Capítulo treinta y seis

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Ada:

Un escalofrió recorre todo mi cuerpo, tengo los nervios de punta y la garganta seca, desde vi a Debram se me había formado un gran nudo en la garganta que me estaba impidiendo decir cualquier cosa.

¿Por qué vino a esta fiesta? Debram sabía que no era buena idea que viéramos después de lo que sucedió, lo había visto justo al lado de la puerta que da a la cocina, estaba observándome con perspicacia, tenía el ceño arrugado y los brazos cruzados, fui directamente hacia él con el único fin de aclararle las cosas, para decirle que no fue buena idea que viniese, para decirle que Gastón no puede saber lo del beso, yo sabía que era injusto porque todos merecemos saber la verdad, pero si hablaba, Gastón tomaría la decisión de apartarse de mí, ya no me miraría de la misma manera.

Él me había entregado su corazón, lo había hecho con el único fin de que me quedara con él y lo haría, porque yo también lo quiero, lo empecé a querer desde mucho antes de que me diese cuenta, pero no se lo había dicho por cobarde y ahora me encuentro entre la espada y la pared.

«La verdad no mancha los labios de quien la dice, sino la conciencia de quien lo oculta.»

«No seas tonta. No fue tu culpa lo que sucedió, tu no lo buscaste, tu no lo planeaste»

¿Y si decide irse?

Me volvería loca, se había metido tanto en mi corazón que no soportaría tenerlo lejos, otra vez no.

«No seas cobarde y enfrenta la situación»

«No te gustaría que te hagan lo mismo ¿O Sí?»

Obvio no. Dios mío. ¿Qué hago?

«Di la verdad» Me gritaba mi corazón. Pero ¿Cómo?

«Si dices la verdad más adelante él no dudará de tu palabra»

— ¿Te pasa algo? — Gastón me alza la barbilla con su dedo pulgar obligándome a mirarlo. Contuve las lágrimas y tragué un poco de saliva para deshacer el nudo de mi garganta. No podía mirarlo a la cara sin sentir que le he fallado, cerré mis ojos deseando no estar aquí cuando los abra.

— ¿Por qué lloras? — susurro limpiando mis lágrimas, yo no me había percatado en que momento empecé a llorar.

Niego con mi cabeza.

— ¿Entonces? ¿Hice algo malo? Perdóname princesa, no fue mi intención hacerte llorar, tal vez si pudiera hacer algo, yo...

— Me acaba de venir la regla. — musito audible. El abrió más los ojos, sus pupilas están dilatadas, se queda mudo luego de soltar tremenda atrocidad.

— ¿Necesitas una toalla? — sonrío. Él hace lo mismo.

¡Ay, Gastón!

Si supieras que fue lo único que se me ocurrió para salir de aquí sin tener que dar muchas explicaciones, de igual manera, su forma de querer ayudarme en asuntos de mujeres me parece tan tierno. Estaba haciendo un gran esfuerzo para no irse corriendo asustado, otro mocoso ya hubiera huido en su lugar.

— Ada, respóndeme, si la necesitas puedo conseguir una ahora, ¿Quieres chocolates? Te compraré una caja, princesa, solo dime algo porque estoy empezando a desesperarme. — dice tozudo.

— Gastón... cálmate, solo necesito salir de aquí. — emito. Él asiente en silencio.

— Vamos, princesa, yo te llevare a casa. — me rodea la cintura con su brazo.

— ¿Se van? — Barry nos intercepta en la salida.

— Barry, luego te cuento, ahora necesito irme. — la observo rogando que no me pida más explicaciones, ella pareció leerme la mente.

Amor de mentira [✔]Where stories live. Discover now