TaeYong cerró su cuaderno, decidiendo que ya había sido suficiente trabajo por esa noche y que ya debía ir a dormir.
Suspiró, aunque su descanso había terminado hace apenas unos pocos días, aún se sentía algo agotado mentalmente, pero ese estrés mental no tenía que ver con el trabajo.
Se había aguantado las ganas de quererle preguntar algo al psicólogo sobre qué le decía Mark, lo único que sabía - al igual que el resto - era que el canadiense finalmente había cedido a la idea y estaba cooperando.
Sin embargo, se contenía a sí mismo de ir a decirle al hombre que le dijera qué le decía Mark. Quería que el canadiense fuera el que se lo dijera cuando estuviera bien.
Claro, esperar no era de sus cosas favoritas, pero él mismo hacía un esfuerzo.
Tal y como se lo había prometido al chico, le había levantado el castigo además de devolverle sus aparatos electrónicos, además de hacerlo disculparse con JiSung.
JiSung no era un mal muchacho, sabía perdonar y había aceptado las disculpas, pero seguía evitando al canadiense tanto como podía.
Al menos, la tensión en el grupo iba bajando de a poco. Lo que le preocupaba, en parte, era la relación de Johnny y TaeIl.
—¡¿Qué haces?!
—¡Te dije que me prestaras atención!
—¡Dame mi maldito teléfono, TaeIl!
Las cosas entre la pareja estaban cada vez peor, y temía por ellos.