Lost at sea: Collapse

By Ensalitrada

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3º Libro de Lost at sea ¿Deseando saber cómo acaba esta trilogía? Yo que tu, lo leería. 28-06-2021 2º #Ro... More

Introducción
Una experta ladrona de camisetas
Octavian tiene una fiesta del té con sus peluches divinos
Percy descarga su torpeza con unas macetas
Una interminable lista de delitos que me provoca sueño
Aprendo que no debería intentar hacer mis sueños realidad
Me quedo con ganas de hacer una barbacoa
Los privilegios de ser la novia de Leo
Se aprueba dormir con un arma bajo la almohada
Ya no se puede llorar sin que te amenacen
Lanzamiento olímpico de ojo
Lanzar cuchillos se convierte en desestresante natural
Frank está a un suspiro de morir en su cocina
Tres cocineros experimentados en intestinos de vaca
Nos sugieren crear nuestra propia matanza
Me pienso si es mejor revivir un brazo o un cerdo
Los muertos hablan a través de caballos enanos
Me aficiono a molestar mientras trabajan
Vuelvo a darme cuenta de que no sé mentir
Hazel resulta ser una tramposa jugando
Una maestra de la actuación a grandes niveles
Nos convertimos en jugadores profesional de ajedrez
Todos mis problemas empiezan por culpa de unos ojos
La comida es el idioma universal para hacer caso
Siento un frío muy extraño surgir en mí
Me hacen un regalo visiblemente más útil
Piper y Hazel están cerca de cargarse la madera del suelo
A Chris le falta sangre en las venas
Tres diferentes borrachos y de nuevo al rechazo
Aún con resaca, el trabajo es lo primero
Un cambio de aliado poco equiparable
Dos expulsadas de la habitación por buena convivencia
Copio el truco de Will para coger sol
Le doy más trabajo de la cuenta a Will
Echamos a suertes qué mito es el real
Tengo una peculiar y siniestra costumbre nocturna
Dos espías nocturnas la mar de cualificadas
Cambiamos el mapa por una paloma blanca
Percy es el niño solitario de una feria
El día en que la moralidad fue lo menos moral
No me quedan ni sillas en el camarote
Will se convierte en decorador profesional
Hazel amante de los animales y de los tés
Reyna me salva de una posible insolación
Tengo un don para ver árboles brillantes
Los tres condecorados de honor como cebo
La moneda me da más problemas que cuando no la tenía
Comienzo a creerme que sí tengo buena memoria
Un gobernador con el mismo poder que un burro
Me convierto sin saberlo en un ladrón de calcetines
Decidimos dónde tenemos menos probabilidades de morir
Me dan la peor noticia del mundo
Una caída de lo más desagradable
Estamos sorteando si ser devorados o ahogados
Decido que vamos a morir interminables veces
Nos libramos de tener que fregar el barco
Una ofrenda mal hecha que solo gasta comida
Una habitación con terraza chill-out
Hazel tiene una mala afición con golpearme
Una explosión de color en todo lo negro
Una tarifa premium que solo provoca problemas
Me hago la idea de que tendré una casa rosa
Asistimos a un concierto de muerte
Nos toca de imprevisto decirle adiós a la gran Thalia Grace
Clarisse nos da el empujón que necesitábamos y yo me canso de ser bueno
Comienzo a repasar toda la fauna marina
Némesis me hace una muy tentadora propuesta
Si hablo, la fastidio. Y si no, también.
Poseidón parece que será el nuevo tripulante del Argo II
Me reto a mí misma a una carrera
Le robo el puesto a Nico de chico siniestro al hablar con muertos
Leo le hace una propuesta indecente a Clarisse
No nos sirve planear las cosas con antelación
Nico vive su peor pesadilla hecha realidad
Le destrozamos los Asfódelos a Hades
Otra nueva pista que me confirma que doy asco ligando
Unos perros con buen olfato y también muy listos
Le hago un bigote a Océano
Echo de menos vivir en la ignorancia
Comparto un recuerdo permanente con Ethan
Nico lo mismo que te abre cocos, te abre latas
Una macro-fiesta metálica con fuegos artificiales
Oh gran Thalia, concede mi deseo
Nuestra llegada a España es un auténtico éxito
Soy todo un señor y el último que se desmaye, gana.
Aún en son de paz, nos tienen miedo
Nunca volveré a ver a los perros de la misma manera
Una rápida lección de francés de la mano de Thalia Grace
El destino del mundo depende de una botella
Pasamos de ser los capitanes a una penitencia perpetua
Clarisse se convierte en pastora asesina
La primera vez que tengo puntería, condeno a la humanidad
Me convierto en una cigueña pero sin plumas

Una cutre historia de miedo que provoca pesadillas

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By Ensalitrada


POV Annabeth

La información era poca, por no decir insuficiente. Había perdido la cuenta de librerías, bibliotecas, archivos, etc. que habíamos robado, pero todos los apuntes, cualquier libro que hablase sobre la fórmula para traer de vuelta a la vida, estaba incompleto o solo era el primer volumen de la investigación. Para mi desgracia, todas las veces me había encontrado con la misma respuesta <<Octavian I, gobernador del Reino Español, ha requisado todos los documentos>>. No sabía qué me daba más rabia, si no encontrar nada o que ese inútil se me hubiese adelantado.

-¡Oh por la mierda! - dijo Thalia tapándose los ojos al entrar en el camarote.

-Thalia me has visto infinidad de veces sin camiseta - bufé terminando de vestirme - Ya puedes mirar.

-Pero ahora soy pingüino emparejado - dijo con la mano en el pecho - No hay excepciones porque seas mi hermana. Mierda ¿esto se considera cuernos?

-Voy a empezar a vigilar qué comes, algo no funciona en tu cabeza - bromeé viendo su cara ofendida - ¿A qué viniste? No es que me moleste ya sabes, pero... es por la mañana, tu no deberías estar despierta.

-Eso mismo le dije al inútil de Charles cuando nos despertó - bufó sentándose con las piernas en mi mesa - Ya llegamos a la isla donde haremos una fiesta de pijamas.

-Solo vamos a pasar la noche ahí mientras Charles arregla el barco Thals - corregí viendo cómo rodaba los ojos - Puedes contar historias de miedo con Clarisse para asustar a Silena y Miranda - ofrecí viendo cómo sonreía con ilusión por hacer alguna maldad.

-¿Te he dicho ya hoy que te quiero y estás más guapa? El rubio resalta tu mirada - subió y bajó las cenas con coquetería fingida - ¿Puedo asustarlas mientras duermen?

-En la medida de lo normal - avisé y parece que se quedó satisfecha - Y yo también te quiero, siempre y cuando no me asustes a mí.

No es que me hiciese ilusión pasar la noche en una isla al azar, pero no nos quedaba otra. Este era el tercer barco que robábamos y al igual que el resto había sufrido algunos desperfectos en nuestra huída del reino francés al robar más información que cómo no, estaba incompleta por culpa de Octavian.

Iba muy lento, el timón giraba fatal y el ancla se trababa cada vez que atracábamos en una isla, así que a Charles le esperaba una larga noche de arreglos, lo suficientes como para alcanzar otra isla habitable y conseguir otro barco. Esta vez esperaba agenciarme un buque de guerra y no uno de mercancías, ahora entendía por qué todo llegaba tan lento. Este navío parecía que pesaba el doble que el resto y tenía una aerodinámica desastrosa.

-¿Cuánto falta para volver? Ya llevamos cuatro meses fuera- preguntó Thalia ojeando los papeles como si entendiese algo de todo eso - Esto parece mandarín, ¿qué idioma de mierda es este?

-Latín, es latín - dije e hizo una cara de susto - No le diré nada a Reyna - prometí viendo cómo se relajaba - Y pronto, espero. Después de las keres, tenemos que ir a España.

-Por fin nos entendemos, me encanta la comida de allí. - dijo animada - ¿Qué haremos allí?

Todos los documentos coincidían en una cosa, acaban en una visita a las Keres. Había leído sobre ellas, son los espíritus de la muerte violenta, no especialmente agradables, así que debíamos estar entrenados para verlas. Si conseguíamos salir vivos, esperaba que ya supiese cuál era el siguiente paso y si no conseguía nada útil, no me quedaba otra que ir a robarle a Octavian. No había nada más que me repudiase más que verle de nuevo la cara a ese rubio teñido y egocéntrico. Su soberbia me daban ganas de vomitar cada minuto que pasaba en su presencia.

-Robarle a Octavian, te necesitaré. Seguramente nos encarcelen un rato - expliqué y se encogió de hombros como si eso no fuese nada. Ciertamente para nosotras no lo era - Luego volveremos, no será más de un mes más.

-Eso espero, Reyna me va a cortar la cabeza y va a hacer una barbacoa con ella como tarde más.

Nada me había alegrado más desde nuestra partida que saber que Reyna la esperaría aunque no supiese nuestro destino, aunque sinceramente sospechaba que Thalia le habría comentado algo. El caso es que me gustaba ver a Thalia sonreír totalmente enamorada y deseosa de terminar, se lo merecía, nos lo merecíamos. Tanto tiempo llorando por la partida de nuestro hermano y ahora le tendríamos de vuelta y en adición, volvería a estar con Reyna.

Cada vez que hablábamos de ella, mi mente no podía evitar volar hasta Percy. Lo echaba irremediablemente de menos, tanto que las gamas de mandar todo a la mierda y volver a por él eran demasiadas, pero ni era lo correcto, ni solucionaría nada. Había decidido dejarle, aunque fuese lo que jamás se me hubiese ocurrido, era lo correcto, aunque no sea lo que quería.

Esperaba que estuviese bien, en el caso de que la siguiente misión para el último talismán hubiese empezado, confiaba en que Percy y sus amigos eran lo suficientemente hábiles para salvar el mundo mientras nosotros nos salvábamos a nosotros mismos. Muchas veces me sentí culpable por dejarle, a él y específicamente a la búsqueda que también se me había encomendado a mí, pero no estaba en condiciones de seguir, no cuando me encontraba muerta en vida y sin fuerzas para seguir. Solo era un lastre.

Ahora tenia mis energías falsamente recuperadas, no había superado ninguna muerte, al igual que cada uno que estaba aquí, pero las esperanzas de volver a recuperarles eran el suficiente incentivo para que resurgiésemos de nuestra propia oscuridad. El que más me sorprendió fue Travis Stoll, jamás había estado bajo mi mando totalmente, sin Percy, pero aún así es totalmente leal y muy trabajador, aunque sus continuas bromas con Chris Rodriguez a veces me sacaban de quicio. Sin embargo, verlo sonreír como pocas veces lo hizo tras la partida de Connor, era un soplo de aire fresco que necesitábamos.

No todo era color de rosas, seguíamos inestables, muchas veces era Clarisse la que quería lanzarse por la borda cuando la tristeza grupal nos inundaba y al contrario que Charles o Silena que intentaban recomponernos y darnos más ánimos, la morena solo nos gritaba diciendo que como oyese un llanto más comenzaría a arrancar cabezas.

Con quien más me había unido era con Nico Di Angelo, todo se fortaleció desde que se atrevió a hablarme de cómo fue la atrocidad que cometió Prometeo y su esporádica y efímera relación con Will Solace. Esto último no me cayó en sorpresa. Aún así se mantuvo en su línea, no hablaba con nadie más que conmigo, y con él me permitía ser un poco más yo sin aparentar tanta templeza, con él podía demostrar cuánto de destruida estaba sin que eso repercutiese en su ánimo. Todos los ánimos por nuestra misión eran estupendos, pero ocultar el dolor para no perjudicarnos unos a otros, eso sí que era un agotamiento psicológico brutal y más yo, que aunque no me obligase nadie, no me permití volver a llorar frente a ellos.

-¿Listo? - le pregunté a Nico en cubierta nada más encallamos el barco en la playa.

-¿Para dormir a la intemperie con una panda de desquiciados destruidos emocionalmente? ¿En vez de la comodidad de una litera roída que huele a pescado? Estoy emocionado - respondió con tanto falso positivismo y sarcasmo que me recordó a Percy, solo que un poco más siniestro, el toque de Nico.

-¿Seguro que no necesitas ayuda? - pregunté viendo a Charles que ya empezaba a subir a cubierta todas sus herramientas y materiales junto a Chris y Travis.

Ellos dos habían estado ayudando a Charles con algunas pequeñas reparaciones, habían resultado ser bastante útiles y no solo para robar. Yo en lo único que podía colaborar era en realizar los planos e idear soluciones temporales para sacar el barco adelante, lo demás, la mano de obra le correspondía a Charles.

-No te preocupes Beth, lo tengo controlado - sonrió apretándome la mano - Sería de mejor ayuda tener a Leo Valdez pero creo que con ellos dos me las apaño, aguantará hasta que consigamos otro - prometió señalando a Chris que ya empezaba a maldecir cuando se le cayo una caja en el pie - Cuidaos vosotros allá abajo, sobretodo Silena, no soporta los mosquitos.

Sorprendentemente uno de los que más había echado de menos a parte de a Percy, era a Leo. Ese chico se había ganado mi aprecio con su característico humor y en algunos momentos clave, se le echaba totalmente en falta. Eso sí, Clarisse estaba más que agusto sin su presencia aquí, para ella esto sin Leo es un remanso de paz, solo le falta expulsar a mi hermana del barco y sería feliz.

-Estaremos bien, dormiremos en la playa por precaución. A no ser que Clarisse quejándose del ruido que hacéis se adentre en la isla.

Me sentí orgullosa al ver a Nico encender la hoguera con rapidez junto a Silena, habían aprendido rápido, sobretodo la novia de Charles. En el caso de Nico es que aún estando todos esos años con Percy jamás le habían enseñado, no sé cómo podían sobrevivir.

-Aparten imbéciles que tengo sueño - dijo Clarisse tumbándose lo más ceca que pudo del fuego. Si se quemaba, iba a ser por su gandulismo.

Por una parte me exasperaba quedarme sentada frente al fuego sin hacer nada, no había cosa más estresante para mi que sentir que estoy perdiendo tiempo y que podría seguir avanzando en nuestra misión.

Nada más mi hermana se sentó a mi lado, una adormilada Clarisse reconoció su mirada maliciosa, espabilándose también y quedándose a expensas de que Thals comenzase a hablar y por ende, asustar a Miranda y Silena. Miré a Nico que a pesar de seguir en silencio, había cedido a sentarse cerca de nosotras para seguramente no escuchar mi reclamo. No me gustaba que se alejase, ahora es lo menos que nos convenía, dada la situación.

-Oh dioses conozco esa mirada - señaló Miranda a la ojiazul - Ni se te ocurra, quiero dormir.

-Esta historia comienza con... - frenó su voz siniestra, obviando el pedido de Miranda, para pasar la mirada por nosotros - cinco piratas.

-Imbécil somos seis, no te contaste a ti misma ¿así piensas asustarnos? - interrumpió Clarisse y le lancé una rama que tenía a mi alcance para que dejase continuar a mi hermana - Te he visto rubia.

-Como iba diciendo... seis piratas - dijo haciendo una pausa - A la mierda ya me olvidé ¡Clarisse la cagaste!

-¡Ni una historia sabes contar! - espetó esta.

Sabía que no se iba a quedar tranquila, su vista estaba centrada en las llamas mientras fruncía el ceño tratando de recordar o inventarse otra historia. Thalia era tan cabezota que estaba segura que no tardaría en echar mano a su imaginación para cumplir su propósito de asustarlas. No es que fuese muy difícil, a pesar de la indudable valentía que habían demostrado tener aquellas dos, no podían soportar las historias de miedo de mi hermana, por más ridículas que fuesen, a mi parecer.

-Si yo quisiese asustar a Annabeth con una historia diría algo como: todo está en llamas, afortunadamente todos sobrevivieron pero... ningún libro se salvó - se burló Miranda poniendo una expresión de terror fingida.

-Ja, qué graciosa - mascullé aunque si lo pensaba detenidamente, sí me llegaría a resultar aterrador. Mejor no vivirlo.

-Hace unos años, en una isla como esta - comenzó Thalia y rodé los ojos ante su empiece típico - vivía una pequeña familia, una madre y sus dos hijas. Pero un terrible día, tras una gran tormenta, las niñas salieron a jugar pensando que todo había pasado - fijé mi vista en Miranda que parecía intrigada en la historia tratando de aparentar normalidad. A su lado, Silena cada vez se pegaba más a Clarisse buscando su protección con disimulo -un navío, atracado en la playa justo como este - señaló nuestro barco - totalmente destrozado tras la gran tempestad. Las niñas se acercaron con sigilo, movidas por la curiosidad viendo el barco y todos los objetos desperdigados por la arena junto a los trozos de madera seca.

-¿El barco es parecido a este verdad? - incitó Clarisse escuchando el gemido lastimero de Silena que parecía querer enterrar la cabeza en la arena.

-Exactamente igual - afirmó Thalia para la desgracia de las chicas y traté de no reírme - Se escuchaba el nombre de las niñas ser gritado por su madre, exigiendo su presencia para comer una gran cena pero lo que no sabía era... que la cena se enfriaría - dijo con voz siniestra como si eso fuese terrible. Para Thalia, seguramente lo era.

-Que yo tenga que aguantar esto... - masculló Nico por lo bajo.

-Las dos niñas escucharon el llamado de su madre mientras investigaban el silencioso barco, prometiendo entre ellas que luego de cenar volverían - siguió Thalia ignorando el comentario de Nico - Cuando estaban por marcharse, se comenzó a escuchar un martilleo, acompasado, unido al sonido metálico del metal de una espada. Pum, pum, pum - susurró dándole efectos de sonido.

Hubiese quedado ridículo, hasta que noté cómo su interpretación iba perdiendo sonido gradualmente y sonreí ante su travesura. Por haber estado atenta a su historia no había escuchado el golpe incesante del martillo de Charles desde el barco, totalmente rítmico como la historia de Thalia, convirtiéndose en el ambiente ideal para seguir su historia.

-A cada golpe se sentían más nerviosas, creían escuchar unos pasos en la arena mojada pero no hacían caso, pensando que era su madre que venía a buscarlas. - continuó con una mirada maliciosa - Sus respiraciones estaban aceleradas, sabían que de alguna manera, en ese andrajoso barco, no estaban solas. La más mayor sintió un agarre en su muñeca, pensando que era su hermana en busca de consuelo, giro su cara hacia ella, con unas palabras de aliento que se quedaron en sus labios al ver a un pirata, sangrante y despiadado sujetando su brazo; y con un susurro le dijo: tu madre tendrá que esperar para la cena.

Comencé yo misma a escuchar un ruido, Nico estaba haciendo chocar dos cuchillos con disimulo, totalmente escondido por las sombras del fuego en la oscuridad de la noche. Su mirada maliciosa se encontró con la mía mientras aceleraba a medida que la cara de Miranda se ponía cada vez más pálida.

-Y se cumplió. Su madre se quedó esperando años y años, sentada en la mesa preparada para que sus hijas volviesen - murmuró Thalia con amargura - Pero lo juró, en medio de todo su llanto, juró venganza. Ahora, cada vez que un barco atraca en esta playa, se levanta de su mesa con el cuchillo para cortar el jamón en su mano - dijo sacando su daga y reflejándola con el fuego - Se dice que se empieza a oír el sonido en el barco, el martilleo constante y el metal chocar. Y la mujer avanza y avanza, sedienta de venganza mientras susurra el nombre de sus hijas con agonía, suplicando que vuelvan para cenar.

Ninguno hablaba, Silena estaba aferrada como si se le fuese la vida al brazo de Clarisse y Miranda a su vez apoyada en ella como si fuesen una cadena. Por la cara maliciosa de Clarisse, poco le faltaba para asustar a Silena y conseguir un efecto en cadena de sustos de las dos chicas. No entendía por qué Nico seguía con el sonido, hasta que vi a Chris bajar del barco, con total tranquilidad acercándose a nosotras mientras sujetaba unos planos. No le veía bien, pero seguramente eran los que yo le había suministrado para arreglar el navío.

-Annabeth, dijo Charles que... - se frenó al escuchar el grito de Silena nada más oírlo a su espalda.

-¡Yo no maté a tus hijas! - gritó alejándose de Clarisse y sujetando a Miranda junto a ella.

-¿Hijas? ¿Qué hijas? - preguntó mirando a Clarisse mientras la novia de Charles trataba de recuperar el aliento tras identificarle.

-¿Y me preguntas a mí? Está loca - respondió su novia.

Costó ponerle al día a Chris, sobretodo porque Thalia sugirió contarle de nuevo la historia pero aquellas dos se negaron firmemente, no querían volver a pasar por el mal trago, así que tocó hacerle un resumen con las voces temblorosas de Silena y Miranda de fondo. En sí no razonaba el cómo se habían asustado, la historia era mala, muy mala, pero supongo que como ellas todavía no han experimentado nada comparado a lo que fue el día a día de mi vida con Thalia y Luke, eso para ellas dos es una abominación.

-Me rindo, voy a dormir al barco - dijo Silena mientras yo aún trataba de explicarle a Chris.

-No puedes, vamos a estar trabajando toda la noche y no podrás dormir - respondió Chris aunque a pesar de todo el ruido que harían, la razón principal seguramente era que no quería a Silena dando vueltas por el barco.

El novio de Clarisse se estresaba con facilidad al rodearse de gente, le gustaba más ir a su bola sin que le molesten, solo hablar con quienes él quiera y pocas palabras, las justas. Algo que es totalmente incompatible con el carácter extrovertido de Beauregard.

-¿Me vas a decir tú dónde puedo dormir y dónde no? - espetó Silena y Chris miró a Clarisse en busca de ayuda pero esta ya estaba durmiendo con la boca abierta, poco faltaba para que empezase a roncar.

-Yo no sé ni qué quiero - murmuró Miranda - Aquí tenemos a Annabeth y Thalia, pero allí no estamos en la isla - dijo señalando el barco. Técnicamente estaba en la arena casi, pero su miedo sobrepasaba la lógica,

-Si quieres escuchar cómo desmonta tu novio la parte de las literas, allá tu - dijo Chris al final y Silena hizo una mueca de desagrado - Por cierto Annabeth, no tenemos techo por esa zona, Charles dijo que lo necesita para el cascarón de proa.

-Lo que sea, los que no tendréis techo sois vosotros, no yo - me burlé, aunque Thalia dormía casi siempre conmigo, tampoco tendría ese problema - Con que aguante una semana hasta que lleguemos al siguiente puerto, nos vale.

Sentía que íbamos aún más en contrarreloj, ya no solo era recuperar a todos lo antes posible, sino quedarnos sin barco en mitad del océano. Eso sí que era un problema mayor. Había pasado muchas horas con Charles mirando todos los arreglos y soluciones temporales que podríamos hacerle antes de poder tener la oportunidad de robar un nuevo barco en mejores condiciones.

-¿Sabéis qué? Prefiero dormir aquí - dijo Silena sentándose de nuevo y cogiendo sitio poco a poco juntándose a Clarisse que estaba muy dormida como para quejarse - Paso de ver cómo me quitan el techo.

-Osea que a partir de ahora dormiremos viendo las estrellas cada día - tradujo Miranda. Bueno, esta improvisada acampada le serviría para practicar.

-Si lo piensas es romántico - suspiró Silena. No sería yo quien le recordase que como llueve el romanticismo se iría a traste.

-Si te caga una paloma no - Añadió mi hermana fastidiándole las ilusiones.

Poco a poco se fueron callando, para la satisfacción de Nico. Ni siquiera pregunté o hice algún comentario cuando Thalia se pegó a mi comenzando a usarme como almohada, tardando media fracción de segundo en quedarse dormida.

Lamenté haber escogido el sitio que daba la espalda a la isla solo para supervisar el barco, me era imposible no prestar mi total atención al mar y cómo no, trasladándome hacia Percy y preguntarme qué estaría haciendo. Sabía que estaba bien, o vivo en su defecto, <<bien>> es una palabra que abarca demasiado y es fácilmente confundible con la felicidad.

A pesar del dolor de Thalia, me gustó que Reyna no se interpusiese, que respetase que este no ers su lugar, sobretodo porque egoístamente quería que se quedase con Percy, él estaría bien siempre que la tenga a su lado. Su amistad era ya tan fuerte como la que compartía con Piper, Leo o Jason, aún así, necesitaba ese seriedad y saber estar que rodeaba a Reyna.

Pensar en él era una de mis principales fuentes de dolor y de calma, cuando antes solo me suministraba felicidad. Me desmoroné, tanto que temí arrastrarle a él conmigo, estaba -estoy- rota, pero le tenia a él, pero no fue suficiente para salvarme; nadie es suficiente si yo no me permitía avanzar. Dejarle fue uno de los momentos más duros, supe en ese instante en que me di la vuelta dejándole en el muelle, que estaba dando la espalda a esa parte de felicidad que nunca volvería a llenar, pero estaba bien, porque él lo estaría.

Quería haber alejado a Thalia como a Percy, tanto como fuese posible para que estuviese a salvo; tenia la seguridad de que todo lo que amo se convierte en todo lo que pierdo. El pavor me inundaba al pensar que ellos dos correrían la misma suerte.

Pero con Thalia no pude, no cuando todas esas promesas desde que nos conocimos estaban latentes, no se abandonaba a la familia, sea como sea, iríamos juntas hasta al infierno. Por más miedo que tuviese de perderla, ganaba su testarudez y su inclinación a seguir conmigo desafiando a mi mala suerte. Mi egoísmo se lo agradecía, ahora Thalia era la única fuente de felicidad total que permanecía, encontrando en el consuelo mutuo como siempre una paz y esperanza que jamás pensé volver a hallar. Era todo lo que me quedaba.

Me había resignado, algo que jamás pensé que yo pudiera hacer. Ya no me culpaba por lo que me pasaba, al menos no en exceso. Mi forma lógica de pensar las cosas -quizás de una manera más negativa que el resto- me obligaba a aceptar lo que venía y a partir de ahí, crear soluciones. Ya anticiparme a todo no era una opción, no cuando todo salía al revés de lo planeado y de la peor manera. Antes, ante la incapacidad de soportar lo que me ocurría, percibía la culpa como un falso y errado consuelo; sentía que podría haber hecho algo para cambiar el transcurso de la historia, como si tuviese el poder de manejar el destino. Ahora, la impotencia es mi mejor aliada y la resignación mi modelo de vida.

El crepitar de las llamas, unido al rítmico sonido proveniente del barco me acompañaban. No tenia sueño, me mantenía despierta sintiendo además la fuerte respiración de Thalia que parecía hoy un búfalo durmiendo, aún así con eso me sentía tremendamente arropada.

Fui comprobando el estado de cada uno, Clarisse hoy no parecía tener intenciones de roncar, cosa que agradecía; Silena estaba usándola de almohada casi de la misma forma en la que está Thals conmigo. Comenzaba a sentir pena de la chica al ver cómo se movía varias veces como si tuviese espasmos y soltaba quejidos lastimeros, seguramente teniendo una pesadilla sobre la historia de Thalia. A su lado Miranda estaba tan agusto que el miedo provocado se había esfumado.

-No estás durmiendo - susurré mirando a Nico que estaba recostado sobre una piedra. La cabeza totalmente tumbada y con los ojos cerrados, sus brazos cruzados sobre su pecho le daban el aspecto de esas historias sobre vampiros o simplemente el mismísimo Conde Drácula en el ataúd. El aire siniestro y oscuro lo poseía además de su blanca piel pálida.

-Es de noche - respondió sin abrir los ojos.

Había perdido la batalla tratando de convencerle de que durmiese por la noche. Había pecado de creer que al chico le gustaba aprovechar la noche, llevándome por las habladurías en el Perla sobre él, aquellas que incluso Nico apoyaba para ocultar la realidad. En pocos meses, había descubierto más de Di Angelo de lo que jamás imaginé, la que más me sorprendió fue que tras tanta broma sobre su aura nocturna y semejanza a un murciélago; todo radicaba en que Nico Di Angelo, temía a la oscuridad.

Compartimos historias, dolores y sufrimientos. Llegué a escuchar cada matanza que realizó, su época oscura que tanto quería borrar y que Prometeo nuevamente despertó en él. El chico aparentemente gótico era reflejado por lo que más temía. No me lo había dicho exactamente, pero sospechaba que la oscuridad le recordaba a él mismo en esa época, la temía tanto como a él mismo. Al fin y al cabo, era al igual que la mayoría de nosotros, un chico asustado, con su propia historia detrás.

<<Annabeth>>

No me moví, centré mi vista en Nico pensando que podría haber sido él, su voz un poco camuflada por el sonido. Pero al escuchar de nuevo mi nombre y ver que no había abierto la boca, me puse alerta.

Un quejido salió de Thalia cuando me tensé, exaltándome levemente al escuchar otra vez el llamado. Todos seguían durmiendo, Nico a su bola, nadie escuchaba nada excepto yo.

<<Capitana Chase>>

La voz era indistinguible para mi, como si fuese de alguien excesivamente cansado y sin aliento. Seguía observando a mi alrededor y no había nadie cerca ni observándonos. Agudicé el oído lo más que podía y solo alcanzaba a escuchar el intercambio de voces desde la cubierta del barco, muy lejos para distinguir qué decían, pero aseguraba que no era mi nombre, eso era totalmente claro.

<<Te estoy esperando>>

-Leucrota - susurré.

Todo coincidía y para mi desgracia no era algo que pudiese obviar. Había leído muchísimo sobre cada monstruo descubierto y sobre quienes habían vivido para contarlo. No era de mis favoritos, sabía lo que me esperaba: monstruo parecido a una hiena y con características de león, boca de oreja a oreja con un hueso único a modo de dentadura. Su rasgo más aterrador, al igual que las hienas usa el engaño, interpreta voces humanas para atraer a las personas y matarlas por la espalda. No faltaba mucho para que la cambiase del todo, su horripilante don finalizaba en que podía inmiscuirse en tus pensamientos y elegir a quién reproduciría con su voz para comenzar el engaño.

Como pude alejé a Thalia sin despertarla, no podía hacer ruido, los leucrotas cuando perciben que su víctima sabe de ellos, comienza a atacar a todo lo que se mueve y ahora estos no estaban muy despiertos como para enfrentarse a una criatura tan veloz y ágil. Lamenté no tener a Leo aquí, ahora debería arreglármelas con un simple palo ardiendo a modo de antorcha cuando podría contar con el chico fuego que les reduciría a cenizas en apenas segundos. No había nada que odiase más que un monstruo que no se pueda acuchillar o destripar, me quitaba mis principales métodos de matanza.

Me giré con rapidez justo antes de internarme en la isla al escuchar un crujido tras mía. El fuego de la improvisada antorcha iluminó la cara adormilada de Thalia mientras abría la boca con fuerza como si fuese a apagarme el fuego de un soplido, pero solo salió un bostezo enorme parecido a los de los osos.

-¿Qué haces aquí? - pregunté en un susurro.

-Seguirte - murmuró tratando de abrir los ojos totalmente - Te has movido. Si querías ir a mear avísame, te puede raptar un tulipán malvado - hablaba tan lento debido al sueño que resultaba hasta cómico. Agradecía su ayuda aunque no sabía cómo pensaba ayudarme si todavía tenía un ojo cerrado.

Sabía que no iba a funcionar el que le dijese que se quedase aquí, su cabezonería superaba los límites así que esperaba al menos que estuviese lo suficiente dormida como para que no reparasen en ella y se centrasen en mi. No tenía un plan establecido, lo único era acabar con ellos nada más empiecen a tratar de marearme la cabeza. Y mantener a Thalia viva.

Justo cuando fui a coger otra rama para prenderla con la hoguera para Thalia, me frené viendo a Nico Di Angelo de pie frente a nosotras sujetando dos antorchas ya listas y con un encogimiento de hombros le dio una a Thalia para comenzar a caminar detrás mía en silencio. Me calmaba su presencia, sobretodo porque él no estaba dormido.

<<Annabeth Chase>>

-Son leucrotas, nada más que escuchéis vuestro nombre o algún llamado avisadme. Así atacan, usarán voces parecidas a personas importantes para vosotros para atraeros.- comencé a explicarles de forma resumida - No se pueden matar con armas, nada de metal, para eso es el fuego ¿entendido? - pregunté girándome y vi a Nico asentir a mis palabras - ¿Thalia? - pregunté viendo cómo caminaba con los ojos cerrados. - ¿Me estás escuchando?

-¿Hum? Si, los lacasitos - habló en respuesta con somnolencia - Dicen... mucho. Tu nombre y eso. Matar, guay.

Hasta Nico hizo una mueca parecida a una risa que trató de ocultar, yo solo pude mirarle suplicando que al igual que yo tuviese un ojo encima de Thalia en todo momento. Lo peor es que la pelinegra se había quedado totalmente contenta con su respuesta como si hubiese acertado y supiese de lo que estaba hablando. Preferí dejarlo pasar y enfocarme en lo importante.

<<Llegó el momento>> <<Tu momento>>

Estaba comenzando a asustarme, tanto que si no fuese en vano les pediría que por favor volviesen a la playa y se alejasen del bosque. Estaba harta de "mis momentos" eso nunca me había traído nada bueno y si los leucrotas ya estaban urgando en mi mente, habrían visto toda la cadena consecutiva de desgracias que me sucedían cada vez que algo se centraba en mí.

-Tranquila, estamos aquí - susurró Nico posando la mano sobre mi hombro.

-Eso es lo que temo. - musité llevándome una negativa del pelinegro ante mi discreta sugerencia de que fueran a ponerse a salvo.

-¿Qué termo? - preguntó con un bostezo Thalia, llevándose la mano de la antorcha a la cara para apartarse el pelo, casi quemándose en el acto de no ser porque la frenó Nico.

-De mayor quiero ser como tú, de verdad - ironizó Nico. No era una mala expectativa de vida, la pasividad y lentitud de Thalia hacía que viviese todo con más tranquilidad.

El único crujido que escuchaba eran nuestras pisadas, la respiración acelerada de Nico ya cansado de nuestra exploración y los bostezos y tropiezos de Thalia. Aún así, sentía que algo me observaba, movía el fuego para todos lados tratando de ver algo, sin éxito.

<<Llegó tu hora>>

Mi mano apretó con fuerza mi daga, no quería morir, no ahora que podía recuperar a mi hermano, no cuando Thalia solo podía apoyarse en mí. Cada movimiento de las hojas por el viento me alertaba, esperando a que el leucrota se a abalanzase dispuesto a tratar de devorarme; sea como sea, saldría victoriosa, me da igual lo que dijesen, hoy no iba a ser mi juicio final.

-Me estoy meando - murmuró Thalia - ¿Podemos parar? ¿Volver a la playa?

-El día que repartieron la finura tú no estabas en la cola - masculló Nico.

-Tengo mucho sueño para rebatirte, así que hoy solo vete a tomar por culo - respondió y me miró suplicante.

-Cinco minutos.

Lo más difícil fue negarle a Thalia que no cantaríamos para que se entretuviese, aunque Nico tuvo que mantenerle una conversación para evitar que se durmiese. Yo usé la excusa de que tenía que seguir comprobando las voces de los leucrotas, aunque no podía evitar reírme al ver el rostro sonrojado de Nico que a pesar de estar lejos de Thalia y de espaldas al igual que yo, le estaba costando horrores mantener una conversación y solo rezaba para que el monstruo le comiese a él primero.

-Así que Nicoló ¿eh? Siempre pensé que sería Nicolás - escuchamos la voz de Thalia - ¿Y es Angeloto también?

-Nicoló Di Angelo - refunfuñó Nico su nombre completo - Es italiano, Grace.

-¿Terminaste? Temo que vaya a matarte - bromeé viendo el ceño fruncido de Nico.

-Hace rato pero la charla estaba divertida - dijo saliendo entre los árboles con una mirada maliciosa y frené a Nico que llevó la mano a su espada con rabia - Por cierto, he visto una casa.

Nico comenzó a negar mirándome, parecía no estar dispuesto a seguir a Thalia, sobretodo al notar que había comenzado a bostezar y seguramente ya comenzaba a tener alucinanciones debido al sueño.

-¿No estarás pensando en serio hacerla caso? - preguntó y asentí - ¿Eres consciente de que siempre que la seguimos, algo intenta matarnos? ¡Es un maldito imán de problemas!

-Tu estabas en un barco capitaneado por Percy, eso es la definición de problemas. -repliqué en defensa de mi hermana.

-Y por eso no le hacía ni puto caso - dijo a conciencia y se quedó parado cuando empecé a caminar - ¿Es obligatorio? - preguntó con un gemido lastimero y asentí - Por qué mierda no he muerto ya - masculló en voz baja caminando a mi espalda.

-Tranquilo Nicoló, con suerte un lacasito te come - calmó Thalia soltando otro bostezo.

Trate de no enfadarme cuando Thalia nos mostró el camino, se había añejado mucho más de lo que le había dicho. A pesar de todo, ni Nico ni yo habíamos bajado la guardia, sobretodo al notar que yo seguía escuchando voces. Sinceramente comenzaba a pensar que había perdido la cabeza y de verdad era producto se mi imaginación, los leucrotas habían tenido infinidad de momentos clave para atacarnos.

Lo que Thalia nos describió como una casa de campo, resultó ser un gran templo, mucho más grande que los de las dos moiras a las que habíamos visitado. Era estrecho por lo que se veía, pero dos grandes columnas de estilo jónico decoraban la entrada de una gran puerta negruzca y de apariencia espeluznante.

<<Te he estado esperando>>

Era una especie de pasillo al aire libre hasta llegar al templo, los límites marcados por trozos de columnas rotas por el paso del tiempo, algunas aguantaban casi enteras, levemente resquebrajadas; resultaba imponente, sobretodo por la noche y solo la luna iluminándolo.

-Creo que lo que te está hablando no es un leucrota - murmuró Nico acercando su antorcha a una piedra al principio del camino.

No sabía si sentirme más tranquila. Seguí junto a mi hermana a Nico hasta llegar a la piedra tallada, usando la luz que nos proporcionaba el fuego comencé a arrancar con el ojinegro las ramas y hojas que la tapaban descubriendo cada vez más letras.

γνωθι σεαυτόν

-Conócete a ti mismo - traduje el texto en griego antiguo y miré a Nico que fruncía el ceño.

-Soy Thalia Grace, y como me conozco, sé que tengo sueño - le dijo mi hermana a la piedra y nos quedamos mirándola - ¿Qué? ¿Nos podemos ir? Mañana miramos la casa de campo.

<<Entra Annabeth Chase>>

-Alguien no está de acuerdo contigo - bromeé tratando de disimular mi nerviosismo.

-Esa descripción... Annabeth - llamó Nico con una expresión de susto - Es el templo del Oráculo de Delfos.

-Pues dile al delfín que le visitamos mañana - habló con lentitud Thalia - Yo le traigo una sardina.

-Me rindo, el día que la mate ni se te ocurra quejarte - bufó Nico.

Mis nervios aumentaron cuando llegamos a la puerta y el suelo comenzó a temblar, el polvo y algunos trozos de piedra comenzaban a caer al suelo como si quisieran aplastarnos. La puerta era muchísimo más alta que el palacio de Éolo, un fuerte negro oscuro desgastado que solo imponía más y más.

<<Annabeth Chase>>

-Yo, solo yo - le dije a Nico frenándole. Nada más dio un paso hacia atrás, el temblor se redujo considerablemente - No tardo - murmuré viendo el gran portón.

-Supongo que me quedo a vigilarla - dijo señalando a Thalia que se había agenciado una de las columnas partidas a la mitad como cama y ya estaba durmiendo sobre ella a medio camino.

-No te dará problemas, como mucho habla e insulta - le expliqué viendo cómo sonreía con ironía.

-Grita si estás en problemas y buscaremos la manera de entrar.

-Sabes que no lo haré,

-Tampoco iría en tu ayuda - respondió suspicaz pero al contrario de mi, ambos sabíamos que él mentía.

La puerta se cerró de un portazo nada más entré, siendo la mirada de ánimo de Nico lo último que vi. Corría mucho viendo aunque el olor a cerrado y antiguo era abrumador. Escuchaba voces, como si un grupo de gente estuviese teniendo una conversación en todos lados a la vez pero no podía distinguir nada de lo que hablaban, solo caminaba aferrada a la antorcha esperando alguna señal.

<<Alguien está aquí>> escuché, una voz diferente a la anterior que venía escuchando.

<<¡Puaj! Apesta a humano>>

<<¡Yo la conozco!>>

La llama comenzó a temblar con fuerza, corrientes de aire se deslizaban a mi alrededor hasta que se apagó dejándome en una completa oscuridad, solo viendo la luz del techo iluminado por los grandes y viejos ventanales, pero no lo suficiente como para que pudiese distinguir algo a mi alrededor.

-Capitana Chase - llamó la voz de una mujer y me giré al momento en que un fuego azul se prendía a un lado en la estancia.

-Tempestad - la reconocí.

A su lado, alrededor del fuego se materializaron las otras dos moiras, había una que no había visto jamás, la tercera, la que debería guardar la tercera profecía del talismán. Me miraban con evidente asco mientras jugaban con un hilo entre sus dedos, pasando por cada una de ellas como si lo acariciasen. Lo conocía y no me era agradable presenciarlo.

-No apostaba por vosotros pero... ¿solo quedar un tripulante? El mundo está condenado - dijo Ira negando con la cabeza.

-¡No! Yo... nos separamos - murmuré y vi a Tempestad negar con decepción mientras acariciaba el hilo.

-¿A estos les tenía yo que dar la profecía? - preguntó la que no conocía - ¿Es ahora? ¡No me he vestido acorde a la ocasión! - dijo señalando su túnica.

-Siempre llegas tarde Avispa, no se te puede dejar sola. La última vez e te quemaron las galletas - rodó los ojos Ira.

-Es el cambio de horario, eso es nuestros tiempos no existía - se exculpó Avispa pero yo solo podía observar a Tempestad que no me quitaba la mirada de encima. Con ella recordaba que no había tenido un buen empiece. Trató de matarme.

Me interesaba poco sus enredos de horarios, lo único que había sacado en claro es que todavía Percy no se había puesto en marcha. Aún el mapa no le había marcado su último destino, necesitaba terminar rápido, podría llegar a tiempo y que cargase con todo el peso él solo. Podría recuperarme, recuperar a todos los caídos, volveríamos a tiempo.

-No está aquí por la última gran profecía - dijo sin parar de mirarme - El Oráculo, se ha comunicado con ella ¿No es cierto señorita Chase?

Las otras dos soltaron exclamaciones, sobretodo Avispa que comenzó a abanicarse con su propia túnica dejándome ver unas piernas totalmente grises y llenas de varices con las uñas amarillentas y poco cuidadas. Una imagen que esperaba olvidar.

-Eso creo - murmuré.

-Me advertisteis que la rubia es como una mala hierba. ¿No es ella Annabeth Chase? - preguntó Avispa.

-Quizás antes lo era, ha pasado por mucho - sonrió Tempestad, como si disfrutase de mi sufrimiento - ¿Sabes qué es esto señorita Chase? - dijo enredando el hilo entre sus dedos y con la misma habilidad, lo volvió a desenredar.

-El hilo de la vida - respondí viendo cómo asentía.

-¿Sabes qué pasa si lo corto? Ahora, delante tuya - especificó y asentí con un escalofrío viendo cómo disfrutaba de mi nerviosismo - Presagia la muerte, el fin de tu vida o de alguien muy cercano a ti. ¿Quieres eso Annabeth Chase?

-Puedes dejarlo como está, no es necesario - murmuré viendo su sonrisa de lado.

-Un corazón roto todavía cargado de esperanza, sí que eres fuerte Annabeth Chase - dijo negando con la cabeza - Demasiado fuerte y tan débil a la vez...

Movió su mano, sin dejar de mirarme con ese vacío ocular al que ya estaba acostumbrada, ninguna de ellas portaba su ojo. La estancia se comenzó a iluminar con una luz tenue, en el suelo surgieron pequeñas llamas que me recordaron a la cueva donde vivía Hestia. Formaron un camino, iluminándose una detrás de otra de forma ascendente hasta que frente a mí apareció un trono mucho más grande que los que solían ocupar las moiras y en él, el Oráculo de Delfos.

Sin tener conciencia de lo que realmente hacia, caminé hacia él, viendo con exactitud su extraño ropaje similar al de una momia. Su cara parecía ser de una mujer, pero ya apenas quedaban restos de piel, era como estar frente a un cadáver putrefacto que estaba siendo comido por lombrices y gusanos. Pero de igual modo, sentía que observaba cada movimiento mío, atento a mi del mismo modo que lo estaba yo.

-La profecía, la última profecía - musité tratando de no acobardarme.

Me quedé esperando hasta que escuché la risa estridente de Avispa, hasta que comenzó a quejarse diciendo que ese era su trabajo, su momento de fama y que ni me atreviese a quitárselo.

-Mi búsqueda - ideé aventurándome y al ver cómo una pequeña luz brillaba en sus ojos oscuros supe que había acertado - Tienes una profecía, para mí.

Por primera vez se movió, una mueca parecida a una sonrisa satisfecha pero que para mí resultaba espeluznante. Un humo verde brillante comenzó a salir de su boca, rodeándonos tanto a la momia como a mi, borrando de mi vista todo el templo incluido a las moiras. Era como estar envuelta en una gran tormenta de arena.

La sabiduría jamás tan sola,

hacia la muerte se embarcará.

El dolor su peor decisión supondrá

y entre las sombras el amigo la traicionará.

Su tesoro más preciado perderá.

Solo un héroe podrá salvarla de su destino fatal

Y su vida supondrá un ultimo sacrificio en la guerra final.

El humo verde comenzó a disiparse, aparecí de nuevo al principio de las luces del suelo hechas de fuego, apagándose cada vez más ocultando por última vez la figura del oráculo del Delfos.

-No tiene buena cara - murmuró Avispa - Tengo una mascarilla rejuvenecedora que te vendría estupendamente.

-Ni lo intentes Annabeth Chase - habló Tempestad centrándose de nuevo en mí - No puedes cambiar el destino, ni los dioses pueden. No te atrevas a desafiarnos.

No podía hablar, estaba asustada, no podía ocultarlo. Cada verso se repetía en mi mente una y otra vez, la voz grave y misteriosa del oráculo martilleaba en mis oídos recordándomela una y otra vez, de un destino que no podía evitar. Sabía que no podía esperar nada bueno de una profecía, pero no me esperaba tal magnitud.

Lo escuché, mientras caminaba a la puerta, casi podía imaginármelo. Cometí el error de girarme, viendo a Tempestad con una sonrisa, portando unas tijeras parecidas a la de costura y bajo mi mirada, cortó el hilo que sujetaba, cayendo a la llama azul y convirtiéndose en cenizas, Temía, temía por Thalia, por Charles, Nico, Clarisse, Travis, por todos. Me daba miedo continuar y aún más, no poder salvarles.

**************************************************************

Por si alguno no lo ha pillado, esto es un flashback de cuando se fue la mitad de la tripulación.

venga, a descifrar la profecía, tenéis trabajo JAJAJAJ

me duele soberanamente que hayáis pensado que la única profecía es la que le dieron a la tripulación ¿de verdad pensábais que os iba a poner una que básicamente no tenía ningún misterio? VAYA DESHONRA 

Y @hijadeatenea7  ya por fin pude dedicarte el cap ;)

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