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Maratón 3/4

—¿Cómo que Gilbert tenía tu misma idea? —la sorpresa se mostró en los ojos de Diana, que no podía creer lo que acaba de contarle su mejor amiga. Anne se limitó a asentir y rodar los ojos. Estaban en la hora del almuerzo en el gran comedor de Rodwest y charlaban sobre cómo había sido el primer día de clases. Más bien, se lo contaban a Jane que iba al otro salón.

—Son el uno para el otro —opinó la castaña antes de darle un mordisco a su sándwich. Ruby la miró con gran pesar al oírla y Jane simplemente se encogió de hombros— Vamos, Ruby, es la verdad. Además, aún puedes ser el alma gemela de Moody.

—¡Él no para de mirarte! —sollozó la rubia, que se cruzó de brazos y se negó a comer de su ensalada— Y ahora que dices lo de Anne...

—Pregúntame si puedo volar —ironizó la pelirroja y ninguna la comprendió. Entonces ella bufó sabiendo que debería explicarse, como siempre—. No hay manera alguna de que Gilbert esté interesado en mí ni yo en él. Y además, ese no es el tema. La cuestión es que él también está buscando la cura para la Amortentia, eso me fastidia.

Las demás se miraron. En el fondo todas comenzaban a sentir que había algo más entre ellos dos. Algo los unía. Un presentimiento.

—Podrían hacer grupo para su investigación —opinó Diana, que comenzaba a fantasear con una relación entre ellos dos—. Ambos son ciertamente inteligentes.

—Oh, por Dios, Diana. No me ofendas de esa manera.
————

—Entonces ella me dijo que no era de mi incumbencia, pero claramente tiene la misma idea que tengo yo —Gilbert y los demás chicos no habían pasado al comedor, en cambio, se quedaron a un lado de la entrada y desde ahí almorzaban comida chatarra.

—Jong eg uno paga eg ogtro —le dijo Moody, que se había llenado la boca con papas fritas y ya comenzaba a usar el acento de Jerry, pero peor.

—Sigue así y te tragaras el paquete de papas también —lo amenazó Gilbert con molestia e intentó hacer caso omiso al crujir de las frituras—. No puede ser que pensemos lo mismo. Comienza a ser incómodo y moles... ¡MOODY, DEJA DE SER TAN CERDO PARA COMER, POR AMOR A MERLÍN!

—¡TÚ DEJA DE SER UN MALDITO CIEGO Y ACEPTA QUE ANNE ES TU PUTO DESTINO!

Todos se callaron al ver como Gilbert fruncía el ceño.

—Okaaaaay, eso fue raro —susurró Jerry antes de quitarle el envoltorio al caramelo de banana número veinte que iba comiendo en la mañana.

—¿Alguien va a ayudarme con la poción o me seguirán molestando con esas falacias? Entre ella y yo no hay una mínima posibilidad de nada ni la habrá. Ya les cerraré la boca cuando cumpla los dieciséis y no huela ningún aroma.

—Entonces aceptas oler la Amortentina —Cole sonrió victorioso. Ya había terminado su comida y se divertía al ver como Gilbert se paralizó en medio camino al llevar su habitual manzana a la boca.

—Ahg, olvídenlo —dijo entonces, negando efusivamente y marchándose a las habitaciones. Quería sacarse el uniforme y tumbarse en la cama para buscar respuestas en internet ya que la biblioteca no abría hasta el día siguiente.

Y mientras se cambiaba por su cabeza pasaban miles de ideas y dudas. Pero también quejas.

¿Anne y él? ¿Él y Anne? Ni el agua y el aceite se había animado a tanto.

—Sí, como no. La chica más egocéntrica que conocí nunca —se quejaba en lo que acomodaba su camiseta frente al espejo del cuarto que compartía con los demás—. No tendré alma gemela, ni siquiera sé por qué me preocupo tanto. Además, si encuentro a la mujer indicada, preferiría mil veces que fuera durante un viaje por algún lugar fantástico. Alguien que... sea linda, pero no físicamente. Es decir, no lo sé, alguien que me divierta y tenga grandes ocurrencias. Anne no es esa persona, es todo lo opuesto. Ella solo incrementa mis ganas de tirar por la ventana el tazón de avena que siempre se me quema. No es mi culpa que la avena sea tan difícil de preparar.

Para como iban sus quejas, Gilbert no se percató de que alguien estaba oyéndolo desde la puerta semiabierta. Solo él era tan estúpido como para cambiarse sin poner llave.

Cuando notó la presencia de la pelirroja con ojos color cielo su cuerpo se tensó totalmente.
————-

—Pero, Anne, ¿qué buscas? —Diana se había espantado al entrar en su habitación y ver todo el contenido de la valija desparramado por el piso. Mientras tanto, la pelirroja parecía buscar algo con tanta desesperación que su vida dependía de ello.

—Perdí mi libreta, Diana. La libreta de los Backyardigans. ¡La que tenía a Pablo en la portada! —se desesperó y su mejor amiga no comprendió qué tan grave era la situación.

—¿La que te obsequié el año pasado?

—¡Esa es de Winnie Pooh! Ahí anoto mis horarios diarios. Pero en esta siempre llevo mis ideas. ¡Pablo es mi inspiración! y lo necesito si quiero buscar una cura para la poción.

Diana negó. Anne era muy recurrente con el tema y ya comenzaba a cansarla, como a Jerry le pasaba con Gilbert, pero se trataba de su mejor amiga. Si ella la soportó noches enteras llorando por el francés, ahora debía devolvérselo y acompañarla en la búsqueda de su tan preciada librea de Pablo el backyardigan.

—Olvídalo, aquí está —sonrió satisfecha y tranquila a la vez. Esa libreta era de lo más preciado que tenía. Ahí anotaba cada cosa, y cuando se quedaba sin hojas le agregaba más. Por algo era bastante grande—. Bien, debo comenzar a pensar mis estrategias. Pero primero me cambiaré —Diana entendió las palabras de su amiga y se dispuso a dejarla sola, pese a que no se aseguró de haber cerrado la puerta por completo.

Después de todo, Anne había estado comportándose así a partir de la finalización del almuerzo, luego de oír un grito en las afueras del salón. Pero ninguna había llegado a escuchar más que un "Es tu puto destino"

—Gilbert Blythe —rió irónica, comenzando a alzar sus prendas y lanzándolas de nuevo en la valija—. Sí, como no. El chico más altanero que conocí jamás. Es que de solo verlo actuar como si fuera don perfección me exprime la cordura. Si estuviera cocinando un pastel, él sería el causante de que olvidara la
vainilla. No debe saber hacer ni un tazón de avena. Pero eso es tan sencillo. Para lo único que sirve es para atormentarme la vida. Y mi alma gemela no será alguien que me atormente la vida. Él será compañero de la aventura, pero yo seré la reina de la libertad y la gloria.

Si de algo no se percató hasta girarse para agarrar una sudadera que había volado cerca de la puerta fue de la presencia de un delgado chico con rizos negros.

"¿Cuándo notaré que en realidad te quiero?"

«»

Alguien más al principio pensó que era Anne la que estaba en la habitación de Gilbert y viceversa? :)

No lo son, pero casi:

Aguanten los caramelos de banana

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Aguanten los caramelos de banana

Si llegaste hasta acá, gracias por leer. Espero que te haya gustado🤍

Nos vemos en una horaaa

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MORTicia🪐

AMORTENTIA; Shirbert [✓]Where stories live. Discover now