Devuélveme mi asexualidad - Gustabo García

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Ira

Vicky

Son las 7 de la mañana y siento que no he pegado ojo en toda la noche. Los pensamientos y sueños extraños inundan mi cabeza, y sigo sin acostumbrarme al ambiente nuevo en mi vida.

Hoy es mi primer día en la policía y tampoco es que me emocione mucho. Sé con quien me voy a encontrar en comisaría y no me hace nada de gracia. No es por nada, sino que me duele verlo y no poder hablar con él con la misma confianza de antes porque soy una completa desconocida en su vida. 

Me levanto de la cama con desgana y me dirijo a la cocina para hacerme un café. Mientras este se hace, me meto en la ducha para quitarme el nubarrón que tengo encima.

Me aliso el pelo, me maquillo rápidamente tapando lunares y ciertos rasgos de mi cara, y me pongo las lentillas azules. Me visto con unos pantalones vaqueros anchos y un jersey en el que pone "Harvard". Vuelvo a la cocina y me hago unas tostadas con aceite acompañadas del café que hice. 

Desayuno mientras leo las noticias en mi iPad. Mi turno empezaba a las 8 así que tenía tiempo de sobra. Recojo un poco el apartamento y me preparo para salir.

De camino a comisaría dejo que mis oídos disfruten del último álbum de The Weeknd mientras canto las canciones una por una sin fallar. La música es la única cosa capaz de hacerme olvidar todo lo malo de este mundo y entrar en un mundo paralelo en el que solo existe la música y yo.

Llego a la comisaría y el ambiente me baja los ánimos hasta el subsuelo. Hay varias personas en la puerta con cámaras y micrófonos. Por un momento me planteo volver a arrancar el coche y volver a casa, pero me armo de valor y entro por el parking subterráneo.

Aparco el coche y bajo cerrándolo. Me dirijo hacia los vestuarios con la tarjeta de identificación en el cuello permitiéndome entrar a todas las salas. Me dirijo a los vestuarios y me quedo parada por un momento. <<No sé cuál es mi casillero...>>

Empiezo a probar la llave en todas las taquillas hasta que escucho como la puerta de los vestuarios se abre. 

—¿Quién eres tú? ¿Qué haces intentando abrir mi taquilla? —escucho esa voz con acento ruso que reconozco al instante.

—Ehm... Perdón, es que soy nueva y... No sé cuál es mi taquilla —digo un poco nerviosa. 

Se acerca, agarra mi tarjeta de identificación y la mira. Levanta la mirada y se me queda mirando. Me pone nerviosa, pero logro mantener la mirada para que no note que me intimida. 

Se aparta un poco de mí y se cruza de brazos.

—En la llave que te dieron para la taquilla está el número al cual corresponde tu taquilla —suelta esa información y se va con el mismo semblante frío con el que había entrado. 

—Si es que soy gilipollas... —digo para mí misma mientras miro el número de la llave.

Me dirijo a mi taquilla y la abro. Saco el uniforme policial y me lo pongo dejando la ropa de civil en la taquilla. Luego, voy a la armería donde agarro la porra, la pistola reglamentaria y el táser. 

Me recojo el pelo en una coleta alta y me armo de valor para empezar mi primera jornada de trabajo. Salgo a la recepción y veo como la gente quiere entrar a comisaría. 

Me acerco a un grupo de oficiales de alto rango y escucho como hablan de cómo van a manejar el día de hoy. Son Volkov, Greco y dos enmascarados... Son Fred y Dan, debajo de Fred estaba Gustabo y se me eriza la piel de solo pensarlo.