Blindness || a. i.

By irwinsickmind

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Donde una chica con ceguera cae perdidamente por un chico que tal vez jamás podrá ver, entendiendo con él lo... More

Introducción
Capítulo uno
Capítulo dos
Capítulo tres
Capítulo cuatro
Capítulo cinco
Capítulo seis
Capítulo siete
Capítulo ocho
Capítulo nueve
Capítulo diez
Capítulo once
Capítulo doce
Capítulo trece
Capítulo catorce
Capítulo quince
Capítulo dieciséis
Capítulo diecisiete
Capítulo diecinueve
Capítulo veinte
Capítulo veintiuno
Capítulo veintidós
Capítulo veintitrés
Capítulo veinticuatro
Capítulo veinticinco
Capítulo veintiséis
Capítulo veintisiete
Capítulo veintiocho
Capítulo veintinueve

Capítulo dieciocho

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By irwinsickmind

—Así que regresaste a tu casa a escuchar música —repetí después de su larga explicación.

—Exactamente.

— ¿Y las dos horas estuviste haciendo lo mismo? —pregunté.

—Uh… mi vida en Melbourne no es muy interesante.

—Entonces donde vivías era interesante, ¿verdad?

—No, no puedo mentirte. Mi vida siempre ha sido una basura —contestó con humor.

—La mía también ha sido una basura, no te preocupes.

— ¿Entonces tú y yo hacemos una gran basura?

—Algo así —contesté aguantando el humor que me había provocado escuchar que los dos hacíamos una gran basura.

Al llegar al hospital, Ashton paró de momento.

— ¿Qué se supone que hacemos aquí? —preguntó con cierto nerviosismo.

—Es una larga historia, pero puedo explicártela después. ¿Pasa algo?

—Uh… —pausó, pensando seriamente su respuesta—… no, no pasa nada.

— ¿En serio? Podemos venir mañana, no hay problema —contesté, queriendo sonar relajada.

—No, no te preocupes por mí.

Jaló de mi mano y seguimos caminando, pero esta vez era yo la que guiaba con la voz.

— ¿Ya pasamos la recepción del segundo piso? —pregunté tratando de recordar.

—Estamos a punto de hacerlo.

Caminamos casi treinta pasos. Ashton jaló de nuevo mi mano, pero esta vez para pararme.

— ¡Vanessa! ¡Tanto tiempo sin verte! —saludó de manera escandalosa Jessie, una de las recepcionistas-enfermeras que estaba detrás de las computadoras escribiendo quién sabe cuánta cosa.

—Hola, Jessie —contesté sonriendo—. ¿Está Clary en su turno?

—Sí, está en la habitación 107.

—Gracias —contesté y de manera psíquica le dije a Ashton que buscara la habitación 107.

— ¿Clary? ¿Quién es ella? —preguntó mientras buscábamos la habitación.

—Clary es la enfermera que me atendió cuando estuve hospitalizada.

— ¿Te hiciste amiga de la enfermera que estuvo atendiéndote? —preguntó.

—Y del doctor, no lo olvides.

Al encontrar la habitación, Ash golpeó tres veces la puerta. Yo sólo golpeaba el piso con la suela de mi zapato.

— ¿Clary? —pregunté al escuchar rechinar la puerta.

— ¡Vanessa, pensé que ya no vendrías! —dijo y se acercó a mí para abrazarme.

—Lo siento, Clary. En verdad lo siento.

Y es que realmente estaba avergonzada, ya que no había venido a visitarla desde hacía una semana con cuatro días.

— ¿Y no me vas a presentar a tu apuesto amigo? —preguntó en un susurro aprovechando el abrazo.

—Uh, sí, es cierto —me separé de ella—. Clary, él es Ashton. Ashton, ella es Clary —dije imitando mi presentación con las manos.

—Mucho gusto en conocerte, Ashton. Vanessa me ha hablado mucho de ti —contestó dándome un pequeño golpe en el brazo.

— ¿Ah, sí? ¿Y han sido cosas buenas? —preguntó, complementándole una pequeña risa nerviosa.

—Mejores de las que tú te imaginas —comentó, y que por cierto capté su tono burlón.

— ¡Clary! —exclamé, tratando de calmar su tan gran humor al querer molestarme.

— ¿Qué? Sólo he dicho que me has contado muy buenas cosas sobre Ashton.

Esta era una de las desventajas de tener ceguera: el no poder agregarle una mirada en la cual demostraras el gran fastidio que en ese momento sentías… y eso era justamente lo que me estaba pasando.

Después de tan aquella humorística y divertida situación para Clary y vergonzosa para mí, esperamos a Clary hasta que terminara su turno. Los dos caminamos a la pequeña cafetería que estaba en el primer piso, Clary nos alcanzaría en cinco minutos.

— ¿No desayunarás nada? —me preguntó, tomando mi mano y delineándola con uno de sus dedos.

—Ya desayuné en casa de Luke, gracias. ¿Tú no desayunarás?

—No, comí un pan tostado después de dejarte.

— ¿Un pan tostado? —pregunté de manera: “¿Estás bromeando?”.

—Sí, realmente me dio flojera hacerme más de desayunar —contestó.

— ¿En serio, Ash?

—En serio, Vanessa —repitió y después acarició mi mejilla lentamente.

Me removí en la silla antes de que pudiese caer de una forma completamente estúpida por la sensación que provocó eso que hizo. No me refería a una sensación horny, pero tengo que admitir que se sintió demasiado bien, además de sentirse como si fuese algo nuevo. Algo que Derek jamás hizo de la manera en que Ashton lo hacía: delicada y cálidamente.

— ¿No tienes frío? —preguntó, sacándome de lo que él había provocado en mí.

— ¿Tú tienes frío? —pregunté de vuelta.

—Sí, sólo traigo esta estúpida playera.

Alcé mi mano y sentí sus brazos. Estaban fríos, pero estaban bien formados.

— ¿Y traes tus gafas de sol como yo ahora mismo?

—Por supuesto que las traigo. Recuerda que nosotros dos somos especiales por traer gafas de sol dentro de algún lugar —dijo y me dio un pequeño golpe en el brazo en señal de cómplice… o eso fue lo que yo creí.

—Sé que en el fondo estás riéndote de mí.

—Por supuesto que no lo hago.

—Pues yo siento que lo haces.

Negó en un susurro y me abrazó. Me abrazó de la forma en la que una persona hace cuando no quiere soltar a la otra, de esa manera lo hizo.

Sentí su cabello picar un poco mi cara, provocándome cierto cosquilleo en el cuello. Después, pude sentir cómo su mano viajaba hasta apretujarme más a él. Un apretujón como lo había sentido y descrito: como si no quisiese soltarme jamás.

Era demasiado lindo para ser verdad. Era demasiado para mi suerte y mi realidad… era demasiado para mí. Esto era algo completamente diferente a lo que siempre había estado acostumbrada con Derek. Odiaba la palabra comparación y todo lo que tenía que ver con ella, pero realmente había una gran diferencia entre Derek y Ashton.

— ¿En qué estás pensado? —susurró a mi oído suavemente.

—En que me gusta que me abraces de esta forma.

— ¿Y cómo describirías este abrazo?

—Perfecto para estar en la cafetería de un hospital —bromeé.

—Yo también creo eso.

Y después de eso, llegó Clary provocándonos a los dos un susto en el cual los dos brincamos. Me acomodé de nuevo en la silla y pude sentir mis mejillas algo cálidas, seguramente Clary estaría hablando sobre esto por unos largos días.

— ¿He interrumpido algo?

—No —contestamos Ash y yo al unísono.

Una de las sillas chirrió haciéndome saber que Clary ya había tomado asiento en algún lado de la mesa.

— ¿Van a pedir algo, chicos?

—Yo estoy bien, pero al parecer a Vanessa le encantaría un cappuccino —contestó Ash.

— ¿Quieres un cappuccino, Vanessa?

—Uh, sí —contesté dudando de lo que acababa de decir.

