Capítulo treinta y nueve

90 19 29
                                    

Capitulo FINAL

Narrador omnisciente:

Para Ada las cosas no habían resultado nada fáciles y para Gastón mucho menos, la presión que había sentido al no saber que explicación le iba a dar a Ada lo había aturdido.

Arleth se quedó en su departamento luego de presenciar tal escena entre Gastón y Ada. Inquieta y sin saber que hacer o decir ayudó al pelinegro a vestirse para salir pitando de ahí.

— ¡Ada! — vocifera por los pasillos del departamento, su corazón está agitado, a punto de salirse por la garganta.

— ¡Ada! — vuelve a gritar pero no fue suficiente puesto que Ada lo ignora abiertamente, no tiene intenciones de volver ni aunque vocifere su nombre mil veces.

Corre en diferentes direcciones, su cabeza se mueve de derecha a izquierda simultáneamente, sus ojos la buscan cuando de pronto la ve.

Estaba de pie observando los distintos botones del ascensor, se acerca a ella con rapidez y justo cuando ya está a casi un metro de distancia, Ada nota su presencia.

Una lágrima recorre su mejilla, ella no hace nada para limpiárselo, sin embargo, está deseando poder decirle todo lo que lleva guardado.

Pero no sabe cómo, no sabe cómo empezar ni como terminar, para ambos todo es muy difícil, la mirada de Ada refleja el dolor y la decepción.

Ella tenía bastante claro lo que debía hacer en estos casos y eso no implicaría precisamente quedarse.

— Por favor... solo escúchame.

El ruego de Gastón solo logró que Ada se sienta más atrapada dentro del ascensor.

Se acerca sigilosamente hasta donde está.

— ¡Suéltame! — siente su garganta arder mientras pronuncia aquello.

Él sabía que si lo hacía Ada probablemente se altere y en un ascensor las cosas solo se complicarían.

¿Cómo le iba a hacer creer a Ada lo contrario?

Ella estaba convencida de que dar su brazo a torcer solo iba a empeorarlo todo, ya lo había hecho una vez con Michelle. ¿Por qué las cosas cambiarían con Gastón?

No la había conocido en las mejores circunstancias, un beso con otra la había mandado directo al hospital.

Su madre no le tiene aprecio y Debram... él mucho menos.

Ahora todos se convertirían en sus enemigas, incluso la chica que ama.

— Entre ella y yo no ha pasado nada. — arrastra las palabras con melancolía. — llegó hace media hora. Arleth no significa nada para mí, por favor, créeme.

Su voz se quiebra al intentar explicárselo pero nada lograba ablandar el pequeño corazón de Ada.

— Ada... eres la primera chica de la que me he enamorado, me estoy volviendo loco teniéndote aquí frente a mí y sin poder besarte.

Intenta buscar sus ojos pero ella simplemente prefiere mirar al piso.

Temía que una conexión de ambos pueda hacer que vuelva a confiar.

«Él lo hizo otra vez»

Primero Denisse, luego Arleth.

«Los mujeriegos no cambian, solo descansan» La voz de Debram suena en su cabeza.

Gastón no va cambiar.

— No quiero volver a verte.

Le advierte, esta vez mirándolo directamente. Aprieta sus dientes reteniendo las ganas de llorar. — nunca imaginé que fueras tan cínico, ayer me llamaste mentirosa, ayer me dijiste adiós. Que ironice puede ser la vida ¿No? Ahora eres tú el que pide a gritos la oportunidad de ser escuchado.

Sonaba dura y hasta cruel pero lo había conseguido porque su intención era esa, hacerle creer a Gastón que le interesa poco o nada la situación de ambos.

— ¿Por qué me hablas así? — arruga sus cejas desconcertado. — yo te juro que...

— No me importa. — lo interrumpe con voz firme. — tengo que irme.

— Tú no eres así.

— Tú no me conoces.

Gastón la fulmina con la mirada.

— Reacciona, por favor, Ada...

Pero es inútil, es como si le hubiesen cubierto el cerebro de una capa gruesa para que no tenga acceso a pensar.

— No dejaré que me vean la cara otra vez ¿No se cansan? O es que tengo un letrero pegado en la frente que dice "Tienen acceso a lastimarme"

Lagrimas descendieron de sus ojos.

— Las cosas no siempre son lo que parecen ¿Sabes?

— ¿Así? ¿Y cómo son entonces? — replica— estabas desnudo ¡Joder!

Ya no pudo más, la poca fuerza que le quedaba se había agotado.

Su rostro se empapó de lágrimas lo que hacía ver lo frágil que es, que eso era algo que jamás iba a poder cambiar así se pusiese mil mascaras.

— No llores, Ada.

Pero fue imposible, se cubrió el rostro con sus manos y lloró más y más.

Un abrazo siempre conseguía calmarme. ¿Lo haría ahora?

— No me toques.

Pero él hace oído sordos.

— ¡No me toques! — levanta la voz pero él hace todo lo contrario. La abraza mas fuerte, con todas sus fuerzas. Ada se sacude para liberarse pero era inevitable, la fuerza de Gastón le impedía hacer cualquier cosa.

— ¡Gastón! — chilla.

Pero se da por vencida.

Relaja sus manos y reposa su cuerpo contra el suyo.

— Tranquila. — murmura sin dejar de acariciar su cabello, acerca su nariz e inhala su olor. — me encantas.

— Puto mentiroso.

— Shh— la silencia— yo no hice nada. — insiste.

— ¿Por qué tendría que creerte?

— Porque te amo.

FIN.

Amor de mentira [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora