la mascarada (parte 1).

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Keana

Y llegó el día de la mascarada.

Estaba contenta por todo lo que había logrado con Alexandra. El gimnasio de la escuela parecía la plaza de San Marcos. Había varios bufones, malabaristas y chicos en sancos para divertirnos. Nos costó mucho sacar todas las graderías, casi un día completo con la ayuda de todos los del equipo de básquetbol, futbol y béisbol. Pero lo logramos. Sólo dejamos una adentro; en la parte más alta estaría el DJ con un escritorio enorme que le pusimos para las tornamesas, los discos y algo de comer. En la parte más baja estaría la barra de bebidas y comidas que dos chicas se encargarían de atender; en el centro de la mesa había una figura en hielo de Austin, el capitán del equipo de básquet, con un balón como si estuviera saltando para hacer un lanzamiento de tres puntos. Eso fue idea de Alexandra, no mía.

Camila había pagado la impresión de las invitaciones y en el lugar estarían personas ajenas a la escuela, entre ellos, algunos patrocinadores que ella se encargó de conseguir. No había que ser muy brillante para saber que esa chica con más poder del que tenía sería un peligro. Si es que ya no lo era.

Los disfraces, por el tema de la fiesta, eran de lo más colorido, pomposo, extraño y costoso del mundo. Pero se veían geniales...

Cuando entré a la fiesta, todos posaron su mirada en mí. Estaba usando un vestido negro de principios del 1700, las mangas llegaban a los codos y de ahí se abrían en campanas con encaje. El corset era negro con tejidos plateados y el escote era recto pero bastante bajo con un moño negro en el centro. El antifaz que estaba usando era blanco; tenía la forma del murciélago de batman pero con más puntas en la parte de abajo y la decoración era como de pequeñas garras o espuelas en las puntas, como las alas de un murciélago. Estaba usando un sombrero negro de tres puntas parecido al del comodoro Norrington pero con encaje plateado en los bordes y plumas blancas en el lado izquierdo.

Identifiqué a Alexandra y Ximena porque ambas llevaban exactamente el mismo traje, sólo que la primera lo usaba de color azul rey y la segunda de color rojo intenso.

Camila llegó cerca de las nueve de la noche como la mayoría de los invitados. No me sorprendí, en absoluto, cuando vi que su traje era exactamente igual al mío, pero blanco. Se notaba a leguas lo parecidas que éramos.

Después de ella, me era imposible identificar a los demás invitados. El carnaval de Venecia, o las mascaradas, fue una fiesta que se inventaron los burgueses para mezclarse con el pueblo sin ser reconocidos. Exactamente lo mismo estábamos haciendo nosotros, mezclándonos todos con todos sin saber quiénes éramos. Muchos usaban máscaras venecianas con plumas, decorados, etc; otros usaban antifaces, también con plumas, a veces de un solo color o con decorados como el mío.

Tengo que reconocer que Camila se veía esplendida. Su antifaz, al contrario del mío, era negro, y su cabello, también rizado, lo había pintado de blanco, salvo unas puntas que se dejó negras.

Me pregunté si la chica ya se había dado cuenta de quién era yo. O sea, se notaba en los trajes, pero me picaba la curiosidad. Había notado que su cabeza era más rápida de lo normal, era alguien, seguramente, maquiavélico. Mientras que yo usaba el traje negro con antifaz blanco para intentar pasar desapercibida sin dejar de ser elegante, ella usaba el blanco con antifaz negro para deslumbrar y, aun así, seguir siendo misteriosa.

Tuve algo de celos pero, no muchos. Así como ella se veía perfecta, yo también.

Llegadas las diez de la noche no tenía ni la menor idea de donde estaba Lauren. No había olvidado nuestro beso en el parque. La semana siguiente a ese beso fue atareada. Camila y Alexandra me ocuparon en la decoración y yo me dejé absorber porque lo estaba disfrutando. No tuve ni un segundo libre para hablar con ella.

friends with benefits / camrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora