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Sensaciones

Vicky

—Aquí tenéis 50.000 hojas de farlopa, sed discretos, ya hablaremos más tarde de la parte que os lleváis —dice Nadando mientras nos da las hojas de farlopa—. ¿Alguna pregunta?

Nadie responde a la pregunta de Nadando por la obvia razón de que era super pronto y todos tenían la mente en otro lado o simplemente estaban medio dormidos. Yo me limito a mirar a Nadando y me acerco a él.

—Nadando, necesito hablar contigo, ¿te importa? —pregunté, esperando alguna respuesta por su parte.

—Claro, vamos arriba —asiento y le sigo hasta la solitaria sala de reuniones del piso superior.

—¿Qué pasa? ¿Todo bien? — dice cruzándose de brazos esperando una respuesta de mi parte.

En ese preciso momento, siento como la sangre no me corre por la cara y las palabras salen difícilmente de mi boca.

—Vuestro jefe... O nuestro —digo con la voz entrecortada, el nudo que solía aparecer en mi garganta en este tipo de situaciones amenazaba con hacer acto de presencia—. Me ha hecho muchísimo daño en el pasado, me arruinó toda la infancia y la verdad es que tampoco sé que hago contándote esto porque es tu jefe, pero quería que lo supieses, por si acaso.

Nadando se limita a mirarme a través de su pasamontañas negro y suelta un suspiro.

—Bueno, el tema es que en estos últimos meses, te has hecho muy cercana a la mafia y te consideramos de nuestra familia, te puedo brindar seguridad y que no tenga ninguna interacción contigo, pero no sé que quieres que haga más... Es nuestro jefe, siempre nos controla y sabe lo que hacemos o no —al escuchar sus palabras intento entrar en razón conmigo misma.

—Evidentemente no te aseguro nada, pero puedes estar tranquila de que mientras esté yo, no te ocurrirá nada —dice apoyándose en la mesa sin dejar de mirarme.

—Muchas gracias Nadando, no sabes cuánto te lo agradezco —digo con una sonrisa, noto como las lágrimas llenan mis mejillas y rápidamente las aparto poniéndome el pasamontañas.

Me despido del hombre y bajo al aparcamiento de la sede en el que me esperaban Gustabo y Horacio en el coche. Subí a este y entablé conversación con ellos.

—Necesito que me llevéis a la comisaría, necesito hablar con Conway —miro a Gustabo que estaba sentado en el asiento del conductor—. Es urgente Gustabín.

Asiente y arranca el coche hacia la comisaría. Yo me limito a mirar por la ventanilla durante el trayecto, Los Santos estaba especialmente tranquila hoy y no habían las características persecuciones entre policías y delincuentes ni nada de ese ajetreo habitual.

Al llegar a la comisaría, me quito el cinturón y miro a los chicos. Gustabo saca su móvil y me mira por unos segundos.

—Vicky, luego te envío un mensaje, estate pendiente del móvil —dice observándome con sus ojos azules.

—Ok, me parece perfecto —le dedico una sonrisa y me despido de ambos.

Entro a comisaría y me encuentro a Ivanov en el mostrador atendiendo denuncias, al verme se le forma una gran sonrisa en la cara  y se acerca corriendo hacía mí.

—¡Vicky! ¿Qué hace por aquí señorita? —me mira con una sonrisa y ladea un poco la cabeza.

—Bueno, primero que todo buenos días —digo poniéndome de brazos cruzados seria—. ¿Qué tal estás Iv? — suelto una risita y le doy un abrazo, al cual él responde de forma cariñosa.

Devuélveme mi asexualidad - Gustabo GarcíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora