17. Final Parte 2

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Me quede sentada en el suelo, con mis piernas cubriendo mi pecho mientras que mis brazos rodeaban mis piernas, me mecía de atrás hacia adelante como una loca en las películas, mi mente solo podía pensar en una cosa, están vivos, están vivos. Los originales están con vida, todo mi cuerpo saltaba de alegría, pero tendría que lidiar con la traición que le hice a mis hermanos, que le diré a Stefan cuando despierte, que le diré a Bonnie cuando despierte, Stefan empezó a moverse lento y entonces me acerque a él.

—Stefan —susurre—. Oye —tome su rostro—. ¿Cómo te sientes?

—¿Qué paso? —se sentó en el suelo—. Klaus ¿Dónde está Klaus? —se puso de pie y yo con él.

—Al parecer, Klaus tenía otro brujo o algo así – mentí—: le hizo un hechizo a Bonnie, rompió tu cuello y el mío igual, desperté hace un par de minutos, no mucho, pero lo hice y Klaus bueno él —suspiré— se fue. Vamos, lleva a Bonnie con Elena —mencione mirando a Bonnie que despertaba lentamente—. Yo iré a casa a descansar. Necesito alejarme un tiempo de ustedes

—¿Estás bien? —preguntó Stefan.

—Como nunca antes —sonreí de medio lado y giré caminando por el oscuro bosque del pueblo.

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Tenía mucho tiempo que no vestía de negro para un funeral, pero tenía que hacerlo, se lo debía a Jenna, ella siempre fue una buena persona y no merecía que su vida acabara así, ella era una mujer llena de luz, llena de vida, y llena de amor hacia los demás, siempre tenía una sonrisa en su rostro, siempre estaba ahí cuando la necesitaba, y solo tal vez, si ella hubiera sabido de todo esto, no estuviera muerta el día de hoy.

Yo me encontraba hasta atrás con dos flores blancas en mis manos, la primera se la coloque a Jenna y la segunda a Jonh. Jonh después de todo, sólo quería cuidar a su hija, sólo quería proteger a la única persona que él amaba, y la última persona que tenía, sólo quería ser lo que nunca fue, un padre.

—Al final del día fuiste el padre que nunca fuiste Jonh —mencione en su tumba—. Espero y estés descansando en paz —me puse de pie y caminé hacia mis dos hermanos que se encontraban apartados de todo—. Chicos yo quisiera decirles que me quiero ir unos días del pueblo. Elena ya está a salvo, los Originales se fueron —al levantar mi vista mis hermanos me miraban con una cara que no sabría expresar—. Oigan no me miren así yo —pero entonces los mire igual—. Sus caras no son por mi ¿Qué pasa?

—Me parece una buena idea —mencionó Damon—. ¿A donde iras?

—No lo sé aun —mencione lento y con desconfianza—. Pasa algo y ustedes no me quieren decir —los señale—. ¿Qué pasa? —ninguno me contestaba solo se miraban entre ellos—. ¿Stefan? —mi hermano solo miro hacia abajo—. ¿Qué es eso? —empecé a recibir un aroma—. Huele como a podrido —olfateé.

—Tal vez ya me estoy descomponiendo —mencionó Damon.

—¿De qué hablas? —lo mire y el mostró su brazo, donde una gran mordida infectada se hacía ver.

—Tu novio me mordió.

—¿Tyler? —tomé el brazo de Damon entre mis manos—. No —mencione para mí misma—. Debe de existir una cura. Damon debe de haber algo que nos ayude —le mencione a mi hermano.

—Una estaca como a Rose —mencionó sarcástico—. No existe tal cosa Ana —beso mi frente tiernamente—. Tenemos que hacernos a la idea —Damon camino hacia lo profundo del cementerio.

—Stefan no podemos dejar que muera —mire a Stefan preocupada.

—Y no lo haremos —aseguro mi hermano atrayéndome en un abrazo.

La Tercera Salvatore - Libro I [En edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora