3 Cien años

11.5K 622 141
                                    

Damon y Stefan comenzaron a explicarle a Elena, sí, Elena, de quien era yo y a mí de quien era ella. Era la novia de Stefan. Y, tenía la intuición de que el mismo ciclo se volvería a repetir. El ciclo y maldición de Katherine Pierce.

Aunque me encontraba sonriendo y "atenta" a la plática, la verdad era que ya quería que esto terminara. Es decir, son mis hermanos, pero su vida amorosa no me importa. Aparte de que la chica no me agradaba de todo, había algo en ella que no parecía ser buena para ninguno de mis hermanos.

- Siento que el resto de la charla quedara para después – comento Stefan poniéndose de pie –  Elena y yo tenemos que ir a la escuela, pero nos vemos más tarde – Stefan dejo un beso cariñoso en mi mejilla, sonreí ante el acto de mi hermano y asentí – Te quiero.

- Yo también, Stef – mi hermano sonrió enternecido.

- Un gusto Anabella – menciono Elena frente a mí.

- Igual – mencione con una pequeña sonrisa.

Ambos tomaron su mochila, subieron los pequeños escalones que separaban la sala del pasillo principal y se perdieron, escuche la puerta ser cerrada. Gire sobre mis talones a mirar a Damon a un lado mío.

- ¿Tú sigues con tu humanidad apagada? – tome asiento donde anteriormente se encontraba Stefan. Aunque lo había preguntado esperando una respuesta, y una que fuera negativa. Afirme más que otra cosa.

- Ding ding – Damon hizo ese típico sonido de las maquinas al ganar – Tenemos un ganador.

- No esperaba menos – mencione para mí misma, aunque claramente sabía que él podía escucharme.

- ¿Tú como estas? – pregunto sirviéndose una copa

- ¿Te importa? – cuestione cruzándome de brazos y recargando mi cuerpo en el respaldo del sillón.

- No seas melodramática – pidió rodando los ojos – Claro que me importas, eres mi hermana.

- Hermana a la que abandonaste, no olvides ese detalle.

- Lo hice por tu bien – aseguro para después beber su bebida de un solo trago.

- ¿De verdad? – cuestione indignada - ¿Mi bien? Me dejaste porque muy cobardemente decidiste apagar tu humanidad. No sabía cómo controlarme y a ti ni siquiera te importo. Le reclamas a Stefan por lo que hizo con nuestro padre, le reclamaste por lo que podía haberme hecho a mí, pero no te reclamas a ti por lo que tú me hiciste.

- Sabias lo que era ser un vampiro – aseguro de mala manera – Viviste conmigo durante años antes de convertirte. Eras una persona madura, sabias controlarlo.

- No, no lo sabía. Y tú sabias eso y aun así no te importo.

- ¿Qué no me importo? – cuestiono avanzando hacia mí – Tú no sabes todo lo que tuve que pasar para cuidar de ti. Cuantas veces no podía dormir por estar pensando en tu sangre. Las noches que pase en vela mirándote atento y diciéndome que eras mi hermana y la niña de mis ojos. Las veces que tenía que salir de casa a mitad de noche a alimentarme porque el hambre me estaba matando. Y si, cuando te convertiste sentí un alivio enorme. Sentí como un peso cayo de mis hombros. Perdón por ser egoísta y pensar un momento en mí, después de años cuidando de ti.

- Yo no te lo pedí – aseguré molesta – Yo no te pedí nada de ello. No te pedí que fueras en busca de tu "amada". No te pedí que pusieras tu vida en peligro y que fueras asesinado. No te pedí que me alejaras del peligro, ni mucho menos que cuidaras mi trasero como es que lo dices. Pero gracias, Damon. No soy una malagradecida y se reconocerlo. Cuidaste de mí desde siempre y la única figura paterna que tengo es la tuya, no la de Giuseppe, ni mucho menos la de madre. Por eso me dolió cuando me dejaste sola, tú me habías quitado todo en la vida y lo único que tenía eras tú. Tú y solo tú. Creí a Stefan muerto, lo creí muerto desde ese momento donde su cuello hizo ese horrible sonido. Yo ya no tenía a nadie más que a ti, y en un segundo tus ojos se habían apagado, se habían vuelto fríos. Sí, Damon, me cuidaste como ninguno, pero me destrozaste como nadie más lo hizo – mi hermano solo se quedó en su lugar mirándome – Iré a mi habitación. Después iré a la tumba familiar a ver a Zach – tome mis maletas – Permiso. 

La Tercera Salvatore - Libro I [En edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora