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Malas decisiones

Vicky

—¿Qué? Tú estás loca, ¿verdad? —dice Michelle mientras enciende un cigarrillo—. Conway —dice dándole paso para hablar. 

—No pienso opinar la verdad. Pero creo que ya sabes la respuesta, no —dice Conway de forma calmada sin ni siquiera mirarme. 

—Bueno, yo vine por las buenas a ofrecerme. Si no quieren... Ustedes se lo pierden —digo cruzándome de brazos mientras taconeo con uno de los pies en el suelo.

—¿Qué insinúas? ¿Qué tonterías estás diciendo ahora, Vicky? —dice Michelle con desinterés mientras se sienta en su sillón.

—Tal vez la mafia me acoja con los brazos abiertos y no como vosotros, desagradecidos.

Sin dejarles posibilidad de respuesta, salgo del despacho y me dirijo hacia la salida del edificio. 

Subí al coche con algo de enfado en el cuerpo. Al llegar a mi casa, marqué el número del otro día, el que me escribió anónimamente. Sinceramente tenía ganas de saber quien era el "misterioso" que me escribía con tanto afán.

Suena un par de veces y a la tercera, responde un hombre con voz muy grave, casi irreconocible. Este tipo de cosas no me daban miedo porque sencillamente podría ser una broma. Él es el primero en dar paso a la conversación.

—Al final me has llamado, ¿eh? —dice con una risa al final que suena algo distorsionada por lo gruesa que era su voz.

—¿Quién eres? ¿Por qué me escribiste la otra vez? —digo con afán de saber.

—¿Tanto te interesa princesa?

—A ver, si me has estado escribiendo será por algo, ¿no? Y tal vez me puedas echar un cable —digo con algo de duda en mi tono de voz.

—¿Segura que quieres relacionarte conmigo?

—Si, probablemente podamos beneficiarnos el uno al otro. Dime hora y lugar, y ahí estaré.

—Ponte un pasamontañas, ve sola y nada de armas, muñeca. Ahora te mandaré ubicación.

—Está bien —digo poco convencida, en realidad estaba muy nerviosa por lo que estaba apunto de hacer, pero mi voz firme disimulaba los nervios.

—Te espero princesa... —corté la llamada rápidamente por la incomodidad de sus palabras, sentía una sensación rara en el estómago, pero decidí ignorarlo.

Me dirigí a mi habitación. Dejé la ropa que me pondría encima de la cama y me quedé pensativa. Algo en mi interior me indicaba que no hiciese esto, pero otro instinto me decía que no lo pensase más y que fuese a por ello. Me puse todo el conjunto de negro para contribuir a la discreción y bajé a la sala de estar.

 Me puse todo el conjunto de negro para contribuir a la discreción y bajé a la sala de estar

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Devuélveme mi asexualidad - Gustabo GarcíaWhere stories live. Discover now