—Bueno, hay que empezar.—murmuro viendo su cuaderno para después ver el mío, me limite a verla por el rabillo de mi ojo.

—¿Cómo estas?—pregunté de repente captando su atención, ella soltó una risita pero no me volteo a ver.

—Me encuentro bien ¿y tú qué tal? Te siento un poco raro.—dijo extrañada escribiendo.

—¿Yo? Yo estoy bien Amélie.—balbucee, ella me miró unos segundos para seguir leyendo y escribiendo en su cuaderno.

—Si tú dices, pero pareces muy ansioso.—confesó, empecé a jugar con el anillo que tenía en mi mano izquierda.

—Solo es cansancio, nada de que preocuparse.

—Entonces deberías de descansar, trata de dormir más temprano.

—Sabes que lo hago, solo que suelo tener problemas de insomnio.

—Es verdad—murmuró,—aún así no te sobre explotes con estudiar, se que sueles pasar mucho tiempo en la biblioteca.

Los minutos pasaban demasiado lentos a mi parecer, solo estaba a su lado viendo como leí y escribía, y sinceramente no sabía que decir al respecto.

—Amélie.

—¿Sí?

—¿Puedo darte un abrazo?

Levantó su mirada viéndome fijamente note como frunció el ceño sonriendo a la vez confundida por lo que había preguntado. Era de entenderse, no suelo pedir abrazos ni mucho darlos, en pocas palabras, no suelo dar afecto.

—¿A que se debe eso?—preguntó curiosa después de unos segundos en silencio.

—Bueno, no se.—encogí mis hombros,—Se me antojo un abrazo tuyo.—comente queriendo parecer indiferente.

—Eh, claro.—dejó el cuaderno a su lado, cerró el otro cuaderno poniéndoselo en los muslos giró un poco y abrió sus brazos dándome espacio para que yo me acercara abrazándola, cerré mis ojos al oler su perfume entrando por mis fosas nasales, —¿Ya mejor?

—Ya mejor.—murmuré en su oído sonriendo,  me gustaba mucho abrazarla, me sentía querido. Era una de las personas a las que le daba afecto, y muy a lo lejos, no era algo que suelo hacer. Me separé de ella después de unos minutos.—Gracias, de verdad lo necesitaba.

—No hay de que, Sabes que siempre estaré para ti, cuando sientas que tu mundo se esté derrumbando ahí estaré yo sujetando tu mano.—admitió ella poniendo un mechón de cabello atrás de su oreja.— Para eso son los amigos.

—Claro, pero no solo somos amigos.—comente.— Eres mi mejor amiga, creo que no te acuerdas que te dije que solo podías tenerme a mi como mejor amigo, ya me estás cambiando por la comadreja.

—Jamás. Hicimos una promesa.—dijo indignada haciéndome reír.— El es mi novio, y tú mi mejor amigo, Malfoy.

—Pero ya ni hablamos, Amélie. ¿Cuándo fue la última vez que hicimos pijamada y nos dormíamos noche por estar contándonos cuentos o hablando de lo que sea? Te extraño mucho.

—Yo también te extraño mucho. Extraño la amistad que teníamos hace unos años, antes de que pasara todo.

—Bueno, podemos volver a empezar.—dije levantándome del sillón, ella me vio curiosa, extendí mi mano.— Malfoy, Draco Malfoy.

—Larsson, Amélie Larsson.—dijo ella levantándose y estrechando su mano con la mía sonriendo, sonreí.

—Nunca te había visto por aquí ¿tus papás son amigos de los míos?–pregunte levantando una ceja.

Tenías que ser tú. |Draco Malfoy| TERMINADA. [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora