IF IT HADN'T BEEN FOR LOVE

By Lady_Calabria

12K 534 2.1K

La noche que Lucas conoció a Nolan, el joven prostituto con ojos de fiera enjaulada, hacía frío y nevaba. De... More

1. LUCAS y El chapero sangrante.
2. JOEL y La mirada baja.
3. NOLAN y un mal viaje
4. DIEGO y los ojos De Lapislázuli.
EXTRA: Marga y su cafetería.
5. LUCAS y el extraño día libre
6. JOEL y los hipócritas fariseos
7. NOLAN y el aire que desaparece
8. LUCAS y las despedidas
9. NOLAN y la tenue Luz.
EXTRA: La inspectora Aurelia Espinosa.
10. JOEL y el sexo.
11. LUCAS y La catarsis del solitario
12. NOLAN y el amor.
13. JOEL y la escalera oscura.
EXTRA: La terrible, horrible, primera cita.
14. LUCAS y el sándwich de lejía.
15. LUCAS y las conversaciones pendientes.
16. NOLAN y la puta gran fogata.
17. JOEL y el juego del espía.
18. NOLAN y el tic-tac en movimiento.
19. LUCAS y las sinceras alianzas.
20. NOLAN y atravesar una montaña a cabezazos.
21. Diego y la vuelta al ruedo.
22. LUCAS y el Viaje Al Pasado.
23. SOL y ser más raro que un perro verde.
24. AURELIA y el altar al mal gusto.
25. NOLAN y el canibalismo de las gallinas
EXTRA: Los peones del tablero I
26. JOEL y ser desorden.
27. NOLAN y dejar hilos de los que tirar.
EXTRA: Los Peones Del Tablero II
29. NOLAN y tener la sangre de hielo.
30. JOEL y lanzarse al vacío.
31. AURELIA y hacer jaque.
32. NOLAN y lo inefable.
33. SOL Y la melancolía de Camilo
34. JOEL y montar al diablo.
35. Yuri y escuchar al destino.
EXTRA: Demasiados lazos afectivos I
EXTRA: Demasiados lazos afectivos II
36. NOLAN y morder hasta desgarrar

28. JOEL y volver a ser Goliat.

257 10 65
By Lady_Calabria

—Ave Maria, gratia plena, Dominus tecum. Benedicta tu in mulieribus et benedictus fructus ventris tui, Jesus Christus —Joel apretó los puños entrelazados con la misma fuerza con la que cerraba los ojos. De rodillas notaba los guijarros del campo clavados en la rótula. Tomó aire y siguió susurrando— Sancta Maria, mater Dei, ora pro nobis peccatoribus, nunc et in hora mortis nostrae. Amen.

En el silencio absoluto de la sierra montañosa le sobresaltó un leve sonido a su espalda, al principio creyó que era el viento agitando las ramas retorcidas de los olivos, pero no lo era.

Cuando ese sonido se repitió supo que eran unos pasos más gatunos que humanos a su espalda, acercándose sinuosos y calmos. Yuri sabía ser realmente sigiloso cuando era su intención, aunque también muy escandaloso cuando se le antojaba.

Abrió los ojos un momento para ver dónde estaba él. Se deslizaba en el hueco entre dos muros de la fachada del templo, que resistían orgullosos entre las ruinas.
Apenas quedaba luz, la noche la consumía, pero gracias a que ningún techo les cubría el poco violáceo que quedaba en el cielo iluminaba lo suficiente para poder ver en el interior de la pequeña ermita derribada por el abandono, el tiempo, el clima y la vegetación; que en cierta manera, lo mismo era.

Miró hacia el altar.

Habían arrancado el pequeño retablo para venderlo, ya solo era una pared de piedra desnuda comida por los hierbajos y la maleza.

La cruz en su cuello le pesaba como una tonelada engordada por trastornos y deseos que él nunca había aprendido a controlar ni entender.

Joel no podía dejarse ver por un tiempo, después de haber paseado bolsas de dinero, haber traicionado la confianza de una inspectora (y de su pobre hijo) y de haber amenazado a media ciudad... no era nada inteligente acercarse a cualquier iglesia a orar. Los templos de culto serían el primer lugar donde empezarían a buscar si alguien quisiera encontrarle.

Pero quería pisar suelo sagrado.

Yuri conducía para llevarle al piso de Diego cuando lo dijo en voz alta; que le gustaría poder rezar por el alma de Gorila antes de regresar.

Él se había negado, solo le dijo "NO".

Su única ambición era protegerles y no se la jugaría por los caprichos de un fanático religioso en plena crisis de identidad; tenía toda la razón, claro. Por eso no insistió, de hecho, sintiendo ese horrible pinchazo en el pecho de nuevo asintió y cerró la boca. Se giró para mirar a Bruno y a Muller, que fingían no escucharles desde el asiento trasero, y luego miró hacía la ventanilla sin quejarse.

Por eso le sorprendió tanto que cuando estaban casi llegando a su destino Yuri golpease con fuerza el volante, enfadado por su propia decisión, y lo girase bruscamente para dar media vuelta con la única intención de consentirle el antojo.

Le llevó a una ermita abandonada en la sierra, ruinas desvalijadas; el altar ya solo era piedra. Pero, como le había dicho el ruso, donde había habitado el altísimo; queda.

Y por ello rezaba de rodillas en medio de la absoluta nada. Entre olivos y piedras. Necesitaba consagrar su alma inconmovible; arrodillarse para enseñarle al todopoderoso que estaba cumpliendo su voluntad aun cuando eso significase sacrificarse corrompiendo su alma cristiana desobedeciendo sus mandamientos, vulnerando la ley de los hombres. Que él era suyo y que a cambio solo pedía que a Nolan no le pasase nada malo y que Lucas fuese feliz. Solo eso.

No podía rogarlo más fuerte, no podía entregar más de lo que ya hacía. Todo su ser, todo él, era para otros. Para los chicos muertos, para Nolan, Lucas, para Dios.

Miró hacia el sonido de nuevo.

Yuri se le acercaba doblando la cabeza interesado por su exhibición de fervor beato. Nervioso volvió de nuevo a mirar al frente, alterado y acalorado.

Saboreó la pulsación de sus latidos acelerándose en el cuerpo.

Yuri llegó junto a él y cayó de rodillas. Juntó las manos imitándole. Mirándole entornando los ojos brillantes de travesuras corrigió su postura para copiarle mejor. En sus oídos llevaba sus auriculares, se quitó el del oído izquierdo y lo guardó antes de preguntarle:

—¿A quién le rezas con tantas ganas, pajarito? —Sus ojos escrutaban las piedras frente a ellos— ¿Al padre, al hijo, o al espíritu santo?

—A la madre.

—¿A qué advocación mariana estaba dedicada esta iglesia?

—La Virgen de la Soledad —respondió Joel escuetamente, su voz sonaba ahogada por un nudo invisible, ese que le acompañaba desde que Nolan se entregó y le dejó...

—Soledad. ¿Así te sientes? —No contestó. Yuri miró alrededor como si viera el mundo por primera vez— Ahora está abandonada, buen nombre. Realmente estamos solos.

Parecía pensativo. Le miró por el rabillo del ojo de nuevo, apretó los labios de lado para aguantar una sonrisita pícara e inocente al mismo tiempo; y Joel cerró los ojos para no ponerse a temblar al notar lo que eso le provocó.

—¿Muller y...?

—Se han quedado dormidos en el coche—le dijo él simplemente.

—Ah, vale.

—¿Te molesto?

—No. No. Gracias por traerme aquí. Ha sido u-un.... —Carraspeó— ha sido un detalle. Gracias.

—De nada. Normalmente soy mucho más profesional, lo juro —Miró su reloj alzando una ceja al ver la hora—. Tú deberías estar ya con el abogado. Y yo debería estar acompañando al psicólogo a un sitio. Pero aquí estamos, en la puta sierra. Espero que Lucas no se enfade por el retraso.

—¿P-pero por qué m-me has traído?

Yuri bufó abultando sus mejillas como un chiquillo y miró el cielo sobre ellos, como si le fastidiase el motivo. Realmente parecía irritado de haber cedido.

—Por un momento has parecido tan... decepcionado...

Le miró como quien mira a una mascota a la que se le empieza a coger cariño a sabiendas de que al final se deberá deshacer de ella. Joel se estremeció, se estaba clavando las uñas en las manos entrelazadas en el aire. Las desató relajando la posición.

Para alguien como Joel, que estaba compuesto de mentiras, se le hacía insólita la forma de hablar de Yuri, que jamás mentía. Todas sus palabras estaban sacadas de la forja cálida de las entrañas, tan sincero, tan completamente abierto... que asustaba.

—A veces uno necesita lo que necesita para estar bien —Añadió Yuri—. Supongo que es duro cuando lo que a uno le hace falta no es lo mismo que a la mayoría, porque si no lo entienden... nadie cree que sea... tan importante, ¿verdad? —Se rascó distraídamente la oreja formulando su reflexión—. Pero sigue siendo importante, ¿no?

—Gracias. De verdad.

Intentó quitarle importancia con una mueca.

—¿Te sientes mejor ahora?

Joel sonrió. De hecho, se sentía mucho más tranquilo.

—Sí.

—¿Puedo verte rezar? —le preguntó girándose bruscamente hacia él, tan brusco que Joel se sobresaltó— ¿Qué? ¿Qué pasa?

—N-ada —¿Pero por qué sentía que las palabras no le funcionaban cuando hablaba con Yuri, por el amor al cielo? ¿Es que toda su sangre estaba condensada entre sus piernas y se le estaba secando el celebro?— Me... Me sorprende.

—¿Por qué?

—P-porque tú n-no c-crees en...

—¿Y qué? No me hace falta compartir tu dios para apreciar la belleza en tu forma de entregarte a tus creencias. Tampoco entiendo de música y me gusta escucharla. En verdad... supongo que me gusta más admirar lo que no entiendo, y a ti no te entiendo, ¿Pero no consiste en eso la fe, en apreciar la belleza en el misterio; la convicción, la confianza en lo que no se ve, en entregarte... a la nada? ¿Y no te parece eso la hostia de bonito?—Le sonrió repentinamente alegre. Algo que también fascinaba a Joel, que no comprendía sus propios sentimientos, era que Yuri siempre entendiese tan bien lo que sentía—. Y ya te dije que me gusta mirarte. Me sentiría muy afortunado si me permitieras verte rezar.

Joel se humedeció los labios despacio, suspirando, y asintió más despacio todavía. Vio como él se levantaba para sentarse a unos metros, con la espalda apoyada en los muros a medio derruir y las piernas separadas un poco flexionadas. Su mechero iluminó la oscuridad cuando se prendió un cigarro, sus ojos se entrecerraron, el sonido suave del crepitar del tabaco mientras aspiraba le llegó alto aunque estuviese lejos.

Su voz le llegó cargada de un increíble cariño y un incendiario deseo cuando dijo:

—Reza para mí, gorrión.

Miró a Yuri, apoyaba la cabeza en la pared de piedra sin perder detalle con esos ojos astutos.

Nadie nunca le había pedido eso. Joel se había acostumbrado a muchas peticiones, pero jamás le habían ordenado simplemente que siguiera haciendo lo que hacía antes de ser interrumpido como quien pide el más pecaminoso de los impulsos sexuales, como si lo que fuese digno de mirar no fuese el acto en sí... si no él. Rezar era exponer el alma, desnudarse del cuerpo, la piel, los deseos terrenales; y ese acto tan privado, tan puro, se le hizo mucho más íntimo que el sexo.

Sentía sus ojos de frío quemándole. Juntó las manos de nuevo, en silencio, entrelazó los dedos deslizándolos por la piel de sus manos. El corazón le iba tan rápido, sintiéndose observado como una obra de arte hermosa, sucia como porno, complicada como el barroco, que por San Pedro juraba que incluso le costaba respirar. Nunca nadie en toda su vida le había mirado de esa forma.

Cerró los ojos.

Él no apartaba los ojo de su cuerpo, lo sabía, lo notaba. Su mirada le tocaba, reptando por su piel; metiéndose en él.

Y rezó. Rezó temblando hasta que se quedaron completamente a oscuras.

**************************************************

Unas horas después eran las tres de la madrugada y él no pegaba ojo.

Joel se estiró un poco en la cama, desnudo. Ese movimiento se le hizo extraño. Demasiada piel contra otra, porque unos brazos fuertes le rodeaban por completo, apretándole contra un torso, y él no estaba nada acostumbrado a ser abrazado así durante tanto tiempo.
Se le hacía rarísimo, un poco agobiante, en su insomnio más tenaz sentía que las horas pasaban mucho más despacio si debía vigilar que sus movimientos no despertasen a otra persona.

Incluso siendo incómodo le estaba gustando, hubiese deseado quedarse ahí, anclado a su vera, como si le hubiese atado con las sábanas a esa cama. Bien pensado, y sin que fuese ni por asomo una queja, sí que había sido atado un buen rato durante esa noche.

¿Diego estaba dormido? No, porque si estuviera dormido estaría roncando.

Joel tragó saliva, algo no iba bien en su cuerpo. Se sentía físicamente nervioso sin motivo, aunque meditándolo fría y tan racionalmente como pudo llegó a la conclusión de que el nudo persistente que se había alojado en la base de su garganta era preocupación. Estaba preocupado por Diego, por Nolan, por Lucas.

Habían matado a Gorila. Piti le había dado el chivatazo a Camila en cuanto se había enterado. El juego se estaba complicando. Era mala noche para estar donde estaba porque era imposible saber si se le había soltado la lengua o no antes de recibir el balazo.

Estar en su casa le ponía en peligro, y ponía en peligro el plan. Todos estarían vigilando la cara visible más cercana a Nolan, y ese era su abogado. Si no eran los policías, acabarían descubriendo el pastel los periodistas que perseguirían a Diego para arrancarle alguna nueva información.
Yuri se lo había dicho en su tercer encuentro, un poco después de asustar al Juez, no era prudente quedarse en ese lugar.
Y debía ser cierto, lo único que parecía obsesionar realmente a Yuri era la eficiencia en su trabajo. Sin embargo, incluso siendo conscientes de eso, estaba allí siendo abrazado.

En el dormitorio de Diego no había haz de luz que iluminase su cuerpo, muy a su pesar. Se habían asegurado de tener las persianas echadas a cal y canto para hacer de ese apartamento su escondite, su guarida, su secreto.

Con la penumbra como cómplice enterró la yema de los dedos de su mano derecha en el vello de su pecho, deslizó los dedos por la curvatura entre sus pectorales hasta llegar al abdomen; su vientre se convulsionó contraído en una fusión de risa y suspiro. Joel elevó el rostro hacia ese sonido, en la negrura, y tocó con la nariz herida su barba.

Notaba sus latidos bajo la mano. Su corazón era un metrónomo. Tic-tac-tic-tac. Era imposible no dejarse llevar por la paz.

Su prisión de brazos férreos se aflojó al instante, liberándolo... Aunque no se apartó. Al contrario. Joel pasó una pierna sobre su cadera y se pegó a él. Polla contra polla se dormía mejor, y quién pensase que ese calorcito en el paquete no era el sumun del confort que viniera a decírselo en la cara.

Él debía pensar lo mismo porque le oyó soltar un sonido que parecía un ronroneo grave.

Bien mirado... dormir junto a alguien no era tan malo. No, no era tan malo.

—¿No tienes sueño? —Preguntó Joel bailando sus dedos contra su costado.

—Estaba pensando.

—¿Pensar? Ten cuidado con eso, no vayas a hacerte daño; ¿Has estirado? —La prisión de músculos volvió a erguirse a su alrededor y fue estrujado hasta que le costó respirar— ¡Vale! ¡Vale! Perdona, grandullón ¡Perdona! ¡Me ahogas! ¿Qué pensabas?

—No, ya no te lo digo. Te vas a reír de mí. Es una tontería.

—¿Tú? ¿Tonto? Nah, apenas. Un poco. Así, siendo sinceros. Pero eso ya lo sabemos todos.

—JA-JA, tan gracioso él, oye. Pues sí, tonto porque me pone un fetichista raro como tú. Frikazo.

—Auch. Si tuviera corazón me dolería.

—Ves, ni te lo he dicho y ya te ríes de mí. No te lo digo.

Sin ver un carajo Joel se estiró más, se descolgó por su cuerpo hasta llegar a su vientre. Mordió.

—Venga. Cuéntamelo. Si me dices qué te quita el sueño te hago una mamada —Lo dijo tan bajito que cuando él no contestó pensó que quizá no le había escuchado bien. La proposición había sido escuchada, no obstante, y ese silencio era él meditándolo.

Se apartó de él para encender la luz de la pequeña lampara de su habitación, aunque volvió rápido a una posición parecida. Tumbado a su lado le vio mirarle a la cara buscando algún signo de amabilidad, algo a lo que aferrarse para no sentirse indefenso, blandito; en el fondo Diego era suavecito y dulce como la leche merengada.

Le sonrió para dárselo. Pero sus ojos verdes se apartaron de su gesto cariñoso, casi con miedo, y se refugiaron en una arruga en las sábanas. Pasó las manos bajo la almohada para apoyar la cabeza bien cómodo, y con ello se separó unos centímetros de él.

—¿Qué pasa, Diego?

—Estaba pensando en...en... e-en... no, da igual. No puedo. Bueno sí. No, da igual. Bueno yo... Da igual, da igual, déjalo.

—¡Diego suéltalo!

—¡En que me gusta dormir contigo!

Joel rio divertido y se sentó en la cama.

¡Pues vaya misterio!

Por supuesto que le gustaba dormir con él. Diego estaba muy complacido de tenerle de nuevo en su cama. Debía parecerle de lo más agradable que vinieran a traerle sexo como quien pide una pizza en delivery.

Nada más llegar, todavía con el olor a olivo y a tierra mojada en la nariz, se había puesto de puntillas para besarle y encontrar una sensación verdadera en ese roce, algo que le reconfortase el cuerpo y le distrajera la mente. Joel solo quería un beso, pero Diego le había dado el lote completo. Porque si su lengua rozaba la suya, ya no sabían parar. Nunca. Y había mucha piel que besar.

Sus brazos férreos le habían empujado con rudeza hasta la pared más próxima, le hizo crujir, Joel le había mordido, el sabor de su piel le excitó tanto que gimió rompiendo el beso, pidiéndole entre jadeos que le hiciera suyo para pertenercerle a alguien, que le atase, arañase, que le hiciera sentir.

"Dilo" Gruñó Diego como si quisiera asegurarse de que no haría nada que no fuera consentido, aunque los dos sabía que lo que de verdad quería era escuchar la orden.

"Hazme lo que quieras" le respondió él cerrando los ojos, sus manos se colaron inmediatamente en en sus pantalones arañándole las carnes, para cuando terminó la frase sonó casi como un resuello excitado. Y lo que quiso le hizo.

Cuando terminaban de devorarse, Diego se agarraba a su cuerpo como si quisiera asegurarse de que no iba a marcharse de madrugada. Así que sí, estaba feliz de tenerle allí esa noche, destrozándole; sumiso y rebelde, tan delicado y resistente; regalándole buenas vistas de frente y a cuatro patas, arriba, y abajo; insaciable, rogándole más; sacando la lengua para que se le corriese en ella.

¿Qué podía decir? Joel tenía hambre.

—Ya lo sé, perro pervertido —rio Joel empujándole.

Se lo decía su manera de suspirar gustoso y agradecido cuando Joel apoyaba la mejilla en su pecho aunque supiera que en cuestión de diez minutos, en cuanto pillase el sueño, ese pecho vibraría roncando como si guardase el Gehena dentro.

¿Y para qué engañarse? Joel y sus fuertes orgasmos también estaban muy complacidos.

Cada vez que se movía el pinchazo de su cuerpo le recordaba la última batalla... o lo que fuese que ellos hicieran en lugar de echar polvos como la gente normal. Tenía la espalda amoratada, el cuello marcado y jamás había estado más feliz por el dolor de su trasero.

Joel se acercó gateando un poco hasta él, se sentó a lo indio a su lado, paseó la mirada por la grata visión de sus músculos tonificados, y rascándose la pierna muy distraído comenzó un viaje sideral desde la curvatura de su dorsal, haciendo rápel por esas ondulaciones fibrosas que hacía sus músculos oblícuos sobre las costillas cuando se estiraba como lo estaba, después se columpió en la curva de su cintura, y descendió por un tobogán hasta su pelvis. Se adentró en la atracción favorita de ese parque anatómico, que se precipitaba flácida sobre la cama víctima de fuerza de la gravedad.

—No. Digo que me gusta dormir contigo. Como cuando te quedabas antes... de... esa noche.

"Antes de que la cagases".

—Pero si no estamos durmiendo... —le dijo, a pesar de sus pensamientos, para molestarle. Pero él no se rio, se concentraba en su fascinante arruga en la sábana para no mirarle. Parecía tenso, ¿Le ponía nervioso ser observado con tanto esmero, o era otra cosa?

—Ya me entiendes... ¿A ti te gusta?

—Es agradable —respondió Joel simplemente. Diego soltó aire despacio, parecía decepcionado pero no dijo nada. Joel torció la cabeza —Pero no es eso lo que me estás preguntando, ¿verdad?—Diego no contestó. No, ese cazador no podía dejarlo pasar, a él no le bastaba con "agradable". Joel pasó las manos por esa arruga hasta deshacerla—. Me gusta estar contigo Diego. Eres mi amigo. Contigo me siento cómodo, no tengo que fingir. Pero no voy a...

—Bueno, bueno. ¿Y si dejas la frase ahí para darme una victoria chiquitita? —le dijo sacando las manos de la almohada, meneándolas en el aire frente a su cara. Joel rio y calló el resto de la frase.

—¿Sigues empeñado en tratarme como a una sardina? No me vas a pescar, Dieguito.

Diego le hizo una seña, y obedeció. Mierda, ese dedo que se curvaba para decirle que se acercase parecía un anzuelo y él se había acercado como si de verdad fuese ese puñetero pescadito en la caña. Bueno, punto para él.

Se echó a su lado y apoyó la cabeza contra la suya.
Él tomó su teléfono y lo desbloqueó en su cara.

—Mira. He estado mirando las imágenes que me pasaste. Que, por cierto, JO-DER, y yo creía que nosotros estábamos mal de lo nuestro, pero hay gente peor. En fin, aquí tenéis una síntesis de los delitos cometidos en cada vídeo. Para vuestras cositas de mafiosos.

Le pasó el móvil, y con el movimiento sin querer se abrió una ventana en segundo plano. Joel alzó las cejas mirando la parrilla de búsquedas de Google.

La mayoría de entradas eran conceptos teológicos sin ton ni son como el nombre de algunos santos, "Antiguo testamento" o "Biblia". También había buscado información de su antigua iglesia. Había intentado buscar algunos versículos que habían sido mencionados.

—No, esto no es —dijo Diego nervioso intentando arrebatarle el teléfono. Joel se apartó rápido para cotillear. Sonrió de lado, pero la sonrisa de esfumó cuando bajando más vio que el resto de búsquedas recientes habían girado entorno a su cabeza desquiciada.

—¿Esto que es? —preguntó Joel señalando unas siglas, deteniendo el descenso de su dedo por la larga lista.

—La abreviatura de Trastorn... —Su voz se apagó avergonzada. Intentó recuperar su teléfono, maldiciendo en voz alta, un intento bastante precario teniendo en cuenta que al primer movimiento esquivo se quedó quieto—. Oye...

Bajó más.

Se encontraba frente a una clara descripción de lo que Diego pensaba de él. Y no le gustó.

—¿Y esto qué significa? —Ver que su ser podía ser desglosado en conceptos que poder buscar en internet le provocó una extraña sensación en la tripa, no tan desagradable como el ahogo, pero sí molesta. No era un pinchazo, ni un agujero, era un arrastrar de tripas. No supo exactamente qué era, pero no era nada placentero.

Cuando Joel pensaba en sí mismo, en sus conflictos y anomalías, las sentía como un concepto hegemónico que llamaba El Ser Neutro, era algo raro ver que la lista estaba compuesta por una larga ristra de pequeñas grandes rarezas con nombres muy complicados.

En fin, la lista de búsqueda del no acabar.

"Soy un cuadro, realmente SOY un cuadro".

Antes de que Diego pudiera responder se giró hacia él con el ceño fruncido.

—¿De verdad tú crees que yo soy todo eso?

Diego chasqueó la lengua para quitarle importancia. Le abrazó de nuevo, girándose y apretándole contra él como lo estaban con la luz apagada.

—No te piques... quería entenderte —le oyó decir para justificarse.

Sí, a él también le gustaría entenderse... aunque quizás era mejor no remover misterios desagradables.

"No vas a encontrar un tutorial para comprenderme en internet, tonto".

Joel le devolvió el teléfono con una sonrisita de conformidad, si él tenía un monstruo dentro no podía culparle por pensar así de él.

No dejaba de parecerle adorable. Se imaginó durante un segundo al grandullón arrogante sentándose nervioso, vulnerable, con el móvil en la mano dispuesto a entender sus interiores complicados buscando definiciones en wikipedia como si con eso fuese suficiente.

Le sonrió, algo caliente sustituyó a lo desagradable en sus tripas. Aunque no duró mucho.

—Has hecho los deberes, eso no se puede negar. ¿Asustado?

—Eres un poquito complicado, pero está guay porque a mí me gustan los retos. Como los sudokus. Te sientes gratificado de la hostia cuando los resuelves, ¿o no?

"Un poquito complicado".

—Resolver el conflicto palestino-israelí es "un poquito complicado", lo que tengo yo dentro es imposible, Diego. Olvídalo.

No, a él no le iban a resolver; y mucho menos para sentirse gratificado.

—Pues parece que hay alguien que te resuelve bien fácil y a ese no le dices que lo olvide.

—¿Te refieres a Yuri?

Solo con pensar en él, en decir su nombre y evocar el peligro de su locura cruel pero alegre, impredecible, Joel sintió que algo pulsaba en su entrepierna, estando así de pegado con Diego poco podía decir para ocultarlo.

Diego alzó una ceja y se apartó un poco de él, soltándole bruscamente.

—¡Bingo y premio! ¡Ponte cachondo por el asesino loco, claro que sí!

—¿Cual de ellos? Tenemos para elegir.

—¿El sicario? ¿El que quiere correrse en tu puta cara? Os escuché...—le arrugaba la nariz. Joel sonrió sorprendido, ¡Qué rápido se enfadaba! ¿Podía enfadarle más? Se preparó para puntualizar:

—No es sicario, es guardaespaldas. Dice que no se considera asesinato si es un trabajo amparado por el estado —Su rostro se apagó en una mueca resignada. Joel apretó los labios—. Bah, ¿Estás celoso?

Diego soltó una risotada despectiva, pero luego apartó la mirada cuando respondió:

—¿Celoso? ¿Yo? No, que va. Me da igual. Como si te vas con él, me la suda.

Apretaba los labios gruñón y malhumorado. Joel no supo entender el verdadero motivo. Se mordió el labio y le miró de soslayo creyendo que simplemente le irritaba sentir su ego de macho alfa perjudicado.

—¿Querrás que duerma contigo mañana? —Le propuso, de verdad que no tenía ni idea de la respuesta.

—No lo sé. Como tú quieras —dijo él, igual de irritado. Joel frunció el ceño, se tomó ese "No lo sé" como que realmente le daba igual. Eso era lo que parecía, al menos.

—Bueno... —Susurró—. Entonces es mejor que busque otro sitio, es más seguro.

Y Joel no supo que Diego, que estaba tan perdido como él en esa conversación, también creyó que a él le daba exactamente igual.

Joel intentó volver a estar a su lado si es que quería recibirle entre sus brazos. Al ver que no, que apretó los músculos para rechazarle Joel rodó hasta darle la espalda. Y fue entonces cuando Diego reptó hasta pegarse a él por detrás, acariciándole el pelo; olvidando su enfadito de machote con competencia y aceptando resignado la decisión que su niñato había tomado.

Joel rodó hasta tumbarse boca abajo, sin alejarse de él apoyó el mentón en sus brazos cruzados, mirando a conciencia el cabecero.

Vio la sombra del brazo de su anfitrión alzándose proyectada en la pared que contemplaba, dejó de juzgarse a sí mismo distraído por esa figura chinesca. Acto seguido notó su mano deslizándose por su nuca, esa mano ruda parecía etérea en ese momento; solo dos dedos llegaban a rozarle.

Se estremeció.

Tan cristalino contacto, tan tenue, pequeño y raro como la relación que mantenían y todavía así... cuando bajó ese rastro por su columna... mil caballos en llamas salieron corriendo en estampida en su puto pecho. Joel apretó las muelas resoplando por la nariz. Le hubiese gustado dejar que esos dedos siguieran bajando, que le agarrasen el trasero hasta romperle la piel. Pero no podía liberar el peso que tenía en la cabeza; porque Diego tenía razón, algo le preocupaba.

Joel se apartó de él bruscamente.

Se sentó en el borde de la cama dándole vueltas a lo que le mantenía en vela. El recuerdo de sus manos unidas frente a las ruinas de un altar en la sierra le quitaban el sueño, el ardor que dejaba en su piel sus ojos de hielo grisáceos.

No podía dejar de pensar que hacía pocas horas ardió en llamas ante Dios teniendo a Lucifer a su lado.

Diego se acercó despacio, desde atrás le besó el hombro para llamar su atención.

—Oye... ¿No me debes algo? —Joel rio echándose hacia atrás.

Y pensando en eso, se giró. Pensando en eso bajó la mirada hacia la estupenda atracción anatómica que había visitado antes, que ya no estaba tan flácida. Exigía su deuda. Sonrió y se inclinó. Abrió la boca suavemente, despacio, sin llegar a tocar su piel; hasta que su exhalación caliente se la endureció frente a sus ojos.

Y entonces, sacó lentamente su lengua ardiente, miró inocente hacia arriba y lamió.

***************************

Estaba presente cuando Camila y Vanko se reencontraron en el apartamento de Sol, la guarida secreta de El Escuadrón de Bichos Raros.

Vanko se quedó quieto en la entrada, tímido, bajando los ojos enrojecidos por la emoción que se condensaba en lágrimas, frotándose las manos mutiladas nerviosamente, intentando no llorar.

Unos minutos antes Sol se había ido, le dijo "Vigila que el DremTeam no me queme el piso" y se marchó sin darle explicaciones. Joel estaba en ese momento hablando con Camila sobre el chivatazo de Piti. Tenía la sensación de que ella no era del todo sincera, pero fingió ser más estúpido de lo que era para no delatarse, dejarle pensar que estaba engañándolo para poder averiguarlo más tarde cuando no debieran debatir ese contratiempo, un bache que se podía solventar si pensaban fríamente. Y, siendo sinceros, Camila y Joel eran los más hábiles en pensar con frialdad. Le gustó su alianza, poder mantener una charla dejando hablar a su Ser Neutro sin ser juzgado por ello. Ella, de hecho, parecía agradecerlo. Entre los Bichos Raros Joel podía ser él realmente, y no estaba del todo seguro si eso era bueno... o malo; solo era.

A pesar de lo cómodo que se sentía hablando con alguien tan analítico, la frialdad de Camila se fue en cuanto llegó Vanko.

Por eso estaba Joel doblando la cabeza admirando la escenas. Vio en esas lágrimas el dolor de un niño, el miedo de una guerra, la alegría de mil travesuras en los pasillos de un orfanato, el cariño de la amistad, todo eso... se leía en esos ojos enrojecidos.

Camila saltó de la silla volcándola, dejando con la palabra en la boca a Joel; y corrió hacia su amigo para abrazarle fuerte. Le rodeó con los brazos y se echó a llorar. Ella, que parecía de piedra, lloraba abrazándole y él no aguantó más. Le tomó la cara entre las manos, le limpió las lágrimas, le besó en la cicatriz, le apretó contra ella.

Joel les vio caer al suelo enlazados. También vio como Vanko estiraba la mano y agarraba a Yuri para unirle al abrazo tirando violentamente de su chaqueta. Vio como él les rodeaba con los brazos, casi hechos un nudo.

Se amaban.

Volvían a estar juntos, en un lugar seguro. Los tres al mismo tiempo se giraron para mirar a Nolan, presente en la pantalla de la televisión.

Y Joel se sintió un estorbo.

Le consoló un poco cuando el ambiente nostálgico se apagó y poco a poco, con la llegada del marido de Camila, se encendió una discusión entre Vanko y Yakov. Camila resoplaba haciendo algún comentario de vez en cuando tanto en ruso mirando a su marido como en ucraniano mirando a su amigo.

En una de esas en las que Joel intentó tomar aire y necesitó un segundo para tragar y así seguir fingiendo que no se encontraba incómodo Yuri levantó la mirada hacia su persona. Se levantó y se acercó al balcón con cierta sonrisilla cómplice.

—¿Te molesta si fumo aquí? —le susurró, como un secreto.

—Puedes fumar dentro si quieres, a Sol no le molesta. Siempre lo hace.

—No, estoy bien aquí —Sentenció él. Le miró de reojo— ¿Quieres que te traduzca?

Apoyó los codos en la barandilla del balcón dándose la vuelta, mirando hacia el interior. Compartieron la brisa.

—Sí, por favor.

—Están hablando de política —se inclinó un poco hacia él para hablarle más bajito—. De la guerra, la frontera, y... la gran nación.

—¿Y tú qué piensas? —Joel alzó la mirada hasta su cara. Yuri contrajo la comisura de su boca.

—Pienso que es estúpido pelear entre nosotros —le dijo—. He trabajado para gente muy importante, pajarito. He aprendido que las fronteras se deciden en los despachos, lo he visto. Y ellos nunca pelean, negocian. Los mapas son un producto más del libre mercado —Joel asintió suspirando. Yuri sonrió y le señaló con el cigarro a Vanko. Imitó su acento marcado cuando le dijo—: Puto ruso yakuto, un coche me rompió la cara por tu culpa — Señaló a Yakov y frunciendo el ceño le dijo, intentando poner su voz tan grave como le fue capaz—: Maldito Ucraniano deforme, no sabes de lo que hablas porque eres un maricón borracho, ¡Pocohombre! ¡Feo!—Joel alzó la mirada para mirarle la cara sonriendo. Volvió a imitar a Vanko— ¡Yo no ser maricón! ¡Yo estar muy triste por mi hermano muerto! ¡Yo vergüenza, a mí no tocar nadie! ¡A mí no gustar nada! ¿Sexo? ¡Puaj! ¡Solo cerveza! —Señaló a Camila agudizando la voz exageradamente, imitando también su acento extraño—: ¡Oh, callad! Para nada me apetece escuchar vuestras tonterías innecesarias, ¡yo soy muy dura! ¡Me quedaré escuchando durante dos minutos más, y cuando me canse me ofenderé muy fuerte y me largaré —Volvió a su voz más grave—. Y yo te seguiré como un tonto —Su voz aguda asintió— Sí, cari, maridito mío, grandote, machista y homófobo. Me seguirás como un tonto. Por cierto, sigo acostándome con Yuri cuando tú no estás en casa —Yuri se llevó el cigarro a los labios y suspiró—. Lo último no es verdad.

Joel rio.

—¿Nunca mientes?

Se había dado cuenta de que cuando Yuri decía algo que no era cierto era poseído por la imperiosa necesidad de aclararlo y confesar su mentira.

—¿Por qué iba a hacerlo?

Joel bajó la mirada, pero no le dio tiempo a meditar sus palabras porque Camila exclamó algo ofendida. Golpeó la mesa y salió de allí dejando a Yakov ofuscado intentando arreglar lo que fuese que hubiese dicho. No le hizo falta entender para leer el lenguaje corporal. Él también golpeó la mesa y acabó siguiéndola.

Yuri soltó una sibilina carcajada.

—Alguien va a dormir en el sofá esta noche —Bromeó. Joel sonrió pero la sonrisa se le congeló en la cara cuando Yuri dijo—: ¿Qué te pasa, gorrión?

—¿A mí? Nada. Estoy... bien. Oye, ¿fumas hierba? Sol tiene ahí, en el cajón.

Yuri negó.

—No tomo drogas, y soy abstemio. No intentes desviar el tema. Tú a mí no puedes mentirme, ni lo intentes. ¿Ves eso? —Señaló al cielo frunciendo el ceño.

Joel buscó lo que señalaba extrañado por el cambio de tema. En las nubes no vio nada diferente de lo que debiera estar.

—No, ¿El qué?

—Soy yo. Allí arriba, y tú estás aquí abajo —le dijo bajando la mano hasta el suelo. Joel rio, había caído de lleno—. Así que venga, cuéntame. Podemos jugar al beato y el sacerdote, imagíname con sotana. Aunque te lo digo desde ya, gano más desnudo —Tras un corto silencio suspiró y añadió—: Eso tampoco es verdad.

Joel dudaba horrores de que lo que hubiese bajo ese traje no fuese agradable a la vista, pero no le dijo nada. Solo sonrió de lado.

—No, mejor... no. No te preocupes.

—Venga, empiezo yo —dijo él ignorándole completamente a drede. Joel rio de nuevo—. Ave María purísima.

Joel se mordió el labio tan fuerte que se hizo daño, pero acabó sonriendo siguiéndole el juego.

—Sin pecado concebida.

—Perdóneme, padre. Porque he pecado. Un montón. Buah, mogollón.

—Estoy seguro de eso.

—He tenido malos pensamientos —Abrió mucho los ojos para darle énfasis—. Malísimos.

—Dime algo que no sepa —Su risa sonó clara, pensó que le contaría cualquier chorrada, no esperaba cuando le dijo:

—¿Algo que no sepas? Yo... oigo un ruido en el oído derecho —Joel se giró hacia él, de verdad que no esperaba la confianza. Por primera vez le pareció vulnerable, aunque no llegó a parecer triste en ningún momento—. La explosión que dejó así de guapo a Vanko me hizo también daño. Me perforó el tímpano. No estoy sordo, oigo. Pero... escucho un ruido, su nombre científico es Tinnitus. Es... como... un ruido incesante, un pitido constante, y...un zumbido, a veces como... una vibración. Jamás se apaga, ni cuando duermo, nunca. Guárdame el secreto, ¿vale?

—¿Te duele?

—No, pero es muy molesto. Con la música lo disimulo un poco. Me ayuda a no volverme loco —torció la cabeza, y corrigió —, Más loco.

—Lo siento...

—No es verdad, no sientes nada. Ahora sabes mi debilidad, úsala bien. Te toca a ti.

Joel miró a Vanko un segundo, estaba viendo la tele y ni atención les prestaba.

—Vale. Yo... Ave maría purísima.

—Sin pecado concebida, cuéntame, pequeño católico. ¿Qué te atormenta el cerebro?

—No me siento bien.

—¿Sigue comiéndose tu aire tu monstruo?

Joel asintió lentamente. Yuri le recorrió la cara despacio, le acariciaba sin moverse.

—No me siento humano, me siento tan vacío, tan huérfano sin serlo; de padre, de madre, de amigos, de Dios. Es curioso, que sin sentir nada, me sienta tan... raro, SOY un Bicho Raro. No sé, me gustaría poder ser normal —Se tocó el pecho, y con ello acabó acariciando su cruz—. Me gusta pensar que Dios me hizo así por un motivo, pero...

—Puede ser. Al fin y al cabo... el Espíritu Santo es un pajarito, ¿no?

Joel soltó una carcajada que le llenó los pulmones de aire renovado. Bueno, no aspiraba a ser tanto. Su aliento calentó su labio inferior cuando suspiró complacido. Era grato poder bromear con alguien que entendiera de qué estaba hablando. Alguien tan loco como él.

—La normalidad está sobreestimada, nene —le dijo él sacando asqueado su lengua, larga como del demonio—. Los dioses también, y el amor. Al carajo con todo eso. ¿Por qué estas dudas dignas del huerto de Getsemaní ahora? —preguntó, pero abrió los ojos y se giró hacia la televisión buscando instintivamente a Nolan—. Entiendo. Le echas de menos. Te sientes solo.

—Sí. sí. Es eso —Asintió enérgicamente, comprendiendo ese rompecabezas en blanco que tenía él en el pecho—. Echo mucho de menos a mi amigo.

El alivio que sintió de golpe por comprender a qué se debía ese ahogo raro le hizo sonreír. Yuri le miró detenidamente, elevó la comisura de la boca en una sonrisita algo condescendiente, pero cariñosa.

—¿Y qué cosas te hacen sentir más humano? Por curiosidad.

—Pues... muchas cosas. Mi perro Dado, o... —Susurró al instante—. Nolan, el olor a jabón de avena, follar con Diego, la sonrisa de Lucas... —Tragó saliva avergonzado. Eso no estaba bien, pero era cierto.

—A mí me gustan los helados. ¿Y a ti?

—También, de vainilla.

—Yo soy Teamchoco, total. A TOPE. ¡CHOCOLATE O BARBARIE!

Joel rio en alto.

—¿Ves? Solo te hace falta hablar. Estás bien. No te agobies, fluye, relájate, todo saldrá bien —Debía ser cierto si él jamás mentía. Si no fuese por el enorme respeto que le tenía al hombre a su lado se hubiese colgado de su cuello para besarle, abrazarle, o efectuar cualquier signo de agradecimiento. Pero con él no hacía falta; y de todas formas Yuri siempre le convertía en un tímido gorrión, y así se quedó, mordiéndose el labio con la mirada baja y una sonrisita. Le señaló con la cabeza hacia la televisión —Yo también le echo de menos —, le confesó muy bajito. Joel elevó el rostro para mirarle a la cara. Poder compartir su carga con alguien, hablar de ello, le sentó bien—. Que te sientas así... demuestra que sí sabes amar,¿o no? Eres humano, después de todo.

—No como la gente normal.

—Normal, ¡Qué pereza! ¿Y para qué ser normal si puedes ser mejor que eso? ¿Quién quiere ser común si puede ser extraordinario?

—Como tú, que tienes poderes —Bromeó. Yuri fingió disparar con el dedo. Le guilló el ojo— ¿Tu aprendiste a... controlar tu monstruo?

—A veces bailo rumba con él. Mis traumas aplauden y es súper bonito, muy estético —Movió las manos frente a él como si lo viese proyectado en el aire.

—Dijiste que él no te controla a ti, tú lo controlas...

—Aquí hay algo que no entiendes. Yo también tengo pensamientos negativos todos los días, intrusivos, la hostia de malos, pero no me dejo llevar. No dejo que venzan ¡Les doy palomitas y los siento para que disfruten del espectáculo! Aquí yo soy el papá, aquí mando yo. Decido yo.

—Sin embargo, me llevaste a la sierra aunque no quisieras... —dejó caer.

—Supongo que decidí ir contra mis propias normas —Respondió a regañadientes —No me gusta verte triste.

Yuri apagó el cigarro frotándolo contra la barandilla y guardó la colilla dentro del paquete de tabaco (Así no dejaba pruebas de su presencia tras de sí, ni colillas, ni huellas).

—Venga, vamos.

Viendo que se ponía en marcha frotándose las manos Joel pestañeó sorprendido.

—¿A dónde?

—¡A hacer que te sientas mejor! —Gritó— ¡Vanko!

Vanko se había quedado dormido en el butacón frente a la tele, y se sobresaltó elevando los brazos. Miró como Yuri se iba hacia la salida, pero decidió ignorarle y volver a acurrucarse en el butacón.

Yuri se giró hacia Joel haciéndole señas para que se diera prisa en pasar hasta llegar a la puerta.

—Pasa, pasa, rápido. Que hay una yonki moribunda ahí tirada —Joel obedeció riendo. Vanko abrió un ojo y le insultó en ucraniano—. ¿Ves como estás despierto? ¡VAMOS!

Se giró hacia Joel para preguntar:

—¿Qué le pasa ahora?

Yuri le señaló la puerta.

—¡Agarra tu chaqueta que nos vamos de paseo!

—Ah, pues bueno —Murmuró poniéndose en pie, bostezando.

Joel les siguió realmente extrañado, cayendo en la cuenta de algo. Pero esperó a estar en el ascensor con las puertas cerradas para formular su pregunta, cuando Yuri entró con ellos en el canturreando una canción por lo bajo lo dijo:

—Vanko, ¿Dónde está Lucas? —Frunciendo levemente el ceño. El chico tembló oyendo su voz neutra, carente de nada que no fuese frío y lógica. Yuri, en cambio, sonrió ampliamente por ello y juntó las manos relamiéndose con deleite, cruel, malvado; joder, y sexy.

"Si no vas a empotrarme aquí mismo no me mires así" pensó Joel. Su pensamiento debió ser muy evidente porque Yuri se encogió de hombros y se giró dándole la espalda.

Vanko miraba a conciencia un agujero en sus zapatos para no afrontar nada y dijo con voz temblorosa.

—Con Diego.

—Te miente —Canturreó Yuri sin girarse. Joel se giró hacia él y solo se encontró con su espalda.

Miró a Vanko. Retrocedió hasta que chocó contra el cristal del ascensor y le puso la mano en el pecho.

—¿Me mientes Vanko? —Joel frunció el ceño, sonó increíblemente dolido, casi ofendido y eso... era peligroso. Negó despacio—. Diego está en una reunión de trabajo. Así que explícame cómo es que estáis los dos aquí, conmigo.

—Me pidió que no te dijese...

—Y yo te pido que me lo digas —le dijo él con una sonrisa radiante.

Vanko tomó aire y negó tozudo como una mula.

—Yuri, Stukach —gruñó señalándolo. Yuri rio y negó.

—En Español, insúltame en español o él no nos entenderá.

—Ty zradnyk —dejó escapar Vanko con cara de niño enfurruñado. El ascensor llegó hasta la última planta.

Yuri se giró hacia Vanko repentinamente serio, parecía tener unas ganas enormes de meterle una bala en la cara a su amigo de la infancia. Vanko no se impresionó.

—Vuelve a llamarme traidor, venga Vanko, que te reúno con tu hermano.

—¿Nos tranquilizamos y me explicáis qué pasa? —preguntó Joel mirando a uno y a otro con una ceja alzada.

Ojalá Yuri quisiera meterle a él algo en el cuerpo con la mismas ansias con la que quería disparar a Vanko, aunque ese énfasis desapareció súbitamente y de pronto rio a carcajadas.

—One more, one more chance, Give me one more —cantó.

Vanko suspiró negando mirando crítico la estabilidad mental de su amigo.

—Él estar loco.

—Todos lo estamos. ¿Quién cuida de él en este momento?

—Lucas está haciendo algo importante en un lugar seguro, pajarito. No hagas preguntas.

Joel tembló y el aire se le escapó por la nariz con un bufido.

Yuri sonrió.

—Estás guapo cuando te enfadas.

—¿Y de qué me sirve eso contigo? —dijo Joel impulsivamente, mostrándose francamente frustrado.

—¿Sigues queriendo hacerlo conmigo, no te doy miedo?

—Sí, por favor, señor. Gracias, señor.

—No —Yuri arrugó la nariz, pese a su tono insolente le dijo—: Yo no voy a darte lo que quieres, yo voy a darte lo que ne-ce-si-tas.

—Pues necesito que me digáis dónde cojones está Lucas.

Yuri, y su sonrisa cruel, parecían complacidos por esa frustración. Se miraron a los ojos desafiantes, y el cariño que habían compartido en el balcón en ese momento parecía pesado y espeso, caliente como lava. Joel sabía lo que estaba haciendo, le estaba retando, obligándose a hacerse duro, fuerte y grande como Goliat. Ya no se sentía triste, en realidad, le estaba funcionando. Su vulnerabilidad de humano se marchitó, su Ser Neutro era un gigante.

Demasiada tensión para un lugar tan pequeño, Vanko no lo aguantó más.

—¡Lucas ser el seguro de Yakov! —soltó Vanko bruscamente, tal que tuviera la frase en la boca guardada luchando por salir y se le hubiera escapado por una rendija.

—¿Disculpa?

—No, no es eso. Es ser que él... —Comenzó a decir Vanko. Joel le dijo que parara con una mueca y se giró hacia Yuri.

—No. Tú no. —Vanko guardó silencio, Joel apuntó con el dedo a su guardaespaldas—. Me lo vas a explicar tú. Tú no puedes mentir, ¿No, Yuri?

—Vale —A él no le importaba un carajo—. Vanko quería ver a Camila, pero es mejor que ellos no le vean la cara a Lucas, por motivos de seguridad. Por eso no le ha acompañado, ¿Vale? —Abandonaron el ascensor.

—¿Motivos de seguridad?

—Mira, el Matrimonio del Mal pensaba usar a Gorila para saber donde aguardaba el dinero.

—¿Cómo lo sabes?

—Cami me lo dijo. Nos llevamos bien. El problema es que han matado a Gorila y ahora todos saben que solo Serhii sabe donde está el dinero. Piti le ha dicho a Camila que sus compañeros le dijeron que no estaba allí donde él creía. Serhii lo ha cambiado de sitio antes de entregarse. Así que... tienen miedo. No tienen ningún seguro. Y han decidido que si Serhii intenta jugársela otra vez matarán a alguien a quien él quiera. Las cosas funcionan así, si haces un trato te quedas con alguien como fianza. Si te traiciona le dejas vivo pero mandas a sus seres queridos a la morgue. Y solo hay dos personas a las que Serhii quiera. Lucas y tú. Créeme, este es mi trabajo, si no saben cómo es él, ni dónde está es más fácil proteger a su novio para que no pierda el cuello.

—No, la cabeza de Lucas se queda donde está. Como Camila le haga daño a Lucas tiraré a esa perra al suelo y le rajaré. Lo juro por mi salvación.

No era un farol. Aunque Camila pudiese ahogar a un puma con su brazo musculoso él carecía patológicamente de miedo y eso debía valer para algo; o eso esperaba él.

—Sería un espectáculo. Pero ni voy a incumplir mi trabajo ni voy a dejar que mates a mi exnovia, gorrión —le dijo riendo. De dio un golpecito en la frente—. Joel, piensa. ¿En serio crees que Serhii no ha previsto esto? Hasta yo he previsto esto, y no soy ni la mitad de listo que él.

Joel abrió la boca aspirando el aire.

—Por eso ha metido a Sol en su negocio—Yuri elevó las manos abriendo los ojos. Joel musitó comprendiendo—. Aunque no sepa ni una palabra de ruso. No lo ha metido para mantener le trato como le ha dicho a Yakov, ni para que sea su espía, como le ha dicho a Sol. Le ha metido para que haga de niñera desde dentro, por si se torcían las cosas.

El pinchazo de preocupación de su pecho, de pronto, tomó la revancha de todas esas sonrisas que había dibujado; más pareció la lanza de Longinus, que la simple y dura ansiedad mal gestionada.

Yuri le tomó la mano rápido advirtiendo que algo en él no iba bien. 

—Déjate llevar. Ten fe. Tú haz tu parte. Lucas hará la suya. Yo la mía y Vanko... Vanko seguirá siendo feo.

—Cállate Yuri, tonto —Gruñó Vanko saliendo al exterior el primero. Yuri le saltó encima por detrás gritando:

— ¡Ven aquí! Que te mato, cojones, Vanko, que te mato. Bocazas. Que te quiero yo, madre mía.

—¡No me des besos! Puaj, puaj ¡Sueltame!

—¡Te mato o te como! ÑAM.

—¡Joel dile que me suelte! ¡NO ME CHUPAR LA CARA! ¡JOEL! ¡JOEL QUE ME ME MUERDE!

****************************************************************************************

Joel lamía un helado de vainilla disfrutando lo indecible. ¿Cuanto hacía que no se paraba a comer un helado tranquilamente? Muchísimo, más del que podía recordar.

Yuri le miraba de reojo haciendo lo propio con uno de chocolate.

Se había quitado el la chaqueta del traje. Cada vez que elevaba su brazo para probar su helado se le tensaban bajo la camisa unos músculos atléticos que Joel intentaba no ojear, pero por Santo Tomás (el Santo de los sinceros), que ojeaba.

—Gracias, está muy rico —Ese helado no era la gran maravilla, pero le sabía a gloria. 

El viaje en coche, con las ventanillas bajadas y la música bien alta, le había sentado muy bien. Sentir el viento en la cara alejó esa sensación de falta de aire. Habían llevado el coche hasta una zona alejada, tranquila cerca de un hotel rural sin clientes. Aunque las vistas hermosas estaban a la espalda, las montañas llenas de vegetación eran un bonito contraste con el cielo de colores. Habían comprado unos helados en ese chiringuito del hotel y, como si fuesen personas normales en una situación de lo más normal, se lo estaban comiendo sentados dentro del coche en el parking.

Realmente Yuri le había dado lo que necesitaba, un helado. Tan simple... y tan difícil de adivinar.

Vanko salió del coche para estirar las piernas, y él aprovechó el momento de intimidad para girarse hacia él y susurrarle:

—¿Pajarito, tú sabes dónde está el dinero? —Joel pasó la lengua despacio, tomándose su tiempo para responder.

—No, nadie lo sabe —mintió.

Yuri torció el gesto analizando sus expresiones. Sus ojos suspicaces se entrecerraron acusadoramente, le gustaba dudar.

—¿Me dirías la verdad si lo supieras? No, claro que no.

Joel le tendió la mano tranquilamente.

—¿Quieres engancharme a un polígrafo? Me ofrezco —Sonrió cuando tras un mohín de labios, tan inesperado que Joel se quedó mirando sorprendido desde su asiento, tiró su helado de chocolate por la ventanilla del coche. Se saco el guante de la mano derecha. Le tomó la muñeca presionando sus venas bajo sus dedos; mirándole a la cara Joel esperó. Era la primera vez que notaba su piel rozar la suya.

A pesar de la pulsación que eso le provocó, que se le extendía a medio cuerpo; Joel se propuso comprobar algo. Cerró los ojos, soltó el aire de su cuerpo lentamente, fue mucho más consciente de su cuerpo y de sus respuestas fisiológicas, tranquilizándose, obligó al Ser Neutro a extender su frío tranquilo inmutable por su ser, como cuando algo malo sucedía y él tomaba el control. Notó al instante que sus pulsaciones se regularizaban, vacío, sereno. Yuri notó ese cambio. Alzó una ceja gratamente sorprendido.

—No tienes ni idea del don que tienes —siseó apenas sin emitir sonido, admirado.

—Pregúntame lo que quieras.

—¿Sabes dónde está el dinero de Nacho? —Joel negó.

—¿Sabes dónde está Nacho? —Joel negó.

—¿Te gusta el helado de vainilla? —Joel sonrió ampliamente con maldad y negó. Yuri sonrió mirando piel palpitar sutilmente en su pulso regular bajo sus dedos.

—¿Te gusta Nolan? —Asintió.

—¿Te gusta Lucas? —Asintió.

—¿Te gusto yo? —Negó. Se mordió el labio malintencionado, disfrutando del juego. El ruso dobló la cabeza y le miró a la cara. Joel lamió las gotas que empezaban a resbalar por su delicioso helado de vainilla, despacio.

—¿Te gustaría quedarte a dormir conmigo esta noche? —Joel alzó la mirada sorprendido, asintió. En ese momento sí hubo un pequeño atisbo de emoción en sus latidos constantes. Yuri se encogió de hombros —¿Sabes que no sé lo que estoy haciendo?

—Lo sé.

—Solo quería tocar tu piel.

—Lo sé.

—Me parecía suave, lo es.

Yuri le acarició la cara interna de la muñeca suavemente, inmerso en el camino de sus venas azules trasparentándose en su piel clara.

—Bueno, no puedo darte a tu perro Dado, pero... puedo darte esto —Le soltó bruscamente, Joel recuperó la soberanía de su propia mano bastante a su pesar. Él se colocó el guante y subió el volumen de la música de su coche. La canción que sonaba era alegre, rítmica. Le gustó.

Joel salió del coche para terminarse su helado poyado en la carrocería mirando hacia el cielo que se anaranjado por momentos.

Tomó aire. Se le llenaron los pulmones sin esfuerzo.

*

*

*


¡Hola! Ojalá os haya gustado. Por curiosidad, ¿Sois de TeamVainilla o TeamChocolate?

y, otra curiosidad, ¿Sois TeamYuri o sois TeamDiego? 

Os dejo por aquí este link por si os da curiosidad saber cómo se escucha tener tinnitus, o acuífero

https://www.youtube.com/watch?v=HaF4boVdiX8 


Mil gracias por leer, un abrazo.

Continue Reading

You'll Also Like

2.6K 124 27
Theodore es un niño huérfano que fue encontrado y llevado a Playtime. Co, pero en esa Fábrica se escondía tras las sombras una tortura para todos, un...
413K 23.9K 36
Te ví por primera vez en una fotografía, quien diría, quien diría Anastasia que me enamoraría tan perdidamente de tí, que asesinaría a todas esas per...
"Cuando te conocí" By Novels

Mystery / Thriller

5K 500 26
Hola!!!, les traigo una novela nueva, pro primara vez hago una historia basada en el marco y para eso tomé al "nini" poco a poco se va ir desenvolvie...
295K 4.6K 92
Esta historia es una redacción muy fiel del videojuego ya existente (no de mi autoría) Duskwood. No escribo esto con intenciones de robarme el merito...