Tenías que ser tú. |Draco Malfoy| TERMINADA. [#1]

36.

Carcajeó.

—Pero no son pareja.

Arquee mi ceja,— ¿Y qué? Yo los shippeo.

—Amelie, tienes que dejar de shippear a todos.

—Imposible no hacerlo.—me reí, él sonrió negando con la cabeza iniciándose dándome un beso en la mejilla.

~.~

Nos tocaba la asignatura de Cuidado de Criaturas Mágicas junto a los de Gryffindor, nos acercamos a la cabaña de Hagrid. Me paré junto a Tracey quien estaba hablando con Blaise.

—¡Ah, miren a quien tenemos aquí, al campeón!—les dijo Malfoy a Crabbe y Goyle una vez que se acercaron.—¿Han traído tu libro de autógrafos? Tienen que darse prisa para que se los firme, por qué no creo que dure mucho: la mitad de los campeones murieron durante el torneo. ¿Cuánto crees que vas a durar, Potter? Mi apuesta es que diez minutos de la primera ronda.

Crabbe y Goyle fueron los únicos que soltaron la carcajada pero Malfoy se quedó callado al ver que Hagrid salía de la cabaña con una torre  bamboleante de cajas, cada una de las cuales contenían escreguto bastante grande.

Hagrid se acercó a explicarnos que la razón de los escregutos se hubieran estado matando uno a otros era el exceso de energía contenida, y la solución era que cada uno le pusiéramos una correa a un escreguto y lo sacáramos a dar la vuelta.

—¿Sacarlo a dar una vuelta?—repitió con desagrado Malfoy, mirando unas de las cajas.—¿Y dónde le vamos a poner la correa? ¿Alrededor del aguijón, de la cola explosiva o del aparato succionador?

—En el medio.—dijo Hagrid, mostrándonos como.—Eh.—me miro.—Tal vez deberían ponerse antes los guantes de piel de dragón, por si acaso.—volteo a ver a Potter.—Harry, ven aquí y ayúdame con este grande...

Todos empezaremos a preparar a los escregutos, ya medían casi un metro y se habían vuelto aún más fuertes. Ya no eran blandos, ni descoloridos, porque les había salido una especie de coraza de gris brillante. Parecía un cruce entre escorpiones gigantes y cangrejos del Río, pero seguían sin tener nada que pudiera identificarse como cabeza u ojos.

—¡Esto es absurdo!—exclame enojada, Draco agarraba su escreguto con asco.

—Es que esta clase es absurda.—dijo firmemente.—¡Sacarlos a pasear, ja! ¿Qué nos cree? ¿A donde se supone que los llevaremos a pasear? Sinceramente, es una pérdida de tiempo esto.

—¡La cola exploto!—gritó asustado Crabbe casi llorando, no aguante más y me reí, el me fulmino con la mirada.— Ni te rías, que a ti también te paso.

—Hey, déjala.—ordenó Malfoy dejando el escreguto en la caja.

—Bien que a ella casi la llevabas cargando a la enfermería esa vez.—reprochó de mal humor Crabbe.

—Pues sí, es Amélie y tú eres Crabbe.—se quito los guantes.—Prioridades.

—prioridades.—repitió burlesco Crabbe.— eso es injusto.

—En vez de estarte quejando, ponle la correa.—dijo con desagrado Draco y me miró.—¿Sabes cómo hacerlo?

—Hmm, Sí y no.—ladee mi cabeza.— Déjame intentarlo.

Lleve mi mano para sostenerlo cuando Draco puso su mano sobre la mía deteniéndome.

—Los guantes, Amelie.

Me reí,—Sí, es verdad.

Negó con la cabeza pasándomelos, los agarre entre mis manos colocándomelos. Me acomode estirando mi mano sosteniendo uno, los miré con cuidado.

—Ten cuidado.—escuche a Draco.

Lo miré,—Se lo que hago.

—Lo digo por qué la otra vez te exploto en la mano.

Lo ignore agarre la correa, sentí como Draco se puso alado mío pasó su brazo por detrás de mi cintura, gire mi cara viéndolo.

—¿Qué?—preguntó inocentemente quitando su brazo y columpio la correa frente a mi.—Estaba queriendo alcanzar esto.

Sonreí burlesca, quise agarrar la correa pero él fue más dolido quitándola.

—Draco.

—¿Mm?

—Dame la correa.

—Se dice "Por favor."

—Solo dame la correa.—volví a estirar mi mano pero él la quitó.—Malfoy.

Carcajeó,—Suenas como a mi madre cuando está enojada.

—No estoy para juegos, solo dámela.

—Tienes que ser buena chica.—arqueó su ceja.—y pedirme por favor la correa.

—No puede ser posible.

—Lo es.—ladeó la cabeza y volvió a columpiarlo.—¿Cómo se dice?

—¿Draco me das la correa, por favor?

Relamió su labio inferior,— Mucho mejor.

Me dejo la correa en la mano, apreté mis labios ignorando su sonrisa burlesca y empecé a ponerle la correa al escreguto.