Capítulo diez

132 42 20
                                    

GASTÓN:

Me pasé horas de horas encerrado en mi habitación con la música a tope y con los ojos cerrados imaginándome cualquier lugar, no uno en específico, sino varios, en una playa y sus olas, en unos árboles y en un camino oscuro y sin fin. Me vi caminando por ahí, sólo, escuchando de fondo sólo el canto de Los Grillos y el ululato de los búhos.

Estas dos semanas no supe de Ada, no le escribí por Facebook ni mucho menos, y ella tampoco lo hizo, por otro lado, vi a Arleth un par de veces en mi departamento, follamos, pero algo cambió en el momento que la embestía de manera salvaje, a mi cabeza a mi cabeza llegaron unos ojos de color del mar y ese ceño fruncido tan peculiar en ella, tan diferente del resto, no me explico como esa chica de un día a otro llegó colándose en mi mente y quedándose atrapada en ella, como si de una u otra manera yo le hubiera puesto un seguro para que no saliera.

Porque no quería que salga. En el fondo esa era mi respuesta, aunque muchas veces sonaba más como una interrogación. ¿Por qué no quería que salga? Y eso me asustaba, pensar en Ada me asusta, porque cada vez que lo hago aparece un ligero cosquilleo en mi estómago.

¡Joder! mi plan nunca fue ese, yo no quería que Ada esté siempre tocándome las pelotas, yo sólo la vi como una más pero no fue así. Ada no podría ser una más por el simple hecho de que ella no es como las chicas con las que estuve y ... joder. No sé porque estoy sintiendo esto.

Le escribí a su teléfono, tenía tres opciones: La primera sería que me mande a la fregada, la segunda, que me deje en visto y la tercera, que hablemos como dos personas civilizadas.

— Gastón...

— Antes que nada, quiero pedirte disculpas.

— Disculpas aceptadas. — respondió con voz gélida.

— Bueno cuídate.

— Adiós.

Quería hablar más con ella, quería saber de ella, pero mi ego y orgullo me lo impedían, es como si tuvieras una barrera frente a ti la cual la quieres romper sólo por ella, porque sabes que valdrá la pena, pero no puedes, lo intentas pero al final esa barrera siempre será más fuerte que tú, por miedo. Miedo a mostrarle todo a Ada y salir perdiendo en el intento.

Liam entró a mi casa horas después hecho un demonio en cuanto le abrí la puerta.

— Que cojones Gastón, llevas encerrado en esta casa una puta semana.

— Pensé que ya te habías acostumbrado.

— Estas echando a perder tu vida.

— Conocí a alguien. — solté de golpe.

Liam se quedó quieto y con el ceño fruncido como si lo que acaba de salir de mi boca fuese una completa locura y lo peor es que para mi desgracia, no lo era.

— ¿Tú?

— Sí.

— Pero eso ha pasado incontables veces, Joder.

— No es lo mismo. — replico.

Y es cierto. Hay una enorme diferencia entre conocer a alguien y acostarse con alguien, porque yo no recuerdo ni a la mitad de las chicas con las que pasé una noche, no vi más allá que solo sexo.

Conocer a alguien es mirar más allá de lo evidente, más allá de sus imperfecciones, más allá de lo que ves físicamente, fijarte en esos detalles que tal vez otros no ven, y yo vi eso en Ada. Vi luz en medio de todas esas personas que la rodeaban en la oscuridad, vi magia, vi la inocencia reflejada en ella, en Ada.

Amor de mentira [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora