El Misterioso Visitante. (Che...

By midhiel

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─Dame una buena razón para que me quede, Charles. ─Estoy encinta. Siglo XVIII, Escocia. La vida de Lord Xavie... More

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By midhiel


Dedicado a @KiKaLioncourty un gran agradecimiento por su ayuda.

Una mención para @LuzAlvz y su sitio en Facebook "Wolvesilver para llevar" y un saludo muy especial a Luna.

XXXIII

El nacimiento de David transformó la vida en Westchester. Las dos matronas contratadas previamente llegaron con sus familias a la casa para instalarse y se encargaron de la alimentación y limpieza de la criatura, ambas supervisadas por Gwen, a quien Charles nombró cuidadora de su hijo.

Erik atendió con devoción a su amante los tres días que guardó reposo y juntos pasaron el tiempo disfrutando del bebé. Ya tenía experiencia como padre, de hecho, era una doble experiencia con Peter primero y con Nina después, y lo llenaban de ternura las actitudes de Charles como padre primerizo. Le enseñó la manera más adecuada de acunarlo, en qué posición colocarlo para que la criatura durmiera más cómoda, algunos trucos para distraerlo los pocos minutos que el bebé permanecía despierto y muchas lecciones más. Los dos estaban fascinados con David, que gozaba de buena salud y tenía un carácter tranquilo.

Hank dio el alta a su paciente y regresó a Edimburgo. Bajo su mirada clínica, el Duque tuvo un restablecimiento post parto perfecto.

Una de las primeras medidas que tomó Charles cuando dejó el reposo, fue llamar a su casa al doctor Whately para firmar el acta que declaraba al bebé su hijo y heredero de sus bienes. El notario aseguró que se encargaría de que el documento llegara lo más pronto posible a la Corte para su aprobación real. Como ya lo había decidido el Duque antes, por razones de seguridad, Erik no fue mencionado y legalmente David quedó registrado como hijo de Lord Charles Francis Xavier, Duque de Westchester, y de madre desconocida.

Las semanas pasaron rápido y el bebé aumentó de peso. Sharon se encargó de guiar a Gwen y a las matronas y esta nueva actividad le devolvió la energía que la vida monótona en la mansión alejada le había quitado con los años.

Kurt recuperó sus fuerzas, conoció al bebé y volvió a juntarse con Peter y con Laura. Pero su amigo pasaba ahora la mayor parte del tiempo con Logan. Kurt sintió que a pesar de la compañía de sus amigos, algo le faltaba. Ese vacío era el deseo de regresar para seguir ayudando a Sean y a su madre. Charles lo comprendió sin leerlo y le sugirió que retornara con ellos al continente porque esa actividad lo hacía feliz. Emma continuaba con su labor de reclutar mutantes que necesitaran ayudada y aunque por el momento decidió evitar un nuevo viaje a Genosha, el Duque y Worthington continuaban brindándole ayuda económica.

Kurt lo pensó y decidió regresar para ayudarlos. Todos en la mansión lo despidieron con cariño ya que lo sentían como parte de la gran familia que se había formado en Westchester, y Charles le aseguró que las puertas de su casa estarían siempre abiertas. El joven viajó por la tarde con su teletransportación y esa misma noche, mientras todos dormían, volvió a Westchester para dejarle al Duque una carta de agradecimiento en su despacho. Charles la leyó al día siguiente con una sonrisa, sabiendo que el muchacho cerúleo se encontraba con Emma y Sean, sano y salvo, y feliz por haber encontrado una misión en la vida.

El invierno crudo comenzó a ceder. Pronto llegaría la primavera y con ella el esperado baile de disfraces. Logan comprendió que cumpliría con su hija un año viviendo en Westchester. En un principio se había instalado allí para cuidar al Duque y a su madre de la presencia de Magneto pero dado que ahora los dos se habían vuelto una pareja estable y hasta tenían un hijo, tal precaución sonaba irrisoria. Además, aunque Laura disfrutase de la vida campestre, solía echar de menos el movimiento de la ciudad y padre e hija tenían una casa en Edimburgo. Logan seguía viajando a la ciudad por sus negocios pero no permanecía allí más de tres días. Solía llevar a la niña y a Peter para que lo acompañaran y cuando lo hacía, sentía que los tres eran una familia viviendo en su propio hogar. Esto lo llevó a pensar que en un futuro no muy lejano, podría proponerle al mocoso mudarse con él y Laura. Peter había madurado desde que llegara convaleciente a Westchester. Tal vez, sería hora de que juntos se mudaran a Edimburgo para construir su propia familia. Era una idea que le iba y venía frecuentemente, especialmente cuando viajaba solo.

En uno de esos viajes solitarios a Edimburgo, aprovechó una mañana para visitar a un comerciante y cerrar un negocio. Cuando regresaba en su carruaje por las calles del centro, distinguió entre la multitud a una mujer vestida completamente de negro, (lo que indicaba que se encontraba de luto), y se la veía contrita. Caminaba despacio, con la cabeza gacha cubierta por un sombrero oscuro con plumas, y estrujando con sus manos enguantadas la bolsita de satén que traía en ellas. Logan reconoció a Moira de inmediato. La muchacha se paró frente a un escaparate, sacó un pañuelo de seda de su bolsita y se secó los ojos enrojecidos por el llanto. Howlet ordenó al cochero que detuviera el coche y salió a buscarla velozmente.

Moira no notó su presencia hasta que escuchó un ansioso "señorita MacTaggert" y volteó.

─Señor Howlett, buenos días ─ saludó rápido por educación y, esperando que no hubiese notado sus lágrimas, dio media vuelta para seguir su marcha.

Logan estaba preocupado de verla así y con un salto quedó enfrentado a ella y le cerró el paso.

─ ¿Quién la acompaña, señorita? ─ interrogó porque era desconcertante que una joven de familia respetable como Moira caminase sola por las calles de Edimburgo. No estaba bien visto y, además, era peligroso.

─No me acompaña nadie, señor Howlett ─ hipó y juntó aire para erguirse y mirarlo a los ojos de manera desafiante ─. Volveré pronto a mi casa.

─Déjeme llevarla, o, ¿tiene transporte?

─No ─ se sinceró ─. Salí de casa en un coche de alquiler que dejé en el sitio que fui a visitar ─ suspiró con aire fatigado ─... bueno, no tiene importancia dónde lo dejé. Solo necesito caminar... entrar en alguna iglesia tal vez... eso me aliviaría...

─Por favor, mi coche está estacionado en esa esquina ─ le señaló Logan, solícito, el vehículo ─. Puedo llevarla a dónde usted desee: una iglesia, su casa, la casa de alguna amiga, pero me preocupa verla en este estado y vagando sola por la calle.

Moira se pasó el pañuelo por los ojos y observó el carruaje. Logan no se atrevía a tocarla pero con un ademán encorvó el brazo para demostrarle que si ella aceptaba, la llevaría. La joven titubeó hasta que finalmente apoyó la mano enguantada sobre el antebrazo del mutante. Con delicadeza, Logan la guio hasta su coche, le abrió la puerta y le sostuvo la mano para ayudarla a subir.

─ ¿Hacia dónde desea ir, señorita MacTaggert?

─No quiero volver a mi casa todavía ─ anunció la muchacha con tristeza, mientras se sentaba ─. El encierro allí me hace daño y me angustia más. Una iglesia sería lo mejor con su silencio, podría rezar, o platicar con algún sacerdote.

─Hay una iglesia a pocas cuadras de aquí ─ recordó Howlett ─. Le indicaré al cochero que nos lleve.

Moira lo pensó y rápido lo detuvo:

─No, mejor una iglesia no ─ decidió ─. No quiero volver a casa todavía y el sacerdote puede llamar a mi familia si me ve sola. ¿Adónde puedo ir, señor Howlett? ─ gimió desesperada.

─Puede quedarse en mi casa un momento, si así lo quiere usted ─ propuso el mutante lo primero que se le pasó por la cabeza. No era adecuado que llevara a una mujer soltera a su propiedad pero tampoco podía dejarla llorando en la calle ni obligarla a regresar a su hogar si ella no lo deseaba.

Moira asintió con cierto alivio.

─Me parece bien.

Logan se alejó para ordenar al cochero que los llevase a su casa y regresó para subir al coche. Se ubicó en el asiento enfrentado al de la muchacha y el carruaje se puso en movimiento. La mujer seguía triste y sacó una vez más su pañuelo para secarse los ojos. Howlett decidió que lo más adecuado sería darle privacidad y se entretuvo mirando el paisaje por la ventana.

Finalmente Moira habló. No tenía la confianza suficiente con Logan pero era la única compañía con la que contaba en ese momento y el hombre se había mostrado atento y amable:

─ ¿Usted cree en las maldiciones, señor Howlett?

Él la miró extrañado.

─Soy bastante escéptico porque soy más bien una persona práctica por mis negocios.

Moira volvió a callar por unos minutos y luego preguntó:

─ ¿Alguna vez perdió a alguien importante? ¿Alguien a quien haya amado?

─Perdí a mi esposa hace ocho años.

─ ¿Fue la madre de su hija?

─Así es.

Moira bajó la cabeza y se encerró en un silencio enigmático.

Logan no era bueno para consolar así que optó por dejarla en paz y seguir observando a través de la ventana para no incomodarla.

Llegaron hasta la casa. Howlett abrió la puerta del carruaje y ayudó a la mujer a descender. Entraron y ordenó al señor Hyde que dispusiera de un aperitivo para la señorita MacTaggert, después la acompañó hasta una salita donde recibía a las visitas informales. Era más pequeña, con menos mobiliario y tenía sillones más cómodos que los que había en la sala principal donde se reunía para asuntos de negocios.

Moira se sentó en un sillón y Logan fue a la licorera para ofrecerle coñac. Ella aceptó y cuando él le entregó el vasito, un paje entró con una bandeja que contenía un suculento aperitivo de masitas dulces y bocadillos salados. La joven se decantó por los dulces. Con la comida, la bebida y el ambiente familiar que transmitía la salita, se relajó.

Logan se sentó en otro sillón enfrentado a ella y bebió un poco de whisky.

Más aliviada, Moira sintió necesidad de platicar.

─Disculpe lo misterioso de mi dolor, señor Howlett.

─No debe disculparse por sufrir. Créame que lo sé, yo también pasé por un duelo difícil.

─Usted es viudo y podrá comprenderme ─ suspiró Moira ─. Se trata de mi prometido, el doctor Shaw.

Logan sintió un nudo incómodo en la garganta y tosió, fingiendo haberse atragantado con el whisky.

─ ¿Está usted bien, señor Howlett?

─Sí ─ carraspeó el mutante y se frotó el pecho ─. Beber cuando hace frío suele provocarme tos. Pero me decía de su prometido.

─ ¡Desapareció! ─ soltó Moira perdiendo la compostura y lloró. Logan esperó con paciencia a que se sosegara y le ofreció una de las servilletas que había en la bandeja para que se secara el rostro ya que su pañuelo estaba completamente mojado a esta altura ─. Gracias, señor Howlett ─ hipó ─. Le decía que Sebastian lleva meses desaparecido. La última vez que lo vi, me dijo que viajaría a Irlanda y nunca más volvió. Mi padre no me dice nada porque no conoce su paradero pero creo que sabía la razón por la que había viajado. No sé si me abandonó ─ lloró ─. Pensé que me amaba. Pero si me ama y no me abandonó, ¿dónde está? ¿Dónde cree usted que esté, señor Howlett?

Era una pregunta retórica pero Logan contestó con un: "No lo sé."

Moira se puso de pie. Se acercó al ventanal para mirar el jardín en lontananza y siguió confesando:

─El permanecer encerrada en mi casa, sin respuestas, sola con mi preocupación, me está enfermando. Mi padre no me entiende, él también está preocupado, pero no sé si por sus propios asuntos o por mi prometido. No quiere escucharme y dice que tenga paciencia. ¡Paciencia! En poco más de un mes tendría que casarme pero, ¿dónde está mi esposo? Ayer por la noche ya no soporté más la angustia y decidí pedir ayuda. Por eso hoy me escapé para ir hasta la casa del coronel Stryker, él es un hombre de confianza y supuse que me ayudaría. Pero descubrí que no regresó de Irlanda y parece que viajó en la misma época en que lo hizo Sebastian ─ volteó para mirar a Logan que trataba de mantener una actitud serena ─. Primero desapareció Sebastian y cuando fui a buscar ayuda, me entero de que la única persona que podría hacerlo también desapareció ─ lloró ─. ¡Parece una maldición! ¡No sé si estoy condenada!

Logan se levantó para abrazarla y darle consuelo. Recordó que de esa manera había actuado con Peter la primera vez que lo vio tras la pérdida de su hijo. Pero antes de que se le acercara, Moira recuperó veloz la compostura y se acomodó los pliegos del vestido para calmar los nervios. Sentía que llorar y confesarse ante un hombre en su casa extraña no era propio de una dama y se lamentó por la incorrección.

─Le agradezco su atención, señor Howlett ─ reconoció con sinceridad y volvió al asiento para alzar su bolsita que había dejado allí ─. Fue muy cortés por haberse preocupado al encontrarme sola en la calle, por haberme traído hasta aquí y haberme escuchado. Desearía regresar a mi casa.

─Por supuesto ─ le indicó la puerta para salir de la sala ─. El cochero la llevará a la brevedad.

Ella llegó hasta el umbral y se detuvo junto a Logan.

─Gracias otra vez ─ repitió con suavidad ─. Es usted un buen hombre ─ se tomó un momento para buscar las palabras ─. Con respecto a lo que le conté de mi prometido, de mi visita al coronel, de mi dolor, de esta visita ─ suspiró ─, le pido discreción.

─Si teme que su padre se entere, le prometo que jamás lo sabrá de mí.

─Gracias.

Logan la acompañó hasta el umbral y por el camino pidió al señor Hyde que llamara al cochero para preparar el carruaje. Los animales que había utilizado ahora estaban descansando así que los mozos sujetaron otros a las barras. Howlett ayudó a Moira a subir y cuando el coche se puso en movimiento, la despidió gesticulando con la mano. Después entró en la casa. La situación de la mujer había revuelto su recuerdo de la muerte y el duelo por Kayla. Ahora Logan había rehecho su vida con Peter pero pensó en ocho años atrás, cuando creyó que moriría de la angustia después de perderla y cómo Laura lo había sacado adelante. Si no se había suicidado, o entregado a algún vicio, o deprimido hasta los huesos, había sido por su hija, apenas una niñita en ese entonces.

Logan subió las escaleras como un autómata y se encerró en su recámara. Entró en el vestidor y abrió el armario para observar los trajes de su difunta esposa. Acarició algunos de los vestidos que recordaba que habían sido sus favoritos y le resurgió la idea de obsequiarlos. Alzó el de color uva y se lo llevó hasta la cama. Le provocaba extrañeza el no sufrir más la angustia que lo había aquejado antes de conocer a Peter. Aun amaba a Kayla y la amaría toda la vida pero ahora su alegría estaba ligada a Laura y a su mocoso. Sonrió.

El señor Hyde lo interrumpió golpeando a la puerta. Necesitaba saber qué almorzaría para ordenar la preparación del menú. Logan iba a responderle con un plato sencillo pero le llegó de pronto un impulso por regresar a Westchester con Peter y con su hija. Se excusó con el mayordomo y le comunicó que volvería a la casa del Duque antes del almuerzo.

El anciano se mantuvo discretamente callado pero desde hacía un tiempo abrigaba sospechas sobre el corazón de su amo. Estaba lejos de imaginar que se trataba de Peter porque los dos amantes eran muy discretos.

Poco después de que el carruaje retornase de dejar a Moira, Logan subió en él con su equipaje y ordenó que se dirigieran a Westchester. Todo el camino se mantuvo con una sonrisa boba, pensando en su mocoso y en su hija. Cuando llegó, Laura y Sharon bajaron la escalinata para recibirlo con sorpresa ya que no lo esperaban hasta dentro de dos días más tarde. Howlett saludó a Lady Xavier besándole la mano enguantada y cargó entre risas a su hija que siempre se excitaba con su regreso.

─ ¿Dónde está Peter? ─ preguntó a la dama. Desde sus brazos, Laura rio porque la entretenía la devoción de su padre por el joven.

─En el establo atendiendo a Lobo ─ contestó Sharon.

Logan bajó a su hija y caminó rápido hacia las caballerizas. Laura iba a seguirlo pero la dama la detuvo apoyándole la mano sobre el hombro porque entendía que ambos desearían intimidad.

.....................

Peter estaba cepillando la crin de su caballo. Hacía frío para salir a cabalgar y por eso se entretenía atendiéndolo en las caballerizas. Estaba solo con él porque los mozos se habían retirado.

Mientras se dirigía al establo, Logan olfateó solo el aroma de su amante y el del animal, comprendiendo que nadie los interrumpiría. Eran precavidos los dos y sus mutaciones, tanto sus sentidos agudos como la velocidad del muchacho, les permitían tener momentos de privacidad seguros de no ser descubiertos. Howlett llegó apresurado pero al ver al joven peinando con tranquilidad a su corcel, se detuvo y recargó la mitad del cuerpo contra el umbral para contemplarlo. Peter era apuesto y aunque ya fuera adulto, conservaba un aire travieso que lo fascinaba.

─Hola, mocoso ─ lo saludó finalmente.

Peter volteó como resorte. No esperaba el regreso de su amante hasta dentro de algunos días así que fue una grata sorpresa.

Logan entró mientras el joven quitaba los pelos que habían quedado en el cepillo para dejarlo a un costado y extender los brazos hacia él. Se abrazaron y besaron riendo. El muchacho le echó los brazos alrededor del cuello y Logan lo atrapó de la cintura. Howlett suspiró profundo porque al sentir su piel y reconocer su aroma, caía en la cuenta de cuánto lo había extrañado.

Al concluir el beso, Peter lo miró entretenido e interrogante:

─ ¿Qué pasó? No te esperaba hasta dentro de un par de días.

─No soportaba más las ganas de verte.

El joven sonrió extasiado porque Logan no era un hombre cursi que se andaría con semejante frase si no le surgía del alma.

─Yo también te extrañé ─ confesó Peter.

Howlett lo besó con más énfasis. El caballo relinchó aunque estaba acostumbrado a las muestras de afecto entre su dueño y el canadiense. En medio del beso, se abrazaron aun más y comenzaron a masajearse los cuerpos. La excitación fue instantánea y Logan pronto buscó los tiradores entre los hombros del muchacho para bajarle los pantalones. Podía distinguir entre el aroma cautivante de su mocoso que seguía sin haber nadie más a varias leguas de distancia. Una vez que se hubieron desecho de los tiradores y bajado los pantalones, se despojaron de las camisas para descubrirse el torso. Un extasiado Peter recorrió con la lengua el pecho desnudo de su amante.

Se quitaron las botas y con movimientos de los pies, consiguieron que sus pantalones quedaran sobre el piso cubierto de paja.

Logan miró alrededor y vio un montículo de heno. Parecía el lecho perfecto porque desnudos y con la ansiedad que tenían, no llegarían a sus recámaras.

Peter también vio la colina de paja y entendió el mensaje. Fue a recostarse boca arriba encima de ella. La paja también le servía de abrigo porque hacía frío aunque fuera la hora más cálida y la excitación los estuviera acalorando. Sus cuerpos ardían y lleno de sudor, Logan se le recostó encima. Se miraron a los ojos con intensidad mientras que Howlett le preparaba con los dedos el orificio para penetrarlo. Entró lentamente y después de ubicar su miembro, comenzó a moverse con vaivenes. Los dos gimieron y se devoraron a besos. Las hebras de heno se adherían a la espalda del joven y el mayor se las quitaba con las caricias y masajes. Frenético, Peter intentó una maniobra: alzó las piernas y las cerró alrededor de las caderas de su amante, cruzando los pies. Logan se apartó de su boca para jadear con fuerza. El muchacho le apresó los labios otra vez e hizo presión con las rodillas. Con tal movimiento, Howlett llegó al orgasmo y no tuvo tiempo de quitarse, por lo tanto su simiente se derramó en el interior del joven. Peter alcanzó el clímax y la suya se desparramó sobre el heno. Recuperaron el aliento de a poco. Cortaron el beso pero siguieron con los rostros casi pegados, sonriendo con complicidad. Peter le acarició con los índices las mejillas llenas de saliva y sudor. Logan lo abrazó contra su pecho.

─ ¡Por Dios, mocoso! ─exclamó casi llorando ─. ¡Cuánto te amo!

Peter se relamió los labios. Sabía que su amante no bromeaba.

Logan lo apartó de su pecho y le sostuvo los hombros con las manos. Lo veía hermoso, más hermoso que nunca.

─Quiero que vivamos juntos, Peter. Tú, Laura y yo en Edimburgo como la familia que somos. No puedo casarme contigo formalmente pero puedo hacerte mi esposo en todas las formas posibles.

El joven quedó maravillado.

─ ¿Quieres llevarme a vivir contigo a tu casa?

─A nuestro hogar ─corrigió ─. Esa casa será nuestro hogar, tan tuyo como mío.

Peter había sido tomado por sorpresa y se le notó en la mirada. No le desagradaba la idea en absoluto solo que era algo que no había pensado antes.

Logan lo notó y comprendió que estaba siendo más rápido e impulsivo que el mutante más rápido de todos, una situación absurda que lo hizo sonreír.

─No es necesario que contestes ahora, Peter. Entiendo que desees meditarlo.

─Pero tú no lo meditaste, ¿o sí?

─No ─declaró con sinceridad ─. Solo me surgió de aquí ─ se llevó la mano al corazón.

─Yo tampoco necesito meditarlo, Logan ─ después rio ante la imagen de él, justamente él, en actitud reflexiva ─. Mi respuesta es sí, hoy, ahora y siempre.

Logan no pudo más que abrazarlo de cuenta nueva y robarle un nuevo beso.

El relincho inquieto de Lobo les indicó que los mozos se acercaban y en un santiamén, Peter se vistió y vistió a su amante. También quitó el heno humedecido y salieron los dos por una puerta lateral antes de que los hombres se hicieran presentes.

..................

Más tarde Logan se reunió con Erik y Charles en el despacho de este, los tres sentados en sillas enfrentadas formando un círculo junto al hogar encendido, y los puso al tanto de su encuentro con Moira. El telépata leyó en su amigo la angustia de la joven y se apenó por ella porque le tenía cariño.

Erik, a quien esos no mutantes lo exasperaban, comentó ácidamente:

─Es una ironía que haya buscado ayuda en el hombre que mató a Shaw. Fue a pedir ayuda a su propio asesino.

─Moira no tiene la culpa ─respondió Charles y su amante notó cuánto lo había molestado el comentario. Esto le creó una culpa que el solícito Duque apartó enseguida, oprimiéndole una mano ─. De igual forma, esto nos recuerda que tenemos enemigos afuera. El general MacTaggert no participó de la misión y por lo tanto esa jovencita, Jean, no pudo borrarle la memoria como a los demás. Él sigue abrigando sospechas contra nosotros y si Stryker ni Shaw regresaron, puede sentir que sus sospechas son confirmaciones.

─Podrías hacerle una visita y borrársela tú, Charles ─opinó Logan, sacando un habano.

Erik se acercó a la licorera para servir tragos para los tres. Charles quedó en silencio, juntó las manos y apoyó las puntas de los dedos contra su mentón en actitud pensativa.

─Sería un plan simple y rápido que no solucionaría el problema de fondo ─ reflexionó el Duque ─. Nos resguardaría de Mactaggert y su escuadrón pero seguiríamos desprotegidos ante otros grupos anti mutantes. Además hay que pensar en nuestros otros hermanos ─ "hermanos" era un término que ya empleaba regularmente para referirse a los mutantes gracias a Erik ─. Kurt, Emma, Sean, y los que ellos reclutaron están indefensos, y aun no pueden viajar a Genosha.

─Lo extraño es que Stryker continúa en Irlanda ─ observó Howlett.

─Seguramente se habrá instalado en algún pueblo con sus hombres esperando a que acabe el invierno para abandonar esa isla ─ dedujo Erik, se acercó y le entregó a cada uno un vaso con whisky. Cuando se lo pasó a su amante, le pidió ─. Plantéale tu propuesta, Charles.

─Es algo que vengo pensando desde hace un tiempo, después de que Sean y Kurt fueron emboscados camino a Genosha ─ bebió un sorbo ─. Pienso que es necesaria mi influencia en la Corte y en un par de semanas iré a Londres para saludar al Rey y presentar a mi hijo. David es muy pequeño para viajar todavía pero hablaré en su nombre porque quiero que Su Majestad lo proteja como protege mi Casa y mis títulos.

─Hace un año que no pisas la Corte ─ recordó Logan.

─Por eso pienso que es adecuado que vaya ─ contestó el Duque ─. El Rey me dará una audiencia privada como lo hace cada vez que lo visito y platicaré con él con total franqueza.

Howlett estaba sorprendido y miró a Erik, que permanecía tranquilo porque con Charles ya había dialogado largo y tendido del tema.

─ ¿No es peligroso? ─ preguntó Logan, mirando a uno y a otro ─. Dejarías tu situación de mutante expuesta ante el Rey, Charles.

─Pero soy telépata ─ replicó para tranquilizarlo.

Sin embargo, su amigo no se serenó.

Erik se acercó a la silla de su amante y le acarició el cuello como una muestra de apoyo.

─Yo iré con él, Howlett ─ comunicó ─. Es un plan que diseñamos los dos. Pero en Londres me hospedaré con Worthington y me presentaré en la Corte como parte de su comitiva para que no haya sospechas que me liguen a Charles. Estaré cerca de él cuando tenga su audiencia real y lo cuidaré y protegeré junto con Worthington.

Logan miró al Duque y notó por su sonrisa cómplice, que había aceptado que Erik lo acompañara si tomaba todos los recaudos para resguardar su identidad, algo que Magneto sabía hacer como nadie.

─ ¿Piensan viajar en dos semanas? ¿Qué hay de David?

─Mi madre estará más que gustosa de hacerse cargo de su adorado nieto ─ rio Charles.

─Peter también disfrutará el cuidarlo ─ añadió Erik.

Logan bebió un trago pensando que en ese lapso de tiempo quizás Peter ya no estaría en Westchester, sino viviendo en Edimburgo con Laura y con él. Pero tal vez sería importante que esperaran a que Charles y Erik regresaran de Londres para no dejar a Sharon y al bebé solos. Esto le propondría al joven esa misma noche.

El trío siguió platicando de otros asuntos más triviales: Logan les contó anécdotas de su corta estadía en la ciudad y un orgulloso Charles no pudo contenerse y habló emocionado de su hijito. Erik, enternecido, le dio la razón en cada palabra. Después Howlett se retiró y los amantes aprovecharon la intimidad para darse un beso.

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