Landrem || Joerick

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no os olvidéis de votar y comentar¡! leeros es lo que más me gusta de todo esto <3

espero que os guste <3

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Zabdiel salió del baño arrastrando de más sus pies. Un bufido se escapó de sus labios de forma brusca, al desviar la atención a la cama y apreciar el mínimo cambio a como la dejó cuando la abandonó.

No contuvo tirar un almohadón con fuerza a ese cuerpo desnudo que se enredaba en sus sábanas, provocando que el alma natural que lo acompañaba soltara un gruñido, acostumbrado completamente a esa reacción.

—Levanta el culo, puto egoísta. Algunos trabajamos.

—Yo también trabajo— Contestó con voz ronca— Pero dejárselo a Niall es más divertido.

Zabdiel respiró profundamente. Tuvo que obligarse a desviar la mirada a las prendas esparcidas por el suelo, cuando Christopher se giró con pereza y se apoyó en el cabezal. Él se colocó su ropa interior y su pantalón, bajo la atenta mirada del castaño.

—Guapísimo— Ironizó el menor, ganando la mirada radical del otro.

Zabdiel le lanzó su ropa con fuerza y Chris tuvo ganas de reír por la respuesta.

—Ponte tu maldita ropa. Me tengo que ir.

—¿Cuándo me vas a dejar volver?— Preguntó, jugando con sus boxers.

—No deberías ni siquiera estar aquí.

Christopher bufó y giró sus ojos. Se incorporó acercándose más al borde de la cama, tapando hasta su cadera con las sábanas que no le pertenecían, pero que ya conocían su cuerpo a la perfección. Zabdiel detuvo sus movimientos para observarlo.

—Siempre dices lo mismo...

El rubio lo analizó entonces; con la mirada baja como si tuviera pavor a su respuesta, sus dedos pequeños pero firmes deslizándose entre la blancura de las sábanas, sus piernas encogidas restando la largura que le convertía en demente, su torso terso y delicado al descubierto y sus hebras suaves color chocolate despeinadas, mientras caían como cascadas de arte a su rostro angelical.

Zabdiel suspiró. Se sentó en el borde de la cama y no fue capaz de mirarlo por más tiempo; por lo que bajó la mirada a sus manos entrelazadas, en una postura poderosa que lo dejaba como un ostentoso emperador.

—Christopher— Comenzó, con la voz perdida— Tú conociste a Yoandri.

Chris levantó la mirada. Zabdiel lo supo, pero no se la devolvió.

—Lo hice. Es tu alma pura.

—Era— Corrigió con dolor.

El menor negó con la cabeza, porque sabía que Zabdiel lo observaría incluso por el rabillo de su ojo definido.

—Es. Siempre lo será. Siempre estará aquí— Le dijo, llevando una mano a su pecho descubierto, justo en el lugar exacto donde los latidos de su corazón le daban vida— Nunca podrás cambiar eso, ni aunque quieras. Te enamoraste...

Zabdiel quiso negar, porque eran pocos a los que le había confesado tal cosa y en momentos tan perdidos que ni él mismo se encontraba en el espacio reducido de su interior. Sin embargo no lo hizo; no lo negó.

Chris supo lo mucho que Zabdiel estaba pensando en ese segundo, porque el iris oscuro de su mirada no se fijaba en ningún lugar. Su mano subió entonces de posición, deslizándose hasta su hombro imponente.