Capítulo treinta y uno

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Ada:

— Ada ¿Por qué no asististe a clases? — Debram me pregunta desde su asiento.

— Eh... solo me hice tarde. — le miento desviando su mirada.

— ¿Por qué me mientes, Ada? — alza un poco la voz logrando que abra más mis ojos.

— ¿Qué? — frunzo el ceño.

— Me estas mintiendo. — afirma, esta vez en un murmuro.

— No sé lo que me estas queriendo decir, Debram.

— ¿Ah no? Ayer te vieron salir con ese tipo afuera de la universidad, si te das cuenta de la gravedad ¿Verdad? Ayer estuvimos esperándote para la exposición de Semiótica Visual.

— Yo... lo siento, no lo pensé...— su mirada de decepción me hacía sentir peor, claramente lo entendía, de hecho, tiene razón en molestarse y reclamarme de esa manera.

— Es que parece que nunca piensas cuando estas con él. Discúlpame pero déjame decirte que estas equivocada si piensas que él cambiará. Los mujeriegos nunca cambian, Ada, solo descansan. — hizo un ademan desagradable, de esos que le tiras a tu peor enemiga.

Volví mi vista hacia mi carpeta y sin pensarlo dos veces apoyé mi cabeza sobre ella, cerré los ojos relajando mis hombros y jugando con mis dedos.

— ¡Hey!

— Khalid. — abrí mis ojos y me levanté dándole un abrazo. — discúlpame...

— Disculpada, ahora dime el motivo porque no estoy entendiendo nada. — se rasca la parte de atrás de su cabeza.

— Ayer, ayer no vine a clases porque...

— Oh si... ya lo sabía, no asististe porque estuviste con Gastón, Alí nos contó que te vió, bueno solo me lo contó a mí pero Debram escuchó nuestra conversación y se puso como un orate diciendo que se las iba a pagar, por un momento me daba la sensación de que estaba celoso. — perfila una sonrisa, yo entrecierro mis ojos asimilando lo que acaba de decir.

Entonces me resultó algo difícil de suponer que Debram este posiblemente celoso, tal vez solo quería protegerme, sí, eso debo ser.

— Buenos días Futuros Diseñadores, hoy tenemos una clase muy interesante ¿Han oído hablar sobre la tipografía?

El maestro se instala en el pupitre para extraer de su maletín algunos marcadores.

— ¡Son letras diseñadas! — Josué, el chico de anteojos responde a su pregunta, Khalid pone los ojos en blanco y yo me reí al ver su expresión.

La clase terminó cuarenta y con o minutos después. Salí del aula junto a Khalid, caminamos hasta la cafetería deteniéndonos en una mesa. Debram estaba en una de ellas exhorto en su teléfono. Cuando nos vió arrugó sus cejas y luego de cruzó de brazos.

— Debram...— acerco mi silla a su lado pero él se aparta sin mirarme.

— ¿Qué te pasa, Debram? — gruño.

— Haber Debram, lo que Ada haga o deje de hacer no es problema tuyo. — Debram achina sus ojos.

— Entonces que haga lo que quiera, solo que no puede estar perjudicando a los demás por su falta de responsabilidad. — me espeta, mirándome.

— Discúlpame ¿Sí? No volverá a pasar.

— Eso espero.

Y se fue.

— ¿Cómo pude hacerlo? No pensé en ellos, solo pensé en mí, que egoísta.

— Déjalo, ya se le pasará.

— ¿Y si no?

— Mira yo te apoyo, sé que no debo meterme en asuntos de otras personas, por eso no me molesta que hagas locuras, definitivamente no me parece lo que está haciendo Debram.

— Eres el único que lo entiende.

— Lo sé, es que yo soy único en todos los aspectos.

— Bájala dos rayitas a tu ego, amigo.

Me sentía mal por Debram, no quisiera que nuestra amistad se destruya por mi culpa, pero tampoco me parece que me ponga entre la espada y la pared, porque entonces no sabría que decidir, si escoger a uno de mis mejores amigos o al chico que me gusta.

Realmente no era una decisión fácil y tampoco algo de los que esté dispuesta a hacer, al menos no por ahora.

— ¿Irás a la fiesta de Barry? — Khalid pregunta dándole un sorbo a su refresco mientras caminábamos hacia el aula.

— ¿Y tú como sabes de la fiesta?

— Pues este día me dijo que haría una reunión en su casa y que no estoy invitado, es una pesada. — pone los ojos en blanco negando con su cabeza.

— Nunca se han llevado bien y no entiendo porque.

— Es fácil, ella y yo no podemos estar bajo el mismo techo porque si no entonces la casa explotaría, simplemente me cae mal y créeme, el amor es mutuo. — nótese el sarcasmo.

Alí no había asistido a clases porque una fuerte gripe había arrasado con él, solo éramos Khalid y yo, quiero creer que a Debram pronto se le pasará la molestia. Porque va recapacitar ¿No?

Khalid decide seguir su camino hacia el aula mientras que yo decido ir al baño a lavarme las manos.

Mi cuerpo choca con algo duro.

— Ugh...— me quejo. Levanto mi vista y al instante en el que mis ojos chocan con los de ella no pude sentirme incomoda.

— ¿Tú? Vaya vaya primita...— se cruza de brazos con una sonrisa pegada a la cara, una sonrisa que me gustaría desaparecer ahora mismo.

Verla me hacía recordar tantas cosas, su hipocresía era algo que nunca había tolerado, su papel de niña buena le salía tan bien que ni su propia madre se percataba de las maldades que hacía.

Intenté pasar por su lado pero ella me detuvo tomando mi antebrazo con fuerza, empiezo a sacudir un brazo pero ninguno de mis intentos logra que me zafe de su agarre.

— ¡Suéltame! — digo entre dientes.

— No hasta que yo lo permita. — la miré dispuesta a escucharla. — ¿Crees que puedes hacerte la digna con todos solamente para dejarme mal a mí?

— Te recuerdo que yo nunca te pedí que te enrolles con Gastón y ¿Sabes qué? Estoy cansada de fingir una puta sonrisa cada vez que pisas mi casa. Denise, toda tu vida es una puta mentira, no has hecho creer que eres una santa cuando todos sabemos que te has follado a la mitad de esta escuela.

Entonces sentí un fuerte golpe en mis mejillas, definitivamente este dolor no se compara con la satisfacción que siento de haberla puesto en su lugar.

— Ten cuidado con lo que dices, primita, recuerda que para mí no es nada difícil volver a liarme con tu chico en tus narices. — me guiña el ojo.

— Inténtalo y entonces disfrutaré de tu fracaso, querida.

— No me retes, Ada.

Si las miradas mataran yo ya estaría muerta y enterrada. Primero, no quiero temerle a alguien que lo único que me ha causado ha sido dolor y pena y segundo, si tengo que empezar a lanzar veneno, lo haré porque ya no estoy dispuesta a callarme.

Acerque mis labios a su oído.

— Vete a la mierda.


Amor de mentira [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora