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De la felicidad al pozo más profundo

Vicky

Comenzó a sonar la alarma de mi móvil sin cesar. Pasé la mano por la mesita de noche intentando dar con el teléfono y lo apago rápidamente antes de que despertase a Gustabo. Me encontraba rodeada por los brazos del rubio que dormía plácidamente, los aparto despacio y salgo de la cama. Me ducho y me pongo el vestido de ayer, el cual había usado poco. Me dirijo a la cocina y empiezo a hacer el desayuno.

—¿Vic? —escucho a Gustabo decir.

Aparece en la puerta de la cocina con una toalla en la cintura dejando a la vista su trabajado torso y el pelo mojado caía sobre su frente suavemente.

—¿Qué estás haciendo? —pregunta acercándose a mí y viendo lo que estaba cocinando.

—Primero que nada, buenos días bombón, estoy haciendo el desayuno —digo con una pequeña sonrisa—. ¿Qué tal has dormido? Espero no haberte pataleado o algo durante la noche.

—Que va, he dormido mejor que nunca —dice pasando sus brazos por mi cintura para abrazarme—. Me haces ser muy cursi Vic, pero joder es que me haces sentir demasiado bien —dice susurrándome suavemente en el oído.

—Madre mía, que cursi Gus —digo algo sonrojada sin dejar de mirarle a los ojos, bajo la vista a sus labios y dejo un pequeño beso—. Ve a cambiarte y desayunamos juntos —digo con una sonrisita.

—¿Y si me dejas desayunarte a ti? —dice atrayéndome rápidamente hacia él.

—Gustabín, por ahora no mi amor, y no puedes llegar tarde al trabajo, ya sabes que Conway se pondrá furioso —digo mirándole con una pequeña sonrisa al notar que él quería lo que quería.

Veo como pone una carita triste y se dirige hacia su habitación. Suelto una pequeña risita y por un momento me da pena, pero es que todavía no estaba preparada para "hacerlo".

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—¿Y Horacio? ¿No ha vuelto ayer? —me parecía extraño que no hubiese vuelto, pero a la vez quería que el ruso con su personalidad tan fría se ablandase con alguien tan cariñoso y carismático como Horacio.

—Pues, ¿quién sabe? A lo mejor se han comido entre ellos ayer —dice comiendo de las tostadas que había preparado—. Esto está de puta madre, ¿qué le has puesto?

—Amor y cariño —digo mirándole a los ojos con una pequeña sonrisa. Alza una ceja esperando a que dijera algo más, pero yo solamente me quedé mirándole, adoraba su piercing de la ceja derecha. 

—¿Te comió la lengua el gato? ¿O es que lo que tienes delante tuya es demasiado para ti? —dice mirándome con una sonrisa coqueta.

—No me tientes Gustabín, no me tientes —me levanto y dejo todos los platos en el fregadero—. Me tengo que ir Gus, tengo que ver a mi madre —digo haciendo una mueca de fastidio, él se limita a asentir mientras mastica una de las tostadas que le quedaba.

—En fin, que tengas un maravilloso día mi vida —agarro el bolso y me acerco a él para darle un beso de despedida.

Me acerco mucho a él juntando mis labios con los suyos, sus labios eran tan cálidos y suaves que desearía no despegarme de ellos nunca. Noto como su lengua busca la entrada a mi boca y le doy paso. El beso se va intensificando y sin pensarlo me siento encima de él sin dejar de disfrutar de aquel beso. Siento como voy perdiendo el control sobre mi cuerpo cuando empieza a pasar sus manos por mi culo, pero un pensamiento me cruza el cerebro rápidamente y me separo de la boca del rubio algo agitada.

Devuélveme mi asexualidad - Gustabo GarcíaOnde histórias criam vida. Descubra agora