Capitulo 79

11.4K 601 58
                                    

James Miller.

Por un momento pensé que ella me abandonaría, que se iría y me dejaría solo. Estaba a punto de perder la esperanza, me estaba hundiendo, pero siempre que creo perderme ella vuelve a mí, nuevamente ella regresó a iluminar mi camino.

Le mentí al decirle que no escuche lo que hablaba con Mark, fue cierto cuando dije que no escuche todo, pero si había escuchado el final de su conversación. Deduje enseguida que ella tenía dudas, miedo de casarse conmigo porque temía que en un momento de nuestra relación volviera salir a flote el maldito que era antes y entendía perfectamente sus miedos, estaba en todo su derecho de dudar porque ahora ya no solo es ella sino también nuestros hijos.

Siempre he estado consciente que soy malo para ella y que todo lo que le pasa es por mi culpa, pero soy tan egoísta que no quiero ni puedo dejarla ir. He cambiado por mi familia aunque no sé si lo suficiente, al igual que ella, yo temo convertirme en lo que más detesto.

No puedo dejar la mafia, lo que sí puedo hacer es dedicarme a cuidarla hoy y siempre. Después de todo, tengo toda una vida por delante para demostrarle que he cambiado para ella y mis hijos.

No me separe de ella en ningún momento, los dos días más que debía estar internada se me hicieron eternos. Cuando salió y la lleve de regreso a casa la recibieron con muchísimo amor, sus hermanos, su papá; ni hablar de mis hermanos y nana, la consintieron como a toda una reina.

El reencuentro entre los gemelos y su madre fue lo más lindo que pude presenciar. Ambos bebés se emocionaron al verla, sus rostros parecían habérseles iluminado junto a la enorme sonrisa enseñando sus encías aún sin dientes, se aventaban a los brazos de mi mujer y ella como todo un ángel les sonrió y a pesar de que sabía no podía hacer mucho esfuerzo, cargó a los dos pequeños que no dejaban de aventarse muy felices.

-Mis pequeños yo también los extrañe muchísimo. Ustedes son lo más hermoso que me pudo haber pasado, los amo - besó a cada bebé en la frente.

-Son lo más hermoso luego de mí, por supuesto - dije socarronamente. En ese momento Giorgio comenzó a quejarse con el ceño fruncido seguido por Valerio, todos los adultos comenzaron a reír.

-No cabe duda que son hijos tuyos - comentó Liz.

-Son todo unos pequeños ogros - dijo entre risas Evan, lo golpee en el brazo - Es la verdad - siguió riendo.

-No es cierto mis bebés, no le hagan caso a su papá - solo basto que mi reina dijera eso para que automáticamente dejarán de quejarse.

-A quién se parecerán - susurró mi nana a mi lado con burla.

-Bueno ya - dije frunciendo el ceño. Desde luego que yo no era así como ellos - Tienes que descansar, dámelos - le quite a los bebés y ni cinco segundos los tuve cuando me los quitaron Liz y Kyle.

Lleve a mi reina a nuestra habitación, la ayude a darse un baño, le cure sus heridas, comió un poco y enseguida cayó perdida en un profundo sueño.

Me quedé observándola dormir, ella es todo para mí. Seguramente en estos momentos estaría muerto sino hubiera despertado.

-No te pienso perder nunca, te amo - bese su frente, segundos después yo también me quede dormido.

Alexandra Miller.

Luego de mi salida del hospital, los días pasaron volando; no tarde mucho en recuperarme, de eso solo quedaba ya una cicatriz. Miller tal como prometió, no me dejaba salir para nada de casa a menos que no fuera acompañada por alguien de la familia o por veinte escoltas como mínimo, mi papá estaba de acuerdo con él, al parecer esos dos se confabularon y mi padre en verdad estaba cumpliendo lo de castigarme sin importar que tuviera pareja.

James y yo fuimos a la tumba de Palmer, ambos estábamos tristes por su pérdida. Yo siempre voy a estar infinitamente agradecida con ese hombre por haberme salvado, jamás lo olvidaré y lo recordaré como un segundo padre.

Cuando me enteré que Dylan estuvo detrás de todo, una rabia en mí exploto, me daba igual que quisiera matarme a mí, pero quiso matar a mis hijos y eso lo iba a pagar caro. El estado en el que se encontraba era deplorable, sentí un poco de lástima por él, se habían encargado de hacerlo sufrir bastante y admito que disfrute bastante su expresión al verme, fue como si hubiera visto a un fantasma.

-Creí que estabas muerta - escupió sangre - Si hubieras accedido a estar conmigo nada de esto habría pasado, pero no. Eres una maldita gata.

-Tienes razón en eso, soy una maldita gata porque tengo siete vidas y tú como todo un inútil miserable, no pudiste acabar ni con una - lo mire con frivolidad - Mejor deberías agradecerme que vengo a liberarte.

-¿En verdad lo harás? - abrió los ojos sorprendido.

-Sí, pero nunca dije cómo - sonreí maliciosa - Púdrete en el infierno - levante la mano con la que sostenía mi arma y le disparé en la cabeza.

Desde ese día no se habló más de Dylan, creímos que su papá se vengaría y no fue así, motivo suficiente para dejar hasta ahí el tema.

La boda por evidentes motivos se tuvo que posponer unos meses, aunque al mes estuve totalmente recuperada y decidí retomar mi vida tan normal como antes. Por la mañana trabajo en las empresas e intento no llegar tan tarde para pasar tiempo con mis pequeños y a pesar de que Liz me ayudaba mucho con los preparativos de la boda, por la noche yo ultimaba detalles.

Llegamos a Italia una semana antes de la boda, nos mudaríamos a la nueva casa hasta después de casarnos, por ahora vivíamos en su antigua casa. Tan solo estábamos a dos días y mis nervios aumentaron muchísimo más que antes.

Es como si de pronto mi vida comenzara con James nuevamente, solo que ahora viviendo en Italia junto a nuestros hijos.

-Faltan dos días Coleman - susurró James rodeándome por la espalda con sus brazos mientras veíamos a los gemelos dormir.

-Faltan dos días - masculle - ¿Estás seguro que te quieres casar?

-¿Lo estas dudando? - Me giro mirándome con una ceja levantada - Ni siquiera pienses en dejarme plantado porque soy capaz de llevarte amarrada hasta el altar - reí por lo bajo.

-No lo haría - lo besé castamente - Estoy nerviosa, es todo.

­Tengo la solución perfecta - me sonrió pícaro al momento que me levantaba del suelo, salimos del cuarto de los gemelos y nos llevó hasta nuestra habitación cerrando con seguro la puerta - Más te vale no gritar, no queremos despertar a nadie y mucho menos a las copias.

-Eres un tonto - sonreí pegándolo más a mi cuando me recostó sobre la cama.

-Ajá, ajá - sonrió rodando los ojos, besándome con desesperación.

-Te amo - dijimos al unísono, lo que provocó nuestras risas.

No hacía falta decir que nuestra conexión para todo era increíble, estábamos hechos el uno para el otro y ahora más que nunca, sé que si yo hubiera querido desde el momento en que llegó mi papá y mi hermano por mí, me hubiera ido. Pero no quise y no fue por él, sino por mí.

Por una vez en mi vida quise intentar una nueva experiencia, quise darme la oportunidad con ese hombre cuyos ojos color negro como el ébano me atraparon y no me arrepiento de nada. Jamás me arrepentiré de nada en cuanto a James Miller se trate.

...

Qué infinita es la libertad de poder escapar y preferir la jaula.

El reyWhere stories live. Discover now