SAVAGES (𝐅𝐞𝐧𝐠𝐪𝐢𝐧𝐠)

13. Cisto

"Hay algo que tengo que decirte antes de que Francesco te lo diga" -Cane suspiró-.

Pasadas las diez de la noche, Carlo tiritaba de frío abrazándose a si mismo junto al inmutable Feng Xin, los dos estaban en el aeropuerto, esperando por sus respectivos novios, el más alto ya se había fastidiado, tenía que admitir que no era muy paciente, y llevaban casi media hora esperando, además que hacía mucho frío, su amigo prácticamente pegado a él lo demostraba. Aunque recién Feng Xin iba a decirle algo, este se puso de pie como si el frío se terminara, y caminó con algo de prisa, siendo seguido por su amigo.

Mu Qing elevó muy ligeramente las comisuras de sus labios al ver a su novio, y después de rodar los ojos, se acercó a este, recibiendo un caluroso abrazo y un beso sobre su sien.

Así fue como terminaron en París, en uno de los mejores hoteles de la ciudad, exactamente, tres días antes de año nuevo. Mu Qing pudo usar sus abrigos y sus gorros que en Sicilia eran casi imposibles de usar, principalmente, porque ahí, incluso en invierno era muy caluroso.

Recién llegaron a la habitación del hotel, Mu Qing saltó enrollando sus piernas alrededor de la cadera del pelinegro, que sonrió coqueto, y después de que apretara un poco el trasero del menor, se encaminó a la cama del lugar.

La habitación era enorme, con una preciosa vista a la torre Eiffel, y entre risas y comentarios obscenos, los dos terminaron teniendo sexo y cerca de tres orgasmos antes de que amaneciera del todo.

Solo que, aunque todo marchaba bien, Feng Xin notó diferente al platinado, aunque quería creer que no, podía jurar que lo escuchó sollozar, y no pudo darle mucha importancia a aquello ya que el menor había iniciado un caluroso beso.

Al despertar, fue Feng Xin el primero en hacerlo, admirando las delicadas manos del pálido platinado sobre su pecho, no pudo evitar sonreír burlón al ver el anillo que le había dado previo a navidad.

Se habían visto una semana antes de esta en el departamento donde se encontraban al menos una vez a la semana, solo que, habían repartido regalos entre los cuatro, y cenaron algo sencillo, pero más simbólico, ya que no se verían para navidad, bebieron, e incluso bailaron, y casi por terminar la noche, justo después de que Lorenzo se fuera antes de Carlo para no levantar sospechas, Feng Xin recibió el anillo por Carlo que lo había estado cuidando toda la semana, y al irse, les deseó una buena noche, y suerte a ambos, porque no solo era la propuesta de matrimonio, Lorenzo y Carlo se habían enterado que serían completamente honestos con el otro, así que eso significaba que lo que sea que tenían o no tenían, sería más real.

"Sole, hay algo que quiero decirte" -Aunque Mu Qing ya suponía a que se refería, el que le propusiera matrimonio tan pronto seguía teniéndolo nervioso, así que, los dos se sentaron frente al pequeño árbol de navidad que habían puestos juntos-. "No he sido del todo honesto contigo"

"¿Estás casado?" -Feng Xin sonrió negando, al mismo tiempo que tomaba sus manos entre las propias-.

"Te amo, y por lo mismo no quería decirlo, pero, sino no puedo prometerte estar siempre contigo si no soy del todo honesto"

"Feng Xin" -El platinado lo detuvo, y elevó ligeramente su mentón con dos de sus dedos para que se miraran a los ojos-. "Antes de que lo digas, lo diré yo, no solo soy Mu Qing, soy Massimo La Porta, el segundo hijo de los La Porta, y se que tu eres Francesco Bernardi, el segundo hijo de los Bernardi, e incluso si no sabías, ahora lo sabes"

"Mu Qing" -El platinado le miró esta vez con algo de terror en sus ojos, porque el tan solo decirlo así, significaba que todo se volvía más real, que salían con el hijo del peor enemigo de sus padres, que incluso, si se encontraran en la calle, y hubiera alguna disputa entre las familias, tendrían que tirar del gatillo hacía el otro-. "Massimo La Porta" -Después de una ligera pausa el mayor se colocó sobre sus rodillas, mirándo atentamente a su acompañante, aunque los dos parecían hacer un enorme esfuerzo por no tirarse a llorar, eran lo suficientemente orgullosos para no llorar primero-.