15

3.5K 263 335
                                    

{en el capítulo se describe tortura explícita}

Landrem; años atrás...

La mente de un niño solamente está bañada en inocencia. Los pecados empiezan cuando se sabe lo que se hace; cuando aún consciente de que tus decisiones no son aceptadas, las cometes y sientes orgullo por ello.

Los alma venenosa tenían que aprender a hacerlo también. Tenían que aprender a controlar la maldad, pero sobretodo a utilizarla.

Joel no era menos.

Muchos lo consideraban un ser débil para su casta, tal vez incluso un fallo incierto, pues el pequeño niño no era capaz de matar una mosca sin sentir remordimiento por ello.

Su madre le había dicho que eso pasaría, que se convertiría en un hombre hecho y derecho que sabría lo que hacer en cada ocasión. Joel lo quería, porque crecer en medio de una red mafiosa parecía no ser suficiente para trastornar su mente.

—Joel— Llamó Patricia con delicadeza. Su pelo largo lucía como una cascada de arte por su espalda, y su sonrisa no se borraba ni siquiera pretendiendo lo contrario— Papá te llama, cariño.

Joel asintió, levantándose del suelo donde jugaba y caminando hacia la salida de la habitación.

Tal vez, el ser hijo único le hizo especial ante los ojos de su madre. Joel nunca admitiría eso.

Algunos guardias le siguieron cuando comenzó a caminar. Joel mentiría si dijera que estaba acostumbrado a eso. Sabía que con el tiempo lo haría. Al fin y al cabo, era el opekun de la empresa de su padre, así que tendría que hacerlo.

Una cabellera rizada corrió por su lado dándole una fuerte nalgada. Antes de que pudiera correr más, Joel lo siguió agarrándolo con fuerza, provocando que ambos cayeran contra el suelo rápidamente.

Zabdiel soltó una carcajada, mirándolo desde ahí con atención.

—Te gané otra vez— Le dijo Joel.

—Ha sido porque llevaba los zapatos desatados, no te lo creas tanto.

Zabdiel era su mejor amigo. Estaba seguro de que siempre lo sería, porque habían crecido siempre juntos. Hacían sus clases de defensa personal y desarrollo empresarial juntos, así que se solían ayudar cuando alguno no sabía hacer algo. Por eso eran mejores amigos.

—Siempre llevas los zapatos desatados, Zab. Noemi te dijo que tenías que llevar cuidado, o podrías caerte...

—Lo sé...— Aseguró el niño girando los ojos— Por eso te ganaré a la próxima.

Joel negó con su cabeza, juntando su mano con la de Zabdiel para impulsarse juntos.

Algo falló, porque cuando ambos iban a ponerse en pie, Zabdiel cayó de nuevo en un sonido hueco, provocando que los dos niños rieran de nuevo.

Las risas frenaron en seco cuando la puerta del despacho de su padre se abrió radicalmente.

La mirada que le dio le aseguró que nada bueno venía.

—La diversión está restringida a los sábados de siete a ocho. ¿Me puedes explicar por qué cojones te estás riendo, mugroso?

Zabdiel se incorporó a su lado, pero al igual que él, se quedó mudo.

La puerta del despacho se abrió más, y Joel no pudo hacer más que regalarle una mirada vacía a su amigo y correr hacia donde su padre lo miraba, con tanta seriedad que su corazón latió de más.

Landrem || Joerick  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora