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Joel traspasó sus cosas oficialmente a la habitación de Erick cuando su embarazo cumplió los dos meses. Le había insistido en que fuera él quien se moviera, pero Erick le había asegurado que no se sentiría cómodo en otra habitación y que, de la misma forma, ya había encontrado algo agradable en esas cuatro paredes. 

El tiempo después de eso pareció volar entre caricias robadas y besos a cualquier hora. 

Joel se había encontrado con un nuevo horario que él no buscó. 

Cada día, cuando llegaba de trabajar, cenaba con Erick y le observaba con su recuperación en la movilidad de sus costillas— porque Liam ya le había aconsejado comenzar a caminar—, después ambos iban a la cama entre besos furiosos que rápidamente se excedían de lo principal. A las tres de la madrugada su cuerpo entero despertaba inconscientemente, y ya había aprendido que era su momento para tapar a Erick, que siempre se encontraba aferrado a su torso con sus manos frías. A las ocho, su despertador sonaba anunciando que era el tiempo de la ducha, donde Erick lo acompañaba antes de elegir la ropa que ambos se pondrían ese día. A Joel le gustaba quejarse de sus elecciones, pero ya no se imaginaba sin los consejos del ojiverde. A las nueve abandonaba la habitación no sin antes darle un beso de despedida, porque la vez que no lo hizo Erick pareció molestarse demasiado. 

Sin embargo ese día era especial, porque Erick saldría de la habitación por primera vez después de mucho tiempo. Iría a la unidad médica, pero le agradaba volver a ver a Liam en ese lugar y no en las revisiones semanales que el alma natural cumplía en su habitación. 

Joel le había avisado que tuviera mucho cuidado, porque no había hecho público su embarazo y los rumores chillaban por cada pared. Solamente los más cercanos sabían la noticia. Fue agradable recibir la visita de los tres jefes de sectores en Landrem— por supuesto encaminados por Harry— y escuchar de sus labios que harían lo posible para proteger al hijo de Joel. Joel estaba ahí en ese momento y también tuvo que lidiar con las felicitaciones que un embarazo conlleva. 

Erick no quería imaginar cómo tomaría su padre la noticia de su embarazo. En parte ni siquiera quería salir de la habitación, porque sabía que los rumores llegarían como guepardos a los oídos de Erito, y a él no se le olvidaba que su embarazo estaba considerado de alto riesgo. Quería estar seguro antes de hacer público algo así y sabía que Joel pensaba lo mismo. 

Fueron Niall y Chris quienes le acompañaron ese día a la enfermería; rodeados de seguridad y armados por petición del jefe. 

Erick se despidió de ellos cuando llegó, a pesar de que los guardias no le abandonaron al entrar hasta que Liam estuvo con él. La unidad médica ese día estaba un poco más despejada, así que se agradeció la calidez que Liam le brindó. 

—Hola, bienvenido de nuevo. 

—Hola Liam, gracias. 

—¿Cómo te va? ¿Te ha dolido algo? 

—Solamente con los estiramientos que me mandaste. Ya no siento nada al andar, pero sigo haciendo reposo cuando estoy en la habitación. 

—¿Y la mano? 

—Bien, el yeso sigue apretando como dijiste. 

—Muy bien. Acompáñame. 

Erick le siguió entonces a un lado de la enfermería que jamás había pisado. Habían máquinas junto a camillas y algunas pantallas, además de geles y nadie por los alrededores. 

Liam le hizo entrar a una. Erick lo hizo y se sentó en la camilla al mismo tiempo que el médico cerraba las cortinas para más privacidad. Lo vio acercarse a una de las máquinas. 

Landrem || Joerick  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora