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Lyon no terminó ahí, pues al volver a Londres con una cantidad exagerada de nuevos guardias, los dos aviones privados de Landrem circulaban más veces de las que lo harían en una situación usual. 

Fue esa mañana, en su habitación de hotel y con Niall y Chris preguntando cómo vivió él la masacre que había experimentado, que Erick pudo hallar algo de calma. 

Niall no dejó su efusividad atrás cuando le pidió disculpas por haberlo metido en todo ese lío. Chris se enfadó con el rubio por haber sido tan fácil de convencer a la hora de aceptar que Erick fuera a Francia y se aseguró de que el mismo no tuviera ni un solo rasguño. 

En ese segundo, mientras Erick comía un pequeño trozo de pan con mantequilla y mermelada de fresa, Niall se movía inquieto por la habitación, mientras que Chris estaba sentado en el pequeño balcón, disfrutando de lo que era un día sin lluvia en una ciudad desconocida. 

—Podríamos ir a comprar ropa francesa— Propuso Niall pestañeando de más— Podríamos no, deberíamos. ¿Sabéis lo que es la ropa francesa? Creo que está considerada una de las mejores del mundo entero. Dicen que su calidad es magnífica y, al parecer, ya no tienen ese rollo antiguo de las rayas y tallas grandes. Desde la ventana de mi habitación ayer vi unos modelitos que me encantaron, deberíamos investigar. Conejito, ¿Qué opinas? 

Christopher lo miró con el ceño fruncido, además de un notorio desagrado en el nuevo apodo. Entrecerró sus fanales claros en torno a Niall, con un rayo de luz cruzando su rostro.

—¿Por qué me acabas de llamar conejo? 

—Conejito, cariño. Los conejitos son tiernos, a mí me gustan. 

—Vete a la mierda. Asegúrate de llevarte a los conejos contigo.  

—Chris— Dijo Niall con aparente calma— Los conejos son diferentes a los conejitos. Los conejitos son delicados, suaves y bonitos. Los conejos son grandes, salvajes y vulgares. Ya conoces el dicho, se pasan todo el día reproduciéndose… 

Erick soltó una carcajada casi incontrolablemente, mientras que Chris negaba con la cabeza y se acercaba a ellos con los brazos cruzados en su pecho. 

—Se lo propondré a Harry solamente por no tener que oírte decir más cosas así. 

Y así fue como acabaron ahí, en las calles húmedas de Lyon debido a la lluvia pasada y en el centro de una ciudad más bonita de lo que Erick llegó a imaginar. 

Ir escoltados fue incluso sorprendente, aunque lo fue más cuando Harry dijo que se lo diría a Joel para que ambos los acompañaran también. Así que debido a eso, ahora se encontraban los cinco, más cuatro guardias armados y que miraban cada rincón buscando peligro. 

Niall ya cargaba bolsas en sus brazos como la versión moderna de Pretty Woman. Chris cargaba una, pues al encontrar un bonito imán en una tienda de souvenirs decidió comprar uno para Zabdiel, al haberse tenido que quedar en Landrem.  

Entraron a una tienda enorme que guardaba todo tipo de ropa. Erick no podía negar que le gustaba tener esa libertad, pues al fin y al cabo el nuevo aire le parecía de lo más puro y renovador para su mente. Estar en Landrem era duro, pero quedarse encerrado en la mansión y alimentar a su libertad con escasos paseos por los jardines, lo era muchísimo más. 

La tela era suave en todas las prendas y Erick se encontró haciendo contacto sus yemas con ella en ciertas ocasiones, simplemente para disfrutar de la relajación que la suavidad le otorgaba. 

Niall llegó a él con grandes zancadas. Sus brazos no se veían, pues llevaba mil prendas dispuestas a probarse. Casi se podía apreciar el rubio de su cabello entre la tela de colores llamativos. 

Landrem || Joerick  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora