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Malas decisiones

Vicky

Hoy estaba dispuesta a acabar con todo esto, o con parte de ello. Podría salir bien o mal, pero no pensaba quedarme con las ganas de intentarlo.

Amanezco entre los brazos de Gustabo, no quería levantarme, pero debía hacerlo, hoy sería un día muy ajetreado. Me intento levantar apartando los brazos del chico cuidadosamente, pero este me abraza más fuerte.

—5 minutos más Vic —dice acorralándome con sus brazos.

—Gustabo, hoy hay mucho que hacer, ¡vamos levanta! —digo pataleando como una niña pequeña para que me soltase.

—Hoy se duerme —dice sin hacerme caso, dejo de patalear y suelto un suspiro.

—Solo un rato más —cierro los ojos y me quedo dormida otra vez.

2 horas después

—¡Madre de Dios! ¡Gustabo! Es la 1 de la tarde ya, no me jodas —digo golpeándole con la almohada en la cara varias veces para despertarle.

—Aaaaaa —dice rodando por la cama cayéndose al suelo—. Auch, me he hecho daño... —dice levantándose con una mano en la cabeza.

—Ay, que dramas mi Gustabo —digo acercándome a él para pasar suavemente mi mano sobre la zona en la que se había hecho daño—. Aquí te hicis- —sin dejar que terminara de hablar, me lanza sobre la cama y empieza a hacerme cosquillas—. P-para, p-por favor, ay para aaaaaa —me retorcía debajo de él de la risa, pero no cesaba las cosquillas.

Gustabo parecía disfrutarlo ya que cada vez aumentaba más la intensidad de las cosquillas con una sonrisa de lo más extraña en su cara.

—Pogo solo quiere hacerte reír... —suelta sin dejar de sonreír, confusa ante esto, dejo de reírme inmediatamente y hago que pare de hacerme cosquillas.

—¿Quién es Pogo, Gustabo? —pregunto mirándole a los ojos, pero tenía sus ojos parecían estar vacíos, como si no estuviese consciente en ese preciso momento—. ¡¿Gustabo?! ¿Estás bien? —digo sacudiéndole preocupada.

—Si si, perdón, había tenido un colapso extraño, perdón —se levanta con una expresión muy seria y se dirige al baño, dejándome con un mal sabor de boca.

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—Si... Fue demasiado raro Horacio, estábamos en un buen momento y, de repente, saltó con eso... —le digo a Horacio por teléfono mientras tomaba un café en el jardín.

—Él desde pequeño fue muy... ¿especial? Siempre intentaba protegerme encima de todo, siempre que conseguía un poco de comida me la daba a mí y él se quedaba con hambre, y muchos actos más que le hacían ser el mejor hermano del mundo. Pero siempre noté algo extraño en él, como una segunda personalidad o vida dentro de él... —dice a través del teléfono con voz serena y calmada—. ¿Te dijo algo más cuando tuvo ese colapso?

—Me dijo "Pogo solo quiere hacerte reír", pero no sé quién es Pogo, no me suena de nada, le pregunté y no me dijo nada.

—Pogo... Pogo... —dice repitiendo varias veces el nombre, como intentando recordar algo del mismo—. ¡Pogo! Era el nombre que él usaba cuando jugábamos durante nuestra infancia. Es bastante raro que lo siga usando —dice algo preocupado.

Devuélveme mi asexualidad - Gustabo GarcíaWhere stories live. Discover now