Capítulo XXVIII

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Minutos después de la plática con el "cupido" Wells, regresamos al castillo. Nos quedamos un rato más conversando sobre misiones que hayamos tenido, tanto él como cazarrecompensas así como yo en la ASSM. Escuchamos como la puerta de la sala de estar es abierta y por ella entran cuatro de los cinco quienes salieron de compras hace algunas horas.

—Estoy exhausto —es lo primero que dice Zack tirándose en el sillón más cercano y dejando una gran cantidad de bolsas en el suelo.

—¿Qué es todo eso? —les pregunto a los otros, quienes empezaron a sacar varios aparatos de las cajas que trajeron consigo.

—Simples dispositivos para perder el tiempo.

—Quiero ver cuando Maddy se entere que lo pagaron con su tarjeta —la voz del humano es apenas audible debido que tiene la cara entre los cojines.

—Dudo que le importe unos cuantos ceros menos en su cuenta.

—En realidad no, mientras me quede dinero para comprar libros, no me importa.

Kiliam queda sorprendido por la repentina aparición de la chica a su lado, y le reclama sobre dejar de ir y venir de esa manera.

—¡Tú! —Zack levanta su cabeza del sillón para apuntar un dedo hacia ella—. ¡No me vuelvas a dejar a solas con él para ir a comprar! —su dedo cambia de dirección hacia el tipo recargado en el marco de la puerta.

—¿Qué hizo? —la observo tratando de contener una risa.

—¡Casi compraba la tienda entera! Todas las cosas que yo tocaba las pedía para llevar. Yo pensaba comprar lo mínimo, pero él llegó tipo ¡PUM! ¡Me llevo todo!

—Primero que nada, eso no pasó. Segundo, eres un exagerado, más vale que tengas suficientes cosas si a cada rato vas a estarlas destruyendo, no podemos estar saliendo todo el tiempo a reponer tu guardarropa —responde el acusado a la misma vez que Kiliam y Johan protestan sobre cómo nunca hizo eso con ellos.

—Bueno, no me quejaré porque además que lo agradezco, me invitaste el almuerzo. ¡Ah! Mira, ¡nos compró pijamas!

Rápidamente volteo hacia la dirección del vampiro responsable de ello. Éste explica que al parecer el humano se quedó mirando durante un buen rato unos raros atuendos, que era imposible no saber que los quería. Y luego de convencerlo de aceptar que las compraran, preguntó si podían llevar una para su amiga.

Me río un poco mientras veo al adolescente buscando con emoción las pijamas, realmente no comprendo porque les gusta tanto esas cosas. Parece ser que encontró la bolsa indicada y se la tira a la chica.

—¿Se puede cambiar el color? —cuestiona Maddy apenas ve el color rojo de lo que finge ser la piel de dinosaurio.

—Ryan habló con los encargados. Según él, dijeron que era el único disponible. Con magia se puede cambiar, ¿no? Por ello pensé que no habría problema.

La pelinegra continúa mirando la prenda unos segundos más. Posteriormente, el color cambia por uno azul, a lo cual sonríe satisfecha.

—No creí que aún siguiera sin gustarte el rojo —comenta Kiliam cuando termina de instalar el televisor.

—Pues ya ves.

—Por cierto, ¿en dónde estabas? —Daemon habla por primera vez luego de un rato.

—En Londres.

Todos nos quedamos esperando que dijera algo más, aunque se entretiene doblando la pijama antes de devolverla a la bolsa.

—¿Qué hacías ahí?

—Comprando libros —me responde señalando una bolsa que dejó en el suelo cerca de donde está parada.

Sangre Mágica (Guerreros Celestiales I)Where stories live. Discover now