16. Giglio di cala

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El mayor besó delicadamente su frente durante unos segundos antes de separarse y mirarlo, parecía admirarlo, como si quisiera recordar todo rasgo fácil en el contrario, desde su pálida piel hasta su precioso cabello casi blanco. Feng Xin amaba los oscuros ojos negros del contrario, que parecían helar a cualquiera si se le veía por demasiado tiempo, pero que, con él, brillaban de una forma que no sabía explicar.

Mu Qing se acercó dejando un largo beso en su mejilla. Ninguno dijo más, no era necesario.

Cerca de quince minutos después, bajaron en silencio del auto después de pagar, y caminaron intentando pasar desapercibidos a dos cuadras del aeropuerto. Era una ventaja que estuviera oscuro, aunque pese a eso, tenían que andar con cuidado.

Justo estaban por dar la vuelta cuando una familiar voz llamó al platinado, Alessandro lo detuvo tirando de él para que dejara de caminar, y en reflejo, Feng Xin apuntó hacia él con su arma.

"Niño idiota, estoy intentando salvar sus vidas" -Feng Xin frunció el ceño mirando esta vez con atención al rubio-. "Padre está esperandote aquí, al igual que el don de los Bernardi"

"¿Qué?"

"Mira" -Con cuidado, el rubio agachó a su hermano para mostrarle de manera en que ninguno de los dos fueran vistos-.

El lugar estaba repleto de gente supuestamente "escondida", tanto de los La Porta, como de los Bernardi, la joven pareja sintió una opresión en el pecho antes de mirarse de nuevo.

"Tenemos que volver, te daré un minuto para que te despidas" -Pese a la mala mirada que Alessandro le dedicó a Feng Xin, cumplió con su palabra y se alejó, los otros dos seguían en una especie de trance, aquello significaba que sin importar lo que hicieran, de ahora en adelante no podrían estar juntos, no se los permitirían-.

Mu Qing suspiró, tan profundo que el nudo en su garganta cedió un momento.

La mirada de Feng Xin estaba perdida, de todas las opciones, esta era la más viable y la mejor, no funcionaría ninguna otra, y lo sabían.

Lo único que seguía era que sus padres los mandaran a diferentes continentes a estudiar, con gente cuidándoles todo el tiempo y sin siquiera volver a ver al otro. Como si todo lo que vivieron juntos no hubiera ocurrido.

Se había terminado.

Pero, realmente, ninguno de los dos quería continuar si su acompañante ya no se encontraba en su vida.

Feng Xin lo supo desde la primera vez que lo vio, el platinado es y sería por siempre el amor de su vida, ni siquiera habían hablado demasiado cuando se enamoró perdidamente de él.

Y mirarlo ahora, con la falta de brillo en sus preciosos ojos ónix, solo hacían al castaño sentirse peor.

"Veámonos mañana por la tarde, tengo un plan" -Mu Qing le miró no muy convencido, pero el mayor no mentía en cosas así, así que asintió antes de recibir el abrazo del castaño, que parecía aferrarse a él-. "Vuelve con tu familia, hazles creer que terminamos, te prometo que todo será más fácil"

"¿Estás seguro?"

"Si" -El mayor se separó ligeramente y le besó con cierta intensidad que confundió ligeramente al platinado-. "Te amo con toda mi alma, por siempre, eres el amor de mi vida"

El platinado lo abrazó limpiando el indicio de sus propias lágrimas, y besó sus labios lentamente, sintiendo entre el beso, el sabor salado de la lágrima del pelinegro.

"No lo dudes, tú y yo estamos destinados a estar juntos" -Mu Qing se separó muy a su pesar, y dejó un corto beso sobre sus labios-. "Te amo, idiota, mucho, nos vemos mañana a las cuatro, oh, pero, ¿donde?"

SAVAGES (𝐅𝐞𝐧𝐠𝐪𝐢𝐧𝐠)Where stories live. Discover now