—Está bien.

Después de varios minutos, habían traído mi cappuccino, el baguette y el café de Clary. Mientras ella comía, Ashton hablaba de cualquier cosa que se le viniera a la cabeza. Nos contó por qué había venido hasta acá, y ahora pude saber por qué realmente lo hizo: trataba de olvidar a Rachel, su ex novia. En sí, no me había contado tan a fondo este tema, ya que aquella vez en la que hablamos para conocernos un poco más, terminamos conversando sobre cómo sería la mejor manera de morir… que por cierto me dijo que le encantaría morir de vejez y no por algún accidente o enfermedad.

— ¿Entonces te gusta tocar la batería? —preguntó Clary en tono curioso.

—Así es. Creo que es la única manera de tranquilizar mis estados de nerviosismo y ansiedad que a veces me dan.

— ¿Y si por alguna razón estás a miles de kilómetros de tu garaje y te da alguno de esos ataques, qué harás? ¿Correrás de vuelta a tu casa, llegarás al garaje y empezarás a tocar como loco la batería?

— ¡Clary! —traté de susurrarle, pero salió algo así como un grito ahogado.

—No te preocupes, Vanessa. Yo también he pensado en eso, pero afortunadamente tengo píldoras para controlarlo —dijo y después se pudo escuchar el tintinar de algo. Supuse que eran sus píldoras.

— ¿Y tienes un horario específico para tomarlas?

—Uh… sí, pero no las tomo como debería de hacerlo.

— ¿Y por qué no lo haces?

—Porque estas semanas no me ha ocurrido nada relacionado con el nerviosismo. Además, tengo que pasar por algo que enloquezca mi sistema nervioso como para que me dé uno de esos ataques. De pequeño los sufría constantemente porque era humillado y marginado en el colegio.

—Interesante, Ashton —expresó Clary con cierto alargamiento de las palabras.

La dinámica de la conversación entre Clary y Ashton —porque yo sólo oía—, era como la entrevista entre mi madre y él para el trabajo de niñero. Clary tenía ya preparadas veinte preguntas por minuto, mientras que Ashton podía tardar ese minuto pensando la respuesta de la pregunta actual.

—Clary, creo que es suficiente con tu interrogatorio.

Al fin pude intervenir a la milésima pregunta de Clary hacia Ash. Al terminar de decirlo, pude escuchar a Ash suspirar aliviado.

—Está bien, he terminado —contestó Clary con insuficiencia.

—Sí, creo que ya es suficiente para Ashton.

—Lo siento, Ashton —se disculpó Clary.

—Uh, no hay problema.

Ashton se ofreció a pagar el desayuno de Clary y mi cappuccino, por lo que las dos aceptamos. De hecho, Clary comentó sobre esto:

—Vanessa, me gusta este chico.

No contesté nada, sólo sonreí y afirmé lentamente con la cabeza. No es que necesitara la aprobación de Clary, pero Ashton ya tenía votos a favor de mamá y Clary. No supe cómo carajos lo hizo, pero ya tenía a dos personas a su favor. Sólo había una persona que jamás podría obtener a su favor, y esa persona era Luke.

Luke era como el chico sobreprotector de la historia. Jamás ha querido a ninguno de los chicos que han estado conmigo. A ninguno. Digamos que Luke es como el maldito aceite y los demás chicos son como el agua: jamás podrán unirse. Claro, no me refiero a la manera en la que Luke los adorara o hubiese querido estar con nosotros la mayor parte del tiempo, pero sí tomaba un papel de chico rudo, celoso y frío conmigo. La razón de por qué siempre tenía ese humor cuando había un chico rondando cerca de mí jamás la supe, pero me molestaba bastante que lo hiciera.

Después de que Ashton pagara la cuenta, decidí visitar a Mercy. Clary me comentó que ya se había curado de su apendicitis y que apenas lo estaba haciendo de su operación que había sido hace tres días.

Ashton decidió entrar conmigo a conocer a Mercy, así que al entrar ella rápidamente me preguntó por Luke.

—Está en el colegio, pero prometo traerlo pronto —respondí de manera comprensiva, ya que sabía que a Mercy le gustaba que viniera Luke.

— ¿Y quién es él?

—Él es Ashton.

—Su novio —complementó de manera sorpresiva Ashton—. Un gusto en conocerte, Mercy.

No sé quién fue la que se sorprendió más: si Mercy porque yo le había dicho semanas antes que no pretendía tener nada de amoríos por un largo tiempo o yo, la chica que no sabía ni siquiera que tenía novio.

—Hola, Ashton… ¿En serio eres novio de Vanessa?

Bueno, tengo que admitir que me sentí mal por eso. Lo preguntó en una manera en la que podía asegurar que ella creyó que le pagué a Ashton para que fuese mi novio ese mismo instante.

—Por supuesto. ¿Acaso no crees que ella y yo hacemos linda pareja?

Después de decir esto, sentí su mano sujetarse de mi cintura. Estaba muriéndome por dentro, además de que mi sistema nervioso enviaba varias estremecedoras ondas que cruzaban por todo mi cuerpo hasta que dejaban de sentirse por las rodillas. De hecho, creo que las piernas empezaron a temblarme levemente.

—Sí, creo que los dos se ven bien juntos.

— ¿Verdad que sí, Vanessa? —preguntó Ashton.

—Uh, ¿qué?

Los dos rieron haciéndome sentir estúpida.

—Que creo que es hora de que hables con Mercy antes de que se nos haga tarde.

—Sí, es cierto —dije aún despistada.

—Te espero afuera.

—Está bien.

Y un beso en mi mejilla fue con lo que terminó de hacerme sentir bien.

—Vaya, Vanessa. Lo traes loco por ti.

— ¿En serio? No creo que sea para tanto.

—Pues yo digo que sí. Ahora que tienes novio, puedo preguntarte esto: ¿qué se siente tener uno?

¿Qué podía contestarle? Ashton no era mi novio, pero Derek lo fue. Mi imaginación ocupó un gran papel para sacar la conclusión de esa pregunta. Supuse como si todo lo que hace unos minutos pasó, lo hubiese hecho Derek. Agarrarme de la cintura, reír y darme el beso en la mejilla con el cuerpo y rostro de Derek, pero con la personalidad y sentimientos de Ashton.

—Supongo que a veces se siente bien y a veces no tanto. A veces tienes suerte con el chico y a veces no.

— ¿Y tú crees tener suerte con ese chico?

—Yo creo que sí —contesté entusiasmada a la pregunta.

— ¿Lo ves? Él y tú están perdidamente locos el uno al otro.

Reí nerviosamente. Yo no quería que pensaran que de un día para otro de agradarme, me gustara. No quería apresurar las cosas y menos porque difícilmente podía con mi propia vida sin la vista. No es que rechace la gran oferta u oportunidad de tener a Ashton de esa forma, pero creo que realmente se necesita más tiempo para saber si esto funcionaría entre él y yo. Claro, descartando el recuerdo en que él me dijo que conmigo se sentía bien.

— ¿Cómo vas con tu recuperación de la cirugía? —pregunté tratando de cambiar el tema.

—Estoy mejor, gracias. De hecho, ya no siento tanto dolor en el estómago.

Tomó mi mano y la llevó a una zona la cual en mi vida jamás sentí… o por lo menos que no reconocí.

—Es mi cicatriz, ¿la sientes? Siento cosquilleos al pasar tu mano por ella.

—Vaya, está algo… grande —dije aun pasando mis dedos delicadamente sobre su herida.

—Sí, yo también dije eso. Se siente y se ve enorme, pero dijo el doctor que es la herida más pequeña que ha visto en su vida.

—Sí, tal vez nosotras estamos exagerando.

Conversamos sobre cuándo traería a Luke para que viera a Mercy. A ella realmente le fascinaba la idea de que Luke viniese a visitarla por el simple hecho de que un chico ajeno a los de su salón, viniera a ver cómo estaba.

También conversamos un poco más sobre Ashton, comentándome que para ella no era apuesto en el nivel Luke, pero que le parecía gracioso en el nivel ni tan feo ni tan apuesto. Era gracioso, porque las palabras que ella utilizaba eran más simples de entender que las de Luke. Luke a veces se tomaba muy en serio eso del lenguaje conforme a nuestra edad, que más bien parecía de filósofo del siglo XX.

— ¿Entonces las rosas amarillas son tus flores favoritas?

Estaba decidida a que cuando trajera a Luke al hospital, obligatoriamente tendría que comprar un ramo de rosas amarillas para Mercy y un pequeño oso de peluche, ya que le encantan. Él podría comprar el oso de peluche y yo le pediría a Ashton que me acompañase por el ramo de rosas a una florería cercana.  

— Sí, ¿por qué?

—Sólo quería asegurarme de que las rosas amarillas fuesen tus favoritas. Por cierto, ¿cuándo te darán de alta? —pregunté de manera instantánea para que ya no siguiera preguntando.

—En tres días estaré libre.

Recuerdo que yo también había dicho esto de la misma manera que Mercy: emocionada. Me emocionaba saber que podría estar en casa ya y que podría comer lo que quisiese. De hecho, me alegraba saber que la comida no afectaría nada sobre la ceguera.

— ¿Y quién vendrá a recogerte?

—Creo que vendrá papá por mí.

— ¿Y estás segura de que lo hará? Porque Luke y yo podríamos venir por ti.

—Sería genial, pero creo que tienes que ser algún familiar mío para poder hacerlo.

—Uh, tienes razón.

Mientras ella explicaba algo que en verdad no puse atención, me pregunté si alguna vez vi a alguno de sus familiares. Padres, hermanos, tíos, primos o alguien que la conociese; lamentablemente jamás vi a nadie que saliese de su habitación exceptuando a Clary o al pediatra.

Realmente jamás le pregunté por qué, sólo la primera vez que la vi y que por cierto, tomé más tiempo del que programé para que ella aceptara conversar conmigo.

— ¿Puedo hacerte una pregunta?

Afirmó con un pequeño: “Mhmm”. Tenía que encontrar las palabras exactas para no sonar demasiado curiosa.

— ¿Puedo saber por qué tus padres pocas veces han venido?

Quería decir algo así como: “¿Por qué tus padres jamás han venido a visitarte?”, pero no tenía pruebas como para decir que jamás habían venido, así que lo hice de una manera más sutil…. o eso creo yo que hice.

—Jamás han venido a visitarme, Vanessa. Sólo ha venido mi hermano unas cuantas veces —respondió y después le agregó un largo y decepcionante suspiro.

— ¿Por qué?

—Yo también me pregunto eso, pero creo que prefiero tu compañía que la de ellos tres.

— ¿No los extrañas?

—Pocas veces lo hago, pero sé que ellos no me extrañan. Así que… ¿por qué hacerlo si ellos no lo hacen?

Esta chica de doce años tiene más carácter del que yo alguna vez tuve en mi vida.

—Mercy, creo que estás equivocada.

—Vanessa, sé que no lo estoy. Mis padres no me quieren y mi hermano… bueno, él pocas veces viene a visitarme por la universidad.

—Vamos, Mercy, no puedes estár segura de eso. Tus padres te quieren, y  puede que tú sólo no lo ves.

—No me quieren, punto —finalizó la conversación.

—Está bien, pero aun así creo que estás equivocada.

— ¡Vamos, Vanessa! Tú no has escuchado lo que yo he escuchado, tú no has visto lo que yo he visto y tú no sabes qué pasa conmigo o mi familia —contestó de manera agresiva. Me estremeció con el primer pequeño grito que soltó al contestarme.

Me quedé en silencio después de esto. Creo que esta conversación había acabado en cualquier sentido en el que pudiese pensar. Si decía algo más, acabaría tirada con un golpe de la pequeña pero corajuda Mercy… y yo no quería eso. Quería regresar a casa sin ningún golpe o moretón, pero si seguía con esto lograría lo contrario.

—Creo que es hora de irme —pausé, pidiendo que ella contestara—. Adiós, Mercy.

Como lo esperé, ella no contestó. Ni un ruido o por lo menos un gruñido, sólo pude oír mis pasos hasta la puerta y después el chirrido de la perilla al girarla.

Al salir, Ashton apareció de la nada a mi lado y entrelazó su mano con la mía.

— ¿Estás bien? —preguntó.

— Escuchaste sus gritos, ¿cierto?

—Uh, no lo sé —contestó tratando de ocultar fallidamente que sí había oído.

—Estoy bien, pero Mercy no creo que lo esté.

— ¿Por qué lo dices?

—Te lo contaré de regreso a casa. Espera, ¿dónde está Clary?

—Acaba de irse a urgencias.

—Oh, creo que ya no podré despedirme de ella.

Después de esto, bajamos el piso y nos dirigimos a recepción para decirle a Jessie que me despidiera de Clary y que le comentara que probablemente mañana vendría.

Salimos del hospital y una fuerte brisa nos dio la bienvenida. Me estremecí de nuevo y cerré en un puño mi mano derecha para mantener el calor poco sentible en ella, ya que la otra estaba sujetada por la mano de Ashton.

La brisa revoloteaba mi cabello y pareciese que tuviera vida propia cada mechón, ya que se movían a distintas partes y empezaba a molestarme eso. Ashton soltó una pequeña carcajada y después llevó su mano alrededor de mi nuca juntándonos más de lo que ya estábamos.

 — ¿Por qué lo hiciste? —pregunté sin ninguna pizca de humor. Mi estado de ánimo había cambiado después de que discretamente Mercy me mandara a la mierda.

— ¿Hacer qué?

—Reírte. ¿Por qué lo has hecho?

—Porque tu cabello se mueve alrededor de tu cabeza graciosamente.

—No es gracioso, es molesto —respondí de la misma manera en que le pregunté por qué se había reído.

—No es cierto, es lindo.

— ¿Lindo? Oh, vaya. Ashton, qué halagador —le dije después de aventar un bufido.

— ¿Estás molesta? Porque puedo sentir que lo estás.

—No estoy molesta, estoy… diablos, ni siquiera sé cómo me siento.

— ¿Quieres decirme por qué?

—Porque Mercy en pocas palabras me ha dicho que no me metiera en su vida, y me siento mal por eso.

— ¿Es por eso que me has dicho que tal vez ella no está bien?

—Sí, creo que se siente extremadamente sola. Vamos, sólo es una chica de doce años. ¿Cómo puede decirme que sus padres la odian?

— ¿Y por qué no le dices esto a Clary? Tal vez ella pueda hablar con su doctor para que hablen con ella o algo así.

—Creo que es una buena idea —contesté con toda la sinceridad posible, ya que en verdad era una buena idea.

— ¿Ya te sientes mejor?

—Un poco, pero aún sigo teniendo frío.

—Si te preguntas por cómo está el día hoy, es nublado y sin rastro del sol.

—Entonces es perfecto —detallé.

—Uh, casi perfecto.

Podía decir que tanto Ashton como yo teníamos diferentes puntos de vista sobre las cosas, pero por alguna razón nos unía una cosa. Aún no podía descifrar qué era. Estaba ansiosa por saber cuál era esa razón, pero tal vez tardaría en encontrarla. Tenía que ser paciente en cuanto a eso y saber que en un momento determinado, esto terminaría. No puedo decir que estaba preparada para cuando ese momento llegara, pero tal vez ya sabía que pasaría algún día.

Podría decirse que esto se podía tomar como el comienzo de algo, pero una persona nunca sabe el comienzo o el final de las cosas por más que le dé vueltas al tema. Tal vez esto jamás tenga un comienzo, o tal vez ya lo tuvo. Tal vez esto tenga un final…o tal vez no.

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Dedicaré el próximo capítulo.
¡No olvides dejarme un voto y un comentario! xx

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