenta. - Muéstrame a Reyna.

-Tengo servicio premium, no hacía falta ni pagar - nos susurró la diosa a Leo y a mí viendo cómo poco tampoco se formaba el mensaje Iris. - Bueno, así me riega las plantas - dijo viendo las gotas que caían de la mesa sobre macetas que estaban debajo.

-¿Por qué tienes un corte en la chaqueta? ¿Has estado llorando? - comenzó a bombardear Reyna a preguntas nada más vio a su novia. - ¿Seguís todos vivos? ¿La espada? ¿Estás bien?

-¿Cuál era la primera pregunta? - cuestionó Leo y le di un codazo para que se callase.

-Estamos todos bien, luego te explico - cortó Thalia. - En un rato volvemos, con Annabeth. Vete diciéndoselo a todos para que no les caiga de sorpresa.

No sé si la cara de Reyna era más de sorpresa o simplemente preocupación, hasta quizás un poco de alegría, en ella es difícil ver sus emociones. Aún así asintió cortamente soltando un suspiro aliviado.

-Lo haré - prometió. - ¿Tu como estás?

-Bien.

-Luego hablamos - resumió Reyna ante la corta respuesta de Thalia. - No tardéis.

-No me dio tiempo a preguntarle si quería un libro - comentó Perséfone al ver cómo ambas pasaron la mano borrando el mensaje Iris al momento.

-Reyna es más de sudar en pelea que estar decorando macetas y regando plantas - respondí sin quitar el ojo de encima de Thalia que volvía a estar en silencio.

-Vámonos - habló sorprendiéndome - Hay que ver si ya se ha despertado.

-¿Por qué tanta prisa? Todavía falta la sección de flores acuáticas - especificó la diosa señalando la otra punta del vivero.

-En tal caso le diré a Di Angelo que me lleve a mí de vuelta.

Conseguimos que se quedase no por nuestras dotes de diálogo, sino porque Perséfone le informó que Nico estaba demasiado agotado como para hacer un viaje sombra de vuelta, así que tendríamos que esperar a que Hades se digne a llevarnos. Ventajas de los dioses que se aparezcan en donde les da la gana sin complicaciones.

Thalia no parecía cansada, físicamente hablando, solo estaba ausente y comprendía que fuese la que más ganas tuviese de ir al barco. Yo cobardemente aprovechaba cada segundo aquí, sobretodo porque si yo no sé cómo hablarle a Annabeth cuando la vea, tampoco quería vivir la reacción de todos. Aunque confiaba en Reyna y en que les tendría bien advertidos de que no armasen ningún escándalo, ni siquiera la pretora podía evitar algunas miradas.

En todo el camino por el vivero, Perséfone trato de encasquetarnos otro libro, pero ya no recordábamos a ninguno más que le gustasen las plantas y sería de mal gusto llevárnoslo para usarlo de apoya-vasos o para equilibrar alguna mesa coja del comedor. Estaba disfrutando escuchándola hablar, hasta cuando alejaba a Leo poniéndolo en el medio del estrecho camino con miedo a que se prendiese de repente y formase un desastre en su preciado lugar.

-¿Te acuerdas? - le pregunté a Thalia señalando una larga maceta con montón de flores negras con puntitos azules.

-Si.

Ni siquiera sé si miró las flores o ya las había visto, pero no se molestó ni en devolverme la mirada. Seguía caminando con las manos dentro de los bolsillos de su chaqueta sin mirar a ninguna zona en particular.

-Thalia...

-Ahora no - me cortó. - Solo... déjalo, no quiero hablar con nadie, solo volver al jodido barco de una vez.

Asentí aunque no me mirase. Podría estar desde enfadada conmigo por haber luchado en su contra como un idiota hasta perdida y confusa con todo lo que supondría la llegada de Annabeth. Habría insistido de no ser por la situación que estaba viviendo, tampoco sé si yo tendría las palabras que necesitaba oír; al fin y al cabo yo también estaba atrasando el momento.

-Ya despertó - dijo de repente Perséfone parando de caminar entre sus flores. - Mi esposo está con ellos.

Nada más volvimos a la sala Annabeth se levantó corriendo y abrazó a Thalia, una sensación amarga me invadió cuando noté cómo mi mano había ido directamente a la empuñadura de mi espada en alerta, aún no me acostumbraba a verla así. Odié ver cómo se separó confusa de su hermana cuando la ojiazul ni le devolvió el abrazo ni hizo amago de apartarla, ningún gesto, solo se quedó quieta hasta que terminase.

Una pequeña sonrisa surgió en el momento en que su mirada se centró en mí, yo ni siquiera sabía qué hacer, mis piernas parecían de gelatina y tenía la respiración acelerada. Frenó el paso al mismo tiempo en que decía mi nombre, quedándose en su sitio mientras la sonrisa se le borraba.

-N..no - tartamudeó mirándome.

Comenzó a retroceder hasta chocarse con Nico que estaba a su espalda, cayendo al suelo de rodillas mientras apretaba su cabeza con sus manos, negando y haciendo caso omiso a las palabras tranquilizadoras de Di Angelo.

-No sabía qué había pasado al despertarse - habló Hades y justo ahora había reparado en su presencia. - Está recordando todo ahora.

La mano de Perséfone sobre mi hombro me frenó cuando traté de acercarme a ella, obligándome a quedarme en mi sitio viendo cómo negaba mientras lloraba pidiéndole a Nico que le confesase que todo era mentira y estaba alucinando.

Dos esqueletos armados parecidos a los de Nico entraron en la sala, sujetando entre ellos Ethan Nakamura que tenía grilletes en sus manos y la boca amordazada. Me había olvidado totalmente de él, en mis mejores sueños había ardido en la gran hoguera que había creado Leo. La mano de Thalia se posó sobre la hoja de mi espada cuando la estiré en dirección a Nakamura, frenándome cuando él mismo me miraba asustado con su único ojo ante mi movimiento rápido.

-Ni pienses que voy a dejarlo vivo - hablé mirando a Thalia que tenía la vista fija en el.

-Un sacrifico en la guerra final - me recordó sin mirarme el último verso de la profecía que le habían dicho a Annabeth. - Será él.

-Me ocuparé personalmente de que seas tratado a bordo como la miseria que eres - le dije bajando la espada como dijo Thalia.

Annabeth pasó corriendo entre nosotros, abandonando el palacio de Hades. Ninguno nos movimos, ni siquiera yo, no sé qué podría decirle para calmarla cuando yo todavía no había digerido todo lo que estaba pasando. Había tirado la toalla, me había hecho la idea de volver aquí solo cuando acabase todo a por ella y ahora no solo conseguimos devolverle la espada a Hades, sino recuperarla en el que me parecía el peor momento.

-Espero que luego de toda la ayuda que os he proporcionado y que he quebrantado varias leyes divinas por vosotros - comenzó Hades ignorando el incidente con Annabeth. - Pongáis mi nombre como el mejor dios si al final de la guerra os pasan una encuesta.

Pensé que era una broma para relajar el ambiente pero parece que este hombre no bromeaba, estaba serio y mirándonos  alzó una ceja antes de que empezásemos a asentir prometiéndole que tendría nuestro voto. La única que lo ignoró fue Thalia, ella ya tenía predilección por Apolo y parecía que no iba a cambiar de parecer.

-Me caes bien chico - le dijo Hades a Nico palmeando su hombro asustándole un poco, estaba concentrado mirando la puerta por donde se había ido Annabeth. - Ese aburrimiento perpetuo y poco aprecio por la vida me honran.

-Gracias - contestó Nico con voz dudosa. - Me gusta este sitio.

-Lo sé, tengo buen gusto para la decoración - se regodeó el dios y Perséfone tosió falsamente. - Mi mujer eligió los muebles, Hefesto lo hizo justo como ella pedía.

Thalia estaba comenzando a cabrearse a mi lado, lo noté en que abría y cerraba bastantes veces su mano, aunque sin emitir algún chispazo, pero es una manía que tiene cuando está nerviosa o estresada. Comprendía que la conversación sobre los muebles no le interesaba lo más mínimo.

-Voy a buscarla - avisé aunque nadie me hizo ni caso.

Había un cuento bastante antiguo que me leía mi madre de una sirena que se quedó sin voz y por más que intentaba comunicarse no lo conseguía. Yo ahora me sentía de la misma forma, caminaba a paso lento fuera del palacio viendo a Annabeth junto al puente y estaba seguro que cuando llegase no iba a salir ningún sonido de mi boca.
Como predije abrí la boca para hablar cuando estuve a su lado pero no salió nada, también influía que no sabía qué decirle. ¿Le digo "hola" como Will a Nico? ¿Bienvenida al mundo de los conscientes? No tenía ni maldita idea.

-Tengo recuerdos al otro lado de este puente - comenzó ella sin mirarme. Su voz era grave y rasgada, quizás por llorar tanto y los gritos. - Me veo a mí tratando de matar a las dos personas que más amo - susurró con voz ahogada volteando a mirarme. - Percy ¿traté de mataros a Thalia y a ti?

-Yo... uh - tragué saliva sin saber qué responder. Su mirada desesperada me pedía un consuelo que solo conseguiría mintiéndola pero eso sería aún peor. - Sí.

Bajó la vista a su muñeca, pasando su pulgar en la fuerte herida negra del rayo que le propinó Thalia, eso jamás se le quitaría. Aún así estaba seguro que lo que estaba recordando era la marca que pasó tanto tiempo ahí grabada en su piel.

-¿Qué puedo deciros a todos vosotros? ¿Perdón? - me preguntó bajando la mirada. - Ni disculpándome cada día va a servir para algo.

-No lo sé - murmuré sintiéndome un poco inútil.

No podía darle una respuesta de algo que ni yo mismo tenía claro. Lo único que tenía seguro es que seguía amándola pero ahora eso había pasado a un segundo plano, lo que jamás esperé que podría pasarme. ¿Debo perdonarla? ¿Hay algo que perdonar de verdad? Todo fue Némesis, pero aún así, era ella en su forma más oscura.

No podía apartar mi vista de ella, parecía tan diferente en solo media hora que había pasado que me sorprendía, sobretodo el que estuviese relajado a su lado y no esquivando alguna puñalada que trataba de darme. Siempre me decía, en sus días buenos donde Némesis solo fue un mal recuerdo, que jamás bajase la mirada; ahora ella no podía ni subirla. Tenía un aspecto cansado, ojeras y la mirada lastimera sufriendo en silencio recordando poco a poco todo lo que había hecho.

Escuché pasos detrás de nosotros, miré por encima de mi hombro viendo a Thalia observarnos desde lejos sin hacer el amago de acercarse más. Su mirada era fría y cansada, estaba de brazos cruzados pero me hizo un gesto con la cabeza que entendí para que me diese prisa. Volvió al interior del palacio cuando asentí sin decir nada.

-Detrás del palacio de Hades - comencé viendo cómo cerraba los ojos con fuerza, seguramente pensando que iba a descubrirle otro error más para la infinita lista. - Está el Lete. Con una gota borra los recuerdos más recientes, dos quizás consiga todos estos meses así no tendrás...

-No - me cortó sin alzar la voz pero lo escuché claramente. - No voy a eludir la responsabilidad. No estuve consciente pero fui yo quien aceptó estar bajo el control de Némesis - habló seriamente y con el arrepentimiento notable en su voz. - Todo ha sido mi culpa, no voy a calmar mi corazón y cabeza usando el olvido.

Annabeth había vivido muchas aventuras, seguramente más que yo, pero estaba seguro que esta iba a ser su peor batalla.

Hécate estaba en el palacio, al parecer Hades estaba tan ocupado que ya ni quería llevarnos al barco. Lo único que me consolaba es que había dejado de hablar de muebles y estaba tranquilo escribiendo en una larga lista mientras recitaba nombres que para mí eran al azar. Parecía un inventario de muertos.

-Hécate vuelve antes de las siete que tienes que ver el nacimiento de un nuevo capullo - le dijo Perséfone con una maceta en sus manos, acunándola como si fuese un bebé.

-Yo no voy - respondió de forma seca la diosa. - No tengo otra cosa que hacer que acompañarles como si fuesen mis hijos.

Comenzó a levantar un humo verde y naranja, similar al que rodeaba a Hades cuando se apareció en nuestro camarote. Ethan Nakamura estaba en la segunda fila tras Thalia, siendo bien sujeto por Nico y Leo, este último con unas pequeñas llamas en sus manos sin llegar a tocar el cuello de Nakamura, pero era una clara amenaza de que lo pasaría muy mal si intentaba cualquier cosa.

-¿Puedo hacerle una última pregunta? - dije alejándome de Annabeth llamando la atención de Hades.

-Más juramentos por el río Estigio no, niño - me advirtió. - Tenéis el río hasta arriba entre tú y la niña punk.

-No es eso - aseguré y levantó la vista de su lista prestándome atención, - ¿Usted sabe a dónde van destinadas todas las almas?

-Algunas, la de vuestros amigos sí, por ejemplo, porque he querido seguiros la pista desde que empezasteis la misión como el resto de dioses - respondió dejándome claro que éramos el principal cotilleo divino del Olimpo. - Del resto como comprenderás, no, llegan millones de almas al día. Pero si me preguntas por una en específica sabré al momento su ubicación, soy el dios del Inframundo y los muertos, la fuente de mi poder - no tardó en presumir su título.

-Mi madre... - alzó una ceja como si fuese tonto. - Sally Jackson - especifiqué.

Tardó en responder, se quedó mirándome impasible antes de que sus ojos negros reflejasen un poco de lastima hacia mí. Seguramente acababa de hacer un repaso de mi miserable vida, especificando el por qué de la muerte de mi madre.

-Vamos, me estáis incordiando - metió prisa Hécate señalando la puerta de humo y comenzaron a pasar uno a uno.

-Una vez que mueras, Percy Jackson, no estarás solo - me dijo Hades cuando el humo de Hécate se deslizaba entre mis pies impaciente de que yo no caminase. - Tu madre y tus amigos te esperan en los Elíseos.

Hasta yo tenía miedo cuando aparecimos todos en cubierta a la vez, tenía la sensación de que me iban a regañar o culpar por cualquier cosa. Annabeth estaba a mi lado totalmente tensa y con la mirada baja, incapaz de mirar a nadie.

-Te dije que Arellano no se había fumado nada - habló Chris Rodríguez codeando a Travis - Me debes cuarenta dracmas.

La mayoría, o todos quizás, no estoy como para contarlos, estaban de pie mirándonos, aunque más exactamente a Annabeth que si bien avergonzada no les devolvía la mirada, ninguno hablaba o decía algo más. Agradecí enormemente cuando vi a Charles abrirse paso a empujones entre todos, avanzando a paso rápido en mi dirección hasta llegar a Annabeth y estrecharla en sus brazos como si hubiese vuelto de la misma muerte.

-Estás aquí, Beth - susurró notando cómo Annabeth temblaba en su abrazo comenzando a llorar. - Estarás bien.

Al haber roto el hielo algunos comenzaron a moverse, seguían mirando a Annabeth de reojo pero al menos ya no la acosaban directamente con la mirada. Thalia fue la primera en separarse de nosotros, caminó a paso rápido nada más ubicó a Reyna yendo hacia ella. No miró atrás ni una sola vez, dejó a mi mejor amiga poner su mano sobre sus hombros al mismo tiempo en que ella la abrazaba por la cintura y bajaron las escaleras siendo las únicas que ignoraban totalmente la llegada de Annabeth.

-Qué detalle - celebró Clarisse con una sonrisa falsamente inocente avanzando hacia nosotros. - Gracias por traérmelo, me encanta que me hagan regalos.

Su puño impactó directamente con la mandíbula de Ethan Nakamura, tirándole al suelo con solo ese golpe. Me miró esperando una queja pero nada salió de mí, simplemente me encogí de hombros provocando que la sonrisa de Clarisse se extendiese y me prometiese que iba a divertirse mucho con Nakamura.

Ser el muñeco de entrenamiento de Clarisse es mucho peor que el Tártaro y ahora iba a sentirlo.

-¿Cinco minutos? - me preguntó Piper con una sonrisa triste y asentí. - Voy a buscar provisiones.

Nadie más que Charles se acercó a ella, y la verdad es que así lo prefería, ahora ni yo mismo era la mejor compañía para Annabeth. Supongo que lo que necesitaba ahora era la paz que Beckendorf irradiaba y estar con alguien que no la mirase culpándola o en mi caso, debatiéndose si hacerlo o no.

Aún así sentía su mirada sobre mí, como si siguiese mis pasos pero yo estaba decidido a copiar a Thalia y dejarlo estar al menos por hoy. Noté el brazo de Piper engancharse al mío antes de entrar en el camarote, llevando frutas al azar que habría cogido de la cocina lista para lamentarse de nuestro asco de vida conmigo.

-No se te ve contento - murmuró sentándose a mi lado en la cama mientras ponía una pieza de fruta en mis manos.

-Tampoco sé cómo estoy.

-Si, bueno - respondió mordiendo una manzana con tranquilidad. - Está guapa, esas ojeras se llevan mucho últimamente.

-Aquí sobretodo - reí de forma amarga - Y sí, está guapa. No es novedad.

-Me gustaba más de mala - casi me rompo el cuello al mirarla luego de lo que dijo. - No me malentiendas, me refiero que le quedaba bien el rollo de reina del mal, diosa fatal ¿me entiendes? Pero prefiero que no trate de matarnos.

-Has perdido la cabeza.

-Vaya novedad aquí - dio otro mordisco. - Lo raro es estar cuerdo.

A veces decíamos algún comentario suelto, pero la mayor parte del tiempo comíamos en silencio y eran los instantes donde me podía permitir el lujo de respirar realmente y relajarme desde que supe que Annabeth había robado la espada. No necesitaba hablar, solo tener la compañía de Piper que estaba tan mal o peor que yo, pero al menos no estábamos solos en esos momentos donde la cabeza empieza a alejarse de la cordura recreando los peores escenarios de forma involuntaria solo para perturbarme más aún.

No se escuchaba nada de fuera, un silencio sepulcral y poco usual que solo era interrumpido por la madera crujiendo del barco, ni siquiera podía decir que escuchaba el agua del Estigio chocar contra el cascarón como lo haría un río normal. Sus aguas eran tal lentas que parecía que circulábamos por fango.

-Oye - me llamó Piper - ¿Ya nos vamos del Inframundo, no?

-¿Quieres quedarte más? - pregunté con burla y negó de forma exagerada. - ¿Entonces?

-Detalles sin importancia, como por ejemplo cómo vamos a salir de aquí si entramos por una cascada submarina y Nico dijo que el otro barco había accedido también por otra - dijo moviendo su brazo como si no fuese nada. - Preguntas que se hace una en las horas muertas.

-Hades dijo que navegásemos por el Aqueronte, conecta con Grecia.

-Pues podrían habernos dicho eso para entrar - masculló Piper cruzándose de brazos.

-Según él hay muchas más formas de salir que de entrar y el Aqueronte solo puede circularse rio arriba.

-Déjalo, cada cosa nueva que descubro del Inframundo me hace odiarlo más - gruñó en voz baja apoyando su espalda en mi brazo. - Ya nos ha quitado bastante, no quiero volver aquí.

Al contrario que Piper, yo salía de aquí prácticamente obligado al tener que seguir con la misión. Mientras mi mejor amiga quería alejarse del lugar que le arrebató al amor de su vida, yo no quería irme porque era la única forma en la que me sentía cerca de Jason. No lo veía pero sabía que estaba en alguna parte de por aquí. En todo el camino por los Asfódelos, al menos el que tuvimos que recorrer gracias a la ventaja que nos dio Nico con su viaje sombra, buscaba a Jason o a cualquiera de nuestros amigos caídos. Lo adictivo del Inframundo era que sentías el calor de la gente que habías perdido sin verlos. Psicológicamente me parecía que lo mas difícil era salir, no entrar.

-Mierda el libro - dije incorporándome.

-Tienes que dejar de juntarte con Thalia, mira qué mal hablado eres ahora - bromeó Piper sin quejarse porque se había quedado sin almohada - ¿Qué libro?

-Uno de Perséfone... viveros... flores - respondí sin prestar mucha atención mientras miraba en toda la habitación buscándolo - ¿Dónde lo he metido?

-Me parece raro que tú tengas un libro pero aún más que sea de botánica - dijo levantándose - ¿Cómo es? Así te ayudo.

-Cuadrado, con hojas.

-Lo mejor para buscar algo es tener una descripción totalmente detallada, no sé qué haría sin ti - ironizó. - Lo bueno es que tú no tienes libros, así que no será difícil.

No lo fue, al menos no para ella. Mientras yo seguía buscando, Piper se había quedado quieta hasta que me giré a reclamarle el por qué no me ayudaba y la vi tan tranquila ojeando la portada del libro con una sonrisa burlona.

-¿Qué harías sin mí?

-Probablemente ya estaría muerto - acepté. - ¿Te gusta? Es un buen regalo. Se lo voy a dar a Travis.

-¿Y para qué quiere Travis un libro de plantas? - frunció el ceño. - Tiene los mismos conocimientos de botánica que yo de pirotecnia.

Le conté por encima todo sobre la sala del vivero de Perséfone, incluido el detalle que se le ocurrió a Leo con Calipso, cosa que consiguió que Piper alucinara por tener esta vez que felicitar a Leo por hacer algo bien y romántico por primera vez en toda su relación con la chica.

-Así que van a tener el mismo regalo - completó soltando una risa baja - Qué poco original, habéis fastidiado el regalo. Además si Travis no fue, Katie sabrá que no fue idea de él.

-Puede decir que me dijo que le trajese algo.

-Si el Stoll te pide algo sería algún objeto raro que pueda vender luego al mejor postor.

Sinceramente ahora veía el regalo un poco malo, pero tampoco me iba a quedar con él y sinceramente no creo que a Annabeth le guste un libro de botánica. Lo ojeé por encima y tenía muchos más dibujos que letras, definitivamente no era su estilo para nada.

A pesar de chafarme la ilusión, Piper vino detrás mía para darle el regalo a Travis, alegando que ni tenía nada mejor que hacer, cosa que era verdad pero esta vez solo quería cotillear. La conocía desde hace mucho tiempo, cuando se aburre lo primero que hace es irse a la habitación de Leo a buscarle para luego venir a la mía y así aburrirnos juntos. Esta vez le podía el hambre de una nueva noticia jugosa en el barco.

-Siempre supe que me hacías ojitos en las reuniones - me dijo Travis nada más abrió la puerta de su habitación y me vio con Piper al lado tendiéndole en libro. - Pero prefiero para la próxima una espada o algo de oro, mi amor. - especificó burlón.

-Calipso tiene guardia así que Leo estará con ella, ya le habrá dado el regalo - respondí rápido tratando de no avergonzarme por su broma. - Dáselo a Katie antes de que se lo enseñe Calipso primero, aunque sea que se sorprenda con el libro.

-Cuando vea que sois poco originales y tenéis el mismo puedes venir a mi habitación a esconderte - ofreció Piper, - tengo comida escondida, puedo alimentarte varios días hasta que se olviden.

-No sé si queréis ayudarme o solo firmar mi sentencia de muerte - dijo cogiendo el libro. - En fin, me encanta ver a Gardnier cabreada.

Piper se enganchó a mi brazo obligándome a seguir al Stoll que iba hacia la habitación de Katie. Tampoco pensaba irme, ya que lo había llevado, quería saber si le iría bien al Stoll.

-Katie Gardnier, tu cara llena de tierra y hojas secas cada día es más atractiva - dijo el Stoll cuando la chica abrió la puerta.

-¿Que quieres, Travis? Estoy ocupada. - suspiró apoyándose en el marco de la puerta y dándonos una mirada confusa a mí y a Piper que no nos habíamos molestado en escondernos o disimular que les mirábamos.

-Un libro, sobre plantas y estas cosas vegetales que a ti te gustan - respondió poniéndoselo delante de su cara, - Está firmado por Perséfone.

-Ya lo tengo, firmado por Deméter. - respondió desapareciendo un momento en su habitación mientras Travis me miraba con ganas de matarme. - Mira.

-¿Tú no dijiste que solo había vendido uno? - me susurró Piper dándome un codazo.

-Creo que me mintió para que me lo llevase - susurré de vuelta mientras veía el otro libro idéntico. - O no cuenta los que entrega su madre, Deméter.

Al menos a Leo le funcionaría, Calipso no había contado nada de que había pasado alguna temporada con Deméter, así que al menos uno de ellos quedaría bien con la chica que le gusta. Lástima que a Travis Stoll es al que más le hacía falta y no lo había conseguido, pero me alegraba por Leo, al fin y al cabo la idea original de tener ese regalo con su chica fue suya.

-¡Estás de enhorabuena! - exclamó de repente Travis mirando los dos libros en sus manos. - Los dos ejemplares si están firmados por diosas diferentes sin canjeables.

-Canjeables - repitió Katie con una mirada confusa sin entender el show que se estaba montando el Stoll.

-Exacto, entras en el sorteo de una cita conmigo - sonrió de lado apoyando su brazo en el marco de la puerta donde estaba la chica. - Puedo hacer trampas y que tú seas la única ganadora ¿qué me dices?

Dados los antecedentes de esos dos, pensé que Katie por lo menos iba a cerrarle la puerta en la cara o a empujarla por su cercanía. Pero lo único que hizo fue sonreír totalmente entretenida quitándole de encima ambos libros.

-Me lo pensaré, Stoll.

En el momento en que cerró la puerta, Travis se giró hacia nosotros haciendo una reverencia chulesca para luego acercarse y palmear mi espalda dándome las gracias.

-Así hasta yo le hubiese dicho que si - confesó Piper mirando al Stoll. - ¿No te sientes como muy lento? Tu problema con Annabeth siempre fue que eras un asco ligando.

-Te juro que no entiendo cómo lo hacen - comenté frunciendo los labios mirando aún la puerta de Katie. - Llego a decirle eso en su momento a Annabeth y me lanza ambos libros a la cabeza.

-O te recitaría sin descanso por qué amañar un sorteo imaginario a tu favor es injusto y poco ético.

Preferí no seguir pensándolo, solo lograría que siguiese reafirmando la idea de que terminé enamorándola por cansino y no porque se me de bien ligar. La única parte buena es que miro a Thalia y se me pasa el bajón, ella tardó menos sí, pero bastante más que el resto y además no supo identificar que le gustaba Reyna hasta luego de unos cuantos años. Yo siempre supe que me gustaba Annabeth, otra cosa es lo que tardé en que dejase de mirarme como una diana para su daga.

-¡Percy! - nos frenó Will en las escaleras, estaba rojo como si se hubiese pegado una buena carrera. - Hasta que te encuentro, te mueves más de sitio que una luciérnaga.

-¿Qué pasó Will?

-¿Nico no quiere darte besitos? - preguntó Piper con voz infantil.

-Ignoras mi atractivo natural McLean - la señaló el rubio ofendido para luego volver a prestarme atención. - Iba a preguntárselo a Thalia pero no abre la puerta de la habitación y si meto la cabeza por el agujero seguro que los perros me muerden, o ella misma - explicó rápido.

-Al grano, Will, por favor - pedí.

-Ethan - resumió, - está lo que se dice... machacado. Clarisse se desestresó bastante bien.

-¿Y cuál es el problema?

-¿Tengo que curarle? Mi sombritas dijo que Thalia ordenó encerrarle solo para usarlo de cebo en la batalla contra Océano. - movía el brazo rápidamente, estaba apurado. - Y si sigue así, no creo que llegue.

-Cúrale, lo justo para que se mantenga vivo - decidí y le frené antes de que se fuese. - Nada de néctar, que su recuperación sea lenta y le duela cada golpe.

Nada más llegamos a cubierta Piper me puso una mala excusa al ver a Annabeth frente a nosotros. Ni siquiera le devolvió la mirada cuando la ojigris centró su vista en ella, solo se despidió de mí evitándola como todos.

-Deberías descansar - murmuré cuando volvió a bajar la mirada. - No ha sido un buen día y es tarde.

-Quería hablar contigo - respondió con una voz pequeña.

-Yo no - hablé y al momento me di cuenta de lo duro que había sonado mi respuesta. - O sea, no ahora, no estoy... no puedo. Yo también necesito descansar. - asintió sin tomarle mucha importancia a mi intento de suavizar las cosas. - No he tocado nada de tu habitación, bueno, quizás algunos libros y apuntes, pero todo está ordenado como lo dejaste.

-¿No está mi... - se frenó. - ¿No está Thalia ahí? Es la capitana.

-Se lo ofrecí en el momento en que la elegimos para ayudarme - me sinceré. - Pero se negó, quiso quedarse en su habitación de siempre con Reyna.

Desde el timón vi la mirada triste de Leo mirándonos, aunque su pulgar se levantaba en mi dirección tratando de darme ánimos. Caminaba con Annabeth a mi lado y me sentía totalmente extraño tenerla de nuevo a mi lado, no se sentía como antes, todo había cambiado, pero jamás podría decir que se sentía mal.

-No tenemos puerta, se la comió Escila - revelé cuando estiró la mano para cerrarla y se quedó quieta al no notarla.

Parecía que iba a hablar, sentí su mirada gris descender de mi cara hasta mi cuello y por el profundo dolor que se reflejó en sus ojos antes de cerrarlo con fuerza, supe que acababa d recordar a Grover pero prefirió mantenerse en silencio, cosa que agradecí porque es de lo que menos me apetecía hablar.

-¿Dónde pensabas dormir? - pregunté de repente al mirar la puerta de su habitación y recordar que pensaba que Thalia vivía ahí.

-Sinceramente, no lo sé - habló en voz baja, como si no tuviese fuerzas para seguir hablando. - Dormir es lo último que se me pasaba por la cabeza.

-Trata de descansar - hablé son mirarla abriendo la puerta de mi habitación. - Buenas noches, Annabeth.

Por más agotado que estaba, sabía que aunque consiguiese dormir, yo tampoco descansaría esta noche.

************************************

Aviso que viene la semana jodida de exámenes así que se acabó el actualizar seguido. Lloremos juntos como hermanos.

Continue Reading

You'll Also Like

22.2K 1.4K 32
Aixa tiene una actitud como la de cualquier chica, una personalidad normal y un aspecto nada sobrenatural. Pero lo que la hace diferente es lo que ha...
609K 81.5K 46
Una sola noche. Dos mujeres lesbianas. ¿Un embarazo? ¡Imposible!
519K 53.2K 133
La verdad esta idea es pervertida al comienzo, pero si le ves más a fondo en vastante tierno más que perverso. nop, no hay Lemon, ecchi obviamente, p...
17.2K 502 24
Una Historia tan típica como las demás pero no tan linda al final Jukilop tendra su final feliz o terminará en un final inesperado Hola espero que...