𝕮𝖗𝖚𝖘𝖍 εїз KTH⁴

By blossxm_s

1.2K 142 3

❝Por mas que intente despertar, mis sentimientos no cambiaran. (No puedo controlar mi corazón) El solo sigue... More

Prologo: latidos
La niña que convencio a una bestia
El rostro de la verdad
Antidoto de ti
Domesticar
Reminiscencia de una deidad y una montaña
Leyes de piedra y ceniza: mi primer viaje.
El otro lado de mi soledad
Su Suelo Es Mi Tumba
Los Tintes Del Trauma
Te Recuerdo Sonriendo En Tu Siesta
El Album Del Pasado
Viajar A Mi
El Fantasma De La Opera
Coronas y Espinas
Segundas Opiniones
Porque El Me Ama
Los Colores De Su Alma
Abuela, Madre e Hija
La Ultima Gran Dinastía
Bicho de Amor
Ojo por Ojo
El Camino a Busan
La Nueva Reina
Culpa Y Lastima
Promesa
Lady Kim Hanam
Llamado de emergencia
Realización
Tres de Copas
Bendicion o Maldicion
El Otro Lado
Imparable
Barrera
Estallido Emocional
Mal Entendido
Listos o No
Un Lugar Hermoso
Superheroe
Revelación
Tigre Adiestrado
Mascaras
Efecto Sorpresa
Parecer
Latidos: manzana
Latidos: niño interior
Felices Juntos
Save Me

Una Nueva Rutina

33 3 0
By blossxm_s

— Woah, esta hermoso.

La mañana siguiente al ritual de bienvenida estaba en mis pijamas visitando la habitación de Taehyung.

Aunque dormía en todos lados menos aquí.

— ¿Su alteza?

— Taehyung, eres tan talentoso... — miré los cuadros con detenimiento y mis manos hormiguearon en admiración. — me sorprendes cada vez que regreso.

— Gracias. Tuyos. Todos.

— ¿Todos son para mí?

El asintió varias veces moviendo su melena ondulada.

Miré la media docena de lienzos pintados por las manos delicadas y fuertes de Taehyung. Descubrimos su talento al pintar antes del periodo de prueba, con unos crayones que encontró un día husmeando en mis cosas.

Desde ese momento empezó a pintar todo lo que veía.

Al comienzo era un hobby que lo distraía y canalizaba su energía... pero luego se convirtió en un arte demasiado hermoso para pasar desapercibido.

— ¿Como se llama esta obra? — pregunté curiosa a una pintura en oleos del amanecer.

— Iseul.

— ¿Y esta de aquí?

Taehyung miró la que señalaba, las montañas del este con sus puntas nevadas.

— Iseul.

— ¿Por qué todas se llaman como yo?

— Iseul. — dijo riéndose y yo le di un golpe amistoso en su hombro. — tuyas, ponerle nombre.

— Entonces esa se llama Taehyung.

El giró su cabeza a la que señalaba, era un simio bebe comiendo piojos. Me miro con cara de pocos amigos y yo solté una carcajada. El fingió enojo mientras acomodaba sus utensilios en el otro lado.

Ver su rostro serio era tan extraño y satisfactorio al mismo tiempo, él no es un niño, es un hombre.

Demasiado guapo para no sentirme atraída a su cabello en ondas más largo que lo normal, sus músculos marcados bajo su camiseta básica y pantalones de chándal. Era tan despreocupado como sus manos llenas de amuletos y pies descalzos. Sus ojos siempre albergaban algo llamado tranquilidad de un tigre dormido, su quijada flexionada al hablar y nariz con punta redondeada. Un adorable lunar en la punta.

Que desvergonzada soy por pensar así de él.

Hablemos de que me quedé tanto tiempo mirándolo que empecé a sentir mis mejillas calientes.

— Taehyung. — mi abuelo entró a la estancia y yo salté en mi lugar. — ¿puedes ir por más leña?

Me miraba a mí con complicidad en los ojos y yo me levanté aclarando mi garganta.

— Yo iré a darme un baño.

— Te acompaño. — Taehyung olvidó rápidamente su enojo falso para tomar sus cosas. — baño, juntos... pero apropiado.

Yo me quería morir ahí mismo.

Taehyung dejó que me bañara primero, de espaldas al pequeño lago y yo hice todo lo posible para dejar de pensar en él. Cumplí con mi labor y después de cambiarme a ropas más apropiadas el entró.

Ni siquiera espero a que yo diera la vuelta para quitarse la camisa. Tragué en seco mientras jugaba con los pajarillos.

Me entretuve en eso hasta que regresamos a casa, entonces recordé lo que Junghyun me dijo al bajar a su reino.

— Tae, ¿por qué nunca pintas el océano? — le pregunté.

— Peligro.

— Así que le temes al océano...

— No, lo odio. — dijo resentido cargando con la leña sin cuidado. —ahí vivir Junghyun e Iseul perderse en él.

— Pero también regreso por ahí, ¿no crees?

— Iseul... hablarme del otro lado. ¿Dojin encontrar?

— Sí... me reuní con Dojin después de muchos años, estaba tan nerviosa que no pude decirle mucho. Tampoco quería contarle sobre nosotras. — dije melancólica atravesando las plantaciones de mandarinas. — Nanhee te mandó un nuevo libro de ilustraciones, este habla de Júpiter.

— ¡¿En serio?!

— Sí y ahora sale con un extraterrestre.

— Woah... querer conocer. ¿Ser listo como Namjoon hyung? — había un brillo en sus pupilas.

— No, es bastante molesto, pero tiene sus razones.

Yo mire la ilusión en sus ojos, no, Taehyung no era un hombre adulto y estricto.

Era un alma joven. Un niño explorador.

Hicimos todo lo que había escrito en una lista, desde una competencia de escalar arboles hasta hacerle trenzas a la melena de un león. El me mantenía ocupada todos los días con sus ocurrencias y el tiempo restante ayudaba a mi abuelo con sus encargos o labores como galeno.

Incluso asistí el parto de una mujer y Taehyung casi se muere al verme toda sucia después.

— Iseul nunca tener hijos. Peligroso y doloroso. — me advirtió con toda la seriedad de este planeta después de escuchar a la mujer llorar horas enteras. — nunca tener renacuajos. Prohibido.

Me reí tanto de su forma de ver la vida.

Aunque ya no jugábamos a las escondidas ni podíamos correr con tanta libertad como dos niños, seguía sintiendo su calidez característica.

— Tae, quiero montar un elefante. — el asomó la cabeza detrás de su lienzo y me miró confundido. — ¿crees que puedas acompañarme?

— Peligro.

— No tanto, hay muchos en la aldea que lo han hecho... incluso tú.

El volvió su atención a su pintura, era mi segundo retrato en todo este viaje. Ahora era yo recostada entre el prado lleno de tulipanes.

Mi abuelo nos había dicho de llevar algo a la aldea de dragones, pero el fue solo.

— No.

— Vamos, ya no eres divertido. — jugué con el tallo de una flor con mi mano.

— Elefante... encontrar uno pequeño. — yo negué con un sonido de mi boca y el apoyó su barbilla en su mano sucia de pintura. — Esta bien, estar presente ahí. ¿Querer hacerlo hoy?

— Hoy no puedo, tengo que ir con Junghyun... hay problemas de nuevo en la frontera.

— ¿Iseul?

— Tengo que involucrarme, porque son responsabilidades que él debe compartir conmigo y porque esta isla también me importa.

Aunque había rechazado irme con él, aún era su pareja bajo las creencias del océano.

— Taehyung cuidar de Iseul e Isla.

Sonreí recordando cuanto le costaba diferenciar esas dos palabras hace años, aunque su léxico había mejorado seguía teniendo unos cuantos problemas con la conjugación de verbos.

Taehyung era un hombre silencioso cuando no estaba alrededor, mi abuelo varias veces me escribió preocupado porque no le escuchaba una palabra por semanas.

Yo se lo atribuía a que nunca necesito de ellas para sobrevivir, pero también era mi culpa. Solo practicaba pocas semanas al año y no podía darle toda la culpa, era inteligente, incluso me atrevo a decir más que yo. Pero también era alguien que necesitaba estimulo y acompañamiento... cosas que yo no podía darle.

— Taehyung, ¿dónde está mi capa?

— Preguntarle a Junghyun. — resopló mientras yo caminaba por toda la cabaña.

— No es un juego, necesito irme ahora.

— No regresar.

— ¿Eso quieres? ¿Que no regrese? — murmuré ganando su atención indiferente sobre su libro de ilustraciones, me sentí un poco decepcionada de su actitud. — entonces no regresaré.

Esa tarde tuvo un leve ataque de celos y dejo la pintura a medias antes de perderse por horas.

— Mi lady, ¿cree que es buena idea bajar ahora? — Moonbin me veía en la orilla.

Yo abrí la costra de mi bolsillo y esparcí la pomada por mi frente, haciendo un círculo parejo.

— Él está herido.

— Es increíble... como lo supo.

— Sí, lo presentí desde ayer, pero es demasiado terco. — subí la capucha de mi capa antes de adentrarme al océano color azul. — le diré que no me ayudaste.

— No diga eso, mi lord solo se enojará aún más si piensa que llegó sola.

Yo sonreí a medias apresurando mis pies.

Respirar bajo el agua era todo un reto del que aún no me acostumbraba. Hace años la deidad me había dado algo para hacerlo cuanto quisiera, aunque todo en exceso tiene consecuencias y eso me diera una leve alergia.

El reino que Junghyun había construido para mí era hermoso.

Kilómetros de corales y algas de todos los colores y tamaños. Las pequeñas calles eran de piedra, las pocas casas estaban pintadas de colores brillantes como Gamcheon e incluso había puentes recordándome a las calles renacentistas de Francia.

Yo apresure mi sesión de natación hasta el centro, un castillo gigante de piedra gris, con cuatro torres y kilómetros de vegetación bajo el reflejo del sol.

Es verdad que nadie vivía en este reino, solo las criadas y soldados de Junghyun. Repatriados de varios reinos vecinos que encontraron acilo en un océano que nunca podrán abandonar... por el que deben luchar para mantener por su propia supervivencia.

Una ronda de soldados se arrodilló en mi llegada, yo me incline apenada atravesando las puertas.

Mis pies se movían apresurados y correspondía el saludo de las personas que encontraba por los pasillos elegantes del castillo. Un par de peces raya se enredaron en mi capa y yo los saque cuidadosamente mientras subía las inmensas escaleras.

— Lady Yan ha llegado al reino, preparen la mesa. — anunció una de las criadas y yo detuve mi correr para saludarla.

— Oh, no se tomen tantas molestias... no me quedaré mucho tiempo.

— Lady Yan, es un gusto tenerla aquí y servirle... es una vez en cada mil años.

Yo me reí un poco por su exageración y lo dejé pasar. Calmé mi respiración mientras otros dos soldados me escoltaban, hablaban con Moonbin acerca de la superficie.

Pues Moonbin y Junghyun eran los únicos que podían dejar estas aguas.

Por eso era el atractivo más grande del reino... una humana que vivía arriba y tenía tantas historias que contar. Mi timidez me ganaba muchas veces, me costaba aceptar que no me vieran a los ojos, que tocaran trompetas, los banquetes en vísperas de mi cumpleaños y que se arrodillaran cada tanto. Pero luego de un tiempo comprendí que estas son las bases de su sociedad.

Esa sociedad a la que yo había rechazado ser parte.

Mis pies en la alfombra se detuvieron hasta una puerta doble en un pasillo desolado. Moonbin toco la puerta dos veces y desde dentro salieron unos peces Betta que chocaron con mi rostro.

Yo los acaricié un poco antes de asomar mi cabeza.

— Iseul.

— Antes de que te enojes... solo vine a devolver tu ropa y un regalo.

Él estaba recostado en su sillón frente a la ventana. Una venda atravesaba su torso y cuando entre intentó ocultarla con su camisa, pero yo alejé su mano.

Su cabello tenía destellos azules y sentí aún más pena.

— ¿Por qué no me dijiste de esto? ¿Por qué no me dijiste de tu época fecunda? — le dije manteniendo mi voz suave apartando la venda. — no digas que es inapropiado que te toque, déjame reconfortarte.

Tragó en seco y seguro maldijo en su mente.

Junghyun odiaba lastimarse en medio de una batalla, porque sabía que yo correría todo el océano para tratar la herida. Aunque esa en su corazón nunca tuviera una mejora.

Estuvimos unos minutos así, yo tratando la herida de espada y sacando los utensilios de mi bolsa para hacer una sutura.

El solo tuvo sus ojos grises en mi todo el rato.

— Gracias.

— Esta bien, ya está. No te dejará cicatriz... pero nada de peleas por dos semanas.

Mi voz salió en aegyo antes de darme cuenta. Me senté en su cama y me apoyé en mis manos.

— Mmn.

— Y-yo... traje algo del otro lado. No sé si te guste, probablemente no pero mi abuela... — Junghyun apoyó sus codos en sus rodillas para verme de cerca con su rostro en blanco. No entendía nada de lo que estaba balbuceando pero le ofrecí una pequeña caja forrada de papel dorado. — sé que tu cumpleaños fue hace un mes, bordee un par de camisas para ti mientras estaba en Busan.

— ¿Para mí?

Yo asentí tímida enfocando mi mirada en el ventanal donde varios peces se asomaban a ver que hacíamos.

El saco de la caja tres camisas. Las había bordado en los pocos fines de semana que tenía libre y me sentaba en un lugar despejado de la playa, lo más difícil fue no mancharlas con sangre cada vez que me enterraba la aguja en el dedo.

Eran bordados sutiles, de hilos dorados y en formas elegantes que tanto lo veía usar en la superficie.

— ¿Te gusta? Te quedaste callado...

— Gracias. — me dio una sonrisa sincera y me tomo de las manos para verlas con admiración. — serán las prendas más preciadas de mi armario.

— No es para tanto. — agaché la cabeza llena de vergüenza.

Si supiera que compré una decena de camisas porque todo me quedaba mal.

Dejo un beso en mis manos antes de dejarlas en mi regazo.

— Moonbin te acompañará a la isla.

— ¿Quieres deshacerte tan rápido de mí? — pregunté con un toque de preocupación. — no viaje todo eso para que me regresaras tan rápido. Dime, ¿cuándo empezó?

El alejó su vista avergonzada a su ventana.

Los demás creerían que su expresión era la misma, ojos gélidos planeando como matar a todos. Pero yo sabía perfectamente que estaba avergonzado. La época fecunda no es igual para todos los hombres del océano... no se si Junghyun antes saciaba sus necesidades biológicas con otras mujeres, pero ahora en la vida adulta solo era la necesidad de compañía.

Debí suponerlo cuando me pregunto para tomar mi mano y darme un abrazo.

— Ven aquí, no pude dormir bien anoche preocupada por ti. — lo tomé de la mano hasta dejarlo en la cama.

— Iseul, basta.

— No me molesta ayudarte.

— Inapropiado.

— ¿Qué hay de malo en un lord durmiendo con su lady después de un día estresante?

Lo dije en una voz demasiado baja pero obviamente escuchó.

Me miró como si mirara un crucigrama sin respuesta y yo solo me recosté dejando la capa a un lado. Él lo hizo en el otro extremo de la cama, pero yo atravesé la seda hasta apoyar mi cabeza en su hombro.

Entrelacé nuestras manos y dormimos por varias horas.

Siempre estaba dispuesta a ayudarle en su época fecunda, que no era más que un tiempo cada cierta cantidad de meses donde necesitaba de atención y el sentimiento territorial florecía. Ahora comprendía que sus intenciones al prestarme su ropa no eran tan inocentes como yo pensaba. Antes bajaba cada tanto y nos quedábamos en su habitación por semanas enteras.

Nunca tocó un cabello con otras intenciones y yo nunca le pedí más de lo que podía darme.

— Iseul. — cuando abrí los ojos él estaba recostado en su costado con su mano libre en mi cabello, acariciaba mi cráneo de arriba a abajo. — ¿es demasiado pedir quedarnos así hasta la noche?

— No, gracias por pedirlo.

Fruncí mi nariz somnolienta apoyando más mi cabeza en su pecho.

— Taehyung estará enojado.

— Tal vez debe conocer ese lado de mi...

— No eres malvada.

— Lo soy, soy malvada y cruel. — me fijé en sus ojos grises y me llené de mucha melancolía. — Hyunie, ¿crees que soy indiferente al dolor ajeno?

— Tu corazón no ha dejado de llorar desde que sabes la verdad, sobre su pasado y su hermana.

No fue una pregunta o regaño, era un hecho puntual.

El detuvo sus caricias en mi cabeza para tomarme del cuello acercándome a su rostro.

— Taehyung... él y yo... no sé cuánto tiempo podamos soportar esto. — admití apenada, yo debería estar escuchando a Junghyun, no al contrario. — no quiero regresar aquí si tengo que abandonarlo. Solo estoy triplicando su sufrimiento.

— Llévalo contigo.

Yo alejé mi vista de sus labios en una fina línea para detenerme en sus ojos que tenían un color plata.

— ¿Qué?

Él no me repitió porque supo muy bien que lo escuché. Él ya tenía treinta años, debía saber más cosas que yo a mis casi veintitrés. Había una regla en toda la isla... no podía llevarme nada de la isla al otro lado, eso incluía a sus personas, vegetación e incluso arena. Era poner en riesgo el equilibrio e incluso la isla podría rechazarme al regresar una próxima vez.

Junghyun era el rey del océano... el creaba y deshacía las leyes. Que sugiriera algo tan arriesgado me mantuvo pensando toda la cena, en el amplio comedor con vino fino y atenciones demasiado amables.

Una vez más, no pude imaginarme viviendo aquí a la derecha de Junghyun mientras le informaba acerca de lo que vi en Busan.

Regrese a casa más temprano de lo esperado y Taehyung aún no regresaba.

— Me alegra que tenga orgullo de hombre. — murmuró mi abuelo mientras yo recargaba una lampara de aceite.

— Abuelo, no lo haga sonar como un triángulo amoroso.

— No lo es... es un heptágono.

Soltó una risa que me contagió un poco.

Salí tarde esa noche a buscarlo en la selva, las palabras y los ojos de Junghyun habían pasado a un segundo plano. Ahora solo pensaba en donde estará. Probablemente en la copa de un árbol alto mientras "pensaba" como decía el.

No me sorprendí cuando terminé de nuevo frente el árbol sagrado.

Atravesé el arroyo que ahora lo separaba de tierra firme y dejé la lampara a un lado viendo las luciérnagas volar alrededor de mí. El árbol brillaba por sí mismo mientras la mariposa purpura seguía revoloteando entre sus ramas.

Yo caminé hasta colocar mi mano en el tronco y cerré los ojos. Intente solo pensar en Taehyung, pero un remolino de cosas llegó a mí.

Dojin en un accidente de auto, Nanhee en medio de un charco de sangre, Hanam en una sala diminuta y blanca. Vi tanta sangre, flechas, fuego, balas y muerte. Estaba tan aterrada que no me mostrara nada más... esto no podía ser el final. Me llené de desconcierto, una pena que no me pertenecía.

Quise apartar la mano, pero alguien me arrastraba desde dentro.

Era del mismo árbol, estaba intentando encerrar lo que quedaba de mi alma. No pensé en forcejear, como si mi cerebro y cuerpo hubieran entrado en shock. Por la fuerza que era absorbida una estaca se enterró en mi brazo. Olvidé el dolor, pero la sangre manchando mis zapatos me hizo reaccionar.

Entre sollozos alguien atravesó el claro con la velocidad de una sombra.

Cuando iba a ofrecer mi otro brazo su mano me tomo de la muñeca con mucha fuerza, gire mi cabeza y Taehyung me veía bajo la luz de las luciérnagas.

— Iseul. — lo dijo como si significara mil cosas a la vez.

Yo intenté zafarme, pero el solo tomó mi rostro con su otra mano y acerco su rostro al mío. Sus labios fríos y suaves se unieron a los míos que temblaban de miedo. Fue un choque nada espontaneo, pero muy suave.

Luego miles de cosas colisionaron detrás de mis ojos cerrados. La pieza de un puzzle difícil de completar.

El apoyo la palma de su mano en mi mejilla y empezó a mover sus labios torpes sobre los míos. Este podría ser su primer beso, pero se dejaba llevar por sus meros instintos. Su lengua bailaba una melodía entre el cantar de los grillos y ramas al aire, era un musculo ágil, caliente, que acaparaba toda mi cavidad bocal robándome hasta el ultimo aliento. Bebió hasta la ultima gota de sangre que bombeada mi corazón y la ultima lagrima que escapaban de mis ojos cerrados.

Se alejó cuando le faltó el aire y me vio con sus ojos como platos.

— Pe-perdón... no hacer otra vez ayer mañana. Futuro. — empezó a chocar con las palabras y dejo mi muñeca con delicadeza. Se inclinó en noventa grados como aprendió a disculparse a los once años. — lo siento, lo siento mucho. No volver hacer. Pedir permiso, respeto, respeto...

El empezó a decir palabras de lamento en su rostro bañado de vergüenza, pero sus ojos estaban llenos de fuego. Era una llama que no se arrepentía y solo consumía mis pensamientos.

Pareciera que hubiera leído mi mente y este beso re afirmara mi decisión, de llevarlo conmigo. El Taehyung que me dio el beso no fue el niño que encontré en la selva. Era un tigre recién despertado de un sueño que parecía eterno.

Un tigre que desafiaría el destino terrible al que me había acostumbrado a vivir.

Nuestros pasos hacían crujir las hojas en el suelo y la lampara de aceite pasaba de mano a mano por mi sudor en las mismas. Estaba tan nerviosa y tan destruida emocionalmente que solo seguía la sombra de Taehyung por entre los árboles.

¿Por qué habrá hecho eso? Aún sentía el sabor cítrico de la naranja en sus labios sobre los míos.

El hormigueo que recorría mi estomago e intestinos.

— Lluvia.

Alcé mi cabeza saliendo de mi trance y una gota chocó con mi mejilla.

Taehyung eliminó la distancia para subir la capucha y cerrar el frente de mi capa, aunque era un regalo de Junghyun él estaba muy satisfecho con su utilidad. Quise tomarlo de la mano al terminar, pero el solo apresuró su caminar obligándome a seguirlo.

Yo lo seguí con rapidez hasta la aldea humana donde ya todos dormían bajo techo.

— Taehyung...

— Iseul.

— ¿Quieres entrar? — traduje sus ojos frente mi habitación e intente sonreír como si nada — tengo algo que decirte.

— No volver a hacerlo.

Deslicé la puerta y dejé la capa secarse a un lado. Arreglé mis faldas mientras buscaba en mi bolsa los utensilios. Ahora la herida en mi brazo empezaba a arder.

Taehyung me tomó del brazo a mi lado y pasó su lengua antes de yo decirle algo.

— Gracias. — murmuré comprendiendo sus intenciones.

— ¿Duele?

— No, estoy bien. ¿Estas bien?

Él se quitó su capa negra y la dejo en la esquina, asintió simple.

— ¿Estamos bien?

— No estoy enojada Tae... solo... sorprendida.

— Yo también. — admitió mordiendo su labio inferior mientras yo vendaba mi brazo. — solo hacer lo que debía hacer ahí.

Yo centre mis ojos en su postura tensa, nunca lo había visto nervioso. Así que era su deber.

— Me dijiste que preguntaras antes de volver a hacerlo, ¿lo harías?

— Es solo un beso.

Mi alma dejo mi cuerpo con sus palabras, parecía haberlas repetido de alguien más. Él no tenía frases tan cínicas y mucho menos tan llenas de indiferencia.

Enterré mi cabeza en la almohada sin encontrar respuestas.

A la mañana siguiente nada había pasado entre los dos, seguía una leve incomodidad en la forma en que me tomaba la mano hasta el lago o su rodilla rozando la mía en el desayuno.

— Abuelo... ¿debería pedirles permiso a todos los reinos de Quelpart? — le pregunté al hombre canoso que no salía de su estudio.

— Lo que vas a hacer no es llevar unas cuantas flores a casa. Estamos hablando de Taehyung.

— Pero él no nació aquí... ya ha aprendido todo lo que puede en medio de este océano y sé que es el lugar más seguro para el en el planeta entero, pero también es un retraso. Los hombres a su edad tienen sueños, proyectos y amistades sanas.

— ¿Que te hace pensar que no tiene eso aquí? — alzó su vista envejecida de sus lentes y yo aparte la mirada. — pequeña, solo escondes tus verdaderas intenciones. Ve y pide la aprobación de llevarte a Taehyung. Si no lo haces tú, él se ira en una balsa remando hasta el otro lado, no parece muy contento con dejarte ir por otro año.

Decidí apresurar el proceso de convencimiento.

Taehyung había preparado el caballo blanco para mí y se auto invitó al viaje que duraría unos días. Él iba a montar el suyo de color negro pero vi un deje de decepción en sus pupilas, antes como no sabía montar caballo lo compartíamos.

Pero era un viaje tan largo que no quería cansar al animal.

— Su alteza, ¿dónde ir?

— A todos los lugares y a ninguno a la vez. — murmuré cuando dejamos la aldea detrás.

— Divertido.

Yo sonreí de vuelta correspondiendo su emoción. No se calló por minutos recitando todos los caminos y animales que atravesábamos en el camino. Mantuvimos nuestro ritmo a la perfección mientras sorteábamos el terreno húmedo de la selva.

El primero al que enfrentaría sería a los dragones... tal vez, el reino más difícil de toda la isla.

Pero si los tenía de mi lado los demás serian pan comido.

Llegamos pronto a un claro bastante despejado... hogar de elefantes. Cuando vi uno con mis propios ojos casi salto del caballo para ir tras él y acariciarlo. Taehyung fue al final quien se desvió de nuestro objetivo para buscar uno lo suficientemente manso para dejarse montar.

Esta región estaba llena de elefantes majestuosos, pero Taehyung tenía un talento entendiéndolos y comunicándoles tantas cosas.

— El decirme si. — llego a mi lado emocionado cuando convenció a uno. — montar con cuidado.

— Lo haré. Seré amable...

Era una creencia: logra montar un elefante y nadie te negará tu deseo.

— Su alteza. Seguridad. Seguridad.

— Lo sé, lo sé. — sentí nervios al ver al animal gris tan grande. Estuve a punto de dar la vuelta, pero Taehyung me arrastro con su mano.

— Saluda.

— Ho-hola..

Era tan diminuta a su lado.

Respiré hondo y recé a todos los dioses de mi memoria. Taehyung me cargo encima de sus hombros hasta que pude poner mis piernas en la suave piel del mamífero.

Su trompa se movió de lado a lado y choco con mi rostro.

Yo reí nerviosa pasando mis manos por su lomo con cuidado. Aunque era una creencia bastante ancestral... me permití disfrutarla cuanto duró. Solo caminó unos metros en que me sentí mas cerca al cielo naranja del atardecer. Taehyung no dejó nuestro lado todo el trayecto, incluso temí que lo aplastara con una de sus patas.

Pero sus ojos no se despegaron de mí hasta que baje con cuidado.

— Gracias, eres muy amable. — le dije al elefante que movió sus orejas. — siempre te recordaré. Perdón si soy muy pesada... viví con mi abuela el ultimo par de meses.

— El pensar tu muy linda.

— ¿Linda? Él es hermoso...

— ¿Mas que Taehyung? — murmuró, pero escuché muy bien.

Deje de acariciar la frente del animal para verlo, sus manos en los caballos y entretenido con las monturas.

— No, Taehyung es guapo y más valiente.

Subí mi capucha para ocultar mi sonrojo y me subí al caballo a la velocidad de la luz. Retomamos el camino ahora empezaba a sentir el cansancio, pero el frio viento nos avisaba que ya habíamos llegado a territorio de dragones.

El no entendía por qué hacia este viaje y tampoco le importaba.

El me seguiría de aquí al final del universo sin rechistar, pero eso también me dejó muy inquieta cuando empezamos a ver la nieve cubrir la tierra. Si yo tenía tal efecto en el... no dudaba de que alguien más podía inducirlo a cometer una locura.

El otro lado estaba lleno de personas malvadas, que se aprovechan de los más inocentes y los chantajean. Demasiados peones luchando una guerra que no les pertenecía.

Estaba tan inmersa en mis pensamientos que me asusté cuando él se lanzó contra mí, dejándonos arrodillados en la nieve.

— Yah, ¡¿Quién anda ahí?! — el grito de un hombre siguió.

Me había lanzado un boomerang. El arma filosa cayó a unos metros de nosotros.

Amenazó con cortar mi cabeza.

— Tae-Taehyung...

— Tu irrespetar leyes. — exclamó con su voz profunda y se levantó frente a mi — ¿querer morir?

— Ah, son ustedes...

— ¡Taehyung! — grite antes de que le diera un limpio puñetazo en el vientre.

Cuando lo derribo lo tomo del cuello hasta derribarlo entre las rocas y empezó una pelea de la que solo reconocía el movimiento de brazos y piernas. Me levanté con prisa de mi lugar intentando reconocer quien era el atacante entre toda esta oscuridad, pero fracasé. Solo reconocía el rugir del morocho.

El hombre gritó y luego un dragón de cuatro metros aterrizó a unos metros. Incendió parte del claro y pude reconocerlo.

— Taehyung, ya déjalo... estoy bien. Estoy bien. — le convencí mientras lo tomaba del torso que aún estaba encima de ese hombre. — no lo lastimes, estaremos bien.

Lo dejó a un lado y se levantó sobre sus dos pies impulsándome sobre su espalda.

Yo entrelacé mis piernas en su cadera rechistando por sus exigencias.

— Yah, mocoso... casi me matas — el hombre de antes se apoyó en sus rodillas con su rostro transfigurado y estaba a punto de transformarse. — ¡Eres tú quien ha violado la ley!

Cerré mis ojos con fuerza esperando ver a la criatura, pero fue el dragón negro quien le pegó con el hocico hasta el otro árbol. El dragón tenia pelaje negro, alas gigantescas como murciélago y dentadura afilada. Sus ojos amarillos se centraban en los dos.

Era Yoongi por la forma que su piel parecía brillar con las llamas.

— ¡Yoongi hyung!¡Tus hombres malvados!¡Intentar matar Iseul! — ahora el mayor parecia descargar su ira contra la criatura de cuatro metros. — Irnos. Ahora.

— Tae, bájame.

— ¡No!

Afloje mi agarre en sus hombros y estaba dispuesta a enfrentar su pataleta, pero un par de personas más se acercaron a ver qué pasaba.

Eran los padres de Yoongi, los reyes del este.

— Oh, por todos los dioses... ¿qué sucedió aquí? — el padre de Yoongi preguntó viendo el rastro de sangre y la hectárea de árboles ardiendo. — no sabíamos que llegaría hoy, lady Yan.

— Fue un viaje sorpresa...

— Debió avisarnos con tiempo, somos dragones, no brujos como los asquerosos alienígenas del oeste.

La voz envenenada de la madre de Yoongi me dio escalofríos y Taehyung solo hizo más fuerza sobre mis muslos.

Alcé la cabeza para poder reconocer a la mujer, de kimono rojo con hilos dorados que se arrastraba en el suelo nevado. Su cabello en un moño pulcro y mirada anfibia. A diferencia de lo que se espera... las mujeres dragón eran más aterradoras, sobre todo la reina.

— Taehyungie... — murmuré en su oído pasando mis dedos por su rostro bañado en sudor, o eso esperaba yo y no sangre. — bájame y hablemos como las personas hacen.

— Ellos no querer hablar, solo matarte.

— Fue un error, ¿acaso no conoces a ese hombre? Tú has venido cientos de veces y ellos te tienen respeto.

— Pero las reglas. — intentó buscar otra palabra por decir, pero Yoongi volvió a su forma humana para caminar hasta nosotros.

— Perdonen a este imbécil, entenderán que últimamente la seguridad de la isla prende de un hilo. — el pálido habló y reconocí su tono de cansancio. — en nombre del reino de los dragones, lo lamentamos lady Yan.

Su padre le siguió haciendo la venia, incluso el hombre que antes nos atacó. Solo la mujer resopló dando la espalda de camino a su castillo.

Eso basto para que Taehyung bajara la guardia de nuevo.

Yoongi caminó a nuestro lado el resto del camino, agradecía que no hablara mucho porque no soportaba otro mal entendido. Unos cuantos dragones giraban a vernos con curiosidad, pero no pude saludarlos correctamente porque seguía pegada a la espalda de Taehyung como un simio bebé.

Muchas cosas habían cambiado desde la primera vez que vine, ahora su estructura social estaba mas organizada.

Desde que los padres de Yoongi dejaron Corea del Norte para asentarse aquí, eran más pacíficos entre ellos. Eso sí, también significaba que las leyes eran más duras... sobre todo para los intrusos. Lo comprendía a cierto punto, huyeron del norte para no ser cazados y no podían arriesgar el ultimo trozo de tierra que les brindaba protección.

Sentía mis ojos cerrarse de a poco, pero me obligue a permanecer despierta, al menos al estar tan cerca de Taehyung no sentía el frio de la nevada.

El castillo parecía uno de esos templos antiguos del corea de Juseon y sin mucho protocolo entramos.

— ¿Habitación para dos? — pregunto una de las mujeres del palacio.

Su kimono era demasiado lindo.

— Sí.

Taehyung ni siquiera dudo un segundo.

— ¿No dejarás que Lady Yan decida?

— Esta bien una habitación para dos... de igual forma necesito hablar con tus padres antes. — Taehyung me dejó en el suave suelo de alfombra y Yoongi frunció el entre cejo. — ¿Crees que me puedas llevar a su despacho?

— Cualquier cosa que le vayas a pedir hazlo mañana.

— ¿Por qué?

El solo paso su mirada felina de mis ojos a los de Taehyung que aún seguían enfocados en él. No respondió más antes de guiarnos por los amplios pasillos adornados de antorchas y madera tallada.

Yoongi vestía ropas menos formales así que supuse recién llegaba del otro lado.

— Es aquí.

— ¿Baño? ¿Agua caliente? — Taehyung le preguntó antes de abrir la puerta de roble.

— Esta todo dentro... luego vendrá alguien a darles comida.

— Yoongi... — llamé su atención y el solo me correspondió con su atención. — muchas gracias y lo siento, sé que hicimos un alboroto.

— Lady Yan, no lo hago por ti.

Sin más desapareció del pasillo.

Lo supuse, Junghyun tuvo que haberle escrito de mi llegada. Las alianzas eran algo importante para los dragones... si no nos habían arrancado la cabeza con sus dientes era porque el reino del Océano era capaz de iniciar una guerra sin fin.

Ser Lady Yan frente a los demás era una responsabilidad más grande que acompañar al lord y firmar alianzas.

Aunque en la isla no había leyes... aquellas divinas eran más importantes, no matar era la principal.

— ¿Estas bien? — le pregunté a Taehyung en cuanto cerramos la puerta, la habitación era cálida y con detalles bastante lujosos. — déjame revisarte.

— Iseul.

— Esta bien, no dolerá.

Dejó su capa a un lado y se sentó en el futón de seda tímido. Era increíble como detrás de estas puertas volvía a ser un cachorro. Su cabello estaba húmedo por la nieve y yo me arrodille a un lado para descubrir su camisa.

Había una fea cortada en su abdomen.

— Lo siento. — murmuró tomando mis muñecas y chocando su frente caliente contra la mía. — lo lamento mucho... perder el control. Poner en peligro.

— No lo lamentes, debo agradecerte.

— ¿Iseul?

— Gracias... por siempre defenderme.

Estaba harta de regañarle por cosas que nacían de su corazón, obligarlo a reprimir su instinto y acciones.

Sí, la violencia no era el camino... pero así sobrevivió por muchos años.

— ¿Enojo?

— No, alivio de tenerte siempre a mi lado. Aunque intenta una próxima vez no ser lastimado. — dejo libres mis muñecas para dejar un corto beso en mis mejillas.

Sonriendo me puse en la tarea de tratar la herida, le pedí que entrara primero al baño para evitar infecciones.

Pero fue mala idea porque no uso el agua caliente y en cambio espero a que yo entrara a usarla. Me dije que era muy testarudo para ser un hombre de veinticinco. Debo admitir que ese baño me dio mil años de vida... hace demasiado no usaba una bañera y tantos jabones de olores.

Alguien tocó la puerta y yo me apresuré por salir. Taehyung odiaba las intromisiones en mi habitación, como el gato de mi abuela le gruñía a los extraños.

Con una bata cubriendo mi desnudez asomé mi cabeza a la entrada.

— Ho-hola... solo vengo a traerles algo de comer, ropa y unas bebidas para sus heridas. — su coreano era bastante extraño. — espero no ser una molestia.

Era una mujer bastante atractiva, su kimono era de un purpura claro con hilos en plata. El cinturón se ceñía en su cintura y su cabellera era castaña bastante larga.

Por el prendedor lleno de piedras en su cabello supuse que debía ser de alto estatus en el reino.

— Hola, muchas gracias. Yan Iseul y ¿tú? — Taehyung me vio con un signo de interrogación y después de asentir, dio un paso a un lado para que ella entrara.

Dejó mucha comida en la mesa.

— Soy Baerin, Jung Baerin.

— Él es Kim Taehyung.

El mayor solo se inclinó un poco desinteresado y la mujer se iba, pero le pedí esperar a que me cambiara.

Sacó un kimono de su bolsa y me lo prestó.

"Su ropa debe estar fría por la nieve, les traje esto".

Taehyung no se cambió porque amaba su pecho desnudo, pero le obligue a siquiera colocarse su camisa. No quería intimidar a Baerin y tampoco que surgiera otro rumor innecesario en la isla.

— Así que Baerin... ¿Cuántos años tienes?

— Oh, nací en el 96. — murmuró avergonzada mientras yo masticaba los bizcochos con ansias.

— Así que es mayor.

— ¿Por mucho?

— Solo un año.

Rió un poco y vi el brillo en sus pupilas, parecía callar demasiadas cosas.

No era una mujer dragón... por eso me llenaba de curiosidad. Sus facciones eran de una muñeca de porcelana, piel clara, mejillas redondas, nariz respingada y ojos expresivos. Incluso tenía un flequillo suavizando aún más su expresión.

Era tan diferente a los ojos anfibios de todos los dragones.

— Baerin unnie, ¿dónde se está quedando el hombre que salió herido hoy?

— Ah, no te preocupes por él. Ya le di de alta en el hospital de campaña... los dragones sanan más rápido que su orgullo.

— ¿Usted también es doctora? — pregunté sorprendida.

Ella me miro con algo de pena y negó, puso sus manos sobre la mesa. Estaba libre de joyas demasiado ostentosas.

— Herborista.

— Woah, mi abuelo también. Yo estudié un poco de eso...pero no es un trabajo fácil.

— ¿Es doctora? Es la primera mujer doctora que conozco. — ella me miró con emoción y yo comprendí un poco. — ¿Su acompañante también lo es?

Gire a ver a Taehyung que nos veía desde la esquina de la habitación incomodo. Veía a Baerin como si fuera su más grande enemigo.

Debí suponerlo, dejé de darle atención.

— Taehyung-ssi, ¿no quieres conocer a esta amable señorita?

— Esta bien, es como Lord Min.

— ¿Hablas de Yoongi?

Ella asintió tímida y yo me acerqué más a su lado para murmurar. No iba a poder dormir si no le preguntaba ahora.

— Baerin unnie... ¿acaso es la futura reina?

— Digamos que solo vine de visita un tiempo. Es mi primera vez aquí, pero la brecha parece más grande para alguien como yo. — murmuró tímida y algo en su mente cobro importancia. — lord Min no es como parece ser... es bastante comprensivo, sé que le ayudará a convencer a sus padres. Yo misma hablaré con él.

— No tiene que convencerme de eso, lo sé muy bien. Conozco a alguien igual.

Ella me miró con curiosidad y quise que se quedara más tiempo solo para charlar. Seguramente desde su llegada no había podido entablar conversación con muchos.

Cuando se fue y prometió vernos mañana Taehyung me vio con más recelo.

— ¿Iseul?

— Ella no es humana... tampoco dragón, es autómata. Una máquina. — le expliqué y vi un deje de temor en sus pupilas.

— Baerin no parecer peligrosa.

— Porque no lo es. ¿Entonces me dejarías visitarla mañana?

El cerro los ojos y fingió dormir mientras me acercaba con su mano en mi cintura. Intente que me respondiera con golpes en su pecho, pero no respondió.

— Celos. — dijo al fin.

— No le daré a nadie más la atención que te pertenece, baja un poco la guardia gatito.

— ¡Iseul!

Su carcajada durmió en mis oídos después de hacerle unas cuantas cosquillas que el vengó. Compartíamos futón y nuestras piernas desnudas se unían en un roce nada apropiado.

Empezaba a comprender, amo lo inapropiado a un nivel enfermo.

A que no saben lo que ha pasado en la ultima semana? Se confirmo mi viaje al exterior y conoci uno de mis idolos en concierto. Al final siento que desde la vida me ha sonreido este 2022!

Continue Reading

You'll Also Like

399K 19K 26
El maldito NTR pocas veces hace justicia por los protagonistas que tienen ver a sus seres queridos siendo poseidos por otras personas, pero ¿Qué suce...
107K 13.2K 31
Itadori descubre una debilidad del rey de las maldiciones. Su esposa Natsumi Pero para eso debería entender la historia de ambos que se remonta en la...
65.9K 7.1K 30
SECUELA DE JURAMENTO ETERNO DE SAL-PABLO GAVI Donde Aitana, la hija de Gavi y Dani está enamorada de Pedri, el cual le saca ventidos años y es el mej...
195K 22K 37
En donde Emma Larusso y Robby Keene sufren por lo mismo, la ausencia de una verdadera figura paterna.