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Removiendo el pasado

Vicky

—Vaya, la presa llegó solita sin tener que ser buscada... —dice el hombre con superioridad—. Cacheadla —ordena.

Los guardias se acercaron a mí y me cachearon manoseándome por todos lados, sin conseguir nada.

—Señor, no lleva nada encima —dicen apartándose de mí.

—Perfecto, ¿para qué has venido muñeca? —dice mirándome de arriba a abajo mientras se relamía la parte inferior de sus labios.

Me quedo en silencio unos instantes mientras observo cómo se deshacía del primer botón de su camisa sin dejar de mirarme.

—Deja de mirarme de esa forma y ni se te ocurra seguir llamándome muñeca —digo fulminándole con la mirada.

—Estás en mi propiedad, puedo hacer lo que me salga de los cojones —dice acomodándose en el sillón.

—Bueno, he venido porque quiero hablar contigo... A solas —digo tirando la indirecta para que los guardias que estaban detrás de mí se retiraran.

Édgar hace un gesto con la mano a los guardias para que salieran y estos obedecen. Cuando estos salieron, me siento en uno de los sillones en frente de él, con las piernas ligeramente cruzadas.

—Me sorprende que hayas venido a buscarme, ¿quieres volver a entrar en el negocio? Te escucho —dice mirándome con curiosidad.

Con el "negocio" se refería a la gran red que tenía de prostitución y pornografía, sin contar el negocio de la droga. Por un momento, pensar en volver a esas andadas, me removía el estómago y solo me provocaba repulsión. Es así como esta gente se gana la vida, vendiendo la vida de otros.

—Pues, ¿por qué no nos divertimos un poco antes de pasar a lo serio? —digo levantándome con delicadeza, me acerco a él y me siento encima suya con cada pierna a ambos lados.

Envuelvo mis brazos suavemente alrededor de su cuello e inmediatamente su perfume penetra en mis fosas nasales. Me quedo mirándole directamente a los ojos por unos instantes, y se me viene a la mente esos bonitos ojos azules que tanto admiraba que no se parecían en nada a los ojos negros que tenía en frente, que solo me miraban con pura lascivia.

—¿No que venías a hablar conmigo? O mejor dicho, ¿a seducirme? —dice mirándome esperando a que dijese algo.

—Luego pasamos a lo serio, Édgar —digo moviendo las caderas lentamente encima de él mientras le terminaba de desabrochar la camisa blanca.

—Cuidado princesa, no juegues con fuego —dice agarrándome de las caderas fuertemente para hacer que me mueva más rápido.

Tenía que empezar mi plan antes de que sea demasiado tarde y se caliente demasiado. Me suelto el pelo agitándolo a ambos lados de forma seductora y le miro con una pequeña sonrisa. Observo cómo sus ojos me miraban de forma embelesada y se me forma una pequeña sonrisa al ver el efecto que provocaba en él.

Entrelazo mis manos en su cuello para empezar a aplicar la técnica de la punción seca con la aguja que había cogido de la pinza. Pasé suavemente la aguja por el lado derecho de su cuello y empecé a notar que sus manos se despegaban de mi cuerpo.

—¿Q-qué me pasa? ¿QUÉ COJONES ME HAS HECHO? —grita mirándome con horror.

Esta técnica no le permitiría moverse ni sentir ningún tipo de dolor en un par de horas. Le mantendría algo confuso y mareado hasta que se pasasen los efectos. 

Devuélveme mi asexualidad - Gustabo Garcíaحيث تعيش القصص. اكتشف الآن