7. Solteros codiciados.

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Música a todo volumen, olor a sangre y alcohol inundaba por todos lados. Mi sueño había sido totalmente ahuyentado por una persona inconsciente que habitaba en la misma residencia que yo. Solo quería dormir un poco más, no había logrado dormir durante toda la noche a causa de los pensamientos nocturnos que tuve durante muchas horas. Apenas y había logrado cerrar mis ojos no hace más de tres horas, quería tan solo dormir un poco más, pero claro que eso no fue posible.

—Damon quiero dormir —apague la música que mi hermano escuchaba llamando su atención.

—Que aguafiestas hermanita —Damon levanto su cabeza para mirarme, la boca de este se encontraba completamente manchada de sangre, pues en sus piernas se encontraba el cuerpo de una chica, que claramente interrumpí su hora de desayuno—. Mejor bebe conmigo —propone con una sonrisa—. Toma la que mas se te antoje —señala la habitación a nuestro alrededor en la cual había una gran cantidad de chicas en espera de ser devoradas.

—Prefiero algo más añejo —mencione molesta—. No quiero manchas de sangre en la alfombra —gire en busca de algo de paz—. A ver si tú lo puedes controlar— le menciono a mi hermano menor cuando aparece en mi campo visual.

Avance con pasos cansado hacia el sótano donde se encontraba el refrigerador con sangre fresca, tome la primera bolsa sin importar cual fuera, hoy no me moleste por escoger una en especial. Con un poco de comida en mano, volví a subir de nuevo al primer piso de la mansión, pero no para dirigirme con mis hermanos, si no para ir a la cocina. Abrí el refrigerador encontrándome con fresas, tomé unas pocas y como si de fresas con chocolate se trataran, las sumergí en la bolsa de sangre dirigiéndome a la pelea segura que deberían tener mis hermanos en este momento.

—Estas preocupado por mí —menciono Damon—. Gracias, pero basta. No hace falta. Estoy realmente bien, porque no gaste 145 años en algo. Entrar a la tumba lo conseguí. Claro, Katherine no estaba ahí para ser rescatada ¿Qué importa? Es tan liberador no tener un plan maestro. Pienso que no querías animarme anda bebe —Damon le entrega la botella que sostenía en su mano a Stefan—. Habla hermano —menciona este animándolo a decir algo, que intuyo ya quería hacerlo. Les preste atención a ambos mientras seguía devorando mis fresas.

—Había una mujer que tal vez tu viste hace años —comienza a explicar Stefan—: De nombre Isobel de Carolina de Norte.

—¿Quieres discutir las mujeres de mi pasado ahora? ¿En serio?

—Damon el alcohol te pone más idiota —suspiro fastidiada de la actitud infantil de mi hermano.

—La mataste —asegura Stefan.

—¿Cuál es tu punto? —cuestiono Damon al menor. Stefan tan solo se encogió de hombros.

—Solo quiero saber si recuerdas algo de ella —el mayor de los tres parece irritarse.

—Es una aguja en un pajar Stefan —asegura Damon.

—Pues piensa es importante —le ordena Stefan. Damon lo toma por el hombro y se acerca a susurrarle algo al oído.

—Pues nada es importante, esa es la verdad —hace una pausa—: Gran platica. Tengo que ir a aprovecharme de mujeres. Seguro que tu entiendes, vales mil nunca cambies —Damon levanta su botella chocándola con mi bolsa en mano—. Salud hermanita.

—Que idiota —susurre—. ¿Stefan pasa algo?

—Te lo cuento afuera —menciona pasando a mi lado con dirección al exterior de la mansión.

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—¿Debe ser algo grave para venir hasta acá? —mencione mirando el bosque que nos rodeaba lejos de casa.

La Tercera Salvatore - Libro I [En edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora