13. El señor Smith

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Ya había amanecido y en el pueblo el radiante sol dejaba ver que ya era de día y que debíamos ponernos de pie, por ello obedecería al señor sol.

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—Buenos di...– deja la frase incompleta al ver a la reportera de noticias en casa—... as —miré a Damon sin entender qué hacía ella aquí—. ¿Damon?

—Buenos días linda —Damon dejó un beso en mi frente con cariño.

—¿Qué hace la reportera en casa? —pregunte mirándola con el ceño fruncido.

—Andy y yo estamos saliendo —respondió este.

—¿Qué? —pregunté soltando una risita—. ¿Desde cuándo?

—La verdad no recuerdo —hizo una mueca—. ¿Tu recuerdas? —señalo a la reportera.

—Dos días —mencionó entusiasmada.

—Damon necesito hablar contigo —tome a Damon del brazo. Andy avanzo con mi hermano—: A solas —la mire y ella observo a Damon.

—Vete —ordenó Damon a lo que ella acató sin protestar.

—La hipnotizas —mencione entendiendo todo—. Damon —lo golpe en el pecho.

—Sólo es una distracción —se encogió de hombros y me tomo del rostro para besar mi mejilla fuertemente—. Déjame divertirme un poco hermana —camino hasta Andy apretándole el trasero descaradamente.

—¡Agh!, que asco.

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—¡Saldré a comprar un café! —informe gritando desde la puerta de la mansión.

—No tardes —menciono mi hermano mayor de la misma manera.

Cerré la puerta sin devolver una respuesta a mayor de los Salvatore. Subí a mi auto dirigiéndome a aquel lugar donde vendían un excelente café.

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—¿Puedo sentarme? —levante mi vista de mi celular apartando mi atención del mensaje que enviaba.

—Claro —asegure alegremente—. Toma asiento. Hola Oliver.

—Hola Ana. No pensé encontrarte aquí.

—Bueno el frappe de esa vez me dejó encanta y quise venir por otro —señale mi vaso—. Creo que ahora será mi lugar favorito.

—Creo que el mío también —respondió el chico con una linda sonrisa.

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—Llegaste justo a tiempo —mencionó Damon abriendo la puerta de la casa. Mientras tanto yo tenía mi mano en el aire, pues iba abrir la puerta, pero evidentemente él ya me estaba esperando o me vió, por lo que él abrió.

—¿Ahora en que te metiste? —pregunté un tanto cansada ingresando a la casa y cerrando la puerta tras de mi.

—Esta vez en nada —respondió encogiéndose de hombros.

—¿Entonces pera que llegue a tiempo? —pregunté sin entender.

—Una cita —respondió. Lo mire sin entender a qué se refería—. Conmigo, claro —seguí mirándolo igual—. Iremos a la mansión Loockwood.

—Ve con tu nueva novia —sugerí con voz fastidiada.

—Ella ya está allá y no, no puedo ir con ella, tampoco quiero ir solo.

—Por lo que fui tu única opción —concluí–. No gracias, yo paso —puse marcha a mi habitación pasando sobre él.

—Por favor angelito —suplicó—. Será lo último que te pido.

La Tercera Salvatore - Libro I [En edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora