Se burlaron de ella. La acusaron de débil, frágil, rara, inútil.
Se sintió mal por ello; sin embargo, no permaneció de brazos cruzados.
El destino tiene muchas formas de revertirse.
Ella ni siquiera lo planeó.
como tampoco estaba en sus planes ena...
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Difícilmente podía respirar.
¿Esto, es un sueño?
Bardock tiene sus labios sobre los míos y parece tan irreal. Esboza una sonrisa ladina que hace que me derrita por completo, siento como uno de sus dedos se desliza hasta la punta de la polera.
El permanece ahí; tan frío, quieto, con la mirada egocéntrica que sin palabras te grita "estás loca por mi". Es cierto... y tan patéticamente injusto. No puede mofarse así de mi, cuando por dentro siento mi mundo girar en base a su existencia.
- Tú -me animo a pronunciar - simio de pacotilla. ¿Que crees que haces?.
- ¿En serio? -me cuestiona con su característica voz rasposa.
Ahora su mano sube, hasta recorrer toda mi espalda, traza una caricia larga que me ocasiona una descarga eléctrica en el cuerpo.
Es como si: sometiera mis acciones con hilos imaginarios que me mantienen a su merced. Pasan los segundos, ese calor particular se expande aun mas en mis mejillas y vientre.
Quiero apartarme, pero me es imposible, no puedo con el viéndome de esta forma, no con mis pies tambaleantes que ejercen fuerza hacia atrás y son traídos al mismo retorno por sus grandes brazos, no puedo porque esta sensación extraña -junto con todo lo que hace- no me molesta en absoluto.
- ¿En serio qué? -cuestiono de regreso, casi en un susurro inaudible.
Se siente como si pasara un siglo desde la última vez que habló. Es porque en mi mente estoy viviendo todas estas sensaciones en cámara lenta.
Todo lo que dice, todo lo que hace: se siente especial.
Bardock abre su boca nuevamente, con uno de sus pulgares me separa los labios en una pequeña presión que impone sobre la comisura inferior de estos. Sostiene mi cuello con una mano, desde la parte alta de mi espalda. Se inclina, divertido, por algo que únicamente el conoce... Y susurra contra mi oido, palabras que hacen que mi mente vuele -y muy alto-.
- ¿En serio creiste que no pasaría nada? -ante mi cara de desconcierto continua hablando- Interrumpes mi ducha, usas mi ropa sin permiso y te abalanzas sobre mi sin pudor alguno.
Puedo percibir un ápice de enojo en su voz; pero hay algo mas, algo que desconozco. Sus ojos brillan intensamente y antes de que pueda reprocharle sobre el accidente se acerca a mi en una manera peligrosa.
- No soy de piedra... Y ya sobrepasaste tus límites.
Abro los ojos de par en par.
- ¡No, no me beses! -exijo en una fuerte exclamación.
Segundos después, mi pequeño cuerpo impacta en seco contra el suelo. ¡Oh si!, ¡Creo que me rompí un hueso!.
