abran paso, la tierra se rompe bajo nuestros pies.

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Keana

Tal vez la oscuridad de la piscina las ocultaba un poco pero, estoy segura de que no fui la única que las vio. Desde el balcón de mi habitación escuché como varios balcones se abrían. No sé si las reconocieron pero, sabían que eran dos mujeres. ¿Estarían ellas conscientes de eso? ¿Les importaría siquiera? Los susurros de todos los que observábamos el espectáculo fueron haciéndose cada vez más numerosos a medida que pasaban los minutos. Camila hacía mucho ruido.

Sí, estaba segura, nadie las reconocía, sólo yo.

Me aferré con los puños en el barandal y empecé a llorar. Por mi cabeza daba vueltas la conversación que había tenido con Camila antes de subirnos a los buses. Le había jurado que iba a luchar por el amor de Lauren sin importar la decisión que esta tomara al final pero, dolía, como miles de cuchillos cortándome la piel, no enterrándose, sólo cortando.

Los gemidos de Camila iban en aumento, casi como si quisiera torturarme.

¡Y los murmullos!

- ¿Son dos chicas?- preguntaba alguien.

- La están pasando muy bien allá abajo- decía otro.

- ¿Quiénes son? - Deben ser algunas de las aseadoras del hotel.

- ¿Cuántos vibradores tienen que esa chica grita como si tuviera sexo con un dios?

- Alguien debería bajar con una cámara y grabarlas a escondidas.

- Pobres los novios de esas dos.

- ¡Que llegue el encargado de la piscina y prenda las luces rápido!

- ¿Dónde está la luna cuando la necesitas?

Y así. Todos comentaban susurrando. Eran tantos que sonaba como un panal de abejas. ¿Acaso ellas no los escuchaban?

Tuve que cubrirme el rostro con las manos para ahogar el llanto. Gracias a que el balcón tenía muros a los lados nadie pudo verme llorar pero, era seguro que los de las habitaciones cercanas me escucharon.

Los gemidos de Camila empezaron a ser acompañados por los de Lauren, aunque los últimos no se escuchaban casi porque a la morena pareciera que se esmerara por hacer ruido.

Hubo silencio por unos segundos y, luego, el orgasmo. Ese fue un grito más fuerte que todos los anteriores, gritaron las dos al mismo tiempo, y de nuevo callaron. Algo dentro de mí exigía atención. Era mi yo malvado, mi yo "Camila" que me rogaba porque lo dejara salir para hacer estragos, hundir a la morena hasta el fondo, quedarme con Lauren, destruirlo todo. Quemarlo como había quemado mi anterior escuela.

Aquel recuerdo me distrajo del espectáculo porno que había en la piscina.

Esa fue la razón por la cual me comporté como un ratoncito miedoso cuando llegué el primer día a la escuela, tenía miedo de que me reconocieran. Obvio era un poco complicado, usaba lentillas azules y peluca de cabello natural rubia en aquel lugar, muy pocos, por no decir nadie, me conocía "al natural".

¿La razón? Bueno, no viene al caso, sólo me había dejado llevar por esa misma vocecita que me hablaba en ese momento. Era como un ataque de rabia que me impulsaba a destruirlo todo. En aquella ocasión nadie había muerto, por fortuna, y los daños los pagaron mis padres pero, tuve que salir corriendo de aquel lugar. No podía con la culpa. Llevaba medio año viviendo en la ciudad antes de animarme a entrar a una escuela.

Tomé grandes bocanadas de aire para calmarme. Los ruidos lujuriosos de esas dos ya habían cesado, los murmullos también, sólo estaba yo y mis lágrimas.

friends with benefits / camrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora