4. Desconocido

147 48 90
                                    

Arabelle Rose White

-Quien rayos eres y qué haces en mi habitación?.-pregunte molesta.

Quede quieta cuando ese joven estaba frente a mi, sin educación al parecer ya que entro sin permiso y sin tocar, me sentía tan enojada. Pero no pude dejar de admirar el hombre que estaba frente a mi, era el más cautivador que había visto en mi corta edad, pero para ser honesta nunca veía gente nueva, pero él lo era, nunca lo había visto,  un hombre sumamente apuesto y su mirada era diferente tenía los ojos diferentes, uno verde y el otro azul, eso era increíble en nuestro hogar, entre mas diferente, mejor, porque eres único, así era el hombre frente a mi, con una belleza que imponía, con un cabello largo color café recogido hacia atrás dejando al descubierto sus orejas puntiagudas, unos labios gruesos y rosados, unas cejas pobladas, una piel bronceada, tenía una cicatriz que se extendía desde su rostro hacia su cuello y unas pecas, era alto y fuerte, vestía un traje color verde con mangas largas, unos pantalones negros y botas del mismo color. Era absolutamente deslumbrante, me hacía pensar en otra cosa y no solo en que mi padre murió, me hizo sentir mejor con su sola presencia, pero no podía demostrarlo.

-Siento mucho entrar sin tocar, pero la reina me envió a vigilarla, soy el capitán Hunter, estoy a su servicio para cuidarla, si necesita algo solo puede pedírmelo y se lo traeré, ya que no puede salir por ahora, los que atacaron al rey siguen sueltos y la heredera debe estar protegida.

-Así que ahora eres mi nuevo carcelero.-dije riendo.
-Capitán Hunter para usted.-dijo molesto.

-No necesito que tú me cuides, ve con tu reina y dile que no quiero nada, no te necesitó, puedo cuidarme sola.

-No dudo de eso, pero estoy preparado para cualquier situación, mejor de lo que usted está, quiera o no, yo no trabajo para usted y pienso hacer lo que me pidieron, no sucumbiré ante los deseos de una niña caprichosa.

-Como te atreves?.-dije sorprendida.-Nisiquiera me conoces, quien te crees para decir cosas cuando aún no sabes nada de mi.

-Tiene razón, no es mi trabajo decirle eso, solo vine a ver cómo estaba así que si me disculpa estaré afuera vigilando, si necesita algo solo pídalo.

Él salió dejándome sola y por un momento añore estar afuera de esas cuatro paredes extensas, aunque estaban anchas yo me sentía encerrada, atrapada, sin aire, sola y vacía.

Me quede pensando un buen rato, cuando ya era muy tarde me dirigí hacia mi balcón y admiré la gran vista de mi reino y recordé cuando mi padre y yo nos sentábamos en los jardines los domingos y hacíamos tardes de picnic, o veíamos las estrellas, cuando me enseñó cada recoveco del palacio, las clases de cómo ser una gran reina y el tiempo que me daba para escucharme. Una vez más tocaron en mi puerta y sabía que o podría ser mi nana o sería el insufrible del capitán, pero rápidamente cuando abrí la puerta supe que era el segundo.

-Pasa.-dije amablemente.

-Veo que despertamos de buen humor.

-Puedes dejar la comida en la mesa.

-Puedes hacerlo por ti misma, no soy tu sirviente.

-Lamentó si fui grosera hace un rato, no lo hice con intención, como te habrás dado cuenta no estoy pasando por el mejor momento de mi vida.

-Yo lo se, entiendo alteza, pero no voy a ser la persona con la que te desquites, aquí esta tu comida.-dijo extendiéndome la bandeja.

-Supongo qué gracias.

-Si me disculpa.
-No te vayas.- dije rogando.

-Estaré afuera cuidando la puerta.

-Quédate, necesito distraerme y supongo que alguien como tú tiene muchas historias por contar.

Princesa maldita I ( Terminada )Where stories live. Discover now