Amor de mentira [✔]

Capítulo veinticuatro

Gastón:

La nevera estaba repleta de alcohol, ya no habían frutas o verduras, ahora el licor estaba ocupando su lugar, el silencio habitada en toda la casa, casi parecía que nadie estaba dentro, todo había cambiado, ya no se escuchaba la voz de mamá llamándonos a desayunar o la voz de Rafaella jugando a los policías y bomberos, que lejos quedaba ese tiempo donde toda mi casa se llenaba de música y de risas.

Cerré la nevera de golpe y luego la volví a abrir, observé una vez más aquellas botellas y solo bastó eso para que las tomara entre mis manos y con zancadas grandes acercarme al lavadero del baño, quería detenerlo todo, ponerle un alto, así que destapé cada una de ella vaciando su contenido.

No quería ver como mi madre se destruía día a día, no quería ver esta casa como si alguien hubiese fallecido. Pronto acabaría todo, estaba seguro de eso.

Siento algunos pasos tras de mí.

— ¡Detente! ¿Qué mierda crees que haces?— Papá ingresa furioso.

— Terminando con esto de una buena vez.— demandó con voz firme.

— ¡Basta! — vociferó empujándome con todas sus fuerzas.— ¿Crees que puedes venir y hacer lo que te de la gana?

— Lo que hago lo hago por mi madre. ¿Acaso no ves como está? ¿Acaso no ves su rostro cubierto de ojeras? cada día que pasa esta peor y todo por tu maldita culpa.— alcé la voz señalándolo, no me medí a la hora de decir algo, llevaba casi cinco meses sintiéndome inútil, mamá pedía a gritos una ayuda y a mi me explotaba la cabeza buscando soluciones, por las madrugadas lo único que hacia era recorrer la casa, pasarme por la habitación de Rafaella para darle un ultimo beso y luego me tumbaba sobre mi cama con la mirada puesta en el techo.

Papá da unos pasos al frente, las venas de su cuello se marcaban y la palma de sus manos ahora se mantenían cerradas formando un puño. Cerré los ojos un poco abrumado y cuando volvía abrirlos vi como papá se froto la cara con sus manos dando unos pasos hacia atrás.

Un fuerte sollozo escapó de sus labios a la vez que se dejaba caer al suelo con las piernas estiradas, lo mire pasmado por el cambio tan repentino que había hecho, pasando del enfado al llanto en menos de un segundo.

— Soy un miserable, mi mejor amigo me robó dejándome sin un centavo en el bolsillo, mi empresa quebró y ahora mi vida es una completa mierda.

Sentí un ligero dolor en el pecho cuando lo escuche decir eso entre lagrimas, muchas veces ignoraba lo que sucedía a mi alrededor, confiaba en que todo mejoraría, aleje la idea incontables veces de una posible destrucción en mi familia. Que irónico.

— Papá no te rindas, yo puedo...no sé, ayudarte, podrías ir a terapia, muchas personas dicen que funcio...

— ¡No seas ridículo!— dice incrédulo— ¿Crees que un loquero va aliviar lo que sientes? ¿Enserio lo crees?

—Sí papá, si lo creo.— mi voz sale firme y agradecí por eso.

— Tú no sabes nada, solo eres un crío, tienes apenas diecisiete años ¡Ubícate!

— ¿Y tú papá? tienes mas de cuarenta años, sin embargo, haces cosas que un chico de mi edad haría.— dije serio cruzándome de brazos.

— No intentes tocarme las pelotas, Gastón.— me advirtió ladeando su cabeza.— todavía no me conoces.

— Te equivocas papá, te conozco mas de lo que piensas.— insisto.— ¿Tienes idea de lo que esto significa?— estiré mi brazo tomando una botella.— esto es la mierda que te esta llevando a la perdición.— pronuncié elevando mi mano hacia arriba para después dejarla caer con fuerza.

Un ruido ensordecedor resonó por toda la casa, los restos de vidrios se esparcieron por todo el lugar, papá observó el liquido derramado empapar la suela de sus zapatos, luego se removió incomodo sobre su eje y un minutos mas tarde, casi sin darme cuenta , me tenia acorralado en la pared.

— ¡Estoy harto de ti! ¡de que mi único hijo varón sea un maldito incompetente! ¿Y no contento con eso te atreves a faltarme el respeto? ¿Eh?— gritó.

Por un momento pensé que me golpearía, que me dejaría la piel marcada como incontables veces lo ha hecho, pero en vez de eso hizo algo peor.

— No sabes como me avergüenza decir que eres mi hijo.