Se burlaron de ella. La acusaron de débil, frágil, rara, inútil.
Se sintió mal por ello; sin embargo, no permaneció de brazos cruzados.
El destino tiene muchas formas de revertirse.
Ella ni siquiera lo planeó.
como tampoco estaba en sus planes ena...
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-L-lo siento -murmuro con torpeza, al chocar nuevamente con un sujeto calvo.
-Fíjate por donde vas, perra -me responde ofensivo.
De haber sabido que el planeta Vegeta es un lugar tan hostil, nunca hubiera deseado venir.
Este tipo calvo, solo es uno de los muchos que ya me han insultado hasta ahora, es como la vez número cincuenta que alguien me empuja,golpea o arroja una mirada amenazante.
Al pasear me entre las carpas, diviso distintos soldados vistiéndose, comiendo o peleando por tonterías sin sentido. Son unos cavernícolas.
Acabo de ver: como a un sujeto de la nada, le proporcionaron una paliza, con la simple excusa de "me miraste mal". No fue nada bonito.
Un suspiro inmenso escapa de mis labios, en lo que me armo de valor para llegar hasta la carpa 1551.
De nuevo, pierdo el control de mis pies que se enredan, me intimido con un grandote frente a mi. Accidentalmente, mi cabeza se estampa contra su pecho.
Fija su mirada en mi escuálida figura y por poco no me orino encima.
-¿Cuanto cobras la hora, linda? -me interroga, tomando me de improviso por la cintura.
Frunzo el seño enseguida y estoy a punto de aclararle que se está equivocando, cuando un empujón lo aparta de mi.
Genial.
Otro mono con ganas de aparearse.
-No soy lo que ustedes creen -advierto de ante mano, viéndolos a ambos con precaución.
El grandote de melena enrulada y estatura pequeña, simplemente me ignora, observando desafiante a su agresor.
-Toteppo, es mejor que no te metas en mis asuntos, desgraciado -lo amenaza, manteniendo la ira en sus ojos.
El mencionado me toma por los hombros y no se inmuta con su actitud amenazante.
Genial.
¿Ahora que?.
¿Tengo que usar un letrero que diga prohibido tocar en este planeta?.
¿O es que pueden manosear a cualquier mujer a su antojo?.
-Deja en paz a la chica, se nota a leguas que no es una prostituta, no la molestes -emite en forma serena.
Para mi sorpresa, el recién llegado acaba de defenderme y se está enfrentando contra este tipo. Me brinda una sonrisa, que por alguna razón me reconforta en este momento.
¿Y que mas podría necesitar mas que confort?. Todos, en comparación mía, son mucho mas altos y fornidos lo que me inhibe un poco -un poco bastante-.
Al parecer no hay mujeres aquí, a excepción de las muchachas del palacio o las que se encuentran trabajando en los burdeles del planeta.
Si las hay, no creo que tengan una pizca de respeto por ellas; o al menos, eso es lo que demuestra el individuo frente a mi y el calvo anterior.